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Los trapos sucios de la moda

Una modelo en una pasarela de moda.

La industria de la moda representa el 6% del consumo mundial, es decir, supone un negocio de 1,4 billones de euros. Este mastodonte económico se encuentra perfilado y dominado por empresas con los bolsillos llenos y de prácticas fiscales a menudo dudosas, como el grupo Kering. Las marcas prestigiosas y las marcas globalizadas han puesto en marcha un sistema productor de ensueño que les permite maltratar o subcontratar a la mayor parte de los y las que conciben, diseñan y producen y promueven sus ropas.

La antropóloga Giulia Mensitieri ha llevado a cabo una investigación entre los “creativos” de la moda que trabajan por nada o por muy poco, se entregan en cuerpo y alma a oficios que requieren entrega y alternan noches en palacios con cuchitriles.

En el libro Le plus beau métier du monde [El oficio más bonito del mundo], se describe un mundo a la vanguardia del nuevo espíritu del capitalismo, en el que la explotación puede tomar formar desconocidas.

PREGUNTA: ¿Qué se sabe, y que no se sabe, del mundo sobreexpuesto de la moda?

RESPUESTA: Empleo esta metáfora de la sobreexposición porque permite establecer la diferencia con sacar a la luz. En la sobreexposición, debido al exceso de luz, no se ve lo que hay detrás de la enorme visibilidad de los productos, imágenes e imaginarios producidos por la moda. He constatado un gran desconocimiento de lo que es la realidad de la producción o de la manera en que circula el dinero. A veces se ve determinados aspectos de esta industria, cuando se produce un incendio en Bangladesh o un debate sobre el cuerpo de los modelos.

Sin embargo, se sabe muy poco del funcionamiento de esta industria tentacular, ramificada a escala global, que produce mucha riqueza. Se conoce el nombre de los grandes grupos del lujo, como LVMH, pero se conoce mal el trabajo que permite que estos grupos sean quienes son.

En mi investigación, me he centrada en el trabajo “creativo”, que abarca una realidad muy amplia, y no en el trabajo de los obreros y obreras. Lo que se puede constatar de modo general es que en las casas de lujo y de costura, el trabajo de los obreros está bastante más controlado y reglamentado que el de los creativos. También, pese a lo que se suele creer, existen episodios de explotación no sólo en el made in China o en las producciones deslocalizadas, también en el made in France. Por supuestos la explotación no es de la misma naturaleza en las fábricas de Asia y en los estudios de París, pero también existe.

P: ¿La explotación y la precariedad que describe en el mundo de la moda son similares a las que se encuentra en sectores económicos deficitarios o menos prestigiosos?

R: La palabra explotación es un término muy fuerte, que hay que definir bien. La explotación de los modelos, de los estilistas, de los fotógrafos no es comparable a la de los obreros aquí o allí, pero desde el momento en que alguien gana dinero –y en la moda, estamos hablando de mucho dinero– gracias al trabajo mal o no remunerado, se hace necesario plantear la cuestión. En la moda, se encuentran grandes grupos o grandes marcas cuyo volumen de facturación es astronómico y que mantiene en muy malas condiciones a los trabajadores, sobre todo a estilistas, que se encuentran en el origen del sistema que les hace vivir y prosperar. La explotación no es, además, sólo una cuestión financiera, es una cuestión de dominación, de influencia. Y en la moda, ésta se encuentra muy presente. Mirando el sistema-moda a lo largo de todos los segmentos de su producción, tanto material como inmaterial, se ve que el capitalismo contemporáneo utiliza formas de explotación variadas. Lo que es sobrecogedor es que la moda es una industria extremadamente rica, en la que la falta de remuneración, o las bajas remuneraciones, no están justificadas por la falta de dinero. Hay otros sectores de actividad como la investigación o el mundo asociativo donde el trabajo a menudo es precario y funciona gracias a la entrega, la pasión y las retribuciones simbólicas, pero no se trata de universos tan ricos como la moda.

En este universo, he hablado con gente cuyo jefe contaba con un salario anual de varios millones de euros, que no sale de casa por menos de varias decenas de miles de euros al día. La cuestión es la de la manera en que se distribuye el maná del dinero que existe en el mundo.

P: ¿Por qué normativa laboral sobre el trabajo no encuadra mejor una industria en que las jornadas de trabajo de 14 horas y las noches en vela son la norma?R:

Tengo dos hipótesis. Por un lado, impera la idea de que la moda es una excepción, un mundo aparte, una “heterotopia” en el sentido de Foucault, que no estaría sometida a las normas del común de los mortales. La belleza y los fastos de la moda lo justifican todo. Como decía Karl Lagerfeld en un documental: “La moda es la injusticia total, es así y eso es todo”. Es verdad que existe esa regla implícita: el que está en la moda acepta tanto el bien como el mal y no se queja de las injusticias.

Por otro lado, constatamos de manera general hasta que punto, a día de hoy, los Estados están sujetos al poder de las multinacionales. Las del lujo y de la moda, en países como Francia o Italia, no sólo producen mucha riqueza, sino que tienen un peso simbólico esencial para el prestigio nacional. ¿Hay un acuerdo tácito para no mirar demasiado de cerca lo que sucede en este universo? Lo que está claro es que el poder simbólico e inmaterial de las grandes marcas se traduce materialmente en poder económico para algunos países.

Añadiré que el poder y el impacto a escala global del sistema-moda son inmensos y en diferentes niveles. Incluso si no es específico del mundo de la moda, desde el punto de vista del medio ambiente, por ejemplo, la industria textil es la más contaminante del mundo por delante del petróleo. Todos estos aspectos oscuros de la moda se dicen poco para mantener ese deseo hacia este mundo.

P: ¿Cuáles son las características del glamour labour que ha podido observar?R:glamour labour

La característica principal se incluye en la palabra glamour que, desde su origen, está vinculada al poder, ya que la palabra designa cierto hechizo, vinculado a la apariencia. La aceptación y la normalización de formas de desigualdades y de asimetrías por los trabajadores “creativos” en la moda se explican también por el hecho de que este trabajo da poder social. Si mucha gente está en estas condiciones, es también por el prestigio social que da el hecho de desempeñar “el oficio más bonito del mundo” y por los ojos de deseo con que se les mira. Entre los trabajadores del glamour labour, el poder se sufre y se ejerce.

P: Pone como ejemplo a Annie, que dejó su trabajo estable como figurinista para dedicarse a un trabajo no remunerado en el mundo de la moda, en buena medida porque eso aumentó su capital simbólico. Su entorno se interesa por lo que hace, es objeto de deseo, aunque trabaja gratis. ¿Hasta qué punto la retribución simbólica o la retribución en términos de visibilidad puede compensar la retribución financiera?

R: Depende de los casos. Los y las que no tienen otro medio del qué vivir, que no tienen apoyo familiar o conyugal, no pueden continuar en el mundo de la moda. Sin embargo, hay mucha gente , muy reconocida en este mundo, que no llegan a fin de mes. Un fotógrafo, afincado en París, que trabaja para revistas internacionales, con el que me he entrevistado, que viste ropa de marcas muy caras, de marca, me confesó en la entrevista que vive en 15 metros cuadrados. Cuando nos entrevistamos en Bruselas, había viajado en autobús porque el trayecto no se lo habían pagado y, aunque se alojaba en un hotel de 5 estrellas (pagado por la organización), comía en McDonald’s porque tampoco le abonaban las comidas.

P: ¿Cómo es que los y las que trabajan en la moda se acomodan, como Mia, uno de los personajes del libro, a una esquizofrenia que los hace pasar extremas dificultades a alojarse en París, en palacios de todo el mundo?

R: Es muy difícil llevar el día a día, como en la representación de uno mismo. Hay una forma de esquizofrenia social entre los universos del lujo en los que circulan por trabajo y realidad estructural, que incluye compras en Franprix y facturas que no se consigue pagar. Obreros que producen bienes de lujo existen desde siempre, es verdad, pero en el trabajo creativo de la moda, muchos que circulan por los universos del lujo que producen se identifican con estos y deben mantener una imagen deseable. Y esto incluye consumir de forma ostenta o el hecho de adaptarse a medios en los que beber un café puede costar 30 euros. Las estrategias puestas en marcha por los trabajadores que viven en esta precariedad a caballo entre dos universos, el del lujo y de la precariedad, son diferentes: van de la práctica intensa del yoga a régimenes súperestrictos pasando por el consumo de drogas.

P: Esta precariedad y esta explotación están ante todo ligadas a lo que señala como una “sobreproducción de los productores del sueño?

R: Existe un problema estructural. Sólo en París, salen cada año salen numerosos jóvenes con un diploma de moda bajo el brazo y se encuentra con que hay mucha competencia, porque el mercado del trabajo es restringido y está saturado. “Si no estás contento, hay dos mil que esperan fuera”, es lo que me han dicho muchas veces durante la investigación. La moda, como otros mundos profesionales, se basa en una economía de la promesa y de la esperanza. El presente está colonizado por las proyecciones deseables de lo que podría ser y de lo que se espera que sea, lo que permite aguantar en la precariedad o sumando prácticas y trabajo gratuito. Esto explica también el motivo por el que las personas a las que he entrevistado aceptan condiciones de trabajo tan duras, material o psicológicamente.

Además, en el capitalismo cruel, las obligaciones estructurales están interiorizadas y se llevan a la escala del individuo: todo, el fracaso y en el éxito, se supone se debe a las capacidades individuales, pero no siempre es así.

P: ¿Qué cuenta la industria de la moda de las mutaciones del capitalismo contemporáneo?

R: Muchas cosas. Primero, el modo en que el capitalismo crea su influencia en los asuntos utilizando el poder de los imaginarios. Además, las transformaciones del sentido y de la naturaleza del trabajo son sobrecogedores y la moda permite ponerlos al descubierto. El trabajo en algunos sectores de los centros del capitalismo globalizado al menos, se ha convertido ante todo el lugar de la construcción de la subjetividad, en vez del lugar en que se gana la vida. Para las generaciones anteriores, el trabajo era primero una forma de ganarse el pan y no una forma de desarrollo personal y de la expresión del sí. El deseo de la bohemia, del arte, de la creatividad, del trabajo apasionado ha sido acaparado por el capitalismo y ejecutados en sectores que poseen mucho dinero.

Por último, la moda es el lugar privilegiado de observación de una pérdida de credibilidad de la crítica social y de la constatación que la escala del individuo arrastra cada vez sobre la reivindicación colectiva. Al comienzo de mi investigación solía preguntar por qué no se unían, pero la moda es el lugar en el que aparece el individuo, no la colectividad, me respondieron. Al analizar la moda, podemos constatar que la individualización de la relación con el trabajo, percibido como el primer lugar de la expresión de sí mismo, hace más difícil la identificación con relatos colectivos.

P: ¿Las características del trabajo en la industria de la moda existen en otros entornos profesionales? Dicho de otro modo, ¿otros medios profesionales comparten esa coexistencia de la precariedad, de la compensación simbólica y de la valorización social?

R: Sí, en los mundos del arte, de la cultura, de las industrias creativas, pero también en la economía social y solidaria, en los oficios que ayudan al prójimo o en la investigación, la valorización social y el esparcimiento personal mediante la pasión cuentan a menudo más que las retribuciones economícas, pero una vez más, hablamos de lugares donde hay mucho menos dinero y donde las distribuciones son menos igualitarias que en la moda.

P: Si la industria de la moda muestra, como usted misma dice, que “el proyecto político neoliberal de subyugación por la precarización y la individualización ha alcanzado sus objetivos, ¿existen pistas para deshacerse de ello?

R: Espero. Mi trabajo se queda en el análisis. Lo pongo en manos de los que pueden idear proyectos así. Pese a mi descripción de situaciones de dominación, la investigación muestra que los individuos entrevistados están tan sometidos como son maestros de sus decisiones. Siempre hay margen de maniobra. La capacidad de inventar algo pasa probablemente por la deconstrucción de este surgimiento del sujeto. Si la pregunta es, ¿la moda es reformable? Responderé con otra pregunta: ¿el capitalismo es reformable? _____________

Traducción: Mariola Moreno

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