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Las fuerzas conservadoras y reaccionarias conquistan el Bundestag
A simple vista, es una victoria para Angela Merkel. La candidata a la que se daba por ganadora de las elecciones desde el inicio de la campaña electoral repetirá en la Cancillería, después de que su partido consiguiera este domingo el 32,9% de los votos y 246 escaños, de los 709 del Parlamento. En realidad, la jefa de la CDU/CSU ha obtenido su peor resultado desde que ocupa la Cancillería (hasta la fecha, el peor resultado electoral se remontaba a 2009, cuando los democrata-cristianos consiguieron el 33,8% de los votos). El partido obtuvo este domingo el peor resultado desde1949. Y no va a resultarle sencillo formar gobierno.
El que fuera su socio de Gobierno, el socialdemócrata SPD, anunció el domingo que no optaría a formar una “gran coalición”. La formación también ha cosechado el peor resultado de su historia: el 20,2%, cuando el resultado de 2009 (el 23%) ya supuso un trauma en la trayectoria del partido; el hundimiento de los socialdemócratas alemanes parece ahora inevitable. Este resultado también es el fracaso de la apuesta llamada Martin Schulz: traer de Bruselas al que fuera presidente del Parlamento Europeo para dirigir la campaña de los socialdemócratas alemanes no ha funcionado. ¿Estamos ante una falta de discernimiento o voluntad de aferrarse al poder? De momento Schulz no cuestiona su liderazgo en el partido. Incluso piensa que puede ser quien lidere “el proceso de renovación” en el seno del SPD, tal y como dijo el domingo. Hay una batalla política en ciernes. Y es que, en diciembre, hay elecciones en el SPD.
Pero la principal conmoción de estas elecciones llega de mano de la extrema derecha: el AfD (Alternativa por Alemania, xenófobo y antiUE) ha hecho una espectacular entrada en el Bundestag, al conseguir el 12,6% de los votos y 94 escaños. Casi triplica con ello el resultado alcanzado hace cuatro años (el 4,7%), que no le permitió entonces contar con representantes en el Parlamento, al no llegar al 5% necesario. Se trata de toda una novedad en Alemania, ya que desde la experiencia nazi, la ultraderecha nunca había conseguido ser elegida en unos comicios federales. Para este partido de reciente creación, en concreto, en 2013, se trata de una progresión fulgurante, ya que se ha convertido en la tercera fuerza política, por delante de los liberales del FDP, de los Verdes y de La Izquierda (Die Linke), que han obtenido el 10,7%, el 9,2% y 8,9% de los votos, respectivamente. En la antigua Alemania del Este, el resultado de la ultraderecha es incluso aplastante y el partido se ha convertido en el más votado en el land de Sajonia (región de Dresde, Leipzig y Chemnitz), con el 27% de los votos.
Hasta ahora, Alemania había resistido a la caída de las fuerzas socialdemócratas y al hundimiento del bipartidismo, que se ha vivido en numerosos países del continente estos últimos años: Grecia, España, Francia, Austria, Países Bajos… Ahora, también conoce esta tendencia subyacente y ve ascender a la extrema derecha.
Este lunes, la “consternación” reinaba en el seno de la CDU/CSU, según el diario bávaro Süddeutsche Zeitung. El partido ya obtuvo un mal resultado, en 2009, tras la primera gran coalición, recuerda el diario: “Entonces, se sabía que muchos electores de la Unión Democrata Cristiana se habían decantado por el FDP, para hacer posible un Gobierno negro-amarillonegro-amarillo [en alusión a los colores de los dos partidos, CDU y FDP]. Era una protesta constructiva. En 2017, se trata sólo de una protesta. ¿De qué victoria hablamos? ¿Hay una de verdad? Volker Kauder, el jefe del Grupo Parlamentario de la CDU, se ha encargado de la misión de clarificación: Angela Merkel seguirá siendo canciller, dice. Sólo por el hecho de que Kauder se sienta en la necesidad de decir esto de forma tan explícita pone de manifiesto lo desastrosa que ha sido la noche electoral para el partido. Porque si había algo que en realidad nadie ponía en duda desde hace semanas era la reelección de la canciller Merkel”.
Este lunes, numerosos analistas aludían también a la política de acogida de refugiados de Angela Merkel para explicar su victoria parcial y el fuerte ascenso de la ultraderecha. Demasiado precipitado. También hay que cuestionar la campaña de Angela Merkel: sin tema, sin programa, la canciller quiso apoyarse sobre su experiencia en el poder para hacerse de nuevo con los votos del electorado y sin duda ha pecado de optimista tomando la campaña un poco a la ligera y empezando muy tarde con los mítines. Además, el ascenso de la ultraderecha en Alemania es una carrera de fondo: el AfD ha ido conquistado, poco a poco, estos últimos años, cargos a nivel regional antes de llegar hoy al nivel federal. No en vano, el partido ya está presente en 13 Parlamentos regionales. Por último, el cansancio de los electores frente a los políticos, que no se han renovado, y la deriva del SPD, que no se ha desmarcado frente a los conservadores con los que ha gobernado durante cuatro años, son otros factores que explican hoy el castigo infligido a los partidos tradicionales.
Para formar Gobierno, la CDU/CSU va a tener que aliarse con los liberales y Los Verdes. A día de hoy, es el único escenario posible al día siguiente de los comicios, puesto que los conservadores descartan aliarse tanto con la ultraderecha como con Die Linke y donde una coalición de dos socios no basta para conseguir la mayoría. Una coalición Jamaica (negro-amarillo-verde), como la denominan los medios alemanes, contaría con 393 diputados en el Bundestag, es decir una mayoría cómoda de 77 escaños. Pero serán necesarias duras negociaciones, dadas las diferencias entre esos partidos en especial en lo que a cuestiones económicas y europeas se refiere. Los Verdes, en concreto, están en las antípodas de los liberales y el Gobierno a tres chirría. Nunca antes se ha conformado una coalición semejante a nivel federal. No así en el Gobierno regional, se formó una en Sarre, que fracasó, y otra en Schleswig-Holstein, acuerdo alcanzado hace unos meses. Pero los desafíos a nivel local y nacional son bien diferentes.
“Tales coaliciones son, como muestra la experiencia en Schleswig-Holstein, fatigosas, incluso agotadoras", escribe el editorialista del Frankfurter Allgemaine Zeitung, "las posibilidades de que la coalición aguante hasta el final de la legislatura son inferiores al 50% […]. Hay una perspectiva evidente: la CDU/CSU, el FDP y Los Verdes alumbrarán una coalición temporal a la que los protagonistas renunciarán, agotados, al cabo de dos años. Quizás entre tanto el AfD sea repudiado. Quizás el SPD se dé cuenta de que la oposición le aporta aún menos que la participación en un Gobierno, pero desde luego la canciller habrá comprendido que eso basta. El resultado serán nuevas elecciones, el final de la era Merkel y un nuevo Gobierno dirigido por su sucesor o sucesora”. La batalla de los conservadores en el periodo post-Merkel parece haber dado un brusco acelerón este domingo…
Si estas elecciones modifican notablemente el panorama político alemán, también es un mal augurio para los socios de Berlín. El retorno del FDP al Bundestag, después de cuatro años, no es una buena noticia para los que esperaban una reorientación de las políticas de austeridad europeas. El partido liberal alemán encabezaba la estigmatización de los griegos y una posición dura con relación a Atenas, cuando estuvo en el Gobierno entre 2009 y 2013. No hay duda de que su regreso al Ejecutivo no va ser barato y va a hacer todo lo posible para conseguir el Ministerio de Finanzas, puesto clave para una formación que se define ante todo por sus posiciones económicas. Merkel, a quien su partido reprocha sus políticas demasiado “izquierdistas”, también deberá reconquistar al núcleo duro de los conservadores. Más de un millón de electores de la CDU/CSU de 2013 se han decantado ahora por el AfD, según Frankfurter Allgemeine Zeitung, que también destaca que la ultraderecha ha conseguido muchos votos entre aquellos que en las legislativas anteriores se abstuvieron.
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En general, Angela Merkel va a estar muy ocupada los próximos meses tratando de formar una coalición acrobática con los liberales proausteridad, de un lado, y Los Verdes proeuropeos y reformadores, al otro. El FDP ya ha retocado las propuestas de Emmanuel Macron: se opone a la creación de un puesto de ministro de Finanzas de la UE y de un Parlamento de la eurozona. Christian Linden, el líder del partido, es incluso partidario de la supresión del mecanismo europeo de estabilidad creado en lo peor de la crisis griega. Y es favorable a la salida de Grecia de la zona euro.
He ahí la paradoja de estas elecciones alemanas de 2017: después de una campaña gris y pobre en propuestas, las discusiones serias y los enfrentamientos políticos por fin empiezan a trazarse.
Traducción: Mariola Moreno