Repsol importó 530.000 toneladas de aceite de palma para biocarburantes, según denuncian los ecologistas

El consejero de Repsol, Josu Jon Imaz.

Greenpeace, Ecologistas en Acción y la Federación de Consumidores y Usuarios CECU anunciaron este martes una ofensiva contra Repsol por publicidad abusiva y lavado de imagen. Las tres organizaciones civiles entienden que sus anuncios sobre los biocombustibles que monopolizan su web y sus gasolineras confunden al cliente, que no es consciente de que buena parte de ese diésel y gasolina está producido mayoritariamente con aceite de palma que fomenta la deforestación de Indonesia. Según se lee en la argumentación jurídica de las dos denuncias, Repsol ha importado entre enero de 2019 y marzo de 2023 al menos 538.589 toneladas de aceite vegetal de este país. Con este argumento, ecologistas y consumidores presentaron la semana pasada una denuncia ante la Comisión Nacional de la Competencia y otra ante la Dirección General de Consumo del Ministerio de Consumo.

El informe pericial ha sido elaborado por el grupo de investigación internacional FIND, que sitúa a Repsol como el mayor productor de hidrobiodiésel de España y el quinto mayor de Europa en 2020. Este biocombustible se produce con grandes cantidades de aceite de palma que procede de plantaciones masivas de planta de palma en el sureste asiático, y es el principal responsable de la tala de bosques en Indonesia, Malasia y otros países de la zona. "Hemos hecho multitud de campañas contra Nestlé y la industria agrícola en Indonesia, pero la realidad es que la mayoría del aceite de palma que importa la Unión Europea va para combustibles", afirma Miguel Ángel Soto, responsable de la campaña de Bosques en Greenpeace España.

Por países, España es el mayor importador de aceite de palma de la Unión, y Repsol es la empresa española que más lo consume, debido produce grandes cantidades de biocombustibles para la aviación y, cada vez más, para vender en gasolineras. Para poner en perspectiva el tamaño de las importaciones de aceite de palma de Repsol, entre 2019 y 2022, la Unión Europea importó en total 11,2 millones de toneladas de aceite de palma de Indonesia, según la ONG Transport & Environment.

El negocio de los biocombustibles es la respuesta del sector petrolero a la transición energética, que trata de acabar con el consumo de diésel y gasolina convencional, y la idea de estas multinacionales es sustituir poco a poco la venta de carburantes basados en petróleo por otros basados en fuentes renovables. Sin embargo, la inmensa mayoría de los biocombustibles que se venden ahora se fabrican a partir de aceites o etanol que se extraen de vegetales, como la soja, el maíz, el girasol o la palma, por lo que compiten con la alimentación humana y promueven la deforestación. Además, sustituir ecosistemas de bosques y selvas por estos cultivos reduce la capacidad de la naturaleza de absorber CO₂ de la atmósfera. En resumen, los ecologistas denuncian que un coche que quema un biocombustible hecho de aceite de palma contamina hasta tres veces más que un turismo con un diésel o gasolina estándar.

No hay dudas en el sector petrolero de que los biocombustibles basados en aceites vegetales no son el futuro, por eso en los últimos años han comenzado a vender biocarburantes modernos, los llamados biocombustibles de segunda generación. Estos se elaboran con restos agrícolas que no llegan a los supermercados, con aceites de cocina usados o con desechos urbanos, y tienen una huella de carbono muy inferior a sus predecesores, pero todavía son residuales porque son caros de producir. "Repsol tiene ahora una campaña muy importante que publicita la venta de combustibles 100% renovables, pero el porcentaje que fabrican con aceites de cocina usados debe ser absolutamente mínimo. Denunciamos que no hay una diferenciación entre los biocombustibles de primera y segunda generación, y confunden al consumidor", opina Josep Hurtado, del equipo jurídico de Ecologistas en Acción.

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infoLibre ha consultado a Repsol qué porcentaje del biocombustible que vende ahora en España es de segunda generación, pero ha declinado contestar. La petrolera se limita a defender que las demandas de las organizaciones civiles "tratan de desprestigiar una solución que la Unión Europea considera válida" y "de confundir a la sociedad, cuando la materia prima que se emplea está regulada por la normativa, supervisada y certificada". Desde la petrolera también apuntan que este año han puesto en marcha en Cartagena una refinería de combustibles bio que procesa exclusivamente residuos orgánicos para producir al año 250.000 toneladas de biocarburantes. Pese a la transformación que promete Repsol, la investigación realizada por las organizaciones verdes y CECU señala que Repsol "continúa activa en el comercio de aceite de palma con contratos de futuros para la adquisición y venta de miles de toneladas".

En cuanto al propósito de la demanda, las organizaciones creen que la publicidad de Repsol vulnera la Ley General de Consumidores, la Ley General de Publicidad, la Ley de Defensa de la Competencia y la Ley de Competencia Desleal. La investigación no tiene un plazo determinado, según los denunciantes, aunque esperan que la interpuesta por la vía del Ministerio de Consumo tenga una resolución más temprana, en unos pocos meses. Fuentes de este ministerio han afirmado a infoLibre que para la Dirección General de Consumo "se trata de un tema prioritario" y le dedicarán "mucha atención".

La batalla judicial de estas organizaciones contra Repsol llega apenas dos meses después de que Iberdrola, la mayor eléctrica del país, denunciase a Repsol también por lavado verde de imagen, ante un juzgado de Santander. Paralelamente, Iberdrola presentó una reclamación ante Autocontrol, el órgano formado por las empresas del sector que regula la publicidad en España, y precisamente este martes emitió su dictamen, dando la razón a Repsol y desestimando cada una de las alegaciones de la eléctrica. Ángel Soto, de Greenpeace, no teme que la primera victoria de Repsol en este caso afecte al resto, ya que "Autocontrol es lo menos neutral que puede haber". "Se juntan los publicistas con las empresas y deciden qué se puede decir en los anuncios. Es poner al zorro a cuidar de las gallinas", resume.

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