Cultura

Viajar para contarlo

Tintín en el Tíbet.

En el origen fue Tintín… "Empecé enganchándome con Tintín, sus aventuras me abrieron todo el mundo ―confiesa Cristina Morató―. Luego descubrí el otro lado, el lado oscuro del autor, es una mirada también muy muy imperialista, muy marcada por el colonialismo de la época pero digamos que entre Tintín, Enid Blyton y luego Agatha Christie, cuando entendí que en sus libros había algo más que crímenes y descubrí que ella era una gran viajera, se abrió bastante mi apetito por los viajes".

También para Xavier Moret el reportero creado por Hergé es una referencia. "Me despertó el ansia por los viajes, sobre todo por el Templo del Sol o Tintín en el Tibet, los consideraba el prototipo para lanzarte a la aventura. Y además el protagonista era un periodista. Que nunca ha publicado nada pero, bueno, no deja de ser un estímulo".

Cuando viaja al fondo de su memoria, Moret recuerda también "como gran motivador" el libro de Manu Leguineche, El camino más corto, publicado por primera vez en 1978. "Antes había leído algunos libros de autores pero eran ingleses y franceses, y éste me hizo ver que desde España también se podía hacer una literatura de viajes que reflejara unos viajes ciertamente atrevidos".

Una posibilidad que vino a confirmar Javier Reverte, quien con El sueño de África demostró "que aquí se podía hacer literatura de viajes y además vender mucho". A pesar, subraya Moret, de que los editores no las tenían todas consigo, "lo rechazaron varios; Muchnik, en cambio, apostó por él". El resto ya es historia de la edición en España.

Cierto es que no todos los escritores de viajes trabajan como Reverte. "Yo no viajo para escribir ―asegura Morató―, normalmente he viajado con mi cámara de fotos como reportera para hacer reportajes y además en plan freelance, con una libertad absoluta. Nunca he tenido ninguna obligación".

De aquí para allá

Se trata, pues, de viajar. Y de contarlo.

De viajar, dice Cristina, para saciar "una enorme curiosidad, para conocerme en parte también a mí misma, porque es una buena terapia y, sobre todo, como escuela de vida". Precisa que ella no entiende el viaje como un acumular kilómetros, ni países, "de hecho, cuando a veces me preguntan cuántos países ha visitado pienso: y qué más da. Lo importante es la intensidad con la que has hecho el viaje, y qué más da los sellos que te hayan puesto en un pasaporte".

De contarlo, explica Xavier, pensando en difundir después mucho más que las notas del periplo. "Creer que el dietario de viaje ya es un libro de viajes es un error. En el diario hay mucha repetición y muchas escenas cotidianas que en el libro no tienen cabida". Esas notas no son sino una ayuda para la memoria que, con la documentación acumulada y una vez elegida la estructura narrativa, permitirán crear una obra literaria. "El libro es un grado más, es pasarlo por el filtro de la literatura e intentar contar un país un viaje a partir de tu experiencia. O sea, la guía sería lo objetivo y, en cambio, el libro de viaje es la subjetividad".

En este punto, dos observaciones.

Respecto a las guías: Morató no es partidaria, "no me gusta que me digan lo que tengo que ver en un país me gusta más leer sobre el país que me digan el itinerario o que me marquen un itinerario es un poquito de rebeldía que tengo".

Respecto a los apuntes de viaje que tantos publican en forma de blogs: Moret les reconoce la utilidad, el procedimiento "es fácil, es directo, es inmediato. Muchos blogs se centran el día a día, dan consejos de cómo viajar", mientras que "los libros ofrecen otra cosas, una visión conjunta del país hecha después del viaje, lo que te exige una reflexión. Quizá no llega a ser tan práctico como un blog de viajes, pero pueden convivir perfectamente. Además en los tiempos actuales en los que publicar no resulta fácil, la del blog es una opción perfectamente válida y que a la larga quizás te puede llevar a publicar libros de viajes".

En realidad, son infinidad las cosas que te pueden llevar a publicar libros de viajes. Por ejemplo, como ha dicho más arriba, Cristina Morató se ha visto en parte impulsada por la admiración que profesa a la creadora de Hercules Poirot. Y esta confesión requiere explicaciones…

"Yo soy muy de hoteles legendarios, tengo pasión por los hoteles, y ser lectora de Agatha Christie me ha costado mi dinero…" No es barato, no, alojarse en los establecimientos que frecuentan los personajes de la autora británica, habituales en sus viajes de establecimientos como "el Pera Palace de Estambul cuando era el Pera Palace, o los de Luxor… Imagínate lo que supuso para mí, cuando llegué a las ruinas de Palmira, el hotel Zenobia, que Christie menciona en Asesinato en Mesopotamia. Fue en el Hotel Zenobia donde yo descubro a un personaje al que luego voy a dedicar un libro, que para mí es uno de mis mejores libros: la dueña era Marga d'Andurain, una condesa vasco-francesa que trabajó como espía como espía para para los británicos".

Viajeros somos, y en el camino nos encontraremos

En este mundo de turistas, es raro encontrarse con viajeros. Dice Morató que un viajero es alguien que tiene una gran una enorme curiosidad, que quiere aprender todo y, sobre todo, alguien que no conoce fronteras, abierto a los horizontes más lejanos.

Eso es un viajero. Hay, además, cosas que el viajero llega a ser: "se supone que viajar te tiene que hacer más solidario, te tiene que hacer más comprometido".

En ese empeño, leer libros de viajes es fundamental. "Tenemos que seguir haciéndolo porque todavía el romanticismo no ha desaparecido, porque todavía son una buena ayuda para entender muchos países, para profundizar y analizar el país antes de ir, recrear escenarios que son únicos". En definitiva, Cristina Morató cree que la literatura tiene que ir siempre de la mano del viaje, porque "un buen libro de viajes es el mejor compañero para una aventura".

Entonces, le pido un título. Y no lo duda: El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. De cuya calidad nadie duda, aunque no sé yo si tras leerlo muchos se animarán a recorrer los caminos que el autor traza…

También pido consejo a Moret, pensando en ampliar mi biblioteca. "Es delicado", empieza diciendo. "Me gustaban mucho los libros de Michel Peissel, que es un autor que viajaba cuando nadie viajaba, el de Bután secreto o los del Himalaya. Y un escritor al que vuelvo a menudo puede ser Bruce Chatwin porque En la Patagonia es un libro que me gusta mucho, y Los trazos de la canción también".

Mestizaje, desarraigo y riqueza

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Veo que sus gustos son clásicos, y los nombres que faltan lo confirman. "También podías irte Robert Byron, también podría decir Patrick Leigh Fermor… No creo que haya un solo autor o un solo libro del que puedas decir: 'éste me inspiró'".

Y cuando creo que ha terminado… "Hay otro, Laurens van der Post, sobre todo El mundo perdido del Kalahari. Y si voy hablando me salen más".

Confío en que los mencionados, o cualesquiera otros, les sirvan para imaginar sus próximos viajes. Feliz verano lector.

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