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El lugar donde dios y Darwin se encuentran

La escritora mexicana Sabina Berman.

No hay palo que no haya tocado. Y en el que no haya alcanzado la excelencia. Cuatro veces premio nacional de dramaturgia, dos de periodismo, nominada al Oscar (por Backyard: El traspatio), publicada en 33 países… La escritora mexicana, periodista, dramaturga, guionista presentadora de televisión (y otras cuantas cosas más) Sabina Berman lo hace todo. Y todo lo hace bien. Queden atentos pues a su último trabajo, la novela El dios de Darwin (Destino), recién publicada en España y con previsiones de salir a la venta en toda América Latina en los próximos días.

No se trata este de un libro fácil de contar. Y eso que, como señala su autora, es uno que “tiene muy poca paja, porque no tiene escenas puente”. Quien hace posible y necesaria esta cualidad es la protagonista de la historia, Karen Nieto, que pervive de la novela anterior de Berman, La mujer que buceó dentro del corazón del mundo. El autismo que padece el personaje, como explica la escritora, no supone para ella una traba, sino todo lo contrario: “Ella es más inteligente y honesta que yo, está instalada en el presente”, relata. “No piensa que debe haber una razón para las cosas, sino que inmediatamente quiere saber la razón. Ella ve al emperador desnudo”.

Tras recibir una petición de la Interpol, su capacidad única para ver las cosas bajo una luz diferente se concentrará en la controversia que se desata tras la aparición de un nuevo texto de Charles Darwin, autor de El origen de las especies. Intercalando pasajes de la época de la vida del naturalista inglés en el siglo XIX con otros contemporáneos, la novela pivota así en torno a la gran disyuntiva de la contemporaneidad, la relación a priori excluyente entre fe y ciencia. Un sustancioso paquete envuelto de las intrigas y tensiones propias del thriller literario.thriller “La novela se me ocurre cuando estoy en Inglaterra, en la Abadía de Westminster”, recuerda Berman. “Allí está la tumba del gran ateo (Darwin): el científico que separó ciencia y religión está en una iglesia, y aquello me lleva a indagar por qué”.

A lo largo de los capítulos -todos brevísimos y trepidantes, de máximo cinco páginas- no solo se descubrirá este misterio, sino que también se buceará en el legado más desconocido de Darwin, ocultado en el túnel del tiempo por dos de sus hijos que, siendo el uno ateo y el otro religioso, coincidieron en no querer revelar las conclusiones extraídas por su padre con respecto a la existencia de un ser superior. “La parte final quedó en sombras. Su autobiografía se publicó luego de su muerte y fue inmensamente popular, pero fue censurada por su familia hasta que al final del siglo XX se publicaron los pedazos que quitaron, los cuales todos trataban sobre dios”, indica la escritora. “Darwin supo que se había equivocado con la ley del más apto, que solo rige cuando hay escasez. Cuando hay abundancia, rigen las leyes de la cooperación”.

Esa idea entre cándida, transgresora e iluminadora –en condiciones óptimas no triunfa el que mejor se adapta, sino el que más colabora- es para Berman tendencia en la actualidad. “Creo que la cultura se está moviendo hacia allá, y ya la ciencia afirma que los que cooperan son los grupos más felices y vitales”. El contrapunto se representará en forma de fundamentalismo religioso, que Berman ha querido que sea islámico porque, a diferencia de las otras dos grandes religiones monoteístas, esta “tiene ejércitos, y está haciendo una fuerza muy real que amenaza nuestras democracias”.

Superponiendo y emparejando relatos paralelos, Berman ha construido una novela compleja que, en realidad, quiere “regresar a las preguntas más sencillas de nuestra vida: ¿qué hacemos en este planeta? ¿Qué pasa después de nuestro último suspiro?”. “Todo el siglo XX se fundamenta en la idea de que dios no existe y que la realidad se rige por la ley del más apto”, dice Berman. “Y acá se expresa por qué Jehová y la ciencia son totalmente incompatibles, que es algo que yo no había visto nunca escrito en un libro”.

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