Un libro luminoso

Ioana Gruia

LuciérnagasCarmen CanetRenacimientoSevilla2018Luciérnagas

 

Luciérnagas, el último libro de aforismos de Carmen Canet, demuestra que la autora es uno de los grandes nombres del aforismo contemporáneo español. Exquisitamente editado por Renacimiento, el volumen se divide en cuatro partes, o, como los llama la escritora, «entornos»: «Pasajes de vida», «Paseos con amor», «Pasos cortos» y «Paisajes con arte». No sé si de forma consciente o no, los propios títulos se organizan en una inteligente y seductora danza acerca de un mismo campo semántico, el que une con un hilo sutil y certero los ámbitos del pasaje, del paseo, de los pasos y, por supuesto, del paisaje, ámbitos vinculados entre sí por la propia acción del desplazamiento, el movimiento, el camino. Entre estos espacios hechos de palabras transita nuestra autora como una flâneuse contemporánea, con sus destellos de luz que unen emoción e inteligencia, intuición y fino conocimiento psicológico.

El aforismo que abre el libro traza lo sentimental como uno de los ámbitos predilectos de reflexión: «La vida es un recorrido en el que florecen los sentimientos y debemos procurar no pisarlos». A la manera de Carmen Martín Gaite y de su maravillosa novela Retahílas descubrimos a continuación la presencia clave del hilo: «A veces la vida se descose, y hay que darle unas puntadas con hilos de colores fuertes y vainicas dobles». La materia sobre la que reflexiona Carmen Canet es la misma que Montaigne trataba en sus Ensayos: la propia vida, el propio yo. Bajo la apariencia de la ligereza, el ingenio de la autora está acompañado por la intuición certera, la ironía amable, la inteligencia y algo que solo podría llamar sabiduría vital. Veamos algunos ejemplos: «Genialidad humana: esa capacidad de no olvidar las pocas cosas extraordinarias y de sí olvidar las tristes», «Cuando el debate se convierte en combate», «¡Ya está bien de tanto sentido común, utilicemos el propio!», «A veces, la vida zarandea como la galerna, debemos agarrarnos los unos a los otros para mantener el equilibrio y no caernos» o «Siempre tenemos algo perdido en la vida. Y en la casa».

Los aforismos que acabo de citar pertenecen a la primera sección del libro, «Pasajes de vida». La segunda se titula «Paseos con amor», ya que el amor es uno de los grandes pasajes-paseos de la vida. Emoción y razón, piel e inteligencia se vuelven inseparables y tienen su música: «Cuando la piel está bien acariciada, tiene eco», «Las personas que se aman a sí mismas, no aman a cualquiera», «Ocurre a cierta edad que estás abierta al amor pero ya no de par en par, entreabierta». El desengaño amoroso suscita agudísimas reflexiones como la siguiente: «Cuando del romanticismo se pasa al realismo pero siguiendo en el XIX. Mal paso». En muy pocas palabras se evoca sin nombrarlas a Emma Bovary, Ana Ozores la Regenta o Ana Karenina. Las advertencias tampoco tienen desperdicio: «Las relaciones tormentosas debería partirlas un rayo» o «Caos amoroso: cuando una pareja se rompe y no rompe».

La tercera sección, «Pasos cortos», consiste en brevísimos aforismos que exponen grandes verdades, pertenecientes a la realidad o la ficción: «En los libros también hay jardines», «El vacío tiene un gran peso pese a ser tan ligero» o «Verdad: la lectura y la escritura».

La última parte, «Paisajes con arte», ofrece una serie de reflexiones sobre la literatura, íntimamente unida a la vida: «En la vida y en los libros pasar páginas es avanzar». Hay un erotismo en la lectura, que remite al erotismo vital. En una acertadísima imagen, los libros nos desnudan el cuerpo y el corazón: «La escena más íntima: cuando los libros se desnudan y te desnudan». La estrecha relación entre la ficción y la realidad o entre la ética y la estética se pone también de manifiesto: «La ficción es el gran ensayo para que lo real salga mejor», «La ética y la estética tienen rima consonante perfecta».

El libro está precedido por un prólogo de la propia autora, que señala que « corren tiempos ligeros, con otro ritmo y otra sensibilidad» que la solemnidad. Los aforismos son, explica, «frases breves y ágiles que, como las luciérnagas, emiten una luz propia». A los aforismos de Carmen Canet, tan certeros y luminosos, que construyen un espacio hospitalario para la lectura, se les puede aplicar perfectamente la reflexión que ella hace sobre «los buenos aforismos» que, afirma, «dejan siempre la puerta abierta. Y las ventanas». Entren en Luciérnas, hay puertas y ventanas para asomarse a la mejor literatura. _____

Ioana Gruia es escritora y profesora de Literatura.Ioana Gruia

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