Lleno en el acto de infoLibre por el 8M: "La machosfera es un negocio muy lucrativo"

Acto de infoLibre para reivindicar el 8M, en el Círculo de Bellas Artes, en Madrid..

"Tu silencio no te protegerá". La cita de la activista y poeta Audre Lorde la recupera este martes Marta Jaenes, subdirectora de infoLibre, ante una sala abarrotada. Es la misma frase exacta que llevó estampada en una camiseta Irene Montero durante una de sus últimas intervenciones en el Congreso de los Diputados. Hoy la exministra de Igualdad participa junto a la escritora Rosa Cobo y la jueza Cira García en una mesa redonda atravesada por la palabra y el debate, en el marco de las jornadas feministas organizadas por infoLibre. 

 "A lo largo de la historia se ha perpetuado la idea de que si nos callamos, se acaba el problema. Si algo nos ha enseñado el feminismo es que no nos podemos callar", introduce Jaenes. Estamos en la quinta planta del Círculo de Bellas Artes, en Madrid, a tres días del 8M. Sobre la mesa, uno de los grandes asuntos sobre los que ha girado el debate feminista de los últimos años: el consentimiento

La credibilidad de las víctimas

Montero defiende su legado: el sólo sí es sí, presume, ha servido no sólo para introducir en los tribunales garantías procesales para las víctimas, sino también para estimular el debate público y para introducir toda una serie de medidas integrales para las mujeres, porque "la credibilidad de la víctima no depende ni de que ponga una denuncia ni del resultado judicial", señala la exministra.

Sobre las decisiones de los togados tiene mucho que decir Cira García. La magistrada reconoce los avances, pero advierte de la habilidad del machismo para reinventarse: quizá la sentencia contra Dani Alves suponga un cambio de paradigma en muchos aspectos, pero todavía está marcada por grandes ausencias. La más estruendosa: la perspectiva de género. "Las sentencias tienen también la función didáctica de transmitir y cambiar la realidad" y en ese sentido la condena contra el exjugador de fútbol por agresión sexual "no menciona ni la agravante de género, ni habla de la reparación integral, ni introduce la perspectiva de género" en ninguna de sus páginas, lamenta la jueza. 

La exministra asiente, pero añade un matiz: "El paradigma del sólo sí es sí es que el cambio no es sólo en el ámbito de lo penal". Mirada amplia, propone. "España tiene un sistema de justicia con sesgos y estereotipos que puede comprometer la imparcialidad del sistema judicial", recuerda, pero la ley garantiza algo valioso: "El derecho de las mujeres a que el Estado les crea". 

El debate teórico y el reto de abolir la prostitución

Si bien es verdad que el debate en torno al consentimiento ha ganado peso por los procedimientos judiciales más mediáticos de los últimos años; lo cierto es que el feminismo lleva mucho más tiempo cavilando sobre el término y sus implicaciones. "Es imposible comprender todos los debates que se están produciendo sobre el consentimiento sexual si no tenemos como telón de fondo un debate feminista de muchos años", observa Rosa Cobo, quien propone dos prismas: aquel que entiende el consentimiento como contrato y aquel que lo entiende como deseo. El estudio del consentimiento desde el paradigma de la libertad sexual "se apoya sobre la idea de la voluntad", un planteamiento "complicado para el feminismo porque abre la puerta a la legitimidad de la prostitución, la pornografía y los vientres de alquiler".

Rosa Cobo destaca por ser una de las grandes teóricas y defensoras del abolicionismo, por lo que no es extraño que en este punto la mesa de debate gire hacia la prostitución. La socióloga y docente lanza un reproche directo a Irene Montero: "¿Cómo es posible que el Ministerio de Igualdad no hubiese dado pasos significativos para la abolición de la prostitución?". Para Cobo, el gran error del anterior equipo fue poner el foco "en la libertad sexual y no en la violencia sexual".

Montero responde enumerando una a una las medidas que su departamento desplegó para dar cobertura a las víctimas de trata. Habla del Plan Camino, también del acceso prioritario al Ingreso Mínimo Vital y a una vivienda para las víctimas. Pero subraya un elemento que se quedó en el tintero: la reforma de la Ley de Extranjería. Y ahí apunta a una dirección muy clara: sus antiguos socios de Gobierno. "¿Cómo vamos a abolir la prostitución sin modificar la Ley de Extranjería y quién se ha negado sistemáticamente a hacerlo?", lanza la exministra y su interlocutora reconoce los pasos andados, pero los valora insuficiente. Una ley abolicionista, asiente, tendría que haber sido el objetivo prioritario. 

Es la primera vez que Rosa Cobo e Irene Montero se sientan una frente a la otra y ambas parecen querer dilatar los minutos: demasiados asuntos, demasiados cronómetros, para una sola mesa de debate.

El gran negocio de la machosfera

Uno de los temas que resalta la exministra en el debate sobre la prostitución –haciendo suyo un planteamiento de la socióloga Beatriz Ranea– es el de la necesidad de cambiar el foco y pasar a mirar a los hombres. Es exactamente lo que hace la segunda mesa: preguntarse qué ocurre con los hombres que han hecho de la reacción antifeminista su trinchera. En este segundo turno participan la abogada Violeta Assiego, el jurista Octavio Salazar y la periodista Rosa Márquez. La directora general de infoLibre, Marta Gesto, lanza la pregunta: "¿Cómo se ha llegado hasta aquí?". Se refiere a la encuesta del CIS en la que un 44% de los hombres declaraban estar de acuerdo o bastante de acuerdo con la afirmación: "Se ha llegado tan lejos en la promoción de la igualdad de las mujeres que ahora se está discriminando a los hombres".

"Lo preocupante de esos resultados es que es la juventud quien lo dice", reflexiona Márquez. Y Salazar asiente, echando mano de su experiencia como docente. "He detectado en estos últimos años un cambio significativo en las actitudes de los chicos jóvenes", quienes se han acomodado en una "posición de beligerancia frente al feminismo y las leyes de igualdad". No sólo eso, sino que además ha aumentado una suerte de "exhibicionismo de ese machismo", porque esos chicos jóvenes "encuentran respaldo en las tribunas de los parlamentos, en las ruedas de prensa de la clase política e incluso en los medios de comunicación". Es ahí, añade el ponente, "donde está el cambio significativo".

Assiego rompe una lanza por los jóvenes y en realidad tiene sentido que así lo haga, en tanto que exdirectora general de derechos de la infancia y la adolescencia. "No es bueno generalizar, ni siquiera con los jóvenes", afirma y advierte de una realidad: "Nos encontramos con que la machosfera es un negocio muy lucrativo" que gira en torno "al odio, al fascismo y a la animadversión". "La machosfera genera contenido de odio" y además ofrece como aliciente "la pertenencia a un grupo". Permite "notoriedad en un mundo en el que lo rebelde es ser antifeminista". Márquez coincide en el diagnóstico: "Ese odio y ese enfado se está capitalizando económica y políticamente".

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Emerge entonces una pregunta clave: ¿cómo abordar, desde el feminismo, esta reacción machista?, ¿cómo dirigirse a los hombres? "No tenemos que dejar de mirar a los chavales", sugiere Assiego, quien considera que el propio movimiento feminista "tiene que valorar cómo está trasladando y transmitiendo algunas de las realidades en las que nos movemos". Algo así como "poner las luces largas", completa Salazar. 

Para el jurista, es importante tener en cuenta los "mensajes contradictorios" que reciben los chicos y chicas. Se habla de "otro tipo de masculinidad basada en la ética del cuidado y en otra sexualidad", pero la realidad es tozuda: "Estamos en un marco económico y político que reproduce permanentemente ese tipo de masculinidad tradicional y la convierte en el paradigma del éxito". Por tanto, agrega, "les estamos diciendo que tienen que ser empáticos" y al mismo tiempo que "no olviden que están en un sistema neoliberal, depredador y que si quieren ganarse la vida" tendrán que reproducir dinámicas que se basen "en el dominio de unos seres sobre otros". Un mensaje que no sólo va dirigido a ellos, sino también a ellas. "Cuando a las chicas se les dice que tienen que empoderarse, en realidad les decimos que tienen que convertirse en un tío si quieren prosperar. Eso es lo que no estamos sabiendo romper: los modelos de liderazgo y las jerarquías", remata Salazar.

Al filo de las ocho de la tarde, tras dos largas horas de debate intenso, Violeta Assiego propone un ejercicio final: este viernes, en el 8M, observar cuántos chicos jóvenes saldrán a la calle al lado de sus compañeras. "Probablemente muchísimos más de los que yo tuve la oportunidad de ver cuando era joven", augura. En apenas tres días, se despejará la incógnita.

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