Pekín alimenta la maquinaria bélica de Rusia en Ucrania con millones de dólares de fibra óptica china

Justine Brabant (Mediapart)

Hasta hace apenas unos meses, Lyman, pequeña ciudad del este de Ucrania, se parecía a todas esas localidades cercanas al frente que las bombas rusas van destruyendo lentamente: edificios reventados, ventanas sustituidas por placas de aglomerado, calles cada vez más desiertas.

Pero en este invierno de 2025, la ciudad ya no se parece a nada conocido. Sobre sus calles casi vacías y sus hileras de casas, cubriendo los campos blancos de escarcha, se extiende y brilla hasta donde alcanza la vista una trama: miles y miles de hilos que van de un tejado a una chimenea, de un árbol a un poste eléctrico, para formar una inmensa cubierta que el viento mece suavemente.

"La ciudad aguanta, pero va quedando progresivamente recubierta por esta "telaraña"", comentan los soldados de la 63ª brigada mecanizada ucraniana, que defienden la ciudad y han grabado imágenes impactantes de Lyman vista desde el cielo.

La desgracia que se ha abatido sobre la ciudad mide 250 micras de diámetro y es bien conocida por todos los que quieren navegar rápido por Internet: fibra óptica, por miles de kilómetros. Desde el verano de 2024, el ejército ruso ha generalizado su uso para guiar los drones kamikaze y los drones de vigilancia que envía a territorio ucraniano.

Además de transportar bombas, estos cuadricópteros van ahora lastrados con grandes bobinas. Como arañas sacando seda de su abdomen, es por ahí por donde desenrollan el hilo que los conecta con su piloto a lo largo de decenas de kilómetros: las versiones más perfeccionadas pueden recorrer cincuenta.

Los drones "guiados por cable", a diferencia de los inalámbricos, no pueden ver su señal interferida por la defensa ucraniana (ni por malas condiciones meteorológicas). Transmiten casi sin latencia las imágenes captadas por sus cámaras, lo que les permite rastrear a sus objetivos, militares o civiles, en alta resolución antes de precipitarse sobre ellos. Una vez estrellados contra el suelo, estos drones dejan tras de sí sus interminables hilos, que van cubriendo poco a poco los campos y las aldeas del este ucraniano.

El dominio por parte del ejército ruso de estos drones de fibra óptica explica en gran medida su avance lento pero constante en el Donbás. El ejército ucraniano también ha empezado a utilizar este tipo de aparatos, pero por ahora en proporciones y con un éxito menores, señalan varios pilotos de drones ucranianos a Mediapart.

Rusia, en cambio, ha creado unidades especializadas e innovadoras y, sobre todo, ha logrado poner en pie líneas de producción para fabricar en masa estos nuevos drones. Eso no habría sido posible sin un actor clave: China, que garantiza a Moscú un suministro continuo de fibra óptica.

Neutralidad

Oficialmente, China se dice neutral. "China no está en el origen de la crisis ucraniana y tampoco participa en ella. Siempre se ha situado del lado de la paz", aseguraba en septiembre de 2024 el representante de Pekín en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, Wang Yi, quien añadía: "Cuantas más armas se envíen al campo de batalla, más difícil será alcanzar el objetivo de un alto el fuego".

Unos meses después, Xi Jinping recordaba su línea de conducta respecto a la guerra en Ucrania: "Debemos mantener los tres principios esenciales de no ampliación del campo de batalla, de no escalada de los combates y de no provocar tensiones, y trabajar por una rápida desescalada de la situación".

Las autoridades chinas afirman que no entregan armas a ninguno de los países en guerra. A finales de 2024 impusieron restricciones a las exportaciones de drones comerciales civiles, que eran ampliamente comprados y utilizados por ambos ejércitos.

Pero, en la práctica, como demuestran datos examinados por Mediapart, Pekín alimenta de forma masiva la maquinaria bélica rusa al proporcionarle las cantidades gigantescas de fibra óptica que necesita.

Los datos aduaneros sobre este tipo de productos son difíciles de manejar: se actualizan de forma irregular y a veces varían según las fuentes (chinas, rusas o ucranianas), lo que puede explicarse por errores o mercancías declaradas bajo otros códigos aduaneros. Rusia oculta una parte de sus importaciones vinculadas al esfuerzo de guerra para evitar que sus proveedores sean sancionados. Por último, la comparación mes a mes no siempre es concluyente debido a los plazos de entrega.

Pero cruzando las cifras proporcionadas por varios servicios de aduanas con datos procedentes de bases profesionales, es posible obtener una horquilla global coherente. Y es contundente: según nuestros cálculos, las fábricas chinas han suministrado a Rusia al menos 30 millones de dólares de fibra óptica desde comienzos de 2024.

Si se relaciona con el precio medio constatado entre los proveedores chinos, esa horquilla baja de 30 millones de dólares representando potencialmente dos millones de kilómetros de fibra óptica enviados a Rusia bajo la mirada benevolente de las autoridades chinas.

Una parte la utilizan simples empresas de telecomunicaciones (la fibra empleada para drones y para la conexión a Internet es la misma). Pero, pese a los discursos de las autoridades chinas, que aseguran "no participar" en la guerra lanzada por Vladimir Putin, los productos chinos también abastecen a empresas rusas que no ocultan el destino militar de la mercancía.

Datos aduaneros detallados consultados por Mediapart revelan así que China exportó por unos 92.000 dólares de fibra óptica a un productor ruso de drones sancionado por Estados Unidos debido a su contribución al esfuerzo bélico de Moscú: la Oficina de Diseño Simbirsk Piranha (SKB Piranha).

SKB Piranha no oculta la naturaleza de sus actividades: su página web ofrece varios modelos de drones que se han beneficiado de retornos de experiencia "directamente desde sus lugares de uso" —es decir, desde el frente ucraniano—. "Trabajamos en todo el territorio de Rusia y de la Novorossiya", precisa la empresa. Novorossiya designa los territorios ocupados del sureste ucraniano.

"Disfrutamos de una reputación extremadamente positiva entre las unidades del ejército ruso", añade todavía el fabricante, alabando su modelo de fibra óptica, que ofrece una calidad de flujo de vídeo "esencial para el reconocimiento de objetivos" y puede recorrer hasta 25 kilómetros.

Pese a esta participación reivindicada en el esfuerzo bélico ruso, una empresa china, Shenzhen Weiliao International Trade, suministró fibra óptica a SKB Piranha en al menos tres ocasiones: en noviembre de 2024, en diciembre de 2024 y después en marzo de 2025.

También se acusa a Shenzhen Weiliao International Trade de suministrar a Rusia componentes que sirven para la fabricación de drones del tipo Shahed, esos aparatos no tripulados de gran envergadura utilizados para atacar grandes ciudades ucranianas, a miles de kilómetros del frente.

Atados de pies y manos

Para intentar recuperar su retraso, Ucrania también trata de abastecerse en las fábricas chinas. Pero en cantidades mucho menores. Según nuestros cálculos, en 2024 China exportó de media dos millones de dólares en fibra óptica cada mes a Rusia, frente a algo más de 600.000 dólares a Ucrania.

La brecha se amplió aún más en 2025: ese año, China envió a Rusia más de tres millones de dólares en fibra óptica cada mes, frente a menos de 500.000 dólares a Ucrania. Dicho de otro modo, suministró a Moscú seis veces más de este material crítico que a Kiev.

Los procedimientos de fabricación de las fábricas chinas son rudimentarios: la fibra óptica se enrolla en las bobinas de los drones "directamente desde la bobina madre", sin un tratamiento particular, lo que "puede producir bucles" y hacer que el hilo se enrede o incluso se rompa, detalla Hervé Aubé, jefe de proyecto en el principal fabricante francés de bobinas para drones guiados por cable, SEDI-ATI.

Estas bobinas francesas, más tecnológicas, son demasiado caras para alimentar la guerra en Ucrania, cuyos protagonistas buscan grandes volúmenes a bajo coste. "Aunque solo tengan un 50% de drones que lleguen a su objetivo, hoy les vale: compensan la calidad con la cantidad", detalla también Hervé Aubé.

Tras haber diseñado bobinas de 10, 20 y luego 30 kilómetros, los fabricantes chinos ofrecen ya a la venta bobinas de 50 kilómetros o más, remodelando profundamente la fisonomía del frente y de la guerra en general.

"Rusia está, hoy en día, atada de pies y manos con China", estima Jérôme Beuclair, ingeniero francés especialista en drones guiados por cable, que diseñó ya en 2022 un dron de fibra óptica utilizado por el ejército ucraniano, Chimera. "Su cadencia de producción de drones viene de China, al menos en lo que respecta a las materias primas", precisa también quien viaja con regularidad al Donbás para seguir la evolución de estas tecnologías.

De hecho, sin Pekín, Rusia no podría mantener el ritmo. Según nuestros cálculos, el 96% de las importaciones de fibra óptica hacia Rusia entre enero de 2024 y marzo de 2025 procedían de China. Mientras las negociaciones sobre un posible acuerdo de paz entre Kiev y Moscú se eternizan, Pekín dispone de un medio de presión sin equivalente que le permitiría, si de verdad lo quisiera, obligar a Vladimir Putin a detener su guerra. Privado de los componentes chinos que equipan su material, al ejército de Moscú le costaría mucho sostenerse.

Hasta hace apenas unos meses, Lyman, pequeña ciudad del este de Ucrania, se parecía a todas esas localidades cercanas al frente que las bombas rusas van destruyendo lentamente: edificios reventados, ventanas sustituidas por placas de aglomerado, calles cada vez más desiertas.

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