Fútbol

Beckenbauer, el 'kaiser' del fútbol que se negó a sentarse con un genocida

Beckenbauer exhibe el balón dorado desarrollado especialmente para la final de la Copa del Mundo frente a la Puerta de Brandenburgo de Berlín.

Rodrigo Errasti

¿Quién te crees? ¿Beckenbauer? La frase resuena hoy en mi cabeza al conocer la muerte del mítico jugador alemán Franz Beckenbauer. Seguro que no soy el único. Los que nacimos en los 70 y crecimos golpeando un balón la conocemos bien: era (¿es?) la manera en la que un compañero te recriminaba un exceso de confianza, el típico “venirse arriba” sacando la pelota desde la defensa con intención de acabar marcando un gol. 

Hoy, 8 de enero, y después de muchos problemas físicos, Franz Anton Beckenbauer ha muerto a los 78 años de edad. En las últimas semanas se había sometido a dos operaciones de corazón, pero sus problemas de salud venían sucediéndose en los últimos años: había perdido la visión del ojo derecho tras un infarto ocular (que le impidió acudir al Mundial de 2022) y una operación de cadera limitó su movilidad. 

A finales de los setenta ya brillaba Maradona, pero la clase de un jugador decisivo sin ser delantero, la brillantez de tomar siempre la decisión correcta, estaba asociado al Kaiser. A Beckenbauer en su barrio le llamaban “el brasileño”, pero el parecido con el emperador alemán Luís II de Baviera y sus dotes de liderazgo barrieron de escena el mote inicial.

El el 83 jugaba ya en Estados Unidos, pero el recuerdo de futbolista legendario se fijó en la memoria colectiva de la generación de Naranjito en el Mundial de España 1982. Jugador de gran técnica y estilo en el campo, con la cabeza alta y una visión de juego que le hacía mejorar a sus compañeros, fue un jugador de equipo al que definían como humilde y cercano. Su nombre fue en aquellos tiempos sinónimo de eso que hoy han dado en llamar resiliencia y que muchos definíamos entonces como una gran capacidad de sufrimiento. 

Muchos recordarán el famoso duelo Italia-Alemania Occidental del Mundial de México’70. 

En la prórroga sufrió una acción que hoy merecería la roja. Cera lo trabó en una de sus habituales arrancadas en campo rival y en la refriega Beckenbauer se dislocó el hombro. Optó por jugar con el brazo en cabestrillo con un vendaje más llamativo que efectivo. Fue el mejor de la Mannschaft. “El entrenador le prefería a él con un brazo que a otro con los dos”. He aquí otra frase para la historia.

El mejor líbero de la historia era un líder nato, coleccionista de momentos únicos levantando como capitán todos los títulos que puede lograr un jugador: una Eurocopa, tres Champions consecutivas y un Mundial entre tanta orejona. Si, ese mundial que estuvo en jaque cuando su equipo, la Alemania Occidental de la época, perdió ante la Alemania Oriental, la débil. Al término del partido la RFA vivió un cambio de mentalidad mítico: “Le puse las pilas a todo el que pillé por delante, nadie pensó en dormir aquella noche”, explicó entonces. Era el líder del vestuario que batió a la que ha sido conocida como la Naranja Mecánica de Johan Cruyff. 

Un palmarés que completó con dos Balones de Oro. En 1977 hizo la maleta y se marchó a Estados Unidos a jugar con Pelé en el New York Cosmos. Triunfó en el otro lado del charco, pero vivía con nostalgia de la competición europea. Tras la retirada de Pelé volvió a Alemania para ganar una Bundesliga más con el Hamburgo.

Colgó las botas y se convirtió en entrenador. Ganó un Mundial, entrenó en Marsella y al Bayern, con el que ganó la Bundesliga en 1994. Ganó también la Copa de la UEFA de 1996, aunque renegaba de aquel título porque sólo dirigió la final. En el Bayern lo fue todo y terminó en la presidencia durante 15 años, desde 1994 a 2009 y como presidente honorífico hasta hoy. Era habitual verle en el palco, consciente del impacto de su presencia en los rivales, pero se negó a acompañar al equipo a Belgrado al saber que el ex jefe de las milicias serbias Zeljko Raznatovic –más conocido como Arkan– estaría a su lado como representante del Obilic, club que compró en Segunda y que ascendió gracias a su amistad con el dictador Slovodan Milosevic. Fue el más grande en el campo y, en esta ocasión, demostró su grandeza en el palco.

El PSG presionó a los organizadores para que Messi ganara el Balón de Oro

El PSG presionó a los organizadores para que Messi ganara el Balón de Oro

Se propuso conseguir para Alemania la sede del Mundial 2006. Su papel como embajador de la candidatura, unido a su histórica vinculación a uno de los patrocinadores más importantes como Adidas, fue decisivo. Años después se vio envuelto en una acusación de irregularidades en la captación de votos. Fue investigado por un presunto delito de cohecho y corrupción (por el pago de 10 millones francos suizos en 2002 al qatarí Mohamed bin Hammam en nombre de la comisión organizadora del campeonato alemán). Alemania fue sede del mundial por un voto y finalmente la Comisión de Ética de la FIFA anunció, casi 6 años después del inicio de la investigación, que la presunta compra de votos había prescrito. 

Fue también columnista en el diario Bild, ídolo de Piqué (Piquembauer), miembro del Dream Team histórico de France Football y hoy mismo se estrenaría en la cadena de televisión Alemana ARD un documental sobre su vida con la participación de compañeros suyos como Sepp Maier, Paul Breitner o Günter Netzer.

Solo tres hombres han logrado ganar el Mundial como jugadores y entrenadores. Dos de ellos, Mario Zagallo y Franz Beckenbauer, han fallecido en apenas 72 horas. 

Más sobre este tema
stats