Crisis económica

Europa tira a Chipre por la borda

Europa tira a Chipre por la borda

Otra vez una cumbre celebrada in extremis, con la amenaza del ultimátum del Banco Central Europeo y llena de momentos de tensión. Como viene siendo habitual, concluyó con un acuerdo, alcanzado de prisa y corriendo, de madrugada. Sin embargo, en esta ocasión, a pesar de las garantías ofrecidas por las autoridades europeas, parece que la situación puede quedar fuera de control en cualquier momento. Mañana será otro día.

La explosión desordenada simultánea del sistema bancario y de la economía chipriota, programada por Europa y el FMI, tiene consecuencias difíciles de prever. Aunque el sistema bancario se mantiene a flote, parece que el plan de rescate, adoptado en la noche del domingo al lunes por los 17 países miembros de la eurozona, solo conduce a su hundimiento.

Irritados por la resistencia y las tergiversaciones del nuevo Gobierno chipriota, que durante toda una semana había ido buscando, en vano, alternativas, las autoridades europeas fueron aumentando sus exigencias a medida que alcanzaban la certeza de que Chipre no presenta "ningún riesgo sistémico", tal y como aseveró Jorg Asmussen, miembro alemán del directorio del BCE. De hecho, ¿qué peso tiene una isla que representa menos del 0,2% del PIB europeo y que solicita 10.000 millones de euros? En ese sentido, las reacciones de los mercados financieros de la semana pasada han contribuido a proporcionar algo de tranquilidad. En ningún momento parecieron inquietos por la situación de Chipre y solo lamentaron que Europa hiciera una excepción a sus principios, en alusión a los depósitos bancarios garantizados.

Las manifestaciones se suceden en la isla. Mientras unos denuncian que estamos ante un auténtico atraco a mano armada, otros hablan de una tercera guerra mundial financiera. "Somos la cobaya de la zona euro. El FMI está haciendo un experimento in situ", lamentaba un chipriota. Cansados de un enésimo plan de rescate fracasado, Alemania y el FMI han tomado claramente el timón de las operaciones en la zona euro, han impuesto un nuevo marco. Se concederá un crédito de 10.000 millones de euros, que vendrá acompañado, tal y como acostumbra la troika, de medidas de austeridad, de consolidación presupuestaria y de privatizaciones. A todo esto, habrá que sumarle la aportación del Gobierno chipriota, por un importe de al menos 7.000 millones.

Las autoridades europeas no han visto con buenos ojos ninguna de las propuestas del presidente Nicos Anastasiades: la nacionalización de los fondos de pensiones o la aportación como garantía de los bienes de la iglesia ortodoxa chipriota, la mayor fortuna de la isla, entre otras. Para Europa, cualquier decisión pasaba por la reestructuración inmediata del sistema bancario chipriota.

Finalmente, ha terminado por adoptarse el plan que Alemania y el FMI preconizaban la semana pasada. Con dos salvedades, tal y como habían exigido los mercados financieros, los depósitos bancario inferiores a 100.000 euros estarán exonerados de toda quita, a fin de respetar la garantía prometida por Europa, y los bancos extranjeros instalados en Chipre no se verán afectados por las confiscaciones, para gran satisfacción de entidades como el banco BNP Paribas, la Société générale, el Deutsche Bank o el Commerzbank, a pesar de que dichas entidades también sacaron tajada a la hora de instalarse en el paraíso fiscal chipriota.

"Es una pena, el paciente ha fallecido" 

Al establecer estas condiciones, las autoridades europeas creen haber evitado cualquier riesgo de desestabilización del sistema bancario de la eurozona; le han pasado la pelota a Chipre, conocido como el paraíso del "blanqueo", tal y como no dejan de denunciar ahora los responsables europeos, como si acabaran de descubrir de forma abrupta cuál es el estatus de la isla. "Chipre debe comprender que su modelo de negocio ha dejado de funcionar", ha dicho el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, como si considerara que el Parlamento chipriota no debe pronunciarse sobre el rescate europeo. Así funciona la democracia en Europa.

Con el objetivo de reducir el sistema bancario desproporcionado con el que contaba Chipre —llegó a representar 8 veces el PIB del país— a unos límites más aceptables, la troika ha impuesto, como contrapartida a su ayuda de 10.000 millones de euros, la disolución del banco Laiki, el segundo banco del país, al borde de la quiebra. Los accionistas, los acreedores y los ahorradores con depósitos en el banco por encima de 100.000 euros, pagarán por la bancarrota de la entidad bancaria.

Las cuentas con saldos inferiores a 100.000 euros, garantizadas por el Estado, serán reagrupadas en una estructura —un banco bueno— que pasará a formar parte de Banco de Chipre, el primer banco del país. Además, este asumirá los 9.000 millones de euros que tenía Laiki, procedentes de los fondos de urgencia de liquidez (Emergency liquidity assistance, ELA), del Banco Central Europeo. Una vez más, las autoridades europeas rechazan que el BCE pueda sufrir ninguna pérdida, por mínima que sea.

Puesto que el Estado chipriota no tiene capacidad financiera para recapitalizar el Banco de Chipre, tendrán que ser los ahorradores de esta entidad, con ahorros superiores a 100.000 euros, los que contribuyan. La troika exige que el banco cuente con al menos un 9% de fondos propios, aunque dice ignorar en estos momentos cuál es el montante necesario para llegar a esta nueva cifra mágica. En los pasillos de Bruselas, los responsables hablan de una tasa de al menos el 40% en los depósitos afectados.

Mejor decir que el sistema financiero de Chipre está por los suelos. La fuga de capitales promete ser masiva en Chipre y la UE es plenamente consciente, hasta el punto de que ha vuelto a aceptar una excepción a sus principios: ha avalado las restricciones a la hora de sacar dinero y a las operaciones financieras de todo tipo, el control de capitales establecido por el Gobierno, mientras que el Ejecutivo trata de hacer frente desde hace una semana a un verdadero pánico bancario. 

En un comunicado, los miembros de la eurozona insisten en que "estas medidas administrativas serán temporales, proporcionadas y seguidas atentamente en el tiempo, para que no entren en colisión con el tratado". Sin embargo, el sistema bancario y económico de la isla corre el riesgo de no aguantar el embite. El pánico bancario, pese a las restricciones, tiene todas las de ganar, mientras que las empresas, ante la incapacidad de financiarse, se van a ver asfixiadas.

"Ninguna empresa humana ha concebido una destrucción económica de tal calibre en tan poco tiempo sin necesidad de recurrir a las armas", ha dicho Pawel Morski, gerente de fondos, en un post en su blog, titulado "Chipre, la operación es un éxito. Es una pena, el paciente ha fallecido". Y explica: "La devastación del sector financiero y la confiscación de los ahorros de miles de ahorradores significa que Chipre no recuperará la normalidad antes dentro de una década, una pira funeraria que solo aguanta la comparación con Grecia. Se sucederán cuatro medidas de choque al mismo tiempo: el choque ya conocido de la austeridad, el traumatismo que supone introducir medidas de control a la hora de retirar dinero de los bancos, el choque de los ahorros y el que supone llevarse por delante el sector financiero".

Un euro chipriota ya no vale un euro, a secas

Desde este lunes, el espectro del pánico bancario corre el riesgo de apoderarse de las calles de la isla. Desde hace una semana, mientras que los bancos permanecían cerrados, las colas en los cajeros iban a más, mientras los chipriotas trataban de sacar todo el dinero que podían, cuando aún podían. Desde el domingo la cantidad máxima que se permite retirar es de 100 euros. En el futuro, tal y como ha quedado establecido tras el acuerdo europeo, el BCE determinará el importe de la cantidad máxima que se puede sacar "para que los chipriotas puedan hacer frente a los gastos corrientes".

En una palabra, Chipre se encuentra en una situación parecida a la del corralito argentinocorralito, de 2001, cuando se devaluó la moneda. Las consecuencias ya son conocidas: bancarrota en serie de empresas, privadas de acceso al sistema financiero, una tasa de paro en alza, pauperización acelerada de las clases medias. Todo ello, unido a un programa de austeridad, cuyos efectos son muy conocidos: el colapso de Chipre parece programado.

Puesto que la isla no cuenta con ningún recurso económico más allá de su sector financiero, dado que Europa no tiene previsto aportar ninguna ayuda para restablecerlo y visto que el Gobierno chipriota ya tuvo problemas para hacer frente a la explosión de una central eléctrica en 2011, no está claro de dónde va a sacar las reservas necesarias para sostener su economía. Con los créditos aportados por la troika, su endeudamiento va a superar el 150% del PIB. Ningún acreedor internacional depositará confianza en el país. En lo que respecta a los capitales extranjeros, la fuga se va a producir de forma inmediata. Los rusos retiraron su dinero tan pronto como oyeron hablar de los planes europeos y la decisión europea de gravar las cuentas con más 100.000 euros depositadas en los bancos chipriotas no les alienta a volver.

En estas condiciones, las proyecciones, siempre muy optimistas del FMI, de ver que el endeudamiento de Chipre vuelva a situarse dentro del límite del 100%, parecen carecer de fundamento. El hundimiento de la economía de la isla solo va a añadir deuda a la deuda. El Gobierno chipriota podría verse rápidamente abocado a la bancarrota, a la suspensión de pagos y a la salidad del euro.  "Es el momento de ir pensando en salir del euro", ha anticipado el patriarca Chrysotomos, dirigente de la iglesia ortodoxa chipriota al denunciar el chantaje europeo. La tentación de abandonar la moneda única corre el riesgo de ir a más en las próximas semanas, a medida que la isla se vaya asfixiando. Al afirmar lo contrario, las autoridades europeas han ratificado practicamente esta salida. Al tomar medidas sobre el control de capitales, confiesan que la moneda única ya no existe. De hecho, un euro chipriota ya no vale un euro.

"La irreversibilidad del euro", afirmación rotunda del presidente del BCE, Mario Draghi —quien curiosamente ha permanecido muy silencioso en toda esta crisis— está en peligro. Si Chipre aprende la lección y se decide a abandonar el euro, su ejemplo corre el riesgo de ser imitado, habida cuenta de que el rechazo europeo va haciendo mella en la población. El amateurismo y el dogmatismo con los que los miembros de la eurozona han gestionado esta crisis chipriota puede salirnos muy caro, tanto en lo que se refiere a los inversores internacionales como en lo que se refiere a los ahorradores nacionales. Los responsables europeos apuestan a que con Chipre no hay riesgo sistémico, pero podrían verse desmentidos por los hechos. Otra vez.

Traducción: Mariola Moreno

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