Boris Johnson pone en marcha su estrategia de distracción para salvar su futuro político

El primer ministro británico, Boris Johnson, abandona Downing Street.

Marie Billon (Mediapart)

“Shameless!”, gritaban algunos diputados mientras Boris Johnson daba su discurso en la Cámara de los Comunes, este lunes 31 de enero. “¡Vergonzoso!”. El primer ministro acababa de presentar sus excusas tras la publicación del informe de la investigación interna sobre el Partygate, antes de verse obligado a cambiar de táctica: “Sé dónde está el problema”, señaló, ignorando las afirmaciones de “¡es usted!”, de los diputados de la oposición, y quizás también de algunos de su propio partido, “es saber si se puede confiar en que este Gobierno haga lo que se espera de él”. “¡Vergonzoso!”. “¡Vergonzoso!”.

Boris Johnson no dimitió tras publicarse el informe de la funcionaria Sue Gray, sobre las fiestas celebradas en Downing Street y el barrio gubernamental de Whitehall durante los diferentes confinamientos. No supone una sorpresa, ya que los tan esperados resultados se entregaron de forma minimalista. Se revisaron 16 fiestas, pero 12 de ellas forman ahora parte de una investigación penal de la Policía Metropolitana de Londres. Scotland Yard pidió a Sue Gray que se refiriera sólo tangencialmente a estos hechos.

Finalmente, la funcionaria prefirió no dar detalles de ninguna de las fiestas que había investigado. Sus conclusiones, sin embargo, son más ácidas de lo esperado: “Algunos de los comportamientos en estas reuniones son difíciles de justificar”, “muchas de estas reuniones no deberían haber tenido lugar o no deberían haberse desarrollado en la forma en que lo hicieron”. Sue Gray no es blanda con los que participaron. Pero no precisa si se dirige a funcionarios, políticos o miembros del Gobierno.

“En ocasiones, parece que se prestó poca atención a lo que ocurría en el país para juzgar la conveniencia de estas reuniones, los riesgos que suponían para la salud pública y cómo lo podía recibir la gente”, escribe. La acusación más específica proviene del mismo breve párrafo: “Hubo errores de liderazgo y de juicio de varias fuentes en el Number 10 y en la Oficina del Gabinete en varios momentos”.

Al no verse acusado directamente, Boris Johnson esperaba salir airoso en la Cámara de los Comunes con promesas de revisar el funcionamiento interno del Number 10. “Lo entiendo y lo solucionaré”, aseguró.

Pero la predecesora de Boris Johnson, Theresa May, dio su propia interpretación de las conclusiones del informe en el Parlamento: “El informe muestra que el Number 10 no estaba siguiendo las normas que dictó. Así que, o bien el primer ministro no conocía las normas o no las entendía o pensaba que no se aplicaban a él”. Boris Johnson respondió que era evidente que la ex jefa de gobierno no entendía las conclusiones del informe, debido a la vaguedad del documento. “No, eso no es lo que dice el informe de Sue Gray. Le sugiero que espere a las conclusiones de la investigación”. Boris Johnson se refería en esos términos a la investigación policial.

Porque después de haber respondido a quienes reclamaban su dimisión que esperaran a las “conclusiones de la investigación”, pensando en la de Sue Gray, la apertura de una investigación por parte de Scotland Yard la semana pasada da a Boris Johnson un poco más de tiempo para salvar su futuro político. El primer ministro ha invitado incluso a uno de sus ya exfieles, el diputado conservador Andrew Mitchell, que el lunes anunció en la Cámara de los Comunes que ya no confiaba en él, a repensárselo, cuando concluya la investigación policial.

Esto puede durar varios días o semanas. Mientras tanto, el primer ministro siempre puede decir que no se permitirá perjudicar a los investigadores. “Primer ministro”, pregunta la diputada laborista Jess Phillips, “¿estuvo usted presente en el acto al que se refiere el informe y que tuvo lugar en su propio apartamento el 13 de noviembre [de 2020]? Supongo que no necesita que nadie le diga si estuvo allí o no”. El primer ministro evita responder, diciendo que hacerlo sería comentar una investigación en curso. “Tendrá que esperar”, concluyó secamente.

Durante la sesión, Boris Johnson invocó repetidamente la separación de poderes. “Se esconde detrás de una investigación sobre un comportamiento delictivo que supuestamente tuvo lugar en su casa y en su lugar de trabajo”, acusó el líder de la oposición laborista, Keir Starmer. “Está utilizando esta investigación como un escudo conveniente, cuando debería ser una marca de vergüenza”.

Al líder laborista, Boris Johnson no sólo le dijo que tuviera paciencia. También desplegó otra de sus estrategias: la difamación. El primer ministro le acusó en la Cámara de los Comunes, cuando era fiscal, de no perseguir a Jimmy Savile en 2009. El expresentador de la BBC, fallecido en 2011, ha sido identificado desde entonces como un pedófilo en serie. Acusaciones contra Keir Starmer que son infundadas, según la organización independiente de comprobación de hechos Full Fact.

Criticar al líder de la oposición es una estrategia que atrae a los diputados conservadores, incluso a los que dudan de la capacidad de Boris Johnson. “La operación Carne Roja”, lanzada a mediados de enero y destinada a hacer anuncios que atraigan a sus tropas –como el fin de las restricciones del “Plan B” en la variante ómicron­– ya ha demostrado su eficacia. Boris Johnson ya no parece verse tan amenazado a todas horas desde sus propias filas partido como a principios de enero.

El otro gran aspecto de la estrategia de comunicación de Boris Johnson es decir que los británicos están cansados de oír hablar de fiestas, de tartas de cumpleaños y de maletas llenas de botellas de alcohol. Este fue el hilo del que tiró el primer ministro en Westminster tras sus tibias disculpas. “Sí, se puede confiar en que este Gobierno hará lo que se espera de él”, dijo. Y Boris Johnson dedicó un minuto y medio de su declaración de seis minutos a enumerar sus éxitos; en primer lugar, el Brexit, que “creó puestos de trabajo”, y luego las campañas de vacunación, que “nos permitieron restaurar las libertades individuales más rápido que cualquier otro país de tamaño comparable”.

A continuación, un diputado laborista pidió al primer ministro que respondiera a uno de sus electores que estaba preocupado porque estos repetidos escándalos estaban dañando “la reputación del Reino Unido en el plano internacional”. “Nuestra reputación se basa en nuestra capacidad de unir a nuestros aliados para hacer frente a Vladimir Putin”, respondió Boris Johnson. No es la primera vez que se presenta como líder del mundo libre en esta crisis internacional. Ya el 25 de enero, dijo: “El Gobierno británico [...] está uniendo a Occidente para poner en marcha el paquete de sanciones más sólido”.

Al igual que Estados Unidos, Londres quiere centrarse en el dinero y en los activos financieros del entorno de Vladimir Putin en caso de invasión de Ucrania. Sin entrar en detalles, la ministra de Asuntos Exteriores, Liz Truss, dijo el lunes que sería “el régimen de sanciones más fuerte contra Rusia que jamás hayamos puesto en marcha [que] marcaría el cambio más significativo en nuestro enfoque desde que dejamos la Unión Europea”. Londres cree que puede actuar con más decisión y rapidez que sus aliados europeos, al no tener que esperar a que haya consenso entre los miembros para tomar decisiones.

Boris Johnson tiene previsto mantener una conversación telefónica con Vladimir Putin esta semana antes de viajar a Kiev para reunirse con el presidente Volodymyr Zelensky. Downing Street “quiere dar la impresión de un líder decidido, que se enfrenta con firmeza a una crisis internacional, muy lejos de la impresión de un hombre roto que no consigue deshacerse de los dolores de cabeza de las fiestas del confinamiento”, escribe un columnista de The Guardian.

Boris Johnson no había brillado realmente durante sus dos años como ministro de Asuntos Exteriores entre 2016 y 2018, pero una crisis internacional es siempre una oportunidad política. De hecho, los diputados que aún apoyan a “Boris” argumentan que sería peligroso desestabilizar al Reino Unido cambiando de líder en medio de tales tensiones internacionales... Queda por ver si este argumento será suficiente para salvar a su líder.

Traducción: Mariola Moreno

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