El día a día en Ucrania de tres periodistas españolas al pie del cañón en una guerra que se aleja del foco

Las periodistas Laura de Chiclana (en una imagen de su cuenta de X), María Senovilla (fotografiada por un soldado ucraniano) e Irene Savio (que toma ella misma la instantánea). Las tres siguen informando desde Ucrania, donde Rusia mantiene su ofensiva bélica.

El Ejército ruso bombardea Kiev. La frase paralizó el mundo el 24 de febrero de 2022. Dos años después, infoLibre ha vuelto a contactar con algunos de las periodistas entrevistados al inicio de la guerra. Hibai Arbide no ha vuelto a Ucrania desde los primeros meses del conflicto, Leticia Álvarez ha pasado a ser jefa de prensa de la ONU en España y Nuria Garrido hace tres meses que cambió Kiev por Gaza. María Senovilla e Irene Savio siguen contando lo que ocurre en un conflicto que parece estancado y cada vez más alejado del foco mediático. El artículo recoge también el testimonio de Laura de Chiclana, una tercera periodista en Ucrania.

500 días informando desde Ucrania

A pocos kilómetros del frente de combate, Senovilla lleva desde hace más de un año afincada en Kramatosh tras su paso por Odesa. La periodista y fotógrafa segoviana ha cumplido 500 días trabajando en Ucrania, en los que ha hecho televisión, radio, prensa escrita y fotorreportajes como freelance. Senovilla admite que “a pesar de que hayan bajado los encargos en estos últimos cuatro meses, me siguen saliendo las cuentas”. “Si no sacas para pagar las facturas, no es viable. Así de simple. Yo de momento las pago”, asegura la corresponsal de guerra. 

Senovilla colabora con El Español, la revista Atalayar y Onda Madrid, pero admite que “los medios españoles siguen pagando mucho peor que los medios anglosajones, alemanes o franceses". "Nos quedamos instalados en la caída de los precios que trajo consigo la crisis de 2008, y si no trabajas en televisión es todo muy complicado”, afirma.

El ataque de Hamás sobre Israel el 7 de octubre provocó que muchos de sus compañeros se trasladaran a Jerusalén. Dudó, pero decidió seguir especializándose en Ucrania. Senovilla afirma: “Si hubiera ido a Israel, tengo claro que habría vendido mucho más”. Con sus 20 años de experiencia en conflictos, decidió apostar a más largo plazo y cree que “la decisión que tomé me está sirviendo para hacer un trabajo de más calidad y me servirá para diferenciarme en el futuro”.

El impacto anímico

"Una noche bajo un bombardeo muy muy fuerte, cerca de Yitómir, me acuerdo que Leticia [una compañera] y yo nos tiramos al suelo. Estaba todo oscuro dentro y fuera y en ese momento pensé que íbamos a morir". Así describe la periodista Irene Savio uno de sus momentos más complicados en estos dos años de cobertura. La enviada especial de El Periódico lleva cubriendo el conflicto ruso-ucraniano desde 2014 con la anexión de Crimea y acudió a Ucrania dos días antes de la invasión para realizar unos reportajes. El ajetreo de los tanques y las sirenas la sorprendieron a las cinco de la mañana de aquel 24 de febrero de 2022.

El conflicto se cruzó en el camino de una corresponsal con años de oficio a sus espaldas. Balcanes, Líbano, Turquía, Níger, Siria, Guatemala... A partir de ese día, Savio recuerda pocos días tranquilos en Ucrania. "Te levantabas a las cinco de la mañana e ibas a dormir a la una todos los días y no parabas nunca. A veces casi ni comía". A pesar de que la atención mediática haya disminuido, la periodista de El Periódico señala que "hubiera colapsado" si no hubiera reducido el nivel de trabajo.

La carga e intensidad de la cobertura dificultó mucho su vuelta a España e Italia, los países donde residía habitualmente. Savio revela: "No tienes ganas de hablar de las cosas que hablabas, de salir como salías antes. Es como si vivieras en otro planeta. Te preguntan si has tenido miedo y no sabes qué contestar". Cuenta que le han aconsejado ir al psicólogo para gestionar el estrés postraumático, pero ella ha decidido refugiarse en la literatura. "Me resistí y empecé a escribir unos relatos breves de ficción sobre la guerra que espero publicar pronto".

"No nos toman en serio"

Laura de Chiclana, la corresponsal para Mediaset en Ucrania, de 28 años cuenta que llegó a Ucrania completamente sola: "No tenía ni cámara y tuve problemas económicos incluso cuando comencé con Mediaset". En octubre se trasladó a Gaza debido al ataque de Hamás sobre Israel y esta semana ha vuelto a Ucrania con motivo del segundo aniversario del conflicto. "Si estuviera por lo económico, nunca hubiera puesto un pie en Ucrania", asegura De Chiclana. La corresponsal tuvo que colaborar con canales de televisión de Nueva Zelanda, la cadena catalana 8TV, EiTB y una radio venezolana para no perder dinero.

Además, afirma, su condición de mujer, joven y freelance provocó que sus oportunidades para conseguir información y fuentes sobre el terreno fueran menos que para sus compañeros hombres. "Se piensan que tienes poca experiencia y si eres mujer, pues peor todavía. No te toman en serio", explica la periodista andaluza. De Chiclana añade: "Mis compañeros cobran más por el mismo trabajo". Tiene que luchar el triple o el cuádruple todos los días para demostrar que vale, asegura.

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Antes de la guerra, la corresponsal de Mediaset nunca se había visto delante de una cámara. Llevaba ocho años detrás de ella cubriendo conflictos como fotógrafa y redactora. A pesar de los dos años desde el frente, la periodista andaluza sigue viviendo "con miedo" los bombardeos. "Hubo un ataque a 200 o 300 metros de donde vivo hace cuatro o cinco días. Es todo siempre alrededor, entonces, sabes que tú tienes probabilidades de que te toque", cuenta Chiclana.

Reducción de los encargos

Reporteros Sin Fronteras (RSF) llegó a contabilizar la presencia de al menos 56 periodistas españoles sobre el terreno al inicio de la guerra. Un número que ha quedado reducido a unos pocos con la pérdida de la atención mediática de la guerra y del estallido bélico en Gaza. La falta de seguridad y protección ha sido uno de los problemas principales de los periodistas en Ucrania. La gran afluencia de profesionales al territorio provocó que hubiera una falta de stock tanto de cascos como chalecos.

RSF contabilizó 15 informadores españoles no tenían ningún tipo de protección. Alfonso Bauluz, presidente de RSF en España, explica ahora que el problema está "completamente solucionado", pero la precariedad sigue siendo "palpable". Bauluz mantiene que "la remuneración sigue siendo baja e incluso ha empeorado para los freelance al reducirse los encargos". 

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