Cultura

Rebelión en la granja

Fotograma de la película 'Rebelión en la granja' de John Halas y Joy Batchelor (1954).

Lev Tolstói, un adelantado a su tiempo que libró muchas de las batallas que aun ahora nos ocupan, era un vegetariano convencido y dio testimonio de su fe en una serie de textos que aquí pudimos leer hace apenas unos meses agrupados en un solo volumen: El primer peldaño y otros escritos sobre vegetarianismo, donde también se recogen escritos de sus hijos, vegetarianos como el padre.

 

Podemos, además, imaginar que Tolstói (1828-1910) tuvo noticia (o no, pero nos permitirán la licencia) del impacto causado por los artículos que Upton Sinclair (1878-1968) publicó en 1905 y por entregas en el periódico socialista The Appeal to Reason, antes de darles forma de libro. En La jungla, Sinclair aireó las condiciones que soportaban los trabajadores de los mataderos de Chicago, y su denuncia desencadenó una serie de reformas laborales y agrícolas en EEUU, así como a una revisión general que culminó con la Pure Food Legislation de 1906.

Hay más, pero basten esos dos para subrayar lo evidente: libros escritos por vegetarianos, libros en defensa de los animales o, al menos, de una mejora de las condiciones en las que viven y son sacrificados, los ha habido siempre. Eso sí, sobre todo fuera de nuestras fronteras…

"En el mundo de habla inglesa y en el norte de Europa la literatura sobre este tema, pese a que tenía precedentes notables ya desde finales del siglo XVIII y principios del XX, con figuras como Humphrey Primatt o sobre todo Lewis Gompertz, se desarrolló sobre todo a partir de la década de los 70, cuando escriben personas como Brigid Brophy, Richard Ryder, Peter Singer..." Quien los enumera es Óscar Horta, profesor de filosofía moral en la Universidade de Santiago de Compostela y miembro de la Fundación Ética Animal.  "Aún a día de hoy hay una notable asimetría en la bibliografía disponible en castellano y en inglés [puede verse aquí]. Sin embargo, la defensa de los animales y, en concreto, la oposición al especismo, ha aumentado de forma muy rápida en los últimos diez años en el mundo de habla hispana, lo cual hace que la diferencia se haya ido reduciendo".

Los datos oficiales sobre libros publicados no nos dan las cifras, no distinguen ésa de otras categorías, pero también Rubén Hernández, editor de Errata Naturae, ha comprobado que "la relación de la sociedad civil española con cuestiones como la ecología y el animalismo está cambiando muy rápidamente", y al mismo ritmo aumenta "el interés por estos libros".

Libros que vienen a cubrir una necesidad. "Hay de todo", asegura Javier Morales, que puesto en el brete de citar solo algunos, menciona títulos de filosofía política en los que se analiza el papel de los animales en nuestras sociedades, como es el caso de Zoópolis, una revolución animalista, de Will Kymlicka y Sue Donaldson; y otros más explicativos, de sensibilización, como El manifiesto animalista, de Corine Pelluchon, o Un paso adelante en defensa de los animales, de Óscar Horta. "Imprescindible también para entender por qué el carnismo forma parte de nuestra cultura es Por qué amamos a los perros, nos comemos a los cerdos y nos vestimos con las vacas, de Melanie Joy. En todo caso ―concluye―, que la preocupación por los animales y sus derechos no es algo reciente, sino que va más allá de los clásicos nos lo cuenta Jorge Riechmann en En defensa de los animales, una antología de textos".

El huevo y la gallina (con perdón)

Visto lo visto, nos planteamos qué fue antes, si la proliferación de obras de este tipo es causa o efecto de la eclosión del compromiso.

 

"Ambas cosas ―sostiene Horta―. La mayor parte de esta producción tiene como propósito ayudar a crear conciencia en la defensa de los animales, complementando el trabajo que hacen también diferentes organizaciones e iniciativas en este sentido. Por otra parte, conforme la defensa de los animales se va volviendo una causa cada vez más masiva, son más las personas que se ponen a escribir con dicho propósito". Y con él, Morales: por un lado, hay más sensibilidad, más reflexión; por otro, la proliferación de libros contribuye a que cada vez más gente se sienta aludida y elija opciones vegetarianas o veganas. Él mismo dio el paso tras leer Comer animales, de Safran Foer, tal y como cuenta en El día que dejé de comer animales.

La militancia es la base. Rubén Hernández explica que la mayoría de las 6 personas que trabajan en la editorial son vegetarianos/veganas "y estamos activamente comprometidos, más allá de nuestra labor editorial, por el bienestar y los derechos de los animales. Por otro lado, por supuesto, como con cualquier otro libro que publicamos, nos esforzamos para que sea viable económicamente". Marcos de Miguel, de Plaza y Valdés Editores, se proclama orgulloso activista "y nuestro compromiso personal no deja de crecer día tras día". Es su convicción que este mundo sería mucho menos cruel "si cada uno de nosotros entendiese que desde su ámbito personal, e incluso profesional, puede hacer algo por ayudar a los animales", seres indefensos a los que parte de la sociedad, la industria o incluso la propia administración de gobierno, es decir, las instituciones públicas, "consideran como objetos, no como individuos sintientes". Por eso, y porque si eres sensible y empático, "una vez que abres bien los ojos y ves el infierno al que son sometidos, te rebelas, es una atrocidad innecesaria que no debe continuar, no puede continuar si queremos vernos como una sociedad civilizada", decidió que desde la editorial podrían mejorar las cosas “divulgando contenidos que ayuden a sensibilizar a la gente a través de la filosofía, la sociología, la psicología, la antropología..., la investigación en cualquier disciplina en realidad".

Eso da sentido a su trabajo. También al de Hernández, a quien pregunto si publican obras que pongan en duda los postulados del vegetarianismo. "Si te refieres a libros que, por ejemplo, planteen que el sufrimiento animal derivado del uso de animales en la industria cárnica no existe, o es un mal menor imprescindible... o bien libros que plantean la falacia infantil y tendenciosa de que la única alternativa a la carne es una agricultura de destrucción masiva, no, por supuesto, no, publicamos ese tipo de libros".

Sobre los que son, y los que están

La proliferación de títulos puede, no obstante, crear una impresión incorrecta. "La prevalencia de población vegetariana en España está bastante estancada, y el acervo de menús vegetarianos en los restaurantes es mayor, pero sigue siendo pequeñísimo. No tengo claro que haya aumentado mucho la prevalencia de población vegetariana en España ni tampoco que la oferta de libros sea tan grande como para que este cambio se produzca", asegura Julio Basulto, autor junto a Juanjo Cáceres de Más vegetales, menos animales.

Basulto, dietista y nutricionista, advierte además sobre la inconsistencia de algunos libros. "Desde el punto de vista de la salud, la mayoría de ellos contienen seudociencias o falsas terapias que los hacen desaconsejables, te arreglan una cosa y te estropean otra. Atribuyen a los alimentos propiedades semimágicas". Además, duda de la utilidad de los tan abundantes libros de recetas ("no tengo claro que eduquen, porque hay un montón de recetas que no vas a incorporar a tu día a día") y pone en cuarentena los consejos dietético nutricionales que las acompañan ("no reflejan la realidad").

Tan convencido está que anuncia la próxima publicación de un libro para desacreditar a Odile Fernández, autora de un best seller de recetas anticáncer: "una dieta vegetariana puede ser saludable, pero de ahí a ser curativa, va un mundo".

Las reflexiones de Basulto nos ponen alerta, hay que ser vigilantes sobre todo con las obras que, más allá de la teoría, pueden tener consecuencias sobre nuestra salud. Óscar Horta también considera deseable que "toda la literatura sobre el tema fuese de alta calidad", pero sospecha que, al mismo tiempo, "sería un mal síntoma, pues querría decir que el tema recibe poca atención. Digo esto porque, cuando un tema suscita mucho interés, al crecer la cantidad de lo que se escribe sobre él también lo hace la variedad en la calidad".

El plagio como una de las malas artes

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En busca del tiempo perdido

Lo que a todos mis interlocutores les parece evidente es que la industria editorial y los lectores españoles están reduciendo distancias respecto a quienes lo vieron antes. Y su optimismo es inocultable. Marcos de Miguel suscribe lo que dijera Gandhi, que podemos calibrar la grandeza y el progreso moral de una nación por el modo en que trata a sus animales. Si esa es la vara de medir, "España es un país muy atrasado. Pero hemos reaccionado y poco a poco las cosas están cambiando. Cada día menos gente, sobre todo la juventud, decide seguir mirando hacia otro lado".

Y en ese cambio, los libros desempeñan "un papel determinante pues son la herramienta perfecta para que los más veteranos, los autores que llevan años trabajando sobre un tema, compartan y difundan sus conocimientos. Ahí precisamente las editoriales jugamos un papel crucial".

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