El tsunami Trump desborda el espacio mediático en Estados Unidos

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ofrece una rueda de prensa en la Casa Blanca junto al primer ministro israelí.

François Bougon (Mediapart)

“¿Ya está cansado?” Así es como la periodista del New Yorker Susan B. Glasser comenzaba su columna, publicada al final de la primera semana de Donald Trump en el cargo. El frenesí de anuncios y la retahíla de noticias, cada vez más escandalosas, no han cesado desde su regreso a la Casa Blanca el 20 de enero. Y los medios de comunicación, en Estados Unidos y en el resto del mundo, se enfrentan de nuevo a la política de choque llevada a cabo por el líder del movimiento Maga (Make America Great Again).

Desde su primer mandato no ha parado de repetirlo: los medios de comunicación –o al menos los que no le apoyan– son el “enemigo del pueblo”, a los que acusa de difundir “fake news”, es decir, de no alinearse con la realidad alternativa que él trata de imponer. Con “Trump II”, hay obviamente un aire de déjà vu.

Como señala Susan B. Glasser, al igual que durante su primer mandato, a Trump “le encanta ahogarnos en indignación”. “Se trata de subir el volumen: con tantos escándalos simultáneos el sistema está tan sobrecargado que se colapsa. No puede concentrarse. No puede defenderse. Simplemente hay demasiadas distracciones. ¿Quién tiene tiempo para destacar que Trump también prometió poner fin a la guerra en Ucrania y acabar con la inflación en su primer día en el Despacho Oval? Y, sin embargo, los drones siguen disparando sobre Kiev y los huevos siguen tan caros como siempre.”

El martes, al recibir a Benjamin Netanyahu en la Casa Blanca, el presidente americano soltó una bomba al explicar que quería “tomar posesión” de la Franja de Gaza y que quería convertirla en la “Costa Azul de Oriente Próximo”. No faltaron reacciones en todo el mundo a esta propuesta.

Mientras, las víctimas del próximo cierre de la USAID, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, han sido olvidadas. Y el “golpe de Estado” liderado por Trump y su secuaz Elon Musk puede continuar.

"Inundación de la zona y días de truenos”

Así que, para ahogar a los periodistas, nada mejor que inundarlos con múltiples anuncios, como teorizó Steve Bannon en 2019. Entrevistado por el columnista del New York Times Ross Douthat, el exasesor de la Casa Blanca, convertido ahora en oráculo del trumpismo, se mostró encantado con el debut de su campeón. El representante del ala populista del movimiento Maga está feliz viendo “la culminación de todo el trabajo que han hecho”. “Y estamos viendo el resultado de lo que yo llamo inundar la zona y días de truenos. No hay mejor momento para vivir la primavera de este gran esfuerzo”, continuó.

La nueva portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, la más joven de la historia (27 años), una fanática del movimiento Maga, está dispuesta a todo para defender a su “gurú”. Sus primeras ruedas de prensa marcaron la pauta. La mujer que ostensiblemente lleva una cruz a cuestas arremetió contra los medios tradicionales por “difundir mentiras sobre este presidente y su familia”. “Les llamaremos al orden cuando creamos que su información es errónea o que hay desinformación sobre la Casa Blanca”, dijo, tras anunciar que a partir de ahora su rueda de prensa estaría abierta a “nuevos medios”, “periodistas independientes, podcasters, influencers en redes sociales y creadores de contenidos”.

Hay tantas buenas noticias, tantas victorias de la Casa Blanca en este momento que los medios tradicionales no pueden seguir el ritmo

Karoline Leavitt, portavoz de la Casa Blanca

Podría ser una buena noticia dar la bienvenida a nuevos medios independientes, pero estas plataformas no deben ser sólo herramientas de propaganda del actual presidente. Lamentablemente, esto quedó demostrado poco después.

En la siguiente rueda de prensa, Karoline Leavitt permitió que John Ashbrook, presentador de “Ruthless Podcast”, una emisión de apoyo a Trump, formulara la primera pregunta. Y de nuevo, se marcó el tono. Aprovechó la ocasión para preguntar a la portavoz si los principales medios de comunicación no estaban “desconectados de los americanos que exigen que se actúe para resolver la crisis fronteriza”. A lo que Leavitt respondió: “Los medios están ciertamente desconectados”.

En Fox News el lunes, la portavoz explicó sin pestañear que “hay tantas buenas noticias, tantas victorias de la Casa Blanca en este momento que los medios tradicionales no pueden seguir el ritmo”.

Debilidad de los medios tradicionales

En el Pentágono, medios como el New York Times, NBC News y National Public Radio (NPR) serán sustituidos a mediados de febrero por periódicos y webs pro-Trump, como One America News Network (OANN), Breitbart News y el New York Post. En un intento de dar la impresión de voluntad de equilibrio y ausencia de represalias políticas, el HuffPost, ya moribundo, ocupará el puesto de Politico.

En la red social X, Kevin Baron, periodista especializado en temas militares, denunció el “la desaparición del periodismo en el Pentágono”. “El control fascista de Trump/Maga de la cobertura mediática del régimen continúa”, añadió.

A diferencia de la primera legislatura, en la que la mayoría de los medios se mostraron combativos ante un inexperto Donald Trump, esta vez el presidente se está aprovechando de sus debilidades y de la disposición de sus líderes a encontrar puntos en común con él. El caso más emblemático es el del Washington Post, cuyo propietario, Jeff Bezos, estuvo en primera fila en la ceremonia de investidura en el Capitolio. Justo antes de las elecciones de noviembre, provocó una crisis en el diario al vetar un texto que pedía el voto para Kamala Harris, la candidata demócrata.

Donald Trump también pretende constreñir a los medios de comunicación llevándolos a los tribunales. Y, en lugar de defenderse, y a pesar de que tendrían muchas posibilidades de ganar ante unas demandas calificadas de ridículas por la mayoría de los expertos, algunos están optando por negociar.

Tocar la cartera

En diciembre, ABC News dijo que quería pagar 15 millones a “una fundación y un museo presidencial” dedicados al multimillonario republicano. La cadena trataba así de poner fin a la demanda interpuesta por el presidente electo contra el presentador estrella George Stephanopoulos. La cadena y el periodista emitieron también una disculpa pública. Stephanopoulos había dicho en antena que Donald Trump había sido declarado “responsable de violación” durante un juicio relacionado con el caso E. Jean Carroll, cuando en realidad se trataba de agresión sexual.

En los últimos días, otra cadena de televisión, CBS, ha causado consternación al indicar que estaba en negociaciones con el presidente, que la atacó con el espurio argumento de que había sido manipulada una entrevista con su oponente demócrata Kamala Harris. Según informan medios estadounidenses, Paramount Global, propietaria de la CBS, podría pagar hasta 10 millones de dólares. “La demanda de Trump era una broma, pero si llegamos a un acuerdo, nos convertimos en el hazmerreír de todos”, ha dicho un periodista anónimo de la CBS, citado por la CNN.

Para Richard Painter, ex abogado especializado en cuestiones de ética de la Casa Blanca con la presidencia de George W. Bush, “eso es lo que se conoce como soborno”. Paramount Global no quiere enojar a Donald Trump, ya que se encuentra en medio de negociaciones para fusionarse con Skydance Media. Está previsto que la fusión concluya en el primer semestre de 2025 y sea aprobada por las autoridades.

Donald Trump no sólo toca la cartera de la gente. En concreto, podría utilizar la Ley de Espionaje de 1917 para tomar represalias contra las filtraciones de información relativa a la seguridad nacional, como ya hizo durante su primer mandato, continuando una política iniciada por sus predecesores George W. Bush y Barack Obama.

La Freedom of the Press Foundation (Fundación para la libertad de prensa, FPF) señala que la nueva administración también tiene “amplios poderes en virtud de la sección 702 de la ley de vigilancia de inteligencia extranjera”, que, aunque “suele ser retratada como una ley de vigilancia puramente extranjera dirigida a terroristas y narcotraficantes, (...) también se ha utilizado para espiar a los americanos, incluidos los periodistas, sin una orden judicial”.

No cedáis a las mentiras. No cedáis al miedo. Aferraos a la verdad. Aferraos a la esperanza

El periodista Jim Acosta en su despedida de la CNN

¿La adhesión de los directores o su acuerdo se refleja en términos editoriales? ¿La debilidad de los grandes medios de comunicación tras las acusaciones del movimiento Maga les ha llevado a adoptar una forma culpable de moderación? Algunos piensan que sí.

En un artículo publicado el 1º de febrero, el periodista Garrett M. Graff se imagina cómo se informaría de lo que está sucediendo actualmente en su país si esto ocurriera en el extranjero. El título es: “La Junta de Musk se apodera de oficinas clave del Gobierno”. Y el artículo empieza así: “Lo que comenzó el jueves como una purga política en los Servicios de Seguridad Nacional se convirtió el viernes en un golpe de Estado en toda regla, ya que unidades técnicas de élite bajo el mando del oligarca mediático Elon Musk se apoderaron de sistemas clave del Tesoro, bloqueando el acceso a los archivos del personal federal y dejando fuera de servicio las redes de comunicaciones gubernamentales.” Y así todo lo demás. A través de lo que puede parecer una parodia, Garrett M. Graff quiere poner de relieve la falta de lucidez de los medios de comunicación tradicionales estadounidenses.

Ante este deprimente panorama, muchos periodistas se han unido a plataformas como Substack –que publica boletines en parte de pago y en parte gratuitos– para crear sus propios medios. De hecho, fue en Substack donde leímos las primicias sobre los primeros días de la administración Trump. Pero también en un sitio independiente como The Handbasket, donde Marisa Kabas, una periodista freelance de 37 años afincada en Nueva York, desveló la orden de la administración Trump, luego revocada, de congelar los préstamos y becas federales. Una primicia desde su piso de Brooklyn, como señaló Associated Press en el perfil que le dedicó.

Kabas explicó a la Columbia Journalism Review que “hay un creciente apetito por un tipo diferente de cobertura, con un poco más de combatividad”. “Muchos medios de comunicación no están preparados para afrontar este momento”, afirma también, “porque siguen muy preocupados y aferrados a las normas tradicionales que se enseñan en las facultades de periodismo o en las instituciones tradicionales de los medios. No se sienten cómodos rompiendo las reglas, ni siquiera ante un fascismo claro y presente”.

Para ella, el problema es que “muchos periodistas dicen que su papel no es defender causas, que no es su trabajo”: “Pero si tu trabajo no es informar a la gente de una manera que les ayude, entonces no entiendo realmente cuál es tu trabajo”.

Jim Acosta también se ha refugiado en Substack. El ex corresponsal de la CNN en la Casa Blanca, que se forjó un nombre durante el primer mandato de Donald Trump, ha preferido irse del canal de noticias, para no doblegarse ante el presidente, antes que verse maniatado. Se despidió en el canal concluyendo: “No cedáis a las mentiras. No cedáis al miedo. Aferraos a la verdad. Aferraos a la esperanza”.

Y la esperanza puede estar en la aparición de estos medios independientes. Eso es lo que piensa una de las principales figuras del periodismo estadounidense, Dan Rather.

Los medios de comunicación norteamericanos engordan el fenómeno Donald Trump

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A sus más de 90 años, el antiguo presentador de la CBS escribe: “Debemos recuperar el control de la prensa para el pueblo americano”. “Una prensa libre es un bien público”, subraya. “Es el que provee a la democracia de materia prima. Pero no la encontrarán en el complejo industrial mediático. Razón de más para que los ciudadanos busquen un periodismo independiente. Nuestra libertad y nuestra democracia rara vez, o nunca, han dependido de él”. Dan Rather también publica en Substack.

 

Traducción de Miguel López

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