La escalada bélica en la Europa del Este provoca un 'electroshock' en Alemania

Una mujer con el rostro pintado de la bandera ucraniana participa en una protesta este domingo en Berlín en contra de la guerra en Ucrania.

Thomas Schnee (Mediapart)

Durante las últimas semanas, la desidia y las incoherencias de la diplomacia alemana venían llamando la atención a más de uno. Sin embargo, a partir de este último fin de semana ya no hay dudas de que la onda de choque causada por la invasión rusa en Ucrania ha afectado a la capital y al gobierno de Alemania.

Esa onda se materializó el sábado con la llegada de los primeros grupos de refugiados procedentes de la frontera de Ucrania con Polonia. “Estamos con la población ucraniana. Acogemos con el corazón y los brazos abiertos a las personas que escapan de esta terrible guerra”, declaró la senadora responsable de asuntos sociales de Berlín, Katja Kipping, que acababa de recibir a una veintena de mujeres y niños en el centro de acogida del barrio de Reinikendorf, en el que se han puesto a su disposición unas 1.300 camas y se le ha dotado de personal de habla rusa y ucraniana.

Berlín ha prometido “conceder una ayuda masiva” a los refugiados que huyen de las bombas, un campo en el que Alemania sabe actuar porque, desde 2015, el país ha acogido a cientos de miles de migrantes de Oriente Próximo que huían de la guerra de Siria, y luego a varios miles más en 2021 con ocasión de la crisis orquestada por Bielorrusia. La Deutsche Bahn, compañía de ferrocarriles alemana, se hace cargo de los gastos de transporte de todo el que presente documentos de identidad ucranianos con destino Alemania.

Enorme manifestación en Berlín

“Acogedlos calurosamente”, ha pedido Katja Kipping a los berlineses, quien piensa que habría que implantar rápidamente “unas normas expeditivas y no burocráticas para conceder permisos de trabajo”. El domingo pasado, al menos 100.000 personas, según la policía, o 500.000 según los organizadores, se manifestaron en Berlín para protestar contra la agresión rusa a Ucrania.

El despertar de Berlín no solo es ostensible en el campo humanitario, sino también en los campos diplomático y militar. El canciller alemán Olaf Scholz anunció, durante una sesión extraordinaria del Bundestag, la toma de medidas históricas en materia de defensa.

“El mundo ha entrado en una nueva era” con la invasión de las tropas rusas en Ucrania, lo que constituye “una infame violación del derecho internacional”, declaró Scholz, y anunció la creación de un fondo especial de 100.000 millones de euros para modernizar el ejército alemán, la Bundeswehr. “A partir de ahora y año tras año, vamos a invertir más del 2% del PIB en nuestra defensa”, añadió, es decir, más allá del objetivo del 2% del PIB nacional que se han marcado como objetivo los países OTAN.

Scholz anunció también que Alemania apoyará cada vez más los proyectos de defensa europeos, entre ellos el desarrollo del proyecto del avión franco-alemán FCAS. Con estas decisiones, Berlín ha dado además un importante paso simbólico al confirmar su voluntad de hacer un pedido de drones armados, lo que provocó abucheos de los diputados de la izquierda radical del hemiciclo.

Por otra parte, se han tomado diversas medidas para limitar la dependencia alemana del gas ruso, medidas que han sido bien recibidas por los diputados con la excepción de los de la izquierda radical Die Linke y los de la extrema derecha AfD.

Este cambio viene acompañado por un cambio de actitud sobre las exportaciones de armas. El sábado, el ministerio de Economía autorizó a los Países Bajos la entrega a Ucrania de 400 lanzacohetes de fabricación alemana y, acto seguido, la cancillería confirmó la entrega directa a Ucrania de 1.000 lanzacohetes, 500 misiles Stinger y 14 vehículos blindados de transporte de tropas.

“Estamos lejos de los 5.000 cascos que estaban previstos para finales de enero. Se trata de armas que, empleadas oportunamente, pueden marcar la diferencia sobre el terreno frente a los carros rusos”, asegura sorprendido el experto Christian Mölling, director de investigación del think tank alemán DGAP (sociedad alemana de política exterior).

“Desde el inicio de la crisis, Alemania siempre ha ido con retraso. En comparación con la actitud anterior, el paso que Scholz acaba de dar es impresionante. Esas medidas se han considerado necesarias si queremos un ejército que pueda asumir la defensa nacional. Pero muchas de ellas estaban bloqueadas por discusiones ideológicas internas, sobre todo dentro del SPD. Ante la incomprensión de sus aliados de la OTAN, Scholz ha elegido hacer caso omiso, estima el investigador, para quien deben ser también relativizados los anuncios presupuestarios. “100.000 millones de euros parece mucho, pero los déficits de equipamiento de la Bundeswehr son importantes y hará falta la mitad de esa cantidad solo para hacer frente a unas necesidades mínimas. Además, Scholz no ha dicho en cuántos años se distribuirá esa suma”, precisa, añadiendo que la complejidad de los pedidos de armamento no garantiza que sean capaces de transformar el dinero en potencia militar, “un problema que por desgracia Alemania conoce bien”.

Por su parte, la jefa de la diplomacia, la ecologista Annalena Baerbock, crítica desde hace tiempo con el gaseoducto Nord Stream 2 y la dependencia energética de su país respecto a Rusia, ha reconocido que Alemania estaba “rompiendo con una forma de contención particular y solitaria en materia de política exterior y de seguridad (…). Si nuestro mundo es diferente, nuestra política también debe serlo”.

El analista Christian Mölling cree que “esta visión no implica forzosamente una reorientación diplomática, sino que marca otra opción respecto a la historia alemana y al nazismo”, y recuerda el debate que en su momento bullía en el partido ecologista en la época de Joschka Fischer con el tema de la implicación de la OTAN en Kosovo (1999), unos rechazando la actuación militar con el “nunca más la guerra” y otros, al final mayoritarios, que defendían lo contrario bajo “nunca más Auschwitz”.

Un país pobre y a la deriva: así es la joya de Stalin que ahora recorren los tanques de Putin

Un país pobre y a la deriva: así es el la joya de Stalin que ahora recorren los tanques de Putin

La amenaza de Putin a Europa, la invasión de Ucrania y la voluntad de Olaf Scholz de dejar de ser el farolillo rojo diplomático han hecho bascular la balanza alemana hacia la segunda opción. Será interesante ver en los próximos días y semanas hasta qué punto este giro militarista podrá reactivar el reflejo y el debate pacifista que han venido condicionando la posición diplomática de Alemania durante décadas.

Traducción de Miguel López.

Texto en francés:

by on Scribd

Más sobre este tema
stats