España lo apuesta todo a la fotovoltaica y espera cuadruplicar sus paneles solares de aquí a 2030

Paneles solares en un tejado de Barcelona.

La fiebre por la energía solar no ha hecho más que empezar. El ministerio de Transición Ecológica propuso este miércoles una actualización del Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC), el documento que sirve de hoja de ruta para la política energética de aquí a 2030, que ahora tendrá que negociar con Bruselas para que entre en funcionamiento en verano de 2024. El nuevo documento infla las previsiones de instalación de renovables en España y aunque en la década pasada la energía eólica fue la protagonista, la ganadora de la carrera verde será la fotovoltaica. Los técnicos del ministerio esperan que en 2030 se alcancen los 76 gigavatios de potencia solar instalada, lo que supondría multiplicar por cuatro los paneles que hay montados en este momento. 

La nueva versión del PNIEC se hace eco de multitud de estudios que sitúan a España como uno de los países mejor posicionados del mundo para la instalación de renovables por su clima y geografía, y el informe recuerda que entre 2019 y 2022 la instalación de fotovoltaica se disparó un 129%. Tras publicarse el documento, que no es de obligado cumplimiento, la patronal fotovoltaica UNEF sacó un comunicado este miércoles en el que afirmaba que el sector estaba "de enhorabuena". 

En todo caso, cuadruplicar la potencia solar actual no será fácil y la industria tendrá que esquivar algunos baches como la falta de mano de obra, los largos trámites administrativos, la escasez de materias primas y la contestación social en muchos territorios. "Puede que haya algunos atascos puntuales, pero creo que el nuevo objetivo es factible", opina Ismael Morales, responsable de Política Climática de la Fundación Renovables. 

El experto añade que uno de los grandes condicionantes para que se alcance esa meta será que la Unión Europea reforme el mercado eléctrico para promocionar los contratos a largo plazo, como pide España. Esta fórmula asegurará que el precio de la luz se mantenga estable y no se abarate demasiado, como debería ocurrir con la entrada masiva de renovables, lo que desincentivaría a las empresas a invertir en solar y eólica. 

Dentro de la energía fotovoltaica, el nuevo PNIEC da un papel muy relevante al autoconsumo solar de las viviendas y las empresas, que estima que alcanzará los 19 gigavatios, casi cuatro veces de los que hay ahora. El documento del Gobierno también calcula que se duplicará la potencia de la eólica hasta los 62 gigavatios, de los que 3 serán molinos flotantes en el mar. Fuentes del sector creen que ese aumento de la eólica será realmente complicado porque la tecnología lleva unos años de capa caída porque la solar es una inversión más interesante para los promotores. 

La entrada de estas plantas de generación en el sistema eléctrico provocará que la producción de luz en España se dispare un 31% al final de esta década frente a 2019 y la cuestión será quién consumirá ese excedente de energía, otro de los grandes desafíos de los próximos años. Para sustituir la demanda de combustibles contaminantes por electricidad verde habrá que cambiar calderas de gas en hogares por bombas de calor, vender millones de coches eléctricos y modernizar la industria, una tarea titánica en solo ocho años. 

"Si se cumple todo lo proyectado en el PNIEC no habrá problema para absorber ese excedente", opina Pedro Fresco, director general de la patronal valenciana de renovables. El experto explica que el informe de Transición Ecológica calcula que la demanda eléctrica de España será de 316 teravatios hora en 2030 –un 26% mayor que en 2022– gracias a la instalación de electrolizadores, a las exportaciones de energía a Francia y Portugal, al almacenamiento en baterías y a los 5 millones de coches eléctricos que se esperan vender esta década. "Si comparas la generación y la demanda del nuevo PNIEC, tendríamos unos excedentes del 6,6% que se verterían por no poder absorberlos. No es una cifra disparatada", opina Fresco. 

Un importante empresario del sector, que prefiere no identificarse, se muestra más escéptico sobre las nuevas metas del PNIEC. "Realmente me parece una barbaridad. Por una parte, aplaudimos la ambición, pero la demanda eléctrica está ahora estancada y si eso no cambia el PNIEC solo nos añade presión para crecer. Nosotros cumpliremos, pero hay que reducir los combustibles fósiles", opina. 

Más allá de las renovables, la hoja de ruta del Gobierno aporta mucha información sobre cómo podría ser España al final de esta década. A partir de 2025 ya no se quemará más carbón y en 2030 el consumo de petróleo será un 34% menor que en 2019 por la electrificación de la industria y los hogares, y la sustitución de coches de combustión por eléctricos. 

Esto también permitirá reducir la contaminación en las ciudades. "La reducción de los vehículos de combustible disminuirán las partículas finas y los óxidos de nitrógeno en el aire de las ciudades más de un 50%", comenta Mikel González, del Basque Centre for Climate Change, quien ha trabajado con el ministerio para calcular los impactos en la salud de la revisión del PNIEC. "Hemos estimado que en 2030 la mortalidad prematura ligada a la contaminación caerá un 49% respecto a 2019, hasta los 6.077 fallecidos al año", añade. 

Ismael Morales, de la Fundación Renovables, duda sin embargo de que España logre tener 5,5 millones de eléctricos a final de la década, como pronostica el PNIEC. "Me parece bastante utópico, ahora tenemos menos de 400.000 y creemos que no llegaremos ni a tres millones en 2030. La inflación los ha encarecido y la renta de los hogares ha caído, no se los van a poder permitir", puntualiza. 

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Respecto a la energía nuclear, en 2030 ya se habrán cerrado tres de los siete reactores que funcionan ahora en España y el resto generarán el 10% de la electricidad total del sistema, según el documento. Cinco años después, el parque debería cerrarse por completo, si se cumple el calendario actual. 

La primera versión del PNIEC entró en vigor en 2021 y en junio de 2024 será actualizado con objetivos más ambiciosos, por eso este miércoles el Gobierno ha enviado a Bruselas su propuesta de revisión. Ahora la Comisión Europea podrá solicitar cambios en el documento para que se adecúe a la normativa comunitaria, el plan llamado Fit for 55, que propone reducir las emisiones de efecto invernadero de los 27 países un 55% antes de 2030 respecto a 1990. El PNIEC español, en su versión original, proponía una reducción de sus emisiones del 23% a finales de esta década, y en su nueva revisión amplía la cifra hasta el 32%. Aun así, los ecologistas han criticado el texto del Gobierno por considerarlo insuficiente

"El aumento a un 32% de la reducción de las emisiones es un pequeño compromiso adicional, pero está muy lejos de aún de situarse en el -55% necesario", señaló Ecologistas en Acción en un comunicado este miércoles. "La situación meteorológica de los últimos años es una muestra clara de las consecuencias del cambio climático en la salud de las personas, en la alimentación, en el incremento de la desigualdad y en muchas otras cuestiones vitales", añaden los verdes.

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