Johnson se salva por los pelos, pero deja a su partido profundamente dividido

Un manifestante sostiene una pancarta contra Boris Johnson frente al Parlamento en Londres.

Ludovic Lamant (Mediapart)

Boris Johnson acaba de salvar el pellejo, pero ¿por cuánto tiempo? El jefe del Gobierno británico, sancionado por haber participado en fiestas clandestinas durante el confinamiento, se sometió este lunes 6 de junio a un voto de censura impulsado por un sector de su partido. Unos 211 diputados conservadores le respaldaron, mientras que otros 148 le retiraron su apoyo (casi el 41%), en una reunión de crisis celebrada en Londres ya por la noche.

En un vídeo, el exalcalde de Londres se apresuró a felicitarse, calificando el resultado de "convincente y decisivo". Dijo que confiaba en que el resultado de la votación le daría un respiro y prometió centrarse en "lo que hacemos como Gobierno para ayudar a la gente". Boris Johnson se refería en particular a la batería de medidas anunciadas a finales de mayo en respuesta a la subida de precios.

Pero el alcance de la rebelión anti-Johnson es una sorpresa. Muestra un partido profundamente dividido en torno a Johnson y su cuestionada capacidad de reacción para llevar a los tories a la victoria en las próximas elecciones generales, previstas para finales de 2024. "Boris Johnson sobrevive a la votación de confianza, por el momento", escribe el semanario conservador The Spectator. "Se avecinan tiempos más difíciles" para el primer ministro, predice The Economist.

En diciembre de 2018, la exjefa de Gobierno Theresa May había ganado una moción de censura con un apoyo ligeramente superior (63% –es decir, 200 votos "a favor" frente a 117–, frente al 59% de apoyo a Johnson este lunes). Acabó dimitiendo seis meses después, al considerar que había perdido definitivamente el apoyo de su partido.

Johnson también tuvo un apoyo inferior al de John Major, que fue desafiado en 1995 por el ala anti-UE del partido. Antes de la votación del lunes, el entorno de BoJo informaba a los periodistas que esperaba un centenar de diputados "rebeldes", pero ciertamente no 148. Esto hace que un editorialista de The Guardian escriba: "Es una victoria, pero también un desastre para el primer ministro”.

Sobre el papel, el jefe de Gobierno está ahora a salvo durante un año. Los estatutos del partido no permiten una nueva moción de censura en los próximos 12 meses. Pero es poco probable que la presión mediática y política sobre los hombros de Johnson disminuya, especialmente si las próximas elecciones parciales, por ejemplo las previstas para el 23 de junio, resultan favorables a la oposición laborista. 

"Es probable que Johnson siga enfrentándose a una guerra de guerrillas de baja intensidad por parte de la bancada descontenta, exactamente el tipo de guerra de guerrillas que ha hecho imposible la vida de May en Downing Street", dice el artículo de The Guardian.

Sólo dos de los 59 diputados escoceses en Westminster siguen confiando en Boris Johnson

Como respuesta, George Eustice, que ocupa la cartera de Medio Ambiente en el Ejecutivo, admitió que "siempre es decepcionante cuando una minoría significativa de tu propio partido se comporte de esta manera". Por su parte, el líder de la oposición laborista, Keir Starmer, se frota las manos de cara a 2024: "La elección está más clara que nunca: tories divididos, apoyando a Boris Johnson, pero sin ningún plan para resolver tus problemas [...] o laboristas unidos para luchar contra la subida de precios y restaurar la confianza en la política."

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Otra opositora a Johnson, la primera ministra escocesa Nicola Sturgeon (SNP, independientes de izquierda) comparó a Johnson con un "pato totalmente cojo", señalando de paso que apenas dos de los 59 diputados escoceses de los que se sientan en Westminster siguen apoyando a Johnson, ya que nada menos que cuatro conservadores escoceses, incluido su líder Douglas Ross, habían indicado el lunes que votarían en contra de la confianza en el exalcalde de Londres.

Aunque Johnson está lejos de estar fuera de peligro, probablemente debe esta victoria, una vez más, a la ausencia de contendientes claros en el lado conservador para reemplazarlo. Si hubiera perdido la votación, los tories habrían tenido que elegir un nuevo jefe de gobierno. Cuando Theresa May tenía problemas en Downing Street, Johnson hacía campaña para ocupar su puesto.

Esta vez es diferente. El actual ministro de Finanzas, Rishi Sunak, del que se habló en su día, parece ahora una opción arriesgada, dada su impopular política económica a la hora de abordar la inflación. Pero ahora se están proponiendo otros nombres y, todo apunta a que, la batalla por la sucesión (para el partido y para Downing Street) debería ganar en visibilidad.

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