Oriente Medio

Alepo, epicentro del conflicto sirio

Alepo, epicentro del conflicto sirio

Por un lado, el régimen sirio actúa solo, por iniciativa propia, despreciando las vidas humanas. Por otro lado, la comunidad internacional se muestra impotente pese a que hace varios años que la población civil reclama ayuda. Esta misma semana, quedaba patente en Siria algo que se viene repitiendo en los últimos cinco años: el Ejército de Bashar al Assad respeta tanto como el Estado Islámico las treguas y la población civil. Desde que se reanudaron los combates el pasado 22 de abril en Alepo, más de 250 civiles han perecido, sobre todo en ataques aéreos perpetrados por la aviación del Ejército sirio, que violaban con ello la tregua, que entró en vigor el 27 de febrero por iniciativa de Estados Unidos y de Rusia.

Entre los cientos de relatos trágicos que dejan los ataques, se encuentra el del doctor Mohammed Wassid Maaz, asesinado junto a una colega dentista, tres enfermeras y otros 22 civiles en el bombardeo aéreo del hospital Al Quds, el miércoles 27 de abril. Otro nombre que se suma a los de “al menos 730 de colegas, médicos, asesinados en el país en los últimos cinco años”, según denuncia un colectivo de facultativos sirios en un escrito en el que reclaman que Rusia ponga fin a los ataques de su aliado de Damasco. Según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, la guerra ha causado más de 270.000 muertos desde 2011, de ellos 13.500 eran niños. La ONG calcula que sólo en el mes de abril de 2016 fallecieron 3.116 personas, la inmensa mayoría de las cuales fueron víctimas de las bombas del régimen sirio.

“Cuando se produce un ataque aéreo en un barrio, los primeros que acuden al rescate de los heridos son los vecinos”, contaba el 28 de abril a la Agence France Presse el fotógrafo Ameer Alhalbi, en un reportaje titulado “Día de infierno en Alepo”. “Los rescatadores de la defensa civil, que a menudo se han formado en Turquía, toman el relevo cuando llegan. Así sucedió el jueves. Cuando nosotros llegamos, una mujer pedía auxilio encaramada en un edificio dañado por las explosiones. Ella, su marido y su hijo estaban atrapados en lo que quedaba del apartamento familiar, situado en la segunda planta, de donde ya no podían bajar”. (Éstas son las imágenes del relato).

Hace cuatro años que Alepo se encuentra en el epicentro del conflicto sirio. La guerra civil siria pudo haber encontrar en esa ciudad su desenlace; en verano de 2012, el Ejército Sirio Libre lanzaba una importante ofensiva en Alepo, era lo que se anunciaba entonces como la última conquista antes de la victoria frente al ejército sirio. Una iniciativa que finalmente resultaría casi fatal para ESL. Desde entonces, Alepo ha visto cómo se multiplicaban los frentes, entre el régimen, los revolucionarios sirios, y el Estado Islámico que penetraba en la ciudad, antes de volver a ser expulsado. Hace cuatro años que el ASL se ha ido dividiendo poco a poco, y el régimen del presidente Bashar al Assad, que goza de una superioridad aérea decisiva en el conflicto frente a los revolucionarios sirios, controla hoy los sectores oeste de Alepo, donde mantiene posiciones sólidas.

Al combatir a los rebeldes sirios por todos los medios, también mientras la tregua está en vigor, el Ejército sirio trata de conseguir una ventaja decisiva en el conflicto. Efectivamente, Alepo es esa ciudad de múltiples frentes donde los rebeldes y las facciones del Ejército Sirio Libre siguen presentes, tras perder sus posiciones en el oeste del país y en los alrededores de Damasco. También es sobre todo en Alepo donde los miembros del ESL mantuvieron viva la esperanza de inventar la Siria post-Assad.

A mediados de 2015, Yahia Nanaa, expresidente del Consejo de Gobernación de Alepo, durante una visita a París, señalaba en el transcurso de una charla celebrada en el Instituto del Mundo Árabe que “la sociedad civil ser(í)a el motor de cualquier proyecto político futuro en Siria. Esto implica la ayuda de la comunidad internacional y no sólo proporcionando apoyo humanitario y de acogida a refugiados”, decía entonces. “Alepo supone un ejemplo de ciudad que no pertenece ni al régimen de Bashar al Assad ni a los islamistas”, resumía en esta misma jornada el politólogo libanés Ziad Majed. “Dado que las escuelas se han convertido en objetivo de los bombardeos, seguimos organizando cursos donde podemos, en mezquitas, en sótanos, en salas de fiestas”, decía en julio de 2015 Abdulkareem Anees, responsable de Educación del Consejo de Alepo, según publicaba Le Monde.

Un año más tarde, 250.000 sirios siguen viviendo en Alepo, pero el Ejército sirio bombardea indistintamente los barrios civiles y los frentes en manos de las organizaciones próximas a Jabhat En Nosra, la organización que ha jurado lealtad a Al Qaeda y que combate el régimen sirio como el Estado Islámico. De este modo, la violencia que se registra sobre el terreno paraliza cualquier esperanza de abrir un proceso político de transición.

El 28 de abril, un día después de que el Ejército sirio bombardease el hospital de Al Qods, el enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, instó a los presidentes ruso y norteamericano a tratar de salvar las negociaciones oficialmente en curso entre la oposición siria y el régimen de Damasco. Este proceso se encuentra encallado en lo que respecta a la salida de Bashar al Assad, condición que la oposición siria considera indispensable.

Mientras, Estados Unidos, “escandalizado” por el bombardeo del hospital de Al-Quds, por parte del régimen sirio, ha instado a Rusia a contener el régimen de su aliado Bashar al Assad. Por su parte, Moscú dice estar negociando con su aliado para que Damasco detenga los ataques. “Actualmente, se están llevando a cabo negociaciones para establecer un régimen de silencio en la provincia de Alepo”, señaló el domingo el general Serguei Kouralenko, jefe del Centro ruso para la reconciliación de las partes beligerantes en Siria, una estructura creada por el ejército ruso para supervisar la tregua. Sin embargo, la prioridad de Rusia (y del régimen de Damasco) es conseguir que la comunidad internacional considere organizaciones terroristas a los grupos rebeles Ahrar al Cham y Jaich al Islam, que acosan al régimen sirio con cierta eficacia.

Así, y frente a las exigencias rusas, Washington se muestra indefenso. Y el punto de inflexión que marca la batalla de Alepo también es fiel reflejo de la derrota de la estrategia de no intervención de Obama en Siria, que marcó las “líneas rojas” en el momento del ataque con armas químicas por parte del régimen sirio en 2013, pero que se retractó después para permitir que la coalición sirio-rusa-iraní dictara el tiempo de las negociaciones. “Es hora de poner punto y final a la abdicación de Obama en Siria”, instaban dos investigadores en una tribuna publicada en The Washington Post del 9 de febrero. “De lo contrario, Alepo será una mancha en nuestra conciencia para siempre”. Para “poner fin al horror de Alepo”, los autores del texto sugieren que Estados Unidos, bajo los auspicios de la OTAN, recurra al potencial naval y aéreo de la organización para crear una “no-fly zone” sobre Alepo e impedir que Damasco bombardee a los civiles sirios. Una solución a la que Washington sigue negándose.

Como prueba de los desastrosos resultados de la falta de estrategia de Obama, que las iniciativas de paz de Ginebra no han podido compensar, baste los nuevos ataques aéreos del pasado 2 de mayo ocurridos antes del alba en ciudad siria de Alepo, en el mismo momento en que el secretario de Estado norteamericano John Kerry trataba de encontrar una salida política en Ginebra a los combates. Ese mismo día, al término del encuentro entre John Kerry y el ministro saudí de Asuntos Extranjeros, partidario, al contrario que Obama, del envío de tropas a territorio sirio, el secretario de Estado dijo que confiaba alcanzar un compromiso de alto el fuego en las horas siguientes. Sin embargo en Alepo, además de los civiles, día tras día, muere la esperanza de recuperar la Siria de la posguerra multicultural.

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Traducción: Mariola Moreno

Amnistía denuncia el asesinato de 13.000 personas en una cárcel bajo control de Al Assad

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