"Cuando llegué me dijeron: 'Ah, ¿una mujer?'": la otra mochila de las trabajadoras en un mundo de hombres

Las primeras personas llegan a la manifestación del 8M, Día Internacional de la Mujer, en Madrid.

La socialización desde la infancia sigue mostrando estructuras tradicionalmente patriarcales. Se ve, por ejemplo, en los juguetes que los fabricantes dedican a las niñas y los que dedican a los niños. Se ve también en la escuela, en cómo las chicas y cómo los chicos se enfrentan, por ejemplo, a las matemáticas. Un informe presentado este martes por EsadeEcPol reveló, de hecho, que es aquí, en la infancia, cuando hechos como este determinan que apenas un 5,5% de las mujeres ocupadas lo estén en profesiones STEM, un porcentaje que en el caso de los hombres se sitúa en el 13%. Cada 8 de marzo se reivindica el Día Internacional de las Mujeres. Y cada 8 de marzo se recuerda, también, que el empleo, a pesar del trabajo del feminismo, sigue siendo un terreno abonado de machismo.

Hay sectores en los que ocurre más. Y son aquellos en los que, precisamente, las mujeres han luchado por hacerse con el hueco que les pertenece. Un ejemplo es el de las profesiones STEM (acrónimo inglés para ciencia-tecnología-ingeniería-matemáticas), pero hay más. En ellas, además, el problema no es sólo la pequeña presencia femenina, sino cómo esas mujeres viven esa presencia. "Siempre tengo que estar demostrando que soy capaz". "Cuando llegué me dijeron: 'Ah, ¿una mujer?'". "Te sientes siempre más prejuzgada". "Tengo que demostrar más que mis compañeros". Sus historias son relatos de dificultades, escepticismo, desconfianza y, también, todavía, de discriminación.

"Mujer tenías que ser"

Los datos de 2023 del Institut Municipal d'Educació i Treball (IMET) revelan que sólo un 7% de los taxistas de la ciudad de Barcelona son mujeres, un porcentaje que en Madrid, según las cifras de su Ayuntamiento correspondientes a 2022, se rebaja al 5,3%. No es de extrañar, con ese escenario, que el 83% de las mujeres que se dedican a este sector piensen que su percepción, desde fuera, es que sigue siendo muy masculino, según el último Observatorio de la Mujer Taxista realizado por FreeNow. Pasa tanto, que cuando una pasajera se sube al coche de Angélica Cadena, lo celebra. "La mayoría de mujeres cuando me ven me dicen: 'Qué bien que me lleve una mujer'", cuenta esta taxista a infoLibre.

Ella lleva trabajando en su taxi desde hace un año, pero ya tiene experiencia en sectores en los que apenas ha tenido compañeras. "Antes era mensajera, que también es un colectivo muy masculino. De hecho, cuando llegué a la empresa me dijeron: 'Ah, una mujer'. Al optar al puesto esperaban que fuera un hombre, porque el 90% lo eran", recuerda. Ahora, celebra que cada vez ve más mujeres taxistas, pero también reconoce que hay situaciones en las que ellas pasan más "temor" que sus compañeros. Por ejemplo, en las carreras nocturnas. "Las mujeres estamos más tensas en esas situaciones", asegura.

Según los datos del Observatorio, esta es precisamente una de las "barreras de entrada al sector" para hasta un 86% de las mujeres taxistas. Es por ello, según el mismo estudio, que tan sólo un 6% lo hace. Otro 59% sólo trabaja durante el día.

Es el caso de Mari Luz Frías. Con 51 años y tres frente al taxi, también reconoce que el comentario que más escucha de sus pasajeras es: "qué bien, una mujer al volante". "Seguimos siendo minoría en el sector. Para conducir un taxi necesitas cabeza, empatía, don de gentes, paciencia, dos piernas y dos brazos, pero todavía no hemos roto las barreras, seguimos muy por detrás", explica. Y lamenta que "situaciones desagradables y de machismo" han tenido "todas". "Con mayor o menor gravedad, pero todas". Ella, por ejemplo, todavía escucha "mujer tenías que ser" cuando hay un altercado. O "vete a tu casa a fregar". "Me indigna, y cada vez que me ocurre llego muy enfadada a mi casa", reconoce. Pero se resigna. Al final, dice, lo que ve en el taxi es tan sólo "un reflejo de lo que existe fuera de él".

"Yo tengo que demostrar que valgo, a ellos se les presupone"

Rosa Rivera tiene 51 años y lleva desde los 29 trabajando como bombera forestal. Casi siempre con compañeros, nunca con compañeras. No sólo por las barreras de entrada que sufren las mujeres, sino también por imposición. "En muchas empresas hemos escuchado que más de dos mujeres por brigada no podía haber. No daban ninguna explicación, pero sé que es por un tema de fuerza. Mucha gente sigue preguntándose cómo una mujer va a poder hacer este trabajo", lamenta.

Según un estudio llevado a cabo por la asociación Ser Bombera en 2018, hay 168 bomberas en toda España. Si aproximadamente puede hablarse de un bombero por cada 2.000 habitantes, la proporción de las bomberas se situaría en una entre 200.000. Es decir, 118 veces menos.

Por eso se siente "prejuzgada". Mucho más que sus compañeros. "Cuando le das una motosierra a un chico, nadie le mira. Si la usa una mujer tiene 100.000 ojos encima. Yo tengo que demostrar que valgo, a ellos se les presupone", explica. "El trabajo sale igual, pero al principio sabes que piensan: 'Bueno, una chica, a ver'. Al final también es una mochila que nos acabamos cargando nosotras", continúa.

Aunque tiene "escuela de sobra", continúa con ella a su espalda. Porque al hecho de ser mujer en un sector en el que prácticamente ellas son una anécdota se suma, además, la edad. "Ya no me asusta que juzguen en mi trabajo por ser mujer, pero ahora me siento presionada por mi edad. Lucho porque eso no me haga más floja o más torpe", dice. "Siempre tenemos una imagen que dar, y ahora unque soy madre y madura, soy válida. Las mujeres siempre estamos en una competición por no quedarnos atrás", lamenta.

"Ya lo hago yo, que tú no puedes"

Esa sensación de tener que demostrar es la que también vive Marto Pérez en su día a día. A sus 24 años ya suma ocho como técnico de sonido en el sector del espectáculo y en ese tiempo, asegura, no ha tenido compañeras. "Es un sector en el que el 98% de los trabajadores son hombres. Habitualmente trabajo en equipos en los que hay 15 chicos y yo", cuenta.

Un estudio publicado en 2021 y titulado Las mujeres en el sonido: androcentrismo en la industria musical reafirma estas palabras. "Las estadísticas, que diversos estudios han realizado, ponen de manifiesto que las mujeres que desempeñan su labor profesional dentro de la industria musical están infrarrepresentadas en la mayoría de sus áreas", señala la investigación, que asocia esta afirmación a "estereotipos de género como la creencia de menores habilidades creativas y/o técnicas en las mujeres y tener que demostrarlas continuamente frente a otros aspirantes masculinos".

A Marto le pasa. "Yo siempre tengo que estar demostrando más. Mi trabajo consiste en hacer giras y en coincidir con equipos nuevos y yo siempre en 10 minutos me tengo que ganar a la gente, cosa que mis compañeros lo tienen más fácil. Tengo que ir con pies de plomo, porque como haga algo mal me saltan a la yugular. Sale el 'esta chica no vale'. No puedo equivocarme, o soy perfecta o soy la peor trabajadora", lamenta.

También ocurre por parte de sus propios compañeros. "Muchas veces te dicen: 'Ya hago esto yo, que tú no puedes'. Lo hacen en ocasiones con intención de ayudarte, pero yo me siento discriminada", reconoce. Sobre todo porque, como Rosa, vive esas situaciones con trabajos relacionados con la fuerza. Cree, no obstante, que esto cambiará. "En la gente de mi generación y más jove, afortunadamente, ya no escucho este tipo de comentarios", celebra.

"Muchas empresas no muestran disposición para contratar mujeres"

Anna Podgornaya también es de las pocas mujeres que se dedican a su profesión. Ella, carpintera, es consciente de ello y por ello además forma parte de la asociación Un Taller para Todas, que se define como un "proyecto" dedicado a "brindar apoyo a las mujeres que inician sus trayectorias profesionales independientes en el sector de la carpintería y otros oficios afines". Lo hacen porque, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) que citan, "la proporción de mujeres artesanas y trabajadoras calificadas en los sectores de la construcción y manufactura es aproximadamente del 12% frente a los hombres, sin aumento en los últimos 10 años". "No hemos encontrado ninguna iniciativa que tenga como objetivo restablecer el equilibrio y hacer que el ingreso a la profesión sea menos desafiante para las mujeres".

Porque es así. Anna lleva cuatro años dedicándose al sector, pero previamente estuvo 20 trabajando en grandes empresas. "Después de dos décadas e un entorno corporativo, decidií seguir mi pasión por la carpintería, reentrenándome y persiguiendo mi sueño de trabajar en algo que realmente me apasiona", explica. "Además, quería desafiar los estereotipos de género y demostrar que las mujeres pueden destacar en cualquier profesión", añade.

Al principio, el camino no fue fácil. "Las dificultades fueron notables porque tuve que enfrentarme a prejuicios. El sector de la carpintería ha sido históricamente dominado por hombres", señala. Fueron ellos, sus compañeros, los que al principio mostraron de hecho "escepticismo" hacia su labor. Pero también los clientes. "A veces me he enfrentado a comentarios insensibles", lamenta, a la vez que apunta a que "muchas empresas no muestran disposición para contratar mujeres". "Es crucial abordar estas limitaciones y fomentar un entorno inclusivo que permita a las mujeres carpinteras prosperar en sus carreras", pide. Sólo así, sentencia, la industria puede alcanzar la "diversidad y excelencia".

"No hay día que no haya encontrado algún tipo de discriminación"

Gisela Vaquero lleva 12 años dedicándose al sector de los videojuegos y asegura que "no hay día que no haya encontrado algún tipo de discriminación laboral". Más grave o más leve, pero cada día se enfrenta a estas situaciones. Enumera varias. "La discriminación más visible fue la diferencia salarial, pero también he sufrido micromachismos como mansplaining, maninterrupting o gaslighting", lamenta.

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Le ha ocurrido a pesar de que su recorrido en el sector ha sido variado. Trabajó como diseñadora de videojuegos y producción, para varias compañías de videojuegos y serious games" —que buscan, por encima del ocio, transmitir un mensaje, conocimiento, o desarrollar la habilidad de los jugadores— y, más tarde, comenzó a crear los suyos propios hasta que fundó Jellyworld Games, donde desarollan y publican algunos para clientes y en múltiples plataformas.

Gisela es de las pocas que lo ha conseguido. Según los datos que ofrece —es además fundadora de Women in Games España—, la participación de las mujeres en la industria del videojuego se centra sobre todo en puestos de producción (23%) y diseño artístico (16%), mientras que apenas un 4% se dedica a tareas de programación. "El mundo de los videojuegos ha estado siempre muy masculinizado. La igualdad se dará cuando se rompa la relación de los juegos con estereotipos, es decir, cuando se acabe con los 'juegos para niños' y los 'juegos para niñas'. Cuando esto se diluya, habrá más mujeres que tendrán interés en el mundo del gaming", señala.

Y cree que el camino ya ha comenzado. "La industria está al corriente de la falta de mujeres, de la sexualización de los personajes femeninos y del acoso que reciben las jugadoras, por lo que trabaja para mejorar esta injusta situación", celebra. Según el Informe de las condiciones de vida y trabajo en el desarrollo de videojuegos en España, realizado por Game Workers United España, un 59,26% de mujeres asegura haber sufrido discriminación en la industria del videojuego, mientras que una de cada tres ha sufrido alguna forma de acoso en el ambiente laboral.

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