Netanyahu sí, Putin no: Eurovisión funciona otra vez como lavadora de la imagen de Israel en plena guerra de Gaza

Netta Barzilai, cantante israelí y ganadora de Eurovisión en 2018 en el escenario de la final del festival de 2019 celebrado en Tel Aviv.

Mientras el Festival de Eurovisión celebrado el año pasado en Liverpool (Reino Unido) transcurría con total normalidad en las televisiones de millones de personas, medios ucranianos denunciaban que la ciudad de Ternópil estaba siendo bombardeada por Rusia. No era casual ni la elección del lugar ni la elección del momento. De allí procedían los participantes ucranianos en el concurso, del que Rusia había sido vetada. Al mismo tiempo, Israel también bombardeaba Gaza, justo dos horas después de haber pactado una tregua. Tan sólo unos meses después, el 7 de octubre, milicianos de Hamás atacaron Israel, que comenzó entonces una escalada bélica contra la Franja que ha dejado ya cerca de 27.000 palestinos muertos, según las autoridades palestinas. En unos meses se celebrará de nuevo el Festival, y Rusia sigue vetada, pero Israel sí está invitado.

La decisión no ha estado, no obstante, exenta de polémica. Artistas de Islandia y Finlandia ya reclamaron su veto y mil músicos suecos firmaron un escrito donde exigían la salida de Israel del concurso. Pero la Unión Europea de Radiodifusión, organizadora del certamen, ha hecho oídos sordos. Este martes el organismo emitió un comunicado tras recibir una consulta de EFE en el que reiteró que el país podrá participar. Dijo comprender "las preocupaciones y las profundas convicciones sobre el actual conflicto en Oriente Medio", pero también mostró su compromiso con que Eurovisión "siga siendo un evento apolítico, en el que compiten artistas y cadenas de difusión, no gobiernos".

Este miércoles, desde España Podemos ha llamado al boicot al concurso. Lo han hecho varios de sus dirigentes a través de las redes sociales. Su secretaria general, Ione Belarra, opinó que Israel debería "estar vetado" de cualquier actividad internacional como medida de presión para que cese "el genocidio contra el pueblo palestino". "Todos los países deberían pedir su exclusión de Eurovisión", añadió. Desde su cuenta oficial, la formación criticó además lo que consideran una "doble vara de medir". "A pesar de haber asesinado a más de 12.000 niños y niñas, en esta edición Eurovisión permite la participación a Israel como no hizo con Rusia el año pasado. Esta hipocresía y esta doble vara de medir son intolerables. Boicot ya", escribieron en su cuenta de X.

Es lo que más ha sorprendido. En 2022, la Unión Europea de Radiodifusión fue más tajante. Y mucho más pronto. El 25 de febrero, tan sólo un día después del inicio del conflicto, el organismo emitió otro comunicado en el que aseguraba que la participación rusa desacreditaría la competición y contravendría sus "valores". No lo hace, a la luz de lo dicho ahora, permitir la participación de la candidatura que presente Israel. "Estamos viendo con este caso ese doble rasero que lo impregna todo. Esto de Eurovisión puede parecer poco importante, pero es muy simbólico. A Rusia se le excluyó de participar en el festival como una forma de sanción y con Israel no se hace lo mismo, cuando todo el mundo está viendo cómo están asesinando a niños, mujeres y ancianos. No sólo bajo las bombas, sino también de hambre, sed y enfermedades", critica el eurodiputado de Izquierda Unida Manu Pineda, presidente de la Delegación para las Relaciones con Palestina de la Eurocámara.

El presidente de la Asociación Hispano-Palestina, Nayef Ibrahim Abufayyad, utiliza el mismo término: "doble rasero". "Israel tiene impunidad total y absoluta", lamenta en conversación con infoLibre.

Para él, la decisión recobra además ahora una especial importancia. Este mismo fin de semana, más de una docena de países retiraban su financiación a la Agencia de las Naciones Unidas para los refugiados palestinos (UNRWA). Lo hicieron sin esperar a que una investigación concluyera si eran ciertas o no las acusaciones lanzadas por el propio Gobierno de Benjamin Netanyahu que motivaron esas decisiones: que varios trabajadores de la organización habían participado en los ataques del 7 de octubre. Los expertos no se sorprendieron por ello. E Ibrahim tampoco. Es un "ataque brutal", una "sanción colectiva", denuncia.

2019: Israel es anfitrión

La de este 2024 no será ni mucho menos la primera vez que el conflicto iniciado con la ocupación israelí de los territorios palestinos en 1948 tenga algo de protagonismo. Encima y debajo del escenario. En 2019 también fue especialmente patente. Más que nada porque Israel fue el país anfitrión del evento tras la victoria un año antes de su candidata, Netta Barzilai.

Ya entonces numerosas organizaciones se mostraron en contra de que el festival pudiera celebrarse en el país, e incluso aunaron fuerzas bajo el movimiento Boicot Eurovisión 2019, liderado a nivel internacional por la organización BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) y con el respaldo en España de la Red Solidaria con la Ocupación de Palestina (Rescop). Ana Sánchez pertenece a la organización y también denuncia la "hipocresía y los dobles estándares" de la Unión Europea. "Ha quedado en evidencia que los instrumentos de protección de los derechos se usan, más bien, para proteger intereses geopolíticos", apunta. "No sabemos qué más tiene que pasar para que se tomen medidas", lamenta.

Pero volvamos a 2019. En aquel momento no fueron sólo las manifestaciones —también en Tel Aviv, capital de Israel—, sino que la polémica fue más allá. El grupo islandés Hatari mostró durante el certamen, a la cámara, varias banderas palestinas. La organización se las retiró. Y luego sancionó a Islandia, que tuvo que pagar 5.000 euros por lo ocurrido. "En este momento existe una actitud inclusiva hacia los participantes israelíes en las principales competiciones. El Festival de Eurovisión sigue siendo un evento apolítico que une a audiencias de todo el mundo a través de la música", dijo entonces la Unión Europea de Radiodifusión. Y se refirió además concretamente a Rusia, asegurando que su veto se debía a que se produjeron "repetidas violaciones de las obligaciones de los miembros y de los valores de los medios públicos". Tres años antes, directamente, antes de que ocurriera nada, prohibieron exhibir la bandera de Palestina.

Este 2024, igual que la posibilidad de veto a Israel no existía, la de la vuelta de Rusia al certamen tampoco se llegó a plantear. Después de lo ocurrido con Hatari, más de 26.500 personas firmaron una petición en la plataforma Change.org solicitando que Islandia no participara en el siguiente Festival de Eurovisión.

'Artwashing': "Una estrategia de promoción altamente desarrollada"

Todo esto no es casual. Que Israel participe en Eurovisión —con el permiso de los organizadores— responde a una estrategia muy estudiada que se ha bautizado como artwashing. Podría definirse como el uso de la cultura como estrategia de márketing para promocionar, en este caso, un país. Es similar a los llamados greenwashing o pinkwashing, que no son más que la defensa del medio ambiente o de los derechos LGTBI para, también, darse publicidad. "Israel tiene una estrategia de promoción altamente desarrollada para colocarse en espacios culturales que le hagan parecer un país moderno y democrático, en el que se respetan los derechos", señala Sánchez.

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También lo hace con el deporte. Sin ir más lejos, este martes el Wizink Center acogió un partido de baloncesto entre el Real Madrid y el Maccabi, el equipo más importante del país. Fuera del estadio, algunos manifestantes llamaron al boicot al encuentro. Pero tampoco sirvió para nada. "Buscan dar normalidad participando en eventos deportivos, lo que pasa es que mientras sus equipos juegan al baloncesto hay gente en Gaza en situación crítica", lamenta Sánchez.

"Los lavados de imagen de Israel se producen a todos los niveles. Desde la oficialidad se ha fomentado el apoyo a Ucrania, con el que estoy de acuerdo, pero hay que reclamar lo mismo para Palestina", argumenta Ibrahim. "Las banderas ucranianas han ondeado en los estadios, pero por otro lado se prohíbe mostrar las palestinas", lamenta. Se refiere a lo ocurrido el pasado 15 de octubre, cuando un aficionado que veía el partido que disputaban el SD Eibar y el SD Huesca lo hizo y fue expulsado y multado por la Ertzaintza. "Se están sentando precedentes muy graves", señala el presidente de la Asociación Hispano-Palestina.

Por eso Pineda cree que el boicot es el único camino. Al menos, para la sociedad civil. "Tenemos que intensificar las acciones del BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones)", apunta. "Hay que boicotear Eurovisión, sí, pero también cualquier actividad de Israel. Un partido de fútbol o de baloncesto, un concierto, sus productos... Hay que seguir ese camino, es muy fácil de ejercer y, además, es efectivo", sentencia.

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