La 'coalición del futuro' de Scholz ya es pasado: cuenta atrás para una campaña imprevisible en Alemania
Desde este lunes por la tarde, la autodenominada “coalición del futuro” de Olaf Scholz es agua pasada ya. Canciller de un gobierno en minoría (SPD y Verdes) desde que se fuera de la coalición el Partido Liberal Demócrata (FDP) el 6 de noviembre, el líder socialdemócrata ha sido desaprobado por los diputados del Bundestag en una moción de confianza con un resultado esperado.
La votación tuvo lugar tras dos horas y media de debate en el que los líderes de los partidos ajustaron cuentas, con el conservador Friedrich Merz acusando al ecologista Robert Habeck de ser “la cara de la crisis económica” y rechazando cualquier futura alianza con Los Verdes. Sahra Wagenknecht (BSW, "izquierda conservadora") acusó a Olaf Scholz de sumir a Alemania en la guerra y provocar el empobrecimiento del pueblo alemán.
Como era de esperar, una amplia mayoría de diputados votó en contra de la moción del canciller. Para evitar cualquier apoyo táctico inesperado del partido de extrema derecha AfD, algunos diputados del SPD y de Los Verdes se abstuvieron de apoyar a su canciller, obteniendo sólo 207 votos de sus 324 diputados.
La pelota está ahora en el tejado del presidente de la República, Frank-Walter Steinmeier, que tiene potestad para disolver la Asamblea. A continuación se celebrarán elecciones parlamentarias anticipadas, previstas para el 23 de febrero. Los partidos elegidos para el próximo Bundestag tendrán un plazo máximo de treinta días para formar una coalición mayoritaria y nombrar un nuevo gobierno.
“Mientras tanto, es el Gobierno actual el que sigue en funciones y ejerce su actividad sin restricciones particulares, a diferencia de otros países. Simplemente no tiene mayoría para aprobar leyes en el Bundestag”, explica la politóloga Julia Reuschenbach, de la Universidad Libre de Berlín.
Sobre el terreno, nadie ve con buenos ojos la perspectiva de una campaña electoral invernal. “Anochece a las cuatro, hace frío y la gente se queda en casa. No se dan las condiciones ideales para un encuentro con los votantes”, se lamenta Alexander Jordan, candidato de la CDU en la circunscripción de Wolfsburgo, sede del fabricante automovilístico alemán Volkswagen.
Su equipo trabaja ya en los carteles y el programa del candidato. “No empezaremos la campaña hasta enero. Queremos dar un respiro a la gente. Sería contraproducente hablarles de política antes de las fiestas”, dice.
No todos pueden permitirse ese lujo. Con las elecciones anticipadas, los militantes de una docena de partidos pequeños sólo tienen dos semanas, en lugar de seis, para recoger las 30.000 firmas que necesitan para presentarse.
La campaña ya ha comenzado
El gobierno de Scholz, que quería romper con el estancamiento de los últimos años de Angela Merkel y modernizar Alemania de arriba abajo, no ha podido pues completar su mandato, que comenzó en noviembre de 2021. El estallido de la guerra en Ucrania tres meses después de su investidura, seguido de una crisis energética y una inflación monstruosa, han trastocado todos sus planes.
Al final, fue la sentencia del Tribunal Constitucional Federal de noviembre de 2023 lo que asestó el golpe fatal. Los jueces prohibieron al gobierno eludir el freno de la deuda mediante la creación sistemática de fondos especiales. Viéndose privados de importantes recursos presupuestarios, los partidos de la coalición empezaron a meter cizaña y a hacer cálculos electorales. Los liberales llevaban incluso planeando en secreto el día de su salida desde el verano.
En la cúpula de los grandes partidos no han esperado a la disolución para empezar la campaña. Tras algunas pequeñas disputas internas, Olaf Scholz se impuso rápidamente en el SPD como el favorito natural del partido, convencido de que, como en 2021, y a pesar de las catastróficas encuestas, será perfectamente capaz de remontar y convencer a los alemanes para que le pongan al frente.
“Siempre se ha subestimado a Scholz y sería un gran error hacerlo ahora. Jugará con su estatura de estadista y con el hecho de que ha sabido mantener la cabeza fría ayudando a Ucrania sin ser belicista. Su problema es la situación económica y el hecho de que algunas de las promesas sociales hechas en 2021, como la construcción de 400.000 viviendas, no se han cumplido”, explica Julia Reuschenbach.
El perfil de su adversario conservador, Friedrich Merz (CDU), gran favorito en los sondeos, también podría ayudarle: “El problema de Merz es ante todo evitar dar pasos en falso y ofrecer ángulos de ataque. A pesar de su buena trayectoria al frente de la CDU, no despierta entusiasmo en su propio partido. También le cuesta desprenderse de su imagen de conservador un poco carca y financiero del fondo americano BlackRock. El candidato conservador a la Cancillería, que se formó con Helmut Kohl, fue de hecho director de la filial alemana del mayor fondo de inversión del mundo, lo que le permitió, entre otras cosas, comprarse dos jets privados.
Ante la crisis económica, es probable que los candidatos choquen en cuestiones económicas y sociales. Pero aparte del mantenimiento del nivel de las pensiones, sobre el que hay unanimidad, los programas varían radicalmente. Tradicionalmente, la derecha y la extrema derecha (AfD) quieren recortes fiscales para los ciudadanos “en activo” y las empresas y recortes en la renta mínima (Bürgergeld). Pero ninguno de los partidos habla de reformar el famoso corsé presupuestario de Alemania. La AfD añade la salida de la UE y la creación de un espacio económico europeo con fronteras impermeables a los migrantes, pero no al gas ruso.
Por otro lado, los socialdemócratas, Los Verdes y Die Linke juegan a la reivindicación proponiendo reformar el freno presupuestario. “Alemania necesita una década de innovación e inversión para el futuro”, dice el programa del SPD, que quiere ofrecer una prima a las inversiones “Made in Germany”, un marco ilimitado a los alquileres sociales y subvenciones para la compra de coches eléctricos alemanes. Esto coincide con el programa de Los Verdes, que incluye un “subsidio climático” a las personas con rentas bajas y medias para pagar sus facturas energéticas.
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“La dificultad de estas elecciones es que el electorado es cada vez más volátil. En lugar de estar apegado a un partido, la gente está dispuesta ahora a votar a dos o tres partidos. Eso dificulta mucho la gestión de la campaña y los imprevistos”, explica Julia Reuschenbach.
Traducción de Miguel López