Taylor Swift puede salvar la economía de todo un país y otros mantras de la última fantasía del capitalismo

La cantante estadounidense Taylor Swift.

Romaric Godin (Mediapart)

La economía también (y quizá sobre todo) se construye sobre fábulas. Pero a veces estas historias tienen efectos concretos reales, y así lo confirma un reciente ejemplo. Desde hace varios meses, entre Singapur y sus vecinos crece la tensión por las fechas de The Eras Tour de Taylor Swift

La cantante americana, de 34 años, decidió actuar sólo en la ciudad-Estado del estrecho de Malaca durante seis fechas en marzo, enfadando a los demás países del sudeste asiático, donde viven 700 millones de personas. Esta decisión les irrita desde hace casi un año. 

A finales de febrero, el primer ministro tailandés, Srettha Thavisin, acusó a Singapur de haber firmado un contrato de exclusividad con la estrella por tres millones de dólares. El martes 5 de marzo, su homólogo singapurense, Lee Hsien Loong, reconoció por fin la existencia de tal contrato, pero se negó a confirmar la cantidad. 

Las condenas llegaron de toda la región. En Hong Kong, las autoridades culparon al "gobierno de interferir" en la organización de los actos. En Manila, un diputado, Joey Salceda, exigió al Ministerio filipino de Asuntos Exteriores que enviara "una nota verbal a su homólogo de Singapur". "Acciones como ésta perjudican nuestras relaciones", añadió, y pidió que se modifique el acuerdo sobre comercio de servicios de Asean, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático. 

Esas tensiones siguen siendo limitadas y anecdóticas pero, en el contexto de las tensiones militares en el mar de China Meridional, llama la atención que la unidad de la Asean, eje de la presencia occidental en la región, pueda verse socavada por una rivalidad en torno a la acogida de una cantante pop. 

En realidad, esto no surgió de la nada. Desde hace varios meses se ha ido construyendo el mito del Taylornomía, es decir, la existencia de un importante efecto macroeconómico provocado por la gira de Taylor Swift. Fue este mito sin duda el que impulsó al gobierno de Singapur a "comprar" los derechos exclusivos de los conciertos de la cantante. Pero, ¿cómo surgió? ¿Y por qué es sólo un mito? 

Los Taylornomía en portada

El 23 de julio de 2023, The Wall Street Journal, principal diario financiero conservador de Estados Unidos, publicó un artículo titulado Es la economía de Taylor Swift y todos vivimos en ella. Durante varios meses, la mayoría de los periódicos anglosajones serios se hicieron eco de la idea de que la cantante era ahora una gigantesca fuerza económica

Algunos incluso intentaron cuantificar su impacto. El 26 de octubre de 2023, la agencia Bloomberg hacía una estimación "conservadora": la gira norteamericana de la cantante habría aportado 6.000 millones de dólares "a la economía". Trece días antes, el Washington Post, en un artículo titulado La economía (versión Taylor) e ilustrado con un dólar con la efigie de la estrella, situaba la cifra en 5.700 millones de dólares. 

En todos esos artículos influye en gran medida el éxito de la gira Eras, que atrae a miles de personas en cada concierto. Algunos swifties, como se conoce a los fans de la cantante, acuden incluso a los recintos sin entradas, solo para sentirse cerca de su estrella. 

Los restaurantes están llenos y los hoteles completos. En muchos casos, los hoteles casi triplican sus precios para las fechas próximas al concierto. Una web de viajes americana constató este aumento durante el concierto de Taylor Swift en Cincinnati (Ohio). En Pittsburgh, el aumento fue del 120% e incluso en una ciudad más grande y turística como Filadelfia, los precios de las habitaciones de hotel habrían subido un 80%. De media, el aumento habría sido del 50,3%. 

El Taylornomía es simple: cuando Taylor Swift viene a la ciudad, los ‘swifties’ gastan a manos llenas

‘The Washington Post’, 13 de octubre de 2023

 Luego está el gasto de los fans en merchandising, restaurantes y entradas. De media, según la empresa de software de encuestas QuestionPro, citada por The Washington Post, cada fan se gasta 1.300 dólares en un concierto. 

Los artículos no paraban de hablar del supuesto impacto de la gira en las economías locales, a menudo con la ayuda de los datos de las autoridades locales. El Departamento de Turismo de Cincinnati estimó el efecto en la economía de la ciudad en 48 millones de euros. La misma cifra se estimó para Kansas City, mientras que Denver la cifró en 140 millones de dólares y Los Ángeles en nada menos que 320 millones. 

Y luego está la validación definitiva, una simple frase publicada en el Beige Book de la Reserva Federal de Filadelfia de junio de 2023: "Un contacto destaca que mayo fue el mes más fuerte para los ingresos hoteleros de Filadelfia desde la pandemia, en gran parte debido a la avalancha de clientes que acudieron a los conciertos de Taylor Swift en la ciudad." 

La mención de la cantante en un documento económico de una de las sucursales del Banco Central americano parece validar la hipótesis de su importancia económica. Desde entonces, esa simple frase se ha utilizado en todos los artículos como "prueba" de la existencia de la Taylornomía

Como dice The Street Journal, "la Tayloromía es simple: cuando Taylor Swift llega a la ciudad, los swifties gastan a manos llenas". Es simple, incluso simplista, como veremos, pero funciona. 

La validación de esos grandes periódicos transmite la idea de que la cantante es una especie de nuevo Rey Midas: todo lo que toca se convierte en oro. Si Taylor Swift es capaz por sí sola de apuntalar la economía, es lógico que los países compitan ferozmente por su presencia. De hecho, en su artículo sobre la polémica Singapur del 5 de marzo de 2024, The Financial Times da por sentado ese poder macroeconómico. 

El bip Beyoncé

Otro mito refuerza el de la Taylornomía. Se trata del Bip Beyoncé, el efecto de otra artista, Beyoncé, sobre la inflación sueca. Los días 10 y 11 de mayo de 2023, Beyoncé dio dos conciertos en Estocolmo como parte de su gira Renaissance, en una sala con capacidad para 50.000 personas. 

Un mes después, cuando se publicaron las cifras de la inflación sueca, que se había ralentizado algo menos de lo esperado, Michael Grahn, economista del Danske Bank, justificó la inexactitud de las previsiones diciendo que sus conciertos habían tenido un efecto inflacionista. 

"Beyoncé es responsable de la sorpresa alcista de este mes, que es bastante asombrosa para un solo evento, y no lo habíamos visto antes", explica el economista en The Financial Times, estimando incluso el efecto de la cantante sobre los precios suecos en 0,2 puntos de inflación. 

Si Beyoncé es capaz de influir en las cifras macroeconómicas, solo puede decirse lo mismo de Taylor Swift.

La idea es la misma: los fans de Beyoncé acudieron en masa a Estocolmo, una ciudad de un millón de habitantes que en 2022 registró 14,4 millones de pernoctaciones turísticas, casi un millón menos que en 2019. Los fans gastaron mucho en alojamiento y comida, presionando al alza los precios y echando abajo las expectativas de los economistas. 

Este análisis dio la vuelta al mundo, estableciendo la idea de que las estrellas del pop contemporáneo tienen ahora un impacto tangible en las cifras macroeconómicas. Lógicamente, reforzaba la idea de que las Taylornomías existen. Porque si Beyoncé es capaz de influir en las cifras macroeconómicas, solo puede decirse lo mismo de Taylor Swift. 

El análisis de Danske Bank es aislado y cuando menos dudoso. Si el efecto hubiera sido tan importante, si la inflación hubiera sido provocada en particular por la llegada de los fans americanos de Beyoncé, la demanda de la corona sueca habría sido más fuerte, provocando su subida frente al dólar. Sin embargo, entre el 8 y el 12 de mayo de 2023, la corona cayó un 3,1%. Cuesta creer que un fenómeno que hace subir la inflación 0,2 puntos no vaya acompañado de una subida de la corona. 

Además, la infracapacidad hotelera de Estocolmo no se ha demostrado, dado el deterioro general de las cifras turísticas desde 2019. Todo parece más bien la idea de un economista para justificar otro error de previsión, mientras se beneficia de una notoriedad sin precedentes. 

Los economistas no son los únicos que lo señalan. La prensa se ha vuelto loca. Los artículos sobre el Bip Beyoncé (basados en el estudio del Danske Bank) han sido tan numerosos como los fans en los conciertos. Y para hacer la historia más jugosa, no han escatimado en conclusiones precipitadas

La tesis de Michael Grahn era que Beyoncé era responsable de un pequeño, rápido y puntual repunte de inflación (lo que puede traducirse como un "bip", onomatopeya de un pitido). La inflación sueca había descendido del 10,3% al 9,9% en mayo. El 0,2 de Beyoncé, aunque hubiera existido, habría sido anecdótico

Pero ahora hacen a Beyoncé responsable de una "inflación obstinadamente alta" (The Financial Times), de una "inflación creciente" (CBS News) o de una "subida sorpresa de la inflación" (Sky News). El tema se populariza y crece deliberadamente para dar pie a la idea de que Beyoncé es la principal responsable de la inflación en Suecia. 

Con Taylor Swift se utiliza el mismo método, ya que el famoso Beige Book de la Fed de Filadelfia nos recuerda que se ha deteriorado la situación general del sector turístico. Los mitos económicos también se alimentan de esas maniobras. 

Un impacto macroeconómico incierto

La lectura de artículos sobre el impacto macroeconómico de Taylor Swift deja inevitablemente una impresión de imprecisión. Ni The Washington Post ni Bloomberg presentan metodologías reales que respalden sus estimaciones. 

Porque el primer problema es que las cifras sobre Taylor Swift son muy inciertas. En un largo artículo publicado el 2 de noviembre de 2023, el blog Alphaville de The Financial Times intentó llegar al fondo del asunto, pero solo pudo constatar que los precios de las entradas variaban hasta llegar al doble, con cuatro estimaciones diferentes

En cuanto a la asistencia a conciertos, se presentan tres cifras muy diversas, por lo que deben tomarse con cautela, incluso si, como afirma Bloomberg, están basadas únicamente en datos publicados. En otras palabras: técnicamente es casi imposible determinar el importe exacto de la cifra de gastos de los swifties. Pero hay más. 

Lo que cuenta a la hora de medir un impacto económico no es el gasto en sí, sino si se añade o sustituye a otros gastos

 El principal problema es estimar el impacto de esos eventos. Es el caso de todos los grandes eventos deportivos, como la Copa del Mundo de Fútbol o los Juegos Olímpicos, en los que la mayoría de las veces nos limitamos a sumar el gasto estimado de los visitantes. Pero ese método es incorrecto. 

El verdadero impacto económico es la creación de valor ex nihilo, es decir, en el caso de los gastos de consumo, de nuevos gastos procedentes de los ahorros o de ingresos adicionales que de otro modo se gastarían. En otras palabras, lo que cuenta a la hora de medir un impacto económico no es el gasto en sí, sino si se añade o sustituye a otros gastos.  

La aparición de una nueva moda o de una repentina pasión pública no garantiza la existencia de un nuevo gasto: puede tratarse de una transferencia. Para poder pagar un concierto de Taylor Swift y los gastos que conlleva, el swifty puede optar por reducir otros gastos. Es el efecto sustitución. 

En este caso, el impacto económico es cero: lo que gastó aquí, no lo gastó allí. Pero no hay pruebas que indiquen que el gasto en conciertos de Taylor Swift sea de hecho un nuevo gasto que contribuya al crecimiento. Incluso podríamos llegar a pensar que, dado que los ingresos reales han crecido moderadamente en Estados Unidos, ese efecto de sustitución ha estado bien presente. 

También se produce un efecto de desplazamiento a nivel local. Estos eventos gigantescos pueden reducir el atractivo de la zona. Algunos turistas que no son swifties pueden irse a gastar su dinero a otra parte los días de concierto y algunos lugareños pueden incluso escapar de su ciudad. El efecto neto del acontecimiento es, por tanto, difícil de evaluar, y ninguna de estas estimaciones lo hace. 

Una pequeña parte del PIB

Por otra parte, los artículos sobre Taylor Swift están llenos de cifras halagüeñas que sugieren un impacto masivo en la economía por valor de millones o miles de millones de dólares. Pero ninguno de los artículos citados pone estas cifras en contexto. De hecho, son ridículas. 

Por ejemplo, para la zona de Cincinnati, el efecto de 48 millones de dólares debe relacionarse con el PIB de esta área metropolitana, que ronda los 170.000 millones de dólares. Excluyendo cualquier efecto de sustitución, el impacto económico de Taylor Swift en esa ciudad del Estado de Ohio sería del 0,03%

Para el conjunto de Estados Unidos, los 6.000 millones de dólares que según Bloomberg "ha aportado Taylor Swift a la economía americana" representan sólo el 0,37% del crecimiento nominal del PIB en 2023 (en dólares corrientes), es decir, 0,02 puntos del PIB. Recordemos que el PIB nominal no desestacionalizado de Estados Unidos creció un 6,2% en 2023 (un 2,5% en términos reales). Y aquí, de nuevo, tomamos el cálculo más alto, que no incluye ningún efecto de sustitución o desplazamiento. 

Si Taylor Swift fuera una economía, sería mayor que la de 50 países

Dan Fleetwood, presidente de QuestionPro

Así que es imposible hablar en serio del impacto de la cantante en la mayor economía del mundo. Esas cifras contrastan con la leyenda que ha ido surgiendo poco a poco, según la cual Taylor Swift ha salvado a Estados Unidos de la recesión. Como ya hemos señalado, la realidad económica es que han sido el gasto público y el sistema sanitario privado los que realmente hicieron posible el crecimiento americano en 2023. 

También en este caso, la cuestión clave es el tratamiento de la información. Comparar las cifras brutas de ingresos con el PIB de países pobres, como hacen el Washington Post o el presidente de QuestionPro, Dan Fleetwood ("Si Taylor Swift fuera una economía, sería más grande que la de 50 países"), pero no con el PIB del país donde se celebra el evento, da una impresión distorsionada que contribuye a crear un mito. 

Claro, siempre se puede decir que Taylor Swift, por ejemplo, aportó un día más de PIB a Cincinnati, pero también en este caso hay que ser claros: Taylor Swift debe considerarse un grupo de entretenimiento de masas, una empresa que tiene éxito en el competitivo mercado del ocio. Como tal, tiene sentido que ella tenga un impacto económico. La realidad es que este impacto es el de una gran PYME americana. Nada más. 

Una versión pop de la teoría económica del goteo

Y luego está el problema final. ¿Adónde va el dinero creado por Taylor Swift? Esta pregunta lleva a otras dos. A nivel global, se trata del interés de esas ganancias para la economía en su conjunto y, a nivel local, de si el dinero se queda allí. 

Sobre el primer punto, volvemos a la famosa y falaz "teoría del goteo", que defiende que las ganancias captadas por los más afortunados "gotean" hacia el resto de la sociedad. Esta visión ha sido un fracaso absoluto en todas partes. 

La primera beneficiaria de los conciertos de Taylor Swift es... Taylor Swift, de quien Bloomberg asegura que es multimillonaria y el Washington Post sitúa a la cabeza de una fortuna de 4.100 millones de dólares. El uso que haga de esta fortuna determinará a corto plazo su impacto macroeconómico, pero también a largo plazo. Como todos los multimillonarios, invertirá sin duda estas sumas en el sector financiero, lo que provocará inestabilidad económica, débil crecimiento y desigualdad. 

Pero la cuestión también se plantea en la parte más baja de la escala económica. Según The Washington Post, "los seis días de Swift en Los Ángeles produjeron, según las estimaciones, unos 3.300 nuevos puestos de trabajo". Eso es un disparate. No hay nada que diga que los ingresos generados crean puestos de trabajo: todo depende de cómo se utilicen, de lo que no sabemos nada. 

El dinero obtenido por el aumento del precio de los hoteles, por ejemplo, no es renovable. Se trata de un efecto extraordinario puntual, y no hay ninguna garantía de que vaya a traducirse en un aumento de los salarios o del empleo, o incluso de la inversión. Pero es cierto que, justo al principio de su artículo, el "Wapo" defiende su tesis afirmando que se basa en la teoría del goteo. 

El segundo punto es si el dinero se queda o no en las zonas de concierto. Tampoco en este caso hay nada seguro. Pero los tailandeses decepcionados por la ausencia de la cantante en su país deberían reflexionar sobre ello. Es muy posible que gran parte de los beneficios generados por la presencia de Taylor Swift terminaran en los bancos del principal centro financiero de la región: Singapur. Es más, aunque la principal beneficiaria de esta ganancia inesperada sea la propia Taylor Swift, el grueso de los beneficios de sus conciertos acabará en Estados Unidos. 

La función de una leyenda

El impacto económico de Taylor Swift es, por tanto, un mito y una completa ilusión, pero está firmemente incrustado en la mente de la gente, gracias a un poderoso movimiento mediático que tiene un impacto indirecto pero concreto: un impacto en la imagen. Recibir a Taylor Swift es presentarse como una empresa puntera, en el centro de las nuevas formas de crecimiento. Es una cuestión de imagen, y eso es lo que ha entendido el gobierno de Singapur, un poco por delante de sus vecinos, según parece. 

Así que tenemos que entender la función de este mito en el capitalismo contemporáneo. No es casualidad que la leyenda de Taylor Swift nazca en Estados Unidos, nación que sigue siendo el centro del capitalismo moderno, para transformarse en tensiones interestatales en el Sudeste Asiático, zona de desarrollo de ese mismo capitalismo. Es una señal de que este asunto no es tan superficial como parece. Este mito dice mucho sobre el estado del sistema económico actual. 

Para entenderlo, hay que volver a dos puntos de partida: las condiciones en las que surgió la leyenda y su naturaleza. El contexto es una crisis de confianza en el capitalismo occidental que comenzó en 2008 con la crisis financiera, más tarde reforzada por el doble choque de la pandemia y la guerra de Ucrania. Taylor Swift aparece entonces como el salvavidas de ese capitalismo. La joven estrella podría salvar ella sola a la mayor economía del mundo gracias a su talento y, sobre todo, a su capacidad para "mercantilizarlo". La conclusión es obvia: la economía occidental sigue siendo fuerte mientras pueda producir Taylor Swifts y Beyoncés. 

El segundo punto de partida es el carácter individual del triunfo de Taylor Swift. En realidad, el ocio es desde hace mucho tiempo un sector económico importante en las economías contemporáneas, aunque regularmente se sobrevalore. En Estados Unidos, el consumo de "servicios recreativos" representó una cifra interanual de 737.400 millones de dólares en el cuarto trimestre de 2023, es decir, el 6% del gasto total en consumo de los hogares. 

Pero los mitos de Taylor Swift o de Beyoncé dicen algo más: afirman la capacidad de una persona para asumir en solitario el papel económico del ocio. Taylor Swift salva ella sola la economía americana y Beyoncé hace subir ella sola la inflación sueca.  

De esta forma, esta leyenda recicla de paso otros dos mitos del capitalismo: su indestructibilidad y la meritocracia individual que lo acompaña. Es una especie de círculo virtuoso: para salvar la economía, hay que consumir Taylor Swift, y al consumir Taylor Swift, se acepta el orden mercantil que ha hecho posible el éxito de Taylor Swift. 

Al convertirse en un elemento de crecimiento económico, la propia Taylor Swift se cosifica como una mercancía milagrosa. Y es así como puede convertirse en objeto de una batalla irracional entre Singapur y sus vecinos, incluso más allá de los posibles efectos concretos sobre las economías de estos países. 

La leyenda que rodea a esta cantante y que mantienen los medios de comunicación y los gobiernos no es anecdótica: tiene una función disciplinaria. Se presenta como prueba del poder del ocio mercantilizado concentrado en una persona a la que hay que venerar, a menos que se quiera dañar la economía. 

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Como el metaverso, las NFT, las criptodivisas y ahora la inteligencia artificial, Taylor Swift es uno de esos mitos que el capitalismo moderno produce para hacer creer en su capacidad de superar sus propias contradicciones. Estos mitos sólo tienen una función: asegurar la pasividad de quienes realmente sufren su profunda crisis.

 

Traducción de Miguel López

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