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Si eres mujer y gorda ganas un 9% menos: “No quieren que existamos ni que trabajemos”

Foto Archivo

Laura Prieto

Las mujeres, por el hecho de ser mujeres, sufren de media, una penalización salarial del 11,8% en España. A partir de ahí, son muchas las interseccionalidades que hacen que esa discriminación aumente. En el caso de las que sufren obesidad o sobrepeso, esa reducción es un 9% superior a las de sus compañeras, según confirma un nuevo estudio del Instituto de Estudios Laborales de Brighton. "Nuestras estimaciones sugieren que, a lo largo de su carrera, una mujer que tenga esta condición a los 18 años puede perder hasta 110.000 euros cuando se jubile", detalla en informe.

José Luis Moreno Pestaña es profesor de Filosofía moral en la Universidad de Granada, autor del libro Moral corporal, trastornos alimentarios y clase social y, actualmente lidera una investigación sobre la discriminación corporal. “Las exigencias de normatividad corporal en las mujeres están ligadas al propio cuerpo: una morfología delgada, juventud, belleza… por lo que son más constantes y  duras de soportar”, explica a infoLibre. Además, el profesor señala que esta presión estética “no está relacionada con las características del puesto”, ya que se da en trabajos como los de camarera, periodista o abogada, donde no es necesario tener fuerza, altura o algún otro tipo de físico. 

Laura Alberola, psicóloga sanitaria especializada en trastornos de la conducta alimentaria, en conversaciones con infoLibre, nos invita a preguntarnos cuántas azafatas de vuelo hemos visto con una corporalidad grande o cuántas directivas y mujeres que no tengan un cuerpo normativo se nos vienen a la cabeza: “Quizá alguna, pero son pocas. Si ponemos el ejemplo de una carrera de fondo, a la hora de lograr sus metas profesionales, las mujeres gordas parten desde el kilómetro cero y las delgadas, desde el veinte. Las pueden alcanzar, pero lo tendrán mucho más difícil”. 

“Si la gordofobia enuncia que las personas gordas no tenemos derecho a existir, por ende, a trabajar tampoco”

Magdalena Piñeiro es activista antigordofobia y especialista en Teoría Feminista, además de una de las fundadoras de la plataforma Stop Gordofobia y autora del libro Diez gritos contra la gordofobia. Explica a este medio que en su plataforma recibieron muchas denuncias “tanto de personas a las que les van con rodeos como ‘no eres la imagen que buscamos"' o en las que abiertamente les dicen que “no les van a contratar porque no quieren a personas gordas en su empresa”. 

Piñeiro lamenta que, además de vivir en una sociedad gordófoba, vivimos en una machista, que deposita el valor de las mujeres en su físico: “Las mujeres gordas quedan fuera del  ideal de belleza y esto tiene consecuencias a la hora de buscar empleo, estudiar o en las relaciones sexoafectivas”.  Asegura que son ellas mismas las que deciden no presentarse a muchos empleos: “Sabemos que la delgadez es un reclamo para ser azafata de eventos o trabajar en una tienda de ropa, donde se utiliza a las mujeres como modelos, vistiéndola con la colección de la empresa. Si no tienen ropa de mi talla, ¿Cómo van a contratarme para venderla? También le vienen a la cabeza otros casos, como el de políticas como Ángela Rodríguez Pam, Ada Colau o Maggie de Block, y actrices como Itziar Castro, Berta Vázquez, Mara Jiménez o Teresa López Cerdán. “Si la gordofobia enuncia que las personas gordas no tenemos derecho a existir, por ende, a trabajar tampoco”, concluye. 

Más difícil conseguir un trabajo y llegar a puestos de poder

Los datos demuestran que mujeres sufren más la gordofobia laboral, y eso que tienen menos incidencia de sobrepeso y obesidad que los hombres. El problema, como bien apunta Moreno, es que ellas, además de verse más condicionadas por la “presión estética”, ocupan la mayoría de puestos de cara al público: un 30% de ellas, casi 2,5 millones, trabaja atendiendo directamente a los clientes

Rocío Rodríguez, psicóloga sanitaria y psicoterapeuta, cuenta a infoLibre que la gordobia consiste en “dar por sentados los hábitos y la salud de las personas gordas, creyendo que su corporalidad es consecuencia de la falta de cuidado”: “Se las asocia con la fealdad o la falta de disciplina. Desde pequeños aprendemos a despreciar a las personas gordas”, un estigma que está presente durante todo el ciclo laboral: las llaman menos, tienen peores puestos, problemas para promocionar y más posibilidades de ser despedidas. 

Ambas profesionales citan estudios de finales del siglo XX, en los que ya se demostró que las personas de tallas grandes generaban “rechazo”, por ejemplo, entre los estudiantes de Medicina: “Si esto pasa en las consultas, puede suceder en los procesos de selección” , concluye Rodríguez. En concreto, el estudio realizado por el IEL señala que las mujeres de tallas grandes tendrían que enviar un 40% más de currículums para recibir las mismas respuestas y que ese porcentaje es aún mayor cuando el entrevistador es un hombre. Otra investigación de 2019 demostró que las mujeres con obesidad tenían un 8% menos de posibilidades de ser convocadas a una entrevista, tras enviar más de 3.000 currículos ficticios a 1.700 ofertas de trabajo. 

“El odio se traslada a nuestra cabeza y tiene unas consecuencias terribles en nuestra salud mental y física”

Rodríguez  recuerda el caso de una paciente que era doctora: “A pesar de tener una profesionalidad impecable, me contó que, en numerosas ocasiones, se había sentido cuestionada como profesional por sus pacientes. Ponían en duda sus indicaciones y le decían que su aspecto les generaba desconfianza. Hay personas que creen que un médico gordo no puede hacerles recomendaciones porque ‘no se cuida’, pero la realidad es que lo que podemos saber de la salud de una persona viendo su cuerpo es nada”. 

Existen evidencias científicas de un mayor consumo de antidepresivos en personas con obesidad. Ambas psicólogas apuntan a que todos estos prejuicios derivan en baja autoestima, ansiedad, depresión o estrés crónico, además de, en casos extremos, la posibilidad de desarrollar un TCA. “Lo que realmente dificulta la vida de estas personas y hace que tengan problemas de salud reales es la opresión que sufren”, explica Rodríguez. 

"Gordofobia"

Tanto Alberola, como Rodríguez y Moreno creen que no se ha puesto el foco lo suficiente en este problema y que queda mucho por hacer. Morena considera que hacen falta protocolos contra la discriminación por características físcias, como el que están desarrollando en su universidad, aunque reconoce que el “feminismo nos ha hecho más críticos contra estos comportamientos”. A ello, Rodríguez añade una “falta de medidas jurídicas contra este tipo de acoso laboral y de formación en los sindicatos”, también invita a dar más protagonismo y a  ser altavoces de las mujeres que denuncian la gordofobia, como las activistas y comunicadoras @croquetamente__, @teresalopezcerdan, @paulefdz o @sanamente.monica.

Alberola recuerda que estos estigmas nos afectan a todos, porque quienes tienen cuerpos normativos viven con miedo a engordar: “Todas las personas tenemos miedo a despertar con veinte kilos más, pero muchas mujeres sí querrían tener 4 o 5 kilos menos mañana”. Además, cree que es importante incidir en que el sobrepeso o la obesidad, términos que evita usar en su consulta, no son enfermedades, sino factores de riesgo, “como ser mujer, alta o tener lunares”. 

Por su parte, Piñeiro confiesa que, a veces, tiene la sensación de que “sólo quienes experimentan este problema pueden llegar a entenderlo”: “ Imagínate que todos los días de tu vida, en tu casa, en la televisión, en la calle, en todos lados, hay quien te dice: me das asco. Eso es lo que nos pasa a nosotras. A eso súmale la exclusión laboral, la falta de red afectiva, el machaque médico… El mundo nos excluye y nos odia. El odio se traslada a nuestra cabeza y tiene unas consecuencias terribles en nuestra salud mental y física”. A pesar de ello, es optimista y se apoya en el activismo: “conversar con personas en tu misma situación, crear red y apoyarse en la mejor manera de frenar la gordofobia y lograr tener una vida digna” y apunta a la necesidad de considerar la gordofobia como un delito de odio y un factor de discriminación en el ámbito laboral. 

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