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Inmigración

Refugiados, intrusión, puntos de acceso: el nuevo léxico de la migración

Refugiados, intrusión, puntos de acceso: el nuevo léxico de la migración

Corine Fouteau (Mediapart)

La llegada a Europa de inmigrantes del Cuerno de África, África Occidental y Oriente Medio, ha despertado un desplazamiento invisible –pero significativo– en un nuevo territorio: el léxico de la migración. Aparecen nuevas palabras, otras son despojadas de su sentido original, todas adquieren nuevos significados singulares ligados al contexto actual. Ninguna es neutral. A su manera, cada palabra, cada matiz, contribuye a reforzar el discurso de los responsables políticos y de los medios de comunicación sobre lo que está sucediendo, así construyen y controlan a la opinión pública. Tras el análisis de este fenómeno encontramos un mensaje implícito: la llegada masiva de inmigrantes es una "oleada" que los Estados de la Unión Europea no pueden afrontar, salvo si se ponen en marcha nuevas políticas de seguridad.

Refugiados, migrantes. Son los términos más utilizados para referirse a las decenas de miles de personas que, huyendo de la guerra y la miseria, alcanzan las orillas de Grecia o Italia. Sin embargo, estos conceptos se equiparan a "sin papeles" y "clandestinos", conceptos conectados para definir una situación administrativa irregular (con un trasfondo político cuando se habla de "sin papeles" y uno peyorativo cuando se trata de "clandestinos").

El empleo de los términos "refugiados" e "inmigrantes" responde a una nueva realidad: la mayoría de estas personas, muchas de ellas de origen sirio o eritreo, no abandonan sus países por razones económicas, como sucedía en la pasada década, sino porque corren el riesgo de morir bajo opresión o bombardeos. Dicho de otra manera, estas personas huyen por temor a ser perseguidas, según la definición de la Convención de Ginebra.

El concepto "migrante" es genérico. Es tan amplio que, en teoría, puede designar a todo individuo que se desplaza de un lugar a otro.

Pero, en este momento, se utiliza con frecuencia para descalificar a las personas que, a priori, no cuentan con el estatus de exiliado. En Francia, como en la mayor parte de la UE, los líderes políticos defienden la idea de que los solicitantes de asilo son "inmigrantes económicos". Sin embargo, un exiliado, aquel que necesita protección, es susceptible de ser acogido en Europa, mientras que un "migrante económico" es percibido como un sujeto indeseable y su destino es ser devuelto a su país de origen. Hablar de "exiliados" o de "inmigrantes" es una manera de evitar esta excluyente categorización.

Seguridad, intrusión. Estas palabras aparecieron de la mano a finales de julio en los comunicados de la empresa privada del Eurotunnel y de la prefectura de Pas-de-Calais. Ambos términos evocaban las tentativas de entrada de migrantes en el túnel del Canal de la Mancha. De forma inmediata, estos fueron reproducidos sin entrecomillar en el espacio público. Detrás de una apariencia puramente técnica, el concepto "intrusión" cuenta con una importante carga negativa, remarca el hecho de atravesar, de cruzar, sin tener derecho a hacerlo. Más que insistir sobre los riesgos que asumen estas personas que no tienen la posibilidad de pasar legalmente, este término refuerza la percepción de individuos –intrusos– tramposos y, por lo tanto, culpables y responsables de poner en riesgo sus vidas. Una forma muy práctica de eximirse de cualquier responsabilidad. Sin tapujos e inflando las cifras, el director general de la empresa Jacques Gounon ha llegado a hablar de "invasiones sistemáticas, masivas, quizás incluso organizadas, con vocación mediática", dando a entender que la llegada y el comportamiento de los inmigrantes tienen un objetivo instrumental: sus actos están destinados a obtener financiación del Estado para la construcción de nuevas vallas.

Empleada en el mismo escenario, Calais, la palabra "seguridad" ambién adquiere cierta ambigüedad. En principio, se utiliza para describir a los equipos necesarios para "proteger" la zona y, especialmente, la actividad económica del Eurotunnel (con el objetivo de que los clientes no sufran retrasos), en ningún caso se refiere a la seguridad física de los exiliados. La experiencia demuestra que las vallas más altas no impiden el paso sino que empujan a las inmigrantes a asumir más riesgos.

El aumento de la "seguridad" en el puerto de Calais también se traduce en el desplazamiento de los inmigrantes a través del túnel donde los riesgos son aún más numerosos.

Puntos de acceso, efecto llamada. La física y la geofísica son una fuente infinita de expresiones para explicar los movimientos migratorios, presentados con frecuencia como "flujos migratorios", como si se tratase de un líquido en lugar de seres humanos –"olas" y "tsunamis" forman parte del mismo campo léxico-. Inofensivo en apariencia, el "efecto llamada" describe un fenómeno con, presuntamente, consecuencias terribles: toda mejora de los derechos de los extranjeros en Europa implicaría la llegada de millones de personas deseosas de beneficiarse de estos avances. Aparece en escena algo inexorable, como si el "efecto llamada" implicara un "flujo masivo". El miedo a la "invasión", o al "gran reemplazamiento", no está muy lejos de este contexto.

Leer más:Aux Etats-Unis, les mots pour dire l'immigration font débat, por Corine Fouteau.

El concepto "punto de acceso" es una innovación del ministro del Interior francés, Bernard Cazeneuve, para referirse a los lugares donde se reagrupan los inmigrantes, generalmente cerca de una frontera, mientras esperan la oportunidad de cruzar, como los campamentos en Vintimille (en la frontera franco-italiana) o en Calais (en la frontera franco-británica). El objetivo de las autoridades es evitar estos "puntos de enganche". Se han puesto en marcha diferentes técnicas, principalmente policiales, para dispersar a los refugiados, se les impide permanecer pero también partir. Un proyecto oculto a la espera de que estos "se evaporen en la naturaleza" –expresión escuchada en boca de numerosos representantes de Estado–.

Cuotas, clave de distribución, hotspots. En el consejo europeo del 25 y 26 de junio en Bruselas, los Estados miembros llegaron a un acuerdo para "repartirse", finalmente de forma voluntaria y no directiva, algunas decenas de miles de solicitantes de asilo y refugiados. El sistema empleado ha provocado la aparición de la bárbara expresión "clave de distribución", la cual designa los criterios (PIB, población, "esfuerzos" ya realizados, etc.) en función de los cuales los países aceptan compartir la "carga", otra imagen que dice mucho de la manera en la que se perciben los inmigrantes. Este dispositivo de "cuotas", que aún no ha sido bautizado (en teoría establece umbrales fijos), ha suscitado una fuerte polémica en Francia. El primer ministro Manuel Valls ha rechazo el término por un supuesto desacuerdo terminológico: la obtención del estatus de refugiado en función de los requisitos establecidos por el Convenio de Ginebra, no es compatible con la cuotas que establecen a priori el número de personas a las que dar refugio.

Aceptando, a principios del mes de julio, "hacerse cargo" de 2.375 refugiados y 6.752 solicitantes de asilo, ni uno más ni uno menos, Francia ha consentido de facto, lo que demuestra que el rechazo inicial no era más que un desacuerdo en los términos pero no en el transformo político.

Para diferenciar lo antes posible entre los solicitantes de asilo y los "inmigrantes económicos", los líderes europeos se han puesto de acuerdo para crear "hotspots" (puntos calientes) en las costas griegas e italianas. En francés estos lugares son conocidos como "centros de espera", así lo establecen los comunicados europeos. A la vista de su función (decidir quién será recibido y quién será expulsado), "centro de criba" parece una traducción más apropiada.

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Contrabandistas, traficantes, profesionales de la trata de personas. La confusión en el uso de estos términos, empleados para calificar a los intermediarios que se cruzan en el camino de los inmigrantes, es importante. Los contrabandistas, según el derecho internacional, les proporcionan una "entrada ilegal" en un país "con el objetivo de conseguir, directa o indirectamente, un beneficio financiero u otra ventaja material". Algunos son inmigrantes, que tratan de revalorizar su saber hacer a cambio de una remuneración (capitanear una embarcación clandestina a cambio de viajar gratis, recibir algunos billetes a cambio de abrir o cerrar las puertas de los camiones, etc.). Los traficantes son los organizadores, a la cabeza de las redes de mafias: son pocos en el terreno, asumen menos riesgos que los contrabandistas, pero ganan más dinero. La trata se refiere al "reclutamiento, transporte, traslado, recepción o atención" mediante amenazas o violencia y con "un propósito de explotación", por ejemplo la prostitución, la extorsión económica o la esclavitud.

Tanto los medios de comunicación como los políticos utilizan de forma indistinta estos conceptos. Este discurso trata de poner el acento en la responsabilidad de estas personas sin escrúpulos, más que sobre las razones fundamentales por las que los inmigrantes huyen de su país. Al proponer destruir los barcos de los contrabandistas en las costas libias, los gobierno europeos han reafirmado su negativa a sopesar la ampliación y la mejora de la vías legales de circulación, la única solución para eliminar de raíz a las mafias cuya actividad se intensifica a medida que las fronteras se cierran.

Traducción: Irene Casado Sánchez

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