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La guerra de Ucrania coloca ahora a Polonia en una posición clave en la UE

El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki.

Ludovic Lamant (Mediapart)

De los 27 líderes de la UE, Morawiecki fue el más mordaz tras las polémicas declaraciones de Emmanuel Macron sobre Taiwán y su rechazo al "seguidismo" americano. El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, arremetió el 13 de abril desde Estados Unidos contra el enfoque "corto de miras" del presidente francés, sin llegar a mencionarle explícitamente.

"La autonomía europea suena bien, ¿verdad? Pero significa desplazar el centro de gravedad europeo hacia China y romper los lazos con Estados Unidos (...). No acabo de entender (el concepto) si significa, de facto, pegarse un tiro en el pie", explicó, en referencia al enfoque defendido por Emmanuel Macron. Para el diario Político, Morawiecki disfrutó "haciendo de anti-Macron" durante su gira por el Atlántico. Se ha resquebrajado así la frágil unidad que ha reinado en la Unión Europea en torno a Ucrania durante más de un año.

El ferviente atlantismo polaco no es nuevo. Sobre todo dentro del partido ultraconservador Ley y Justicia (PiS), del que el primer ministro es una de los figuras clave. En el espacio de un año, el presidente americano Joe Biden visitó Varsovia nada menos que dos veces, en marzo de 2022 y de nuevo en febrero de 2023, una frecuencia sin precedentes en la historia. 

Pero la forma ruidosa en que Morawiecki expresa ahora sus discrepancias con París puede reflejar la situación de un país que nunca ha sido tan influyente en el continente desde su adhesión en 2004. Es una de las espectaculares sacudidas provocadas por la ofensiva rusa en Ucrania desde febrero de 2022: la UE se inclina un poco más hacia el Este.

Para decirlo con las palabras de Olaf Scholz, el canciller alemán, que lo predijo en un discurso en Praga en agosto de 2022, "el centro de Europa se desplazará hacia el Este". Y Polonia saldrá ganando. Algunos ya hablan de un eje Varsovia-Kiev en una "nueva Europa" de 30 o más, que sustituya al tándem de la "vieja Europa" de París y Berlín.

"Hubo un efecto de guerra en Ucrania: incluso la gente de la Comisión Europea y del Parlamento Europeo que estaba en pie de guerra por el deterioro del Estado de derecho en Polonia pensó que los polacos no eran tan malos. O que al menos los necesitaban", afirma Valentin Behr, investigador del CNRS en el Centro Europeo de Sociología y Ciencias Políticas.

Y añade: "Se ha hecho difícil prescindir de Polonia y de los nuevos Estados miembros, que ya no son tan nuevos, porque están en la primera línea del conflicto, y algunos de ellos están tomando iniciativas, como Polonia o Eslovaquia, sobre la entrega de aviones de combate.

Durante los últimos veinte años, Polonia se ha contentado con su importancia en alianzas locales, como el Grupo Visegrado (con Hungría, la República Checa y Eslovaquia) o en el Formato de Bucarest (nueve Estados del antiguo bloque comunista ahora en la OTAN, incluidos los tres Estados bálticos, Rumanía y Bulgaria). Pero su influencia real en la dirección de los asuntos en Bruselas siguió siendo modesta. En el mejor de los casos conseguía, junto con Hungría, bloquear el avance de expedientes o asegurarse la ayuda regional en los presupuestos.

Esta vez, parece haber cambiado de marcha. La guerra ha dado la razón a Polonia: sobre Rusia, sobre el Nord Stream 2, sobre la seguridad europea, sobre la importancia del ejército", escribe Piotr Buras en una nota del think tank ECFR. Los papeles han cambiado, y al menos para los líderes polacos– les sienta bien.

Si hay una imagen de esta influencia inédita, es sin duda la de Morawiecki pronunciando un largo discurso sobre Europa a finales de marzo en la prestigiosa Universidad de Heidelberg, en Alemania. El ex banquero de perfil técnico defendió un proyecto confederal, una alianza de Estados-nación soberanos, frente al deseo de integración que muchos preconizan desde la pandemia. El primer ministro polaco respondía así, desde la extrema derecha soberanista, a los discursos de Macron en la Sorbona en 2017, o de Scholz en Praga el año pasado.

El apoyo de Meloni en la mesa del Consejo

Si la visión sobre Polonia ha cambiado, es porque Varsovia da la impresión de haber visto las cosas antes que los demás, en todo caso mucho antes que París y Berlín. Sobre la peligrosidad de Vladímir Putin, pero también sobre la necesidad de una política energética independiente de Moscú (cuando Alemania aún apostaba por la construcción del gasoducto Nord Stream 2, en 2015, un año después de la anexión de Crimea).

Polonia también es el país que más refugiados ucranianos ha acogido unos 500.000 en la actualidad y el que más dinero ha dedicado a ello en 2022, según la OCDE. El país también cuenta con que el gasto militar aumente hasta el 4% del PIB, frente al objetivo del 2% de la UE, y fue el primero en entregar tanques Leopard 2 a Kiev el pasado febrero. Se ha convertido en un centro de entrega de ayuda militar de los Veintisiete a Ucrania.

Pero han entrado en juego también otros factores. La cercanía a Rusia del Primer Ministro húngaro, Viktor Orbán, a pesar de la guerra, ha roto el grupo de Visegrado. Polonia se ha vuelto más accesible, tomando la iniciativa en alianzas con perfiles menos esperados. Como teorizaba hace poco el político polaco Jaroslaw Kuisz, citado por Le Monde, la alianza más relevante ante la guerra de Ucrania une actualmente a Polonia, Finlandia, los tres países bálticos y Rumanía, una "alianza ad hoc de países víctimas del pacto Hitler-Stalin" de 1939. En Bucarest, a finales de marzo, Morawiecki abogó también por una "comunidad económica" a tres bandas -Polonia, Rumanía y Ucrania-, a falta de una rápida adhesión de Kiev a la UE.

Por otra parte, la elección de la posfascista Giorgia Meloni en Italia el año pasado ha significado que Mateusz Morawiecki cuenta con un fuerte apoyo en la mesa del Consejo Europeo: sus dos partidos, Fratelli d'Italia y PiS, son estrechos aliados en el Parlamento Europeo, acostumbrados a trabajar juntos, y bien podrían cambiar por completo la política en Estrasburgo tras las elecciones europeas de 2024.

Fuertes tensiones con Berlín

De repente, el Gobierno polaco de extrema derecha, muy criticado en los últimos años por endurecer la ley del aborto, por cuestionar la supremacía de la legislación europea, no proteger sus bosques y perder la independencia del poder judicial, ahora se encuentra en el centro del tablero. Pero, ¿cuánto durará esta dinámica coyuntural, ligada a la urgencia de la guerra?

Hay muchos elementos que limitan el alcance del relato sobre el resurgimiento de Polonia. Demográficamente, sigue teniendo poco peso, aunque sea líder de un bloque de nueve Estados del Este con menos de 100 millones de habitantes (aproximadamente una quinta parte de la población de la UE). Su decisión de no entrar en la zona euro también lastra su influencia en Bruselas: sólo siete de los 27 Estados permanecen fuera, tras el Brexit y la entrada de Croacia en la zona euro en enero.

Otra dificultad es que sigue abierta la batalla jurídica con Bruselas, en particular sobre la primacía del derecho europeo. A esto se añade la delicada cuestión de las reparaciones que Varsovia exige a Berlín: el PiS ha estimado el coste financiero de las pérdidas de la Segunda Guerra Mundial en 1,3 billones de euros. El Gobierno de Olaf Scholz ya lo ha rechazado, pero Varsovia insiste. Eso podría envenenar las relaciones entre los dos vecinos durante mucho tiempo.

En cuanto al fondo, el atlantismo vigorosamente exhibido por Morawiecki también tropieza con algunas contradicciones. En París, Laurence Boone, la secretaria de Estado francesa para Asuntos Europeos, señala una de ellas: "Recuerdo el empuje diplomático de China, que había conseguido en 2012 el llamado foro "17+1". Es un grupo que ahora desaparece y que reunía a los países de la UE que aceptaban más inversiones chinas. Incluía a muchos países de Europa Central y Oriental (entre ellos Polonia) que ahora dicen que hay que acercarse a Estados Unidos a toda costa...".

Habrá elecciones parlamentarias en otoño en Polonia

También está por ver cómo le irá al PiS, en el poder desde 2015 pero sin una verdadera mayoría estable, en las próximas elecciones parlamentarias, previstas para otoño. Los sondeos de opinión lo sitúan en cabeza, pero Morawiecki puede llegar a ser pasado por su derecha, por ejemplo por el actual ministro de Justicia, Zbigniew Ziobro. Los sondeos barajan la opción de una coalición del PiS con la ultraderechista Confederación, un escenario que endurecería aún más las relaciones entre Varsovia y Bruselas.

También desde la perspectiva de esta precampaña hay que descifrar el discurso de Morawiecki sobre Europa: "La oposición en Polonia suele tratar de convertir las campañas electorales en referendos a favor o en contra de Europa, demonizando al PiS, descrito como el partido que llevaría al Polexit", explica Valentin Behr, del CNRS. “Para Morawiecki, el reto era invertir este estigma diciendo: 'Miren, tenemos una visión, y aliados en Europa'".

Por su parte, Laurence Boone quiere creer que el ruido europeo que se montó tras el viaje de Macron a Pekín se mitigará rápidamente, a pesar del exabrupto polaco. “Tras la caída del Muro de Berlín, hubo países europeos que acudieron a la OTAN en busca de apoyo militar y a la UE en busca de apoyo económico", afirma. “Ahora que el mundo es más incierto y la guerra está a las puertas, están cambiando en esta cuestión de la autonomía estratégica. Eso lleva un tiempo, no es natural para todos nuestros socios, pero hay un gran empuje por parte de Francia. Las cosas avanzan.”

Polonia y la Unión Europea: entre encrucijadas

Aunque en los últimos meses ha multiplicado sus viajes a la "vieja Europa", sellando tratados con Italia o España, o visitando recientemente los Países Bajos, la última visita oficial de Macron a Polonia se remonta a febrero de 2020. Eso fue antes de la guerra de Ucrania: hace una eternidad.

 

Traducción de Miguel López

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