Cultura

Sísifo en 2019

El periodista y escritor francés, Albert Camus.

Es uno de los comienzos de libro más célebres y citados de todos los tiempos: “No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio”.

Lo sostenía el escritor y filósofo Albert Camus (1913-1960) al inicio de su ensayo El Mito de Sísifo, obra publicada el mismo año (1942) que El extranjero y que se considera el complemento teórico de esa novela. Han pasado los años, muchos, y su afirmación sigue siendo objeto de interés y promotora de reflexión. Et pourtant… “Y sin embargo, al decir de todos los estudios sobre ecología actuales, quizás tengamos que empezar a afrontar, a partir de 2019, algo mucho más amplio: el suicidio de la humanidad”, asegura el filósofo Carlos Fernández Liria, profesor titular de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.

¿Cuál es el problema filosófico verdaderamente serio que afrontamos en el 2019 que apenas se despereza? Ésa es la pregunta que hemos trasladado a varios filósofos, y las respuestas suenan como campanas de alarma que llaman a la concienciación. Porque nos estamos quedando sin tiempo. "El mundo comenzó sin el hombre y terminará sin el hombre", dejó escrito Claude Lévi-Strauss, y Fernández Liria lo cita para apuntalar su argumentación. También recuerda que hace ya cincuenta años que se publicó el famoso Informe del Club de Roma, Los límites del crecimiento, cuyos pronósticos eran muy poco optimistas, si la humanidad seguía por el mismo camino. “El tiempo que ha pasado desde entonces es, desde un punto de visto histórico, un abrir y cerrar de ojos. Ahora bien, a decir de su director, Dennis Meadows, los pronósticos han empeorado sustancialmente.” Hace años, preguntaron a Meadows “si veía confirmadas o no sus cenizas previsiones, y él contestó con estas terribles palabras: ‘Desde entonces me he vuelto mucho más modesto. Durante años y años intenté ser una especie de evangelista global, y finalmente me he dado cuenta de que no puedo cambiar el mundo. Además, la humanidad se comporta como un suicida, y no tiene sentido argumentar con un suicida cuando ya ha saltado por la ventana’”.

Santiago Alba me responde con otro interrogante: “La pregunta filosófica para el próximo minuto es ¿cuánto tiempo nos queda? Cuánto tiempo nos queda incluso para hacernos esta pregunta o cualquier otra”. El ensayista, escritor y filósofo cree que, por primera vez, esta cuestión es también política, “es, por así decirlo, el lugar donde se cruzan la metafísica y la política. En una situación sin precedentes no es evidente que la Historia vaya a durar hasta la explosión del sol dentro de 6000 millones de años; hoy es algo más que una conjetura que la naturaleza, que empezó sin nosotros, acabará también sin nosotros y, si no nos hacemos esta pregunta [cuánto tiempo nos queda] y la respondemos de manera adecuada, acabará sin nosotros mucho antes de lo que imaginaban nuestros abuelos más misántropos”.

Un declive del que es en gran parte responsable, y volvemos a Fernández Liria, una economía capitalista que no puede permitirse el decrecimiento, ni siquiera puede permitirse ralentizar su marcha: “crecer un tres por ciento anual en escala ampliada en un planeta redondo que no crece a su vez, es sin duda un suicidio seguro. Pero caminamos hacia el abismo acelerando la marcha”.

Ecos de mil problemas

“El mayor problema filosófico al que hacemos frente, en mi opinión, es aceptar el colapso ecosocial que marca nuestro presente, elaborar de forma productiva el duelo que una trágica situación así debería generar, y ser capaces de ir construyendo una cultura gaiana de simbiosis entre humanidad y naturaleza. ¡Casi nada!”

La aseveración y la exclamación son de Jorge Riechmann, poeta, traductor, ensayista, matemático, filósofo, ecologista y doctor en ciencias políticas. Desde luego, las que enumera son tareas que nos exceden, “y que no son sólo para 2019 sino para los decenios —y siglos— por venir; pero que no podemos dejar de plantearnos. Ecosocialismo, ecofeminismo, ecoestoicismo: pistas valiosas para una ‘filosofía como forma de vida’, como dijo Pierre Hadot”.

Una de esas pistas, el ecofeminismo, es la que sigue la profesora titular de Filosofía Moral y Política en la Universidad de Valladolid, Alicia Puleo. Para ella, ese  encuentro entre el feminismo y el ecologismo “es una redefinición de la realidad, una redefinición de quiénes somos como humanos, a partir del análisis de cómo nos determinan los roles de género y cuáles deben ser nuestras relaciones con la naturaleza en este siglo del cambio climático y la crisis ecológica”. En el siglo XX, las mujeres han salido del ámbito doméstico, se han adentrado en el mundo del trabajo asalariado y la cultura del que habían sido excluidas. “Ahora, es necesario que los hombres asuman su parte en las tareas del cuidado, lo cual es de justicia para aliviar la carga de la doble jornada de las mujeres. Pero, además, este cambio es beneficioso para transformar las identidades masculinas estereotipadas que exigen de los varones la represión de la empatía, fomentan la distancia emocional y las actitudes de dominación”.

Filosofía con los pies en el suelo

Jorge Urdánoz, que es profesor de Filosofía del Derecho de la Universidad Pública de Navarra, coincide con el inspirador remoto de este artículo en que el del suicidio —esto es, el del sentido de la vida— es uno de los grandes problemas filosóficos, sin duda, aunque sólo sea porque sin él no existirían los demás. “Pero, más allá de eso, hay otros enormes problemas, que precisamente por ser filosóficos no cambian cada año, sino que tienen una duración algo más extendida… Por irnos a algo que no sea estrictamente metafísico o existencial, yo diría que el gran tema de nuestro tiempo es el de la globalización, esto es, el de la adaptación al modelo occidental de todas las economías y las diversas culturas que en el mundo han sido. Con lo malo, sin duda, pero sobre todo con lo bueno que ese modelo tiene.”

En la misma línea pero concretando, fiel a su condición de filósofo cuyas investigaciones están centradas en la dimensión política de los conceptos de razón, historia y religión, Reyes Mate asegura que el problema filosófico más serio que afrontamos en 2019 es el que plantean los chalecos amarilloschalecos amarillos. “Quieren vivir y sufrir menos. No plantean cambios revolucionarios ni utopías imposibles. Más que grandes ideas, relatos del sufrimiento. Están escarmentados con los ideólogos que se presentan para gestionar su indignación y acaban vendiendo proyectos abstractos que nada alivian.” En definitiva, “el reto filosófico más importante es antifilosófico: dar más importancia a los relatos que a las ideas”.

Lecturas para Sísifo

Colorín, pingajo y hambre

Colorín, pingajo y hambre

Dice Javier Sádaba, catedrático de Ética emérito de la Universidad Autónoma de Madrid, que el desafío filosófico fundamental es “la idiotez que crece en el mundo a causa del Poder y la complicicidad del pactismo, la ambición del mínimo poder y del falso izquierdismo de los seudoprogres”. No es mucho lo que desde aquí podamos hacer para cambiar eso, pero siendo este un espacio relacionado con el mundo editorial, hemos considerado conveniente pedir a nuestros interlocutores un consejo en forma de libro. ¿Qué obra nos puede ayudar en este momento en el que nos encontramos?

“Un buen libro para comprender lo que tenemos encima es La doctrina del shock, de Naomi Klein, un libro escrito en 2007, pero que para mí sigue siendo uno de los más importantes escritos en el siglo XXI —apunta Fernández Liria—. Los nuevos libros que desde entonces ha escrito Naomi Klein también son muy importantes. El último de ellos es imprescindible: Esto lo cambia todo. El capitalismo contra el clima.” Reyes Mate recomienda El tiempo, tribunal de la historia, del propio Reyes Mate; Santiago Alba, Gente que no quiere viajar a Marte, de Jorge Riechmann; y Jorge Riechmann, el libro de Joanna Macy y Chris Johnstone Esperanza activa, recién publicado en castellano.

Urdánoz cree que, tras decir lo que nos ha dicho, la propuesta sólo puede ser En defensa de la ilustración, de Steven Pinker, “un maravilloso alegato a favor del progreso. Se puede discrepar, por descontado, pero es que la mera posibilidad de discrepar es ya un signo de progreso”. Por fin, Sádaba recurre a Noam Chomsky y por partida doble: ¿Quién domina el mundo? y Cómo nos venden la moto. Me da que Sísifo los leería…

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