Cómo leer un mapa de radiación solar y otras preguntas para proteger la piel este verano

España ha entrado esta semana de lleno en el verano con un pico de calor que rozará los 40 °C en varios puntos del país. Además de cuidarse de las altas temperaturas, comienza la temporada de las quemaduras en la piel, y antes de salir de casa conviene mirar los niveles de radiación solar, que publica cada día la Agencia Española de Meteorología (Aemet). En este artículo te enseñamos a interpretar el mapa de rayos ultravioleta (UV) y el impacto de estos en la salud a corto y largo plazo, y damos respuesta a otras dudas relacionadas con el sol.

Cómo funciona un mapa de rayos UV

Aunque el sur de España recibe mucha más radiación que el norte a lo largo del año (en torno a un 60% más), en días soleados de verano el índice de radiación UV es igual de peligroso en prácticamente toda la península. Este martes, por ejemplo, Santander, Palma de Mallorca y Cádiz tenían un índice 9 de radiación ultravioleta, un nivel de muy alto riesgo.

Esta información la publica cada día Aemet, aunque también puede verse en apps para móviles como UVI Mate o la española UV-Derma, desarrollada por la Universidad de Málaga para dispositivos Android.

Todos estos mapas utilizan un índice de Naciones Unidas basado en números del 0 al 11 (o más), y cuanto más alto, mayor es el peligro. Este número va acompañado de un color, y a partir del naranja la exposición ya es alta, muy alta (rojo) o extrema (morado). Aunque a partir del nivel tres (amarillo), ya hace falta protegerse en las horas centrales del día.

"Normalmente, en condiciones de cielos despejados, el índice ultravioleta casi siempre en verano se encuentra en niveles muy altos o extremadamente altos en España. En verano, siempre que nos exponemos al sol, hay que protegerse", explica Rubén del Campo, portavoz de la Aemet.

Las nubes y la sombra no evitan la radiación

La Organización Mundial de la Salud subraya que, al contrario de lo que nos podemos imaginar, las nubes apenas frenan la radiación ultravioleta (las atraviesan en un 90%), y cuanto más alto está el sol, mayor es la cantidad de rayos que recibimos: el 60% de la exposición diaria es entre las 10.00 h y las 14.00 horas. La sombra tampoco protege completamente de los UV, pero sí reduce en "un 50% o más" la radiación.

Otro factor determinante es el entorno que nos rodea, porque en la playa, los pantanos o las piscinas hay superficies que actúan como un espejo. La arena refleja un 17% de la luz y la espuma del agua, un 20%. Bucear tampoco elimina el riesgo porque a medio metro de profundidad la radiación es un 40% de la que hay en la superficie. La hierba apenas refleja un 10% y el asfalto, solo un 2%. 

Además, hay más exposición a la radiación cuanto mayor sea la altitud, porque la atmósfera absorbe menos cantidad. Según la OMS, por cada 1.000 metros de altitud, los UV son un 10-12% más intensos.

Más allá de las quemaduras

El impacto de la radiación UV sobre el organismo tiene diferentes efectos, desde las quemaduras a los cánceres de piel, pasando por el debilitamiento del sistema inmunológico y el fotoenvejecimiento (manchas, arrugas…). Los expertos advierten de que estos rayos son especialmente dañinos en los niños y pueden provocar daños profundos que se manifiestan en la adultez.

Marisol Soengas, jefa del Grupo de Melanoma del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), explica que tanto la radiación UVA como la UVB son carcinógenas porque una exposición continuada provoca alteraciones y roturas del ADN que pueden generar mutaciones.

La radiación UVA es la más abundante y puede atravesar tanto la capa superficial de la piel (epidermis) como la inferior (dermis), causando daños en todos los tejidos. La UVB tiene más energía, pero se queda en la capa superficial, aunque es allí donde se desarrollan los cánceres más habituales. "Lo que más nos preocupa son los melanomas, porque con apenas un milímetro de grosor pueden diseminar por el cuerpo y causar metástasis", añade la investigadora.

El cáncer de piel es el más frecuente del mundo y su incidencia crece más rápido que la de ningún otro debido al trabajo en el exterior, el envejecimiento y la exposición recreativa, según la OMS.

Estar moreno no protege y, menos aún, el 'callo'

Marisol Soengas insiste en que ponerse moreno solo protege ligeramente la piel del sol, pero en ningún caso debe ser una señal para no usar crema. Mucho menos el bulo del callo solar, la idea de que haberse quemado ya enseña al cuerpo a protegerse de la radiación.

"El moreno no protege del sol. Hay que pensar que ponerse moreno es síntoma de que el cuerpo está protegiéndose tras haber sufrido una sobreexposición al sol. Es un incremento de la melanina en la piel, como un paraguas solar, pero solo demuestra que hemos sufrido un daño", responde la experta. El callo es un grado todavía peor de este impacto, porque significa que ha habido un daño profundo en las capas de la piel.

La crema tiene que proteger de UVA y UVB

La Organización Mundial de la Salud recuerda que cuatro de cada cinco casos de cáncer de piel se podrían prevenir con la protección adecuada. Ángeles Flórez, jefa del servicio de Dermatología del Complexo Hospitalario de Santiago, recuerda que la crema solar es importante, "pero es solo una de las piezas del puzle que nos protege del sol".

Si hay que elegir una crema o un spray solar, propone un factor solar (FPS) de entre 30 y 50 que proteja tanto de rayos UVA como de UVB. El FPS puede ser incluso mayor, y elegir una cifra u otra depende de la sensibilidad de la piel de cada persona. Ese número indica el factor multiplicador de protección que tiene una crema respecto a la piel de cada persona: si alguien al sol tarda cinco minutos en quemarse, con un factor cincuenta lo haría en cuatro horas.

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Flórez recuerda también que mucha gente suele echarse mucha menos cantidad de la que necesita y sugiere leer el prospecto de cada bote antes de utilizarlo. "Depende del caso, pero ya adelanto que comprar un bote para todo el verano es quedarse corto".

Recomienda además reducir al máximo la exposición, aunque sin demonizar las actividades al aire libre. "Lo más importante es el sentido común: no buscar el bronceado, esquivar las superficies que hacen de espejo, usar sombreros de ala ancha, gafas homologadas, sombrillas adecuadas y ropa". También es recomendable en personas con una piel sensible al sol tomar vitamina D.

Qué son los rayos UV

La radiación ultravioleta es una parte de la radiación electromagnética que llega a la Tierra desde el Sol y no es visible para el ojo humano. La radiación UV se divide en tres espectros en función de la longitud de onda de la radiación: UVA (315-400 nanómetros), UVB (280-325 nm) y UVC (100-280 nm). Los rayos UVC son atrapados en la atmósfera por el ozono, el vapor de agua, el oxígeno y el dióxido de carbono, que absorben también el 90% de la radiación UVB, pero la UVA llega ampliamente hasta la superficie.

España ha entrado esta semana de lleno en el verano con un pico de calor que rozará los 40 °C en varios puntos del país. Además de cuidarse de las altas temperaturas, comienza la temporada de las quemaduras en la piel, y antes de salir de casa conviene mirar los niveles de radiación solar, que publica cada día la Agencia Española de Meteorología (Aemet). En este artículo te enseñamos a interpretar el mapa de rayos ultravioleta (UV) y el impacto de estos en la salud a corto y largo plazo, y damos respuesta a otras dudas relacionadas con el sol.

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