"Sin su pasaporte, no tienes derechos": la rusificación forzada de los territorios ocupados en Ucrania

Clara Marchaud (Mediapart)

Kiev (Ucrania) —

Ihor* resistió hasta el final las presiones rusas. Tras tres meses de ocupación, los soldados de Moscú empezaron a pedirle al entonces adolescente de 15 años que se sacara un pasaporte ruso para reemplazar el salvoconducto necesario para llegar a Lugansk desde su pueblo, ocupado en 2022. Antes que él, su madre no había tenido otra opción: el pasaporte ruso era la única manera de seguir cobrando su prestación por discapacidad.

Después, la escuela se negó a entregarle a Ihor su certificado de fin de estudios, equivalente al título de secundaria. Primero fue una invitación cortés a la que siguieron amenazas: "Si no sacas el pasaporte ruso, primero será te multarán y después tu madre perderá la patria potestad".

Ante esa presión, Ihor acabó aceptando la documentación del ocupante en el verano de 2023, en una oficina adornada con banderas rusas. "No es un simple trámite administrativo: los funcionarios nos hacen jurar defender ese pasaporte con nuestra sangre", cuenta Ihor, que huyó de la zona ocupada por temor a ser movilizado en el ejército ruso. Refugiado en Kiev desde mayo, ahora tiene 18 años.

Otros testigos contaron a Mediapart —socio editorial de infoLibre— que fueron obligados a cantar el himno ruso durante la entrega de pasaportes, a veces delante de las cámaras.

Tras las conversaciones de Alaska, Moscú espera legitimar su control sobre la región e incluso recuperar el 25% de la región de Donetsk que aún no controla, obteniendo de Ucrania el reconocimiento de esos territorios como rusos a cambio de un alto el fuego. Si bien Kiev y sus aliados se muestran reticentes por el momento, el Kremlin ya está rusificando de facto esos territorios al intensificar la presión sobre los habitantes para que adopten el pasaporte ruso.

El 20 de marzo, Vladímir Putin promulgó un decreto que obliga a los ciudadanos ucranianos residentes en Rusia y en las cuatro regiones parcialmente ocupadas a "regularizar su situación jurídica" o que "abandonen voluntariamente el país" antes del 10 de septiembre. En caso contrario, los ucranianos se convertirán en extranjeros en su propio país y estarán sujetos a la normativa migratoria rusa: estancia limitada a 90 días, exámenes médicos obligatorios y restricciones de acceso al empleo.

Seis millones de personas amenazadas

Esta medida amenaza a cerca de seis millones de ucranianos (entre ellos 1,5 millones de niños) que permanecen en los territorios ocupados y que están expuestos a la deportación o al encarcelamiento, según Kiev.

"Los rusos no se limitan a entregar pasaportes. Si te niegas, crean unas condiciones en las que ya no puedes vivir sin él", afirma Yuri Belousov, jefe del departamento de crímenes de guerra en la Fiscalía General de Ucrania.

"Es una violación del derecho internacional [...] que abre la vía a la comisión de otros crímenes de guerra por parte de Rusia", coincide Human Rights Watch. "El derecho internacional prohíbe a Rusia alterar la demografía de las zonas ocupadas, obligar a los residentes a jurar lealtad a la potencia ocupante, reclutarlos en sus fuerzas armadas o trasladar por la fuerza a la población. Los dos últimos constituyen crímenes de guerra, y cualquier deportación o expulsión de ucranianos podría igualmente constituir un crimen de lesa humanidad."

No se puede vivir sin un pasaporte ruso: no puedes cobrar la pensión ni las ayudas y tampoco trabajar legalmente

La "pasaportización" no es algo nuevo: Moscú ya había emitido pasaportes en masa a los habitantes de las regiones separatistas georgianas de Abjasia y Osetia del Sur, utilizándolos después para justificar su intervención militar de 2008 en nombre de la protección de “sus” ciudadanos.

En Ucrania, este método se aplicó ya desde la anexión de Crimea (en 2014), cuando se otorgó la ciudadanía rusa automáticamente a los residentes permanentes. Nueve meses después de la ocupación de la península, Rusia ya afirmaba haber expedido 1,5 millones de pasaportes, aunque algunos residentes aún lograban vivir sin ellos. Tras la invasión a gran escala de 2022, esta política se endureció y se aceleró.

A partir de mayo de 2022, Rusia adoptó una serie de leyes para facilitar la naturalización de los ucranianos en las regiones ocupadas. En abril de 2023, impuso sanciones a los rechazaran la ciudadanía rusa: aquellos que se negasen serían considerados apátridas. Inicialmente fijado en quince meses y varias veces prorrogado por Putin, el plazo se ha establecido ahora en el 10 de septiembre.

Según los expertos, esa fecha límite sigue siendo en gran medida arbitraria y podría volver a retrasarse. El jefe del Kremlin ya había anunciado en marzo haber "prácticamente completado" la entrega de pasaportes rusos a todos los ucranianos de los territorios ocupados, con cerca de 3,5 millones de documentos.

Sin medicamentos ni acceso al hospital

"Desde 2022, sin pasaporte ya no tienes derechos, ni siquiera puedes salir del pueblo porque no pasas los controles rusos", cuenta Olena* por teléfono desde su pueblo ocupado en la región de Lugansk. Esta ucraniana regresó en 2024 desde el extranjero para cuidar de su padre anciano y enfermo. "Cuando llegué, me dijeron que tenía sesenta días para regularizar mi situación o me deportarían a no sé dónde, porque con nuestro pasaporte ucraniano somos considerados extranjeros", relata esta jubilada, cuyos conocidos han sido expulsadas.

Olena y su padre tardaron casi seis meses en obtenerlo, porque las oficinas administrativas están desbordadas por las solicitudes. "De todas formas, no se puede vivir sin un pasaporte ruso: no se puede cobrar la pensión o las ayudas, no se puede trabajar legalmente, ni siquiera se puede acceder a la atención médica", continúa esta mujer que sobrevive gracias a sus ahorros.

Para aumentar la presión sobre los residentes, las autoridades de ocupación endurecieron también las condiciones de acceso a la sanidad. Yevgueni Balitski, gobernador designado por Rusia en la parte ocupada de la región de Zaporiyia, anunció a finales de 2023 que, a partir del 1 de enero de 2024, los titulares de pasaportes ucranianos quedarían excluidos de la atención médica.

"Sin pasaporte ruso ya no se pueden obtener medicamentos con receta en la farmacia ni ir a una consulta en un hospital", denuncia Maryna Slobodianiuk, de la ONG Truth Hounds, que documenta crímenes de guerra. "Incluso recogimos el testimonio de una persona a la que le negaron una ambulancia porque no tenía pasaporte ruso".

"No siempre dicen directamente que es necesario un pasaporte", añade Ouliana Poltavets, coordinadora del programa Ucrania de la ONG Médicos por los Derechos Humanos. "Los servicios de salud solo exigen un seguro médico, obligatorio en el sistema ruso, pero es imposible obtenerlo sin pasaporte". Entre febrero y agosto de 2023, antes de la entrada en vigor del seguro médico ruso obligatorio el 1 de enero de 2024, su ONG registró casi quince denegaciones de atención médica por falta de pasaporte.

Algunos hospitales incluso establecieron ventanillas especiales para tramitar pasaportes a pacientes desesperados. Un hospital de la región de Zaporiyia fue cerrado porque el personal médico se negó a aceptar la ciudadanía rusa.

Confiscaciones de bienes

Los ejemplos de restricción de acceso a servicios esenciales se multiplican. Desde el 1 de abril, los conductores deben obtener un permiso de conducir ruso antes de 2026. En la región de Jersón, las autoridades rusas exigen un pasaporte ruso para obtener o conservar una tarjeta SIM.

Desde 2024, las autoridades de ocupación también han confiscado en masa las viviendas de quienes abandonaron los territorios ocupados. Según la ley rusa, las propiedades declaradas "sin dueño" se transfieren al municipio por orden judicial. Para evitar la confiscación, es necesario presentarse en persona con un pasaporte ruso.

Esto fue lo que finalmente convenció a Olena: volver a registrar su casa y sus dos apartamentos bajo la ley rusa era la única forma de evitar que se los arrebataran. "Aquí tenemos tierras, propiedades. Hemos trabajado toda la vida para que nuestros hijos, nuestros nietos y nosotros mismos tengamos un lugar donde vivir. Así que nos pareció natural regresar, porque entendimos que íbamos a quedarnos sin nada", dice.

"La tendencia general es apretar las tuercas para empujar a la gente a marcharse o a hacerse rusa", resume Maryna Slobodianiuk. "Hoy en día, muchos aceptan el pasaporte ruso no para quedarse, sino para poder irse".

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Porque sin ese documento, se vuelve casi imposible cruzar los puestos fronterizos entre los territorios ocupados y Rusia, informa Myroslava Kharchenko, de la ONG Save Ukraine, que acompaña a los niños ucranianos que huyen de la ocupación.

"Los ocupantes también se aprovechan de que los ucranianos en los territorios ocupados viven en un verdadero agujero negro informativo. Los amenazan, asegurándoles que serán perseguidos en la Ucrania libre por haber aceptado un pasaporte ruso, que corren el riesgo de entrar en prisión prisión o de perder la custodia de sus hijos", cuenta esta jurista. "Los rusos hacen todo lo posible para encerrar a estas personas, para impedirles que se vayan. No es un secuestro físico, sino psicológico. Secuestran sus mentes para asegurarse de que esas familias no vuelvan nunca a Ucrania, para que pierdan toda esperanza y se resignen a vivir allí, en su supuesta Rusia".

* Los nombres han sido cambiados por motivos de seguridad.

Ihor* resistió hasta el final las presiones rusas. Tras tres meses de ocupación, los soldados de Moscú empezaron a pedirle al entonces adolescente de 15 años que se sacara un pasaporte ruso para reemplazar el salvoconducto necesario para llegar a Lugansk desde su pueblo, ocupado en 2022. Antes que él, su madre no había tenido otra opción: el pasaporte ruso era la única manera de seguir cobrando su prestación por discapacidad.

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