Macron nombró ministro a Damien Abad a pesar de que estaba siendo investigado por abusos sexuales

El ministro francés de Solidaridad, Autonomía y Personas con Discapacidad, Damien Abad, abandona este lunes El Elíseo tras la primera reunión del nuevo gabinete, en París.

Marina Turchi (Mediapart)

Por la presente quiero manifestar una violación concerniente a Damien Abad, diputado de LR por el Ain [este de Francia], potencial miembro del gobierno, y de facto investido por Renaissance en el Ain”. En la carta que envió el 13 de mayo al Observatorio de la Violencia Sexista y Sexual en la Política, Chloé*, de 41 años, no oculta su denuncia, en un momento en que el nombre de Damien Abad circula como posible ministro, y es candidato a las elecciones legislativas, ella desea alertar del comportamiento que supuestamente tuvo con ella.

Una semana después, a pesar de esta alerta, Damien Abad, expresidente del grupo Los Republicanos (LR) en la Asamblea Nacional y portavoz del candidato François Fillon en 2017, fue nombrado ministro de Solidaridad, Autonomía y Discapacidad.

En su carta, a la que ha tenido acceso Mediapart (socio editorial de infoLibre), Chloé denunciaba la violación que supuestamente sufrió, pero también mencionaba la existencia de una denuncia por violación, presentada por otra mujer, a la que no se dio curso. “Se espera que los representantes electos de la República den muestras de ejemplaridad en todas las circunstancias”, escribió en su carta al Observatorio. “La denuncia de las mujeres no es suficiente para acabar con las situaciones de abuso”.

En una respuesta escrita a Mediapart, el diputado, de 42 años, niega las acusaciones y “afirma con rotundidad que las relaciones sexuales que haya podido mantener se basaron siempre en el principio del consentimiento mutuo”.

A petición de Chloé, el Observatorio -creado en febrero por iniciadores del colectivo #MeTooPolitique como Fiona Texeire, Mathilde Viot y Alice Coffin, para acompañar a las mujeres que lo deseen- envió su testimonio (anónimo) por correo electrónico a las direcciones de los dos partidos, el 16 de mayo: Los Republicanos, que Damien Abad acaba entonces de abandonar, y La República en Marcha (LREM), formación a la que se ha unido. Al final de la semana, también envió la carta al fiscal.

En su denuncia, el Observatorio subraya que “la gravedad de los hechos mencionados [en la carta] hace imperativo que se ponga en conocimiento” de estos partidos. Esta alerta, por el momento, ha quedado sin respuesta por parte de las dos formaciones en cuestión.

Contactado por Mediapart, Christophe Castaner, presidente del grupo LREM en la Asamblea Nacional, dijo que “no había recibido nada”. Tras nuestras preguntas, ha puesto estos hechos en conocimiento del fiscal y “aconseja a la víctima que presente una denuncia inmediatamente”. Por su parte, Stanislas Guerini, delegado general de En Marcha, que también acaba de ser nombrado ministro, dijo que no había revisado su buzón de correo y, por tanto, afirmó que descubrió el informe del correo electrónico el sábado por la mañana, a raíz de nuestras preguntas. Matignon aún no ha respondido a nuestras preguntas.

Aurelien Pradié, secretario general de LR, afirma que no consultó el buzón al que se le envió esta denuncia, pero afirmó que las “tres veces” que le llegaron testimonios de violencia sexual relativos a otros hombres del partido, puso en marcha procedimientos. Sobre todo, asegura que se dirigió al propio Damien Abad en 2020 tras conocer “comportamientos inapropiados que supuestamente había tenido con colaboradoras”.

El caso Abad vuelve a plantear una cuestión que preocupa a todos los partidos políticos: ¿Cómo gestionan los partidos, cuando se les alerta de una posible violencia sexual y de género, estas situaciones?

El asunto plantea otra cuestión, también transparente: el uso del poder por parte de los cargos electos frente a activistas, asistentes y otro personal a su cargo. En los últimos años, varios políticos -ministros, cargos electos o altos cargos tanto de izquierdas como de derechas- han sido acusados de haber abusado de su poder, grande o pequeño, para obtener favores sexuales o imponer la violencia sexual.

En una larga investigación que comenzó en enero de 2021, Mediapart recogió los testimonios de las dos mujeres que acusan a Damien Abad de violación. No se conocen, pero los hechos que denuncian tuvieron lugar con pocos meses de diferencia, a finales de 2010 y principios de 2011, después de que el centrista fuese elegido diputado al Parlamento Europeo (fue eurodiputado de 2009 a 2012, antes de ser elegido para la Asamblea Nacional).

El relato de Chloé

Chloé conoció a Damien Abad el 7 de agosto de 2010, en la boda de unos amigos comunes en el norte de Francia. Como compañeros de mesa, hablan de política. Admira “su trayectoria”, “sus orígenes sociales”, su éxito “a pesar de su discapacidad”. Tiene una enfermedad congénita -la artrogriposis, que afecta a la movilidad de sus cuatro extremidades- y siempre ha tratado de convertir su discapacidad en una fortaleza y ha conseguido escalar en la política. En la conversación, se muestra “amable” pero “un poco insistente, pesado, haciendo demasiados cumplidos”, recuerda. 

Después de la boda, el diputado supuestamente le escribió varias veces en Facebook. Por su parte, la joven también contacta con él, sobre todo en el contexto de su trabajo, que la lleva a hablar con cargos electos y políticos. Aunque lo encuentra “pesado”, lo considera “profesionalmente interesante”. Durante sus viajes de ida y vuelta entre París y Lyon, Damien Abad le propone de forma habitual tomar una copa en la capital al final del día, que ella rechaza. Chloé explica que “no se sentía atraída por él” y que le dijo que no “quería salir con él”.

En ese momento, la joven estaba pasando por un periodo “oscuro”; cambió de trabajo, se separó de su marido y trató de “salir lo más posible” para escapar del “ambiente pesado” que reina en el piso donde aún vivía su marido.

Así que cuando Damien Abad la invitó de nuevo a tomar una copa una noche de otoño de 2010, ella aceptó. Quedaron en un restaurante y luego en un bar del distrito 9 de París. “Me ofreció champán, me bebí una copa. Y luego, ni un solo recuerdo, hasta la mañana siguiente. Nunca me había pasado, y menos después de una sola copa”, según cuenta a Mediapart. 

En su denuncia, dijo que se despertó con Damien Abad “en una habitación de hotel cerca del bar”, “en ropa interior”, “en estado de shock y de profundo asco”, y expresó su sensación de que podría haber sido “drogada”. “Me sentía relajada, mi cuerpo estaba groggy, con dolores musculares y sabía que algo malo había pasado”, explica.

Cuenta a Mediapart que salió de la habitación a toda prisa y que no “habló con él”: "Sólo quería irme". Afirma que si hubiera estado en condiciones normales, “nunca habría entrado en el hotel”.

Cuando regresó a casa, temprano, “lloró durante horas”, se “duchó mucho” y luego se acostó. Así lo ha confirmado su exmarido a Mediapart. Asegura haberse “preocupado” por no verla llegar a casa, “no es su forma de ser”. “Estaba mal. Después de la ducha, lloró toda la mañana en la habitación. Pensé que era debido a nuestra difícil situación, estaba contrariado”.

Chloé volvió a ver a Damien Abad el 26 de febrero de 2011, en Lyon. “Se ofreció a enseñarme su ciudad, me enseñó dos o tres cosas, volvió a servir champán por la noche, no pasó nada, y al día siguiente me fui rápidamente”, recuerda, mientras habla de un ambiente “sórdido”, “lleno de palabras no dichas y de incomodidad”. Visto con perspectiva, analiza este viaje como “una forma de convencerse a sí misma, de forma bastante ingenua, de que el episodio del hotel no había existido, y una forma de ponerle a prueba, para ver qué hacía, y quizás para tener una clave de lo que podría haber pasado”.

Dice que después dejó de verle. No volvió a coincidir con él hasta que se produjo un encuentro profesional en la Asamblea Nacional el 19 de septiembre de 2012, en compañía de colegas. Después, el diputado la llamó regularmente para tomar una copa, como demuestran los correos electrónicos y los mensajes de Facebook a los que ha tenido acceso Mediapart. Ella se negó varias veces amablemente, poniendo como excusa otros compromisos, y luego dejó de contestarle definitivamente. “¿Sigues enfadada?”, le escribió Damien Abad el 20 de mayo de 2014, sin obtener respuesta.

En su denuncia, Chloé asegura que estaba “tan conmocionada” que “tardó varios meses en darse cuenta y admitir que lo que había ocurrido era una violación”. Durante mucho tiempo, ocultó este asunto, explica a Mediapart. “Quería fingir que no había pasado nada, era demasiado difícil. Pero con el tiempo, me di cuenta de que había ocurrido algo grave y que tenía una responsabilidad. No quería saber nada de él, para borrarlo de mi vida. Lo eliminé de mis amigos de Facebook”.

Durante estos años, mantiene que nunca dejó de hacerse preguntas: ¿Cómo llegó a esa habitación de hotel? ¿Por qué estaba “en ropa interior” en una habitación donde él también había pasado la noche? Y si estaba en estado de inconsciencia, ¿por qué Damien Abad no llamó a amigos comunes de París?

Entre 2012 y 2020, se confió a cinco hombres de su entorno, amigos o cónyuges; dos de ellos durante conversaciones sobre el mundo político y cuestiones de violencia sexual, y uno por correo electrónico. Todos ellos así lo han confirmado a Mediapart. Con cada uno de ellos compartió, según sus relatos, su “angustia” por haberse despertado en aquella habitación de hotel sin saber “cómo había acabado allí”, su sensación de “náuseas” y “de haber sido drogada”. “Reaccioné con asombro y sorpresa: no se trataba de meros gestos o acosos, como se puede escuchar en la Asamblea. Que un diputado se atreva a hacer eso, sería muy arriesgado”, cuenta a Mediapart una asistente parlamentaria de LREM a la que confió en 2020. 

¿No ves qué escándalo sería si un violador se convirtiera en ministro?

Chloé, en un mensaje a Damien Abad el 27 de abril de 2022

En su informe, Chloé asegura que “sigue profundamente afectada por esta experiencia”. Lo confirman también sus allegados. “Vivió con ello durante mucho tiempo, pero al ver que él podía llegar a ser ministro, se le hizo insoportable. Le afectó mucho, percibí una fuerte ansiedad”, explica Étienne, un amigo.

A Mediapart, está mujer en la cuarentena explica que los casos revelados en los últimos años a raíz del movimiento #MeToo, y en particular “el testimonio de Adèle Haenel”, le han permitido avanzar en su toma de conciencia y deshacerse de su sentimiento de “culpa” de haber vuelto a ver a Damien Abad después de los hechos. En abril de 2020, dio un primer paso con un tuit sobre el político, acompañado del hashtag #MeToo. Más recientemente, el 27 de abril, envió al diputado un mensaje en el que le acusaba explícitamente de violar a las mujeres y de “destruir” en parte sus vidas, y luego añadía: “¿No ves el escándalo que supondría que un violador se convirtiera en ministro?”. El diputado respondió con dos signos de interrogación.

Si hoy habla, dice, es porque le “atormenta la idea de que pueda haber otras personas que hayan vivido lo mismo”. “Denunciar no es valiente ni heroico, es una responsabilidad. Hoy en día, este tipo de comportamiento debe detenerse, la cultura que lo permite debe terminar”, denuncia.

Preguntado por Mediapart al respecto, Damien Abad se limita a afirmar que “evidentemente nunca ha drogado a nadie” y que era “incapaz de llevar a una persona, transportarla y desvestirla” debido a su discapacidad. Añadió que “nunca había acompañado a una mujer sin su consentimiento, ni en una habitación de hotel, ni en [su] casa ni en ningún otro lugar”.

Desestimada la denuncia por violación de Margaux

Este relato coincide con otros testimonios que ha recabado Mediapart. El de Margaux*, una exmilitante centrista de 35 años. Según nuestras informaciones, presentó una denuncia por “violación” en 2017 contra el diputado, y la investigación se cerró sin tomar medidas después de que las investigaciones no fueran muy exhaustivas.

En 2009, con 22 años y como vicepresidenta de los Jóvenes Demócratas de París, conoció a Damien Abad, de 29 años, eurodiputado y presidente de los jóvenes del Nuevo Centro, en un encuentro político. Unos meses más tarde, en abril de 2010, supuestamente “empezó a coquetear con ella por sms”, dijo Margaux a la policía, con mensajes que lo demuestran. Le gustaba, le pedía “consejos sobre el Nuevo Centro” y le parecía “interesante”. “Quería que se fijara en mí”. Se inició un “flirteo” por sms.

Sus intercambios, que Margaux ha puesto a disposición de los investigadores, muestran a un joven “muy insistente”, según sus palabras. El diputado le propone varias veces que vaya a su casa de Lyon e insiste en 15 mensajes. “Si quieres que te seduzca, tienes que venir a lyon un sábado por la noche”, le recuerda el 28 de diciembre de 2010. Ella echa el freno (“Nos conocemos tan poco”) y sugiere tomar primero un café o cenar en París. Insistió varias veces y negoció que sólo vendría una noche a principios de enero. Finalmente, la mujer reserva un billete, que luego cancela con un pretexto. Se encuentra “impaciente pero también preocupada”, le escribe. “No te preokupes, no voy te voy a comer”, la tranquiliza, prometiendo poner a enfriar una botella de champán. Ella le dice que “rara vez bebe y muy poco alcohol”.

Margaux también le habla de su reputación de ligón dentro del partido. “Debo de haber salido, en total, con 5 o 6 militantes, de las cuales sólo 3 eran del NC [Nuevo Centro]”, se sorprende, añadiendo sin embargo: “Cuando era presidente de JC [Jóvenes Centristas], tenía cuidado. Pero desde que ya no tengo esta responsabilidad, he sido un poco más permisivo”. 

Vamos, estoy esperando tu foto. Tu cara y tu pecho juntos

SMS de Damien Abad a Margaux, a finales de diciembre de 2010

La militante centrista dijo a los investigadores que, incluso en este punto, “había cosas que no le gustaban” en sus encuentros con el diputado, y que así se lo había hecho saber. Como cuando le propuso quedar con “una amiga” para “hacer un trío” después de que ella le confiara que también le gustaban las mujeres. Ella se niega y le dice lo decepcionada que está: “En realidad, cualquier chica serviría”.

O cuando insiste en que le envíe una foto de su escote. Ella se niega. “Abusas”, le escribe. Ella envía una foto sin su cara, él le pide “la misma con [su] pecho y [su] cabeza”. Insiste explícitamente en siete sms. “Te lleva 30 segundos. Venga, estoy esperando tu foto. La cara y el pecho juntos”, exige. A pesar de sus negativas, al día siguiente volvió a la carga en varios mensajes. “Tuve que negarme, cinco veces. Nunca lo envié”, explicó Margaux a la policía. 

Otro ejemplo: antes de la cita prevista en Lyon, el eurodiputado pidió varias veces que llevara el “vestido más sexy y escotado” y añadió: “Y no tolvides de llevar liguero tacones de aguja y ropa interior de encaje”. Margaux se asombra y termina la conversación.

La joven también dice que salió escaldada por otros mensajes de texto recibidos dos días después, en los que el diputado le pide que vaya a su casa sobre las doce y media de la noche. Una vez más, ella se negó, él insistió, y ella lo puso en su sitio, diciendo que “no era el tipo de chica con la que se contacta por la noche para venir a follar media hora después”. No respondió a los siguientes “seis sms”.

En cada ocasión, el eurodiputado, al ver su reacción, da marcha atrás diciendo que se trataba de una broma, y luego le volvía a preguntar. Le ofreció reunirse con ella cuando viniera a París el 12 de enero de 2011. Ella aceptó, pensando en cenar con él, pero llegó después de la comida, después de la comparecencia del jefe de Estado, Nicolas Sarkozy: “Lleva unas fresas, yo traigo el champán”, le pidió por el camino, reclamando aún por sms el “precioso vestido”, “con escote”.

“Sentía un riesgo”, indicó Margaux a la policía, hablando de “aprehensiones”. Prueba de ello es que había pedido a Pascal*, un amigo íntimo, que la llamara “a horas regulares para ver si todo estaba bien”, con “un código” en caso de problemas. Este último lo confirmó a los investigadores. “[Durante la llamada], me dijo que todo estaba bien, pero el tono de su voz me hizo pensar que había un problema”, explica Pascal a Mediapart. “Ya estaba preocupado antes, porque el clima que se había creado era, desde mi punto de vista, de control y sus mensajes de texto me parecían tóxicos”.

Esa noche, ella afirma que le había dicho “varias veces” que bebía poco, pero él había “insistido” y se habían terminado toda la botella de champán. A continuación, describe una relación sexual marcada por la “falta de respeto, exigencias y la insistencia”, a la que intentó poner fin en varias ocasiones, utilizando “sobreentendidos” y estrategias de evasión. “Desde el principio me dije: ‘Esto tiene que acabar y él tiene que irse’”.

Afirma que, tras un inicio consentido de la relación, el diputado la obligó a la penetración anal, a pesar de que ella había dicho que no “categóricamente”, “varias veces”, y había dejado de moverse. “Él continuó [...], yo estaba aturdida de que no pudiera tener en cuenta mi negativa”, explica. “Le dije que se veía en una película porno. Me dijo que fuera amable y continuó”, declaró a la policía.

Según su relato, Damien Abad le exigió entonces una felación, con la “exigencia” de que no lo dejara “así”, y luego una eyaculación sobre su cuerpo, a lo que ella se negó, para finalmente aceptó ante su insistencia y descontento. Margaux acepta ahora divulgar estos detalles “íntimos” y “difíciles” para responder a las negaciones del diputado. “Volver sobre estos hechos siempre es doloroso, sobre todo públicamente”, cuenta a Mediapart.

Una relación de poder asimétrica

Durante su comparecencia en la 1ª Circunscripción de Policía Judicial (DPJ), Margaux insistió en la asimetría de poder entre ambos. El diputado la “impresionó” con su carrera y su “intimidante” vinculación con el jefe de Estado. Esa noche, encontró en Damien Abad a alguien que le “gustaba”, “pero también a un superior político”, “una de las pistas más serias” para obtener el puesto de asistente parlamentario que la mujer buscaba en ese momento. Según ella, él “conocía su situación”. 

Además, por temor a las consecuencias para su “carrera”, dice que no quiso apartarlo con demasiada violencia; ella “no quería ninguna historia en [su] vida política”. La joven detalló a la policía la “presión psicológica” que supuestamente ejerció Damien Abad sobre ella: “No hace falta tener un cuchillo en la garganta para que te obliguen a hacer algo”, precisó.

Después de esta noche, el contacto se interrumpió bruscamente. Hasta un mensaje de texto que le envió cinco meses después, el 17 de junio de 2011: “Tendremos que hablar. Sobre la última vez que nos vimos”. “Tu falta de respeto, tus prácticas, tu insistencia, tu silencio posterior me impactaron. He estado traumatizado durante cinco meses. No sé qué hacer”, explica entonces. El diputado mostró incomprensión, y luego añadió: “Siento mucho si te lo tomaste a mal”. Por su parte, la calificó de una “buena noche”, de una relación consentida y “respetuosa”, y le ofreció volver a verla “esta vez tomando un café”. “Descubrí que este mensaje de texto era una forma de encubrirse”, dijo Margaux a la policía.

En Facebook, lo mantuvo en sus contactos hasta 2015 para estar al tanto de sus movimientos “y evitar cruzarse con él”, dijo.

Me dije: “Me violaron. ¿Pero me violó? ¿Él mismo estaba consciente?

Margaux, la demandante

Margaux se confió primero a sus amigos más cercanos, luego a su psiquiatra en 2015, a sus padres, pero también, “regularmente”, a las mujeres del entorno de la política, como demuestran los mensajes consultados por Mediapart. Tres de sus amigos de entonces -Pascal, Gaëtan Achenza y Quentin- confirman que les habló de esa noche con el diputado, sin mencionar inmediatamente la palabra “violación”, pero dejando entrever su malestar.

“Recuerdo que sentí que las cosas habían ido mal para ella. Sentí que estaba traumatizada”, explicó Pascal a la policía, que comió con ella al día siguiente de los hechos, y se fue con la idea de que “había un secreto muy pesado del que no podía hablar”. “Estaba en una fase de descompensación”, asegura Gaëtan Achenza, un antiguo militante centrista que también estuvo presente en el almuerzo. El tercero, Quentin, que fue su novio en la adolescencia, recordó que “unas semanas” después de contarle su relación sexual con Damien Abad, le confió que “se sentía mal por ello”, que había tenido “la impresión de verse obligada a hacer ciertas cosas” y que él habría “utilizado su discapacidad para ejercer presión psicológica sobre ella”.

Ya en 2011, Margaux se planteó presentar una denuncia. Luego, en 2012, llamó a la línea de atención telefónica SOS violación. “Dos o tres veces”, empujó la puerta de la comisaría del distrito 16 de París. No fue hasta el 20 de febrero de 2012, a las 23.20 horas, cuando finalmente consiguió prestar declaración ante una mujer policía. Pero en el fatídico momento de presentar la denuncia, pidió “tiempo para pensar”. Varias veces en los días siguientes, un agente de policía volvió a ponerse en contacto con ella. Un mes después, por falta de respuesta, la investigación se cerró.

Si la joven dudó, fue porque no quería “herir” a Damien Abad y temía las consecuencias. “Pero en algún momento, el daño que me hacía a mí misma fue mayor que la necesidad de protegerlo”. En ese momento, también se cuestionó a sí misma: “Me dije: ‘Me violaron’. ¿Pero me violó? ¿Era él mismo consciente?”.

Cinco años después, la campaña presidencial vuelve a ser la ocasión de una fuerte cobertura mediática del diputado, que se convierte en portavoz del candidato François Fillon. Margaux vio a Damien Abad en un importante programa de televisión. Esto es lo que la lleva esta vez a presentar una denuncia, el 7 de marzo de 2017: “Fue un propósito”.

La Fiscalía de París abre una investigación y escucha a Damien Abad. Niega que haya habido penetración anal – “puedo decir que nunca he tenido esta práctica con nadie y, por tanto, tampoco con [Margaux]”- y afirma que no podría haber realizado este acto sin su ayuda debido a su discapacidad.

Describe una relación sexual “consentida”, que el denunciante inició, desnudándolo y volviéndolo a vestir, algo que no podía hacer solo debido a su discapacidad. Afirma que durante esa velada no hubo “violencia, agresión o cualquier tipo de coacción moral”, ni “insistencia, falta de respeto o prácticas no consentidas”. “Desde el primer beso hasta el final de nuestra relación sexual, nada se hizo ni pudo hacerse sin su voluntad”, asegura. Si admite que sabía que el joven activista “buscaba una posición en el mundo político”, también niega cualquier “vinculación jerárquica”.

En diez ocasiones, al ser preguntado por el policía sobre el transcurso de la noche y el sms en el que la denunciante menciona un problema, el diputado respondió que no lo recordaba. Al ser preguntado por los “requerimientos” sexuales mencionados por Margaux, reconoció que “puede haber habido peticiones de [él]”, pero “en ningún momento hubo coacción física o moral”. Por último, señaló el momento de la denuncia, en plena campaña presidencial.

La investigación, resumida en tres páginas en el informe de síntesis, no fue más allá. No se interrogó al entorno de Damien Abad, ni a sus asistentes, ni a los responsables o militantes de su partido. La Justicia tampoco encargó a un perito médico que determinase objetivamente sus facultades físicas. Si el diputado menciona un “índice de incapacidad del 80%”, la demandante ha dicho en la prensa que tenderían a demostrar que es “capaz de hacer casi cualquier cosa”.

Preguntado por Mediapart, sostiene que le era “físicamente imposible cometer los actos descritos”, “sin ayuda externa”, debido a su discapacidad. Afirma que “durante [su] declaración pareció que las acusaciones formuladas contra [él] eran infundadas”.

Tras declarar ante la policía, el caso fue sobreseído en diciembre de 2017 por considerar que el delito no era lo suficientemente grave, ya que “la investigación no aportó pruebas suficientes”. “Fue duro, fue injusto”, recuerda Margaux. “Tuve la impresión de que había muchas cosas que no se habían hecho en la investigación”. Como no se hacía muchas ilusiones sobre el resultado de una nueva denuncia, porque carecía de medios para pagar a un abogado y, sobre todo, porque “ya no tenía fuerzas”, decidió no presentar una demanda civil, que habría reabierto automáticamente el procedimiento. Pero sigue “hablando de ello, con gente de la política, en las redes de activistas, diciendo su nombre tan a menudo como sea posible”, con la esperanza de que surjan otros posibles testimonios.

Un “impacto psicológico probado”

Hoy, la exmilitante centrista cree que este caso ha tenido muchas “repercusiones” en su vida. Ya no tiene “relaciones sexuales con un hombre”; se asegura de “no estar a solas con un hombre heterosexual en una habitación”. Cuando un día tuvo que ir un fontanero a su casa, le pidió a un familiar que fuera, porque tenía “miedo”. El agente de policía encargado de la investigación lo comprobó por sí mismo; en su informe, dijo que Margaux estaba “muy incómoda estando a solas con un hombre en una habitación” durante la entrevista y que se marchó “bruscamente” y luego “rompió a llorar”. Con el paso de los años, la joven activista también puso fin a su implicación política: “Reducir el riesgo de volver a cruzarse con él era muy importante”, explicó a Mediapart.

Estas consecuencias están documentadas en la investigación judicial. El informe de las unidades médico-judiciales (UMJ) menciona una “repercusión psicológica comprobada”: “trastornos del sueño que se producen seis meses después de dichos hechos”; “pesadillas persistentes”; “evitación de las relaciones heterosexuales, restricción de las salidas en solitario, de las actividades y de los horarios”; “sensación persistente de miedo e inseguridad en presencia de hombres”; “irritabilidad, sentimiento de culpa, de injusticia”, “preocupación ansiosa”, “ideas negras”, “aumento de peso de 18 kilos” desde los hechos.

El peritaje psiquiátrico realizado unos meses más tarde no puso de manifiesto ningún “estrés postraumático”, sino que evocó un “sentimiento de incomprensión”, “asco” y “humillación”, así como la “sensación de haber sido un objeto en el momento de los hechos”.

Tres amigos de Margaux contaron a la policía y a Mediapart el “largo y doloroso periplo” de la joven tras los hechos: “angustia”, “rabia", “consultas con el psiquiatra”, toma de “ansiolíticos”, pérdida de “parte de su alegría de vivir”, “miedo al pánico de estar a solas con un hombre” y la ruptura progresiva con el mundo político, que siendo “brillante” e “inteligente”, tenía “un futuro y podría haber sido diputada”, subrayó Gaëtan Achenza. También describen a una joven “petrificada”, “traumatizada” ante “la mera mención del nombre de Damien Abad” o ante su aparición en televisión.

Varias alertas dentro de los republicanos

¿Qué se sabía en el seno de los republicanos sobre las acusaciones contra el diputado antes de que se enviara el informe el 16 de mayo? Varios miembros de LR dijeron a Mediapart que el caso de Margaux había tenido eco en el partido y mucho más allá. “Todo el mundo conoce la historia, que también fue objeto de graves bromas a nivel interno...”, confiesa una figura del movimiento.

El secretario general de LR, Aurélien Pradié, dijo que nunca le habían llegado formalmente “cartas, correos electrónicos o escritos” relativos a Damien Abad. Pero dice que “siempre ha tenido un comportamiento extraño con las mujeres”. Cita en particular una fiesta del grupo LR en la Asamblea Nacional, en la que el diputado tuvo un comportamiento inapropiado con las mujeres, que se manifestó, según él, “por reflexiones sobre la vestimenta, miradas”.

Aurélien Pradié cuenta también que, estos últimos años, ha tenido noticia de dos cosas, según dice otros diputados de LR: la denuncia de Margaux archivada, de la que ha visto circular extractos de actas; y “gestos inapropiados y comentarios intolerables” que Damien Abad habría tenido hacia una “colaboradora del grupo, durante una cena”. Afirma que, a pesar de sus esfuerzos, “nunca logró obtener el nombre de esta colaboradora”. “Es complicado, no es fácil hablar así como así”, dijo.

Lo acorralé un día diciéndole que había estado escuchando cosas sobre comportamientos inapropiados que había tenido con sus colaboradores

Aurélien Pradié — Secretario general de LR

El secretario general de los republicanos asegura, sin embargo, que “acorraló” a Damien Abad, en noviembre de 2020, en los pasillos de la Asamblea Nacional, al decirle que “se enteró de comportamientos inapropiados que habría tenido con colaboradoras”. “No se sorprendió en absoluto, se molestó diciéndome que estaba cansado de oírlo, así que no fui el primero en hacerlo. Me dijo que no era cierto y que se había disculpado”. Le dije: ‘¿No es cierto o te has disculpado, porque no es lo mismo?’. Y la conversación se detuvo ahí”.

Aurélien Pradié, que no oculta las “relaciones muy conflictivas” que mantenía con el diputado, explica que no podía ir más allá: “No soy fiscal y jefe de los colaboradores del grupo LR, es el presidente del grupo, así que era él...”.

Según nuestras informaciones, preguntas de los periodistas han llegado en los últimos años al sindicato de empleados de la Asamblea Nacional, de derechas, sin que éste haya recibido una denuncia. El comportamiento del diputado con las mujeres y los “mensajes a horas tardías” que haya podido enviar han sido, en cualquier caso, objeto de discusiones internas informales, dentro del partido, del grupo LR en la Asamblea o del Parlamento Europeo, según varios testigos entrevistados por Mediapart.

Ya en marzo de 2017, el equipo de la campaña presidencial de François Fillon, del que Damien Abad era entonces portavoz, fue alertado de la denuncia de Margaux, según nuestras informaciones.

Dos semanas después de la presentación de la denuncia, el caso se filtró, sin que la joven lo supiera, en la revista de famosos Closer, sin el nombre de Damien Abad, pero con su nombre de pila y elementos que permitían identificarlo. La denuncia se presentó como “un nuevo golpe” al “clan Fillon”. Para aclarar cualquier malentendido, Margaux había llamado esa misma tarde a Anne Méaux, la jefa de prensa de François Fillon: su denuncia no pretende perjudicar al candidato, había insistido, sino simplemente obtener justicia en relación con las actuaciones de su portavoz que ella denuncia.

Abad, parecía difícil de creer. […] Es un señor bastante tímido, no me lo imaginaba en un papel de fuerza, de coacción

Anne Méaux

La conversación, a la que ha tenido acceso Mediapart, refleja los estereotipos que aún rodean estos casos. La jefa de prensa pregunta primero por el momento: “¿Por qué presentas una denuncia hace dos semanas por algo que ocurrió hace seis años?”. “Porque es difícil y uno no elige el momento en que sucede algo”, replica Margaux. “Es su decisión, señora, pero me parece triste. [...] Se arriesgó. [...] Presentar una denuncia a estas alturas no es neutral”, dice Anne Méaux, subrayando que este asunto “no tiene nada que ver con François Fillon”.

Aunque dijo que no tenía “ningún elemento para juzgar” los hechos, expresó varias veces sus dudas y “deseó” que no hubiera sido “manipulada”. También dejó claro que podría perfectamente “parar la aventura” manteniéndola “en privado”: “"Creo que aún estamos a tiempo de no continuar. [...] Depende de usted”. Le aconsejó que "no contestara” a los periodistas.

Contactada por Mediapart, Anne Méaux habla de una joven “caótica” y reconoce haberse visto “sorprendida” por las acusaciones: “Abad, me parecía difícil de creer. Es cierto que en su momento pude decirle: es sorprendente, porque es un hombre bastante tímido, no me lo podía imaginar en una posición de fuerza, de coacción. Tal vez me equivoque”. Explica que entonces le contó la llamada a Damien Abad, quien “negó completamente” cualquier coacción, y que había “hablado con el equipo de campaña” al respecto: “El equipo tomó la decisión de confiar en Abad”. No se realizó ninguna investigación interna, “porque creímos a Damien”.

Mediapart preguntó a Damien Abad sobre todos estos elementos. Sin desmentir el episodio relatado por Aurélien Pradié, denunció “un evidente intento de desestabilización en un momento clave de [su] carrera política”. En cuanto a las acusaciones de comportamiento inapropiado con mujeres, dijo que le “repugnaban las acusaciones falsas y calumniosas denunciadas”, sin decir cuáles. Niega “formalmente cualquier abuso de [su] posición jerárquica” y asegura que si “pudo tener aventuras”, “siempre fueron consentidas”. Pero reconoce que puede haber “enviado mensajes, a veces íntimos, a veces a horas tardías”. “Me he enterado por ustedes de que, en algunos casos, pueden haber sido perturbadores o vergonzosos. Sólo puedo lamentar esto. [...] El hecho de que pueda haber ofendido involuntariamente a algunas personas con mis mensajes me afecta”, escribe.

En ambos casos, el de Chloé y el de Margaux, la cuestión de la discapacidad del elegido está omnipresente. En 2017, cuando se hizo pública la denuncia de “violación", muchos la sacaron a colación: “Tiene una discapacidad en los brazos, no pudo haberla violado”. Varias personas entrevistadas durante esta investigación consideraron que no habla debido a este “tabú”. “Creo que el tema de la discapacidad desempeña un papel, la idea de que ‘no, no puede hacer eso’, que no está en plena posesión física de sus medios, que tiene un asistente funcional a su lado para ayudarle”, dice el colaborador de un representante electo de la LR.

Rechazo formalmente cualquier abuso de mi posición jerárquica

Damien Abad, a Mediapart

En sus testimonios, Margaux y Chloé, pero también sus confidentes, mencionaron con frecuencia este aspecto. “Habría echado a cualquiera, pero Damien tenía una minusvalía”, dijo Margaux, asegurando que no lo había rechazado más “violentamente” por este motivo. No quería “hacerle daño” y estaba “bloqueada por el hecho de tener que vestirle de nuevo”. Chloé, por su parte, dijo que probablemente “tuvo algo de consideración” porque el diputado era discapacitado: “Nunca lo despaché enseguida, ni lo corté, ni lo traté con brusquedad, ni siquiera el día después del incidente, porque no se hace eso con una persona con discapacidad”.

Pero ambas mujeres creen que su discapacidad no impide ese comportamiento, ni lo “excusa”, señala Chloé: “Ahora estoy convencida de que utiliza su discapacidad para inspirar lástima, de que era perfectamente consciente de que no estaba respetando mi consentimiento”, declaró Margaux a la policía. Por su parte, Damien Abad siempre ha explicado que intentó llevar una vida “clásica” y superar su discapacidad, rechazando “la condescendencia y el encierro”.

Caja negra

Los nombres de los testimonios con un asterisco (*) han sido modificadas a petición de los interesados/as.

Para esta larga investigación, que comenzó en enero de 2021, Mediapart preguntó a varios/as militantes y cuadros de los partidos de centro y de derecha. No todos se mencionan en el artículo. También hemos entrevistado largo y tendido a las ocho personas a las que Margaux y Chloé se han confiado a lo largo de los años, aunque no se les cite a todas en el artículo.

Damien Abad no aceptó nuestra solicitud de entrevista. No respondió con precisión a nuestras 15 preguntas, prefiriendo enviarnos un texto.

Nuestras preguntas enviadas a Matignon el viernes 20 de mayo han quedado sin respuesta hasta la fecha. Al ser contactada por correo electrónico el viernes, la diputada del LREM Bérangère Couillard, que recibió el correo electrónico del Observatorio, no ha respondido hasta el momento.

Traducción: Mariola Moreno

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