En busca de un TikTok europeo: por qué las redes estadounidenses no tienen competencia en la UE

Hasta el pasado lunes, Silicon Valley siempre había gozado en el imaginario colectivo de un aura hippy y progresista instaurada en el imaginario colectivo de ser una industria creada de cero en un garaje o en la habitación de una residencia universitaria. Sin embargo, la visión de sus mayores referentes, multimillonarios todos, solo un paso por detrás de la familia de Donald Trump ha puesto en evidencia el giro ultra y ha generado muchas dudas e intranquilidad entre los usuarios al estar sus compañías y sus productos cada vez más enraizados en nuestro día a día. Es lo que muchos llaman ya la "derecha tecnológica" o, como les llamó Pedro Sánchez, "tecnocasta" o "tecnomillonarios".
Pero además de esta radicalización común y de tener todos sus bolsillos repletos de billetes gracias a los usuarios, hay otro elemento que los une: su pasaporte. Meta (propietario de Facebook, Instagram y WhatsApp), Amazon, Google, Apple, X, Open AI o Microsoft (que no mandó a nadie a la toma de posesión de Trump) son empresas estadounidenses, la mayoría con sede en el norte de California, en Silicon Valley. No así TikTok, propiedad de la empresa china ByteDance, que se coló en la fiesta del nuevo presidente con la presencia de Shou Zi Chew y protagonizó una de sus primeras cien medidas: la prórroga de 75 días para seguir operando en EEUU.
"Estas plataformas no solo han cambiado la forma en que nos comunicamos, sino también cómo consumimos contenido y nos conectamos con otras personas y marcas. Su influencia es evidente en ambas regiones, donde han moldeado tendencias y comportamientos", explica Santiago Giménez, profesor en la OBS Business School.
En cambio, a este lado del Atlántico, Bruselas se tiene que limitar a contener el aliento ante las futuras políticas de Trump y observar en la distancia y con preocupación la deriva de la derecha tecnológica. Aunque han desplegado un potente paquete legislativo para controlar a todas estas plataformas y que asuman responsabilidades, por ahora la UE con respecto a redes sociales no es rival para Silicon Valley. Pongamos un par de ejemplos.
Con la puesta en marcha en verano de 2023 de la ley de Servicios Digitales, centrada en la protección de los derechos fundamentales en línea de los usuarios, Bruselas elaboró su listado de very large online platforms y very large online search engines, es decir, aquellas plataformas y buscadores con relevancia sistemática y responsabilidades especiales por el tamaño y alcance social que tienen. Se trata, en total, de 25 productos o servicios: quince de EEUU, cuatro de China, uno de Chipre y uno de Canadá. Los cuatro restantes son made in UE: el metabuscador de viajes Booking de Países Bajos, la tienda online Zalando de Alemania y las webs porno XVideos y XNXX de Francia. Es decir, el 16%.
La ley de Mercados Digitales, enfocada en frenar el comportamiento anticompetitivo, también tiene su listado, en este caso, de guardianes de acceso del que forman parte las grandes empresas con una posición afianzada que debe cumplir con obligaciones más estrictas que el resto. Ahora mismo son siete: Alphabet, Amazon, Apple, Booking, ByteDance, Meta y Microsoft. De ellas, solo Booking es europea. En total, 24 servicios básicos, entre los que se encuentran plataformas de mensajería, sistemas operativos o redes sociales. Bruselas destaca cuatro: Facebook e Instagram de Meta, LinkendIn de Microsoft y TikTok. Es decir, tres estadounidenses y una china.
Las rivales: BeReal, Mastodon y Xing
Centrándonos solo en las plataformas, qué es lo que nos interesa aquí, si cogemos el Estudio de Redes Sociales 2024 de Iab Spain de las 17 que analiza y de las que recoge datos, solo dos son europeas. Se trata de BeReal, que es francesa, y Spotify, que es sueca pero que se queda fuera de lo que entendemos como red social ya que es un servicio de streaming de música.
A la cuota de redes sociales europeas se podría añadir Mastodon que es alemana y una de las plataformas que suenan como sustitutas de X ante la deriva de Elon Musk con su apuesta de ser "abierta, libre y federada" bajo el protocolo ActivityPub. La otra candidata para robarle tuiteros al antiguo Twitter, Bluesky, también es estadounidense.
En este grupo podemos añadir Xing, también alemana. Basada en el principio de los seis grados de separación, es una red social de ámbito profesional y compite por la cuota de mercado del poderoso LinkedIn de Microsoft.
Las causas: falta de innovación y recursos frente a un ecosistema de talento
BeReal, Mastodon, Xing… ¿por qué a este lado del Atlántico no tenemos nuestro propio Instagram o un TikTok europeo? Según detalla el profesor Giménez, esta dominación estadounidense responde a tres causas. La primera es porque en EEUU "han sido pioneros en crear plataformas innovadoras y escalables, como Facebook, Twitter o Instagram, que rápidamente han capturado grandes bases de usuarios" al tiempo que "se han adaptado y evolucionado" con las demandas de los usuarios.
La segunda razón es por el acceso que tienen a los fondos de capital de riesgo para lograr financiación y a los recursos tecnológicos. "Silicon Valley ha proporcionado un entorno ideal para el crecimiento de estas redes", sostiene Giménez. "Mientras EEUU y China invierten en digital, nuestros políticos desoyen los consejos de los activistas que llevan años diciendo que había que apostar por el código abierto", amplia Simona Levi, cofundadora de la plataforma especializada en derechos digitales Xnet y estratega tecnopolítica. Autora del libro Digitalización democrática (Editorial Rayo Verde), defiende que la UE ha perdido tiempo "en vender sangría" y no se ha digitalizado "correctamente" porque han estado "pagando por tecnología que pertenece a empresas":
Y, por último, el propio ecosistema de talento creado en esta zona californiana "crucial para la innovación continua y el éxito sostenido". "La concentración de talento en tecnología y negocios en Silicon Valley ha permitido a estas multinacionales atraer y retener a los mejores profesionales", indica este profesor.
¿Qué ha fallado para llegar hasta aquí?
¿Y cómo hemos llegado hasta esta situación? También son varios factores los que han influido en esta posición rezagada. Por un lado, la falta de financiación. "La inversión en capital de riesgo en Europa es significativamente menor en comparación con EEUU", explica Giménez que matiza que esto limita "el crecimiento de startups tecnológicas", tienen dificultades para "obtener los fondos necesarios" y les impide "competir a nivel global".
Por otro, la fuga de cerebros: "Muchos talentos europeos en tecnología y negocios se trasladan a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades y recursos". Para este profesor, esta salida ha lastrado la creación de compañías innovadoras en la UE. Y, por último, la existencia de una excesiva burocracia en los 27. "Las barreras regulatorias y administrativas en el mercado único europeo pueden dificultar la creación y expansión de nuevas empresas", admite Giménez.
¿Una red social pública?
Por todas estas razones, ante la falta de una competencia real privada, en la UE son muchas las voces que apuestan ahora por crear una red social pública. A mediados de enero, el exvicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, proponía "la creación de una red social pública bajo controles democráticos" con "el español y el portugués como lenguas de referencia" y "comprometida con la justicia social y los derechos humanos". La profesora titular de Filosofía del Derecho en la Carlos III y exeurodiputada María Eugenia Rodríguez Palop también apuntaba en esta misma dirección en una reciente columna en El País: "Europa debería pensar en crear infraestructuras propias, públicas y competitivas con las que plantar cara al poder plutocrático que nos acecha".
El antiguo director de Tumblr, Mark Coatney, incluso iba un paso más allá en un artículo de opinión publicado en 2019 en The New York Times. En su caso, sugería prohibir tanto el anonimato como las cuentas de empresas u otras organizaciones para crear una plataforma alejada del interés comercial actual: "Los medios públicos sin ánimo de lucro son la respuesta".
Financiada por los diferentes Gobiernos, serviría para dar servicio ciudadano. Sin embargo, la idea no es perfecta y está llena de sombras. La primera y más evidente es qué harían las diferentes administraciones públicas con nuestros datos. Además, y según señala Simona Levi, parte de un enfoque "binario" que consiste en "público-bueno y privado-malo" y que confunde crear una red social pública con el software de código abierto, un modelo de desarrollo descentralizado que distribuye públicamente el código fuente permitiendo que cualquier persona modifique y comparta tecnología porque su diseño es accesible de manera pública. "Los expertos siempre hemos dicho que había que generar un sistema alternativo a las big tech. Llegamos tarde, pero todavía se pueden hacer cosas, eso sí, la solución no es que el estado de forma paternalista nos gestione las redes", defiende esta experta.
Para esta experta, el futuro pasa por una "iniciativa comunitaria" en la que trabajen mano a mano usuarios, activistas, empresas e instituciones alrededor del "código abierto": "Todo ya está creado. No hay que crear, hay que apostar por un software libre y que cada uno utilice como quiera". Y en este escenario perfecto los diferentes Gobiernos, tanto a nivel europeo, como nacional o autonómico, lo que deberían haber es invertir, mantener y, sobre todo, utilizar estas herramientas de código abierto. "Bruselas sigue usando Microsoft y Google", recuerda Levi que apunta que "no están dando ejemplo".
Más allá de esto, y según el profesor Giménez, existen "oportunidades y esfuerzos en marcha que podrían permitir el surgimiento de competidores europeos en el futuro". "La combinación de políticas de apoyo, cambios en las preferencias de los usuarios y un enfoque en la innovación y la privacidad podría crear un entorno propicio para el desarrollo de nuevas plataformas sociales europeas", detalla este experto.
El mapa de las tecnológicas en Europa
Porque lo cierto es que, más allá de la falta de una competencia real a nivel de redes sociales, en el resto de productos y servicios, Europa no cojea en comparación a Silicon Valley o China y es capaz de plantar cara en muchos servicios. Por ejemplo, Spotify. El éxito de esta plataforma de música en streaming supera de largo a su competencia. Por ejemplo, en número de usuarios cuenta con 551 millones, muy lejos de los 88 millones de Apple Music, los 80 millones de Amazon Music, los 80 millones de YouTube Music o los 16 millones de Deezer, un servicio francés.
En Suecia también encontramos las empresas de videojuegos Mojang o King, autores de los populares Minecraft o Candy Crush. Eso sí, ambas son propiedad ahora de Microsoft. Caso similar al de Skype, que revolucionó en la década de los 2010 las videollamadas y que tiene su origen en Estonia con parte del equipo también sueco y danés pero que en 2005 fue comprado por eBay y en 2011 por Microsoft, ambas estadounidenses. Y ejemplo similar lo que sucede con el navegador Opera creado por la empresa noruega Opera Software y que actualmente es propiedad de una empresa china de inversión.
Mientras EEUU y China invierten en digital, nuestros políticos desoyen los consejos de los activistas que llevan años diciendo que había que apostar por el código abierto
Uno de los países con más presencia de tecnológicas es Alemania: además de las ya mencionadas Mastodon o Xing, destacan gigantes como Zalando, Trivago o Delivery Hero, propietaria de la española Glovo. En Francia, además del éxito de BeReal, cuentan con Bla Bla Car, Vente-Privée o el buscador Qwant. Y en España, Cabify rivaliza con el poderoso Uber en el apartado nacional del VTC.
Y no hay que olvidarse de Reino Unido, que aunque ya no forma parte de la UE, es uno de los principales núcleos de emprendimiento digital a este lado del Atlántico. Así destacan plataformas como Asos, Deliveroo, Just Eat, Shazam o Skyscanner, referentes en sus respectivos campos.
Según Santiago Giménez, el éxito de estas empresas en otros campos que no son las redes sociales responde a que, la gran mayoría como Spotify, Booking o Zalando, han encontrado "nichos específicos" con productos o servicios que "responden a necesidades específicas de los consumidores europeos", tienen "modelos de negocio que les permiten ofrecer servicios únicos y diferenciados" y, por tanto, tienen "una menor competencia directa". "La ausencia de competidores dominantes ha facilitado su expansión y éxito", explica este profesor.
Los esfuerzos se centran ahora en encontrar un ChatGPT europeo
A todas estas tecnológicas hay que sumar ahora el esfuerzo que se está desplegando en el campo de la inteligencia artificial. Aunque OpenAI, también estadounidense, es su máximo exponente gracias a ChatGPT, muchos en Silicon Valley están intentando subirse a este carro: desde Google a Microsoft pasando por Meta, X o Apple. Y en Europa, en este caso, están intentando no quedarse atrás, aunque mucha de la inversión sigue procediendo de EEUU.
Así destaca el trabajo de Aleph Alpha. Esta startup alemana fundada en 2019 por Jonas Andrulis (ex trabajador de Apple) y Samuel Weinbach (ex de Deloitte). En 2023 presentó Luminous, su modelo de lenguaje equivalente al GPT de OpenAI o PaLM de Google.
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En Francia, está Mistral AI. Fundada en 2023 por investigadores de Meta y Google DeepMind y con inversores del renombre como NVIDIA, Salesforce o Microsoft, solo un año después presentó Le Chat, su chat conversacional para competir contra ChatGPT de Open AI.
En Reino Unido, Stability AI es conocida por su enfoque en código abierto, es decir, sus modelos están disponibles para que cualquiera los utilice y los modifique. Aunque creación más conocida es Stable Diffusion, un modelo generativo que crea imágenes a partir de texto, ya está trabajando en modelos de lenguaje para rivalizar con ChatGPT.
Y en España, esta misma semana el Gobierno presentó Alia, un modelo de inteligencia artificial en código abierto diseñado desde el sector público. Su objetivo es ser una herramienta accesible, inclusiva y adaptada a la diversidad lingüística ya que es capaz de operar en castellano y en las lenguas cooficiales del Estado: catalán, euskera, valenciano y gallego. Por ahora, están en marcha dos proyectos pilotos basados en Alia: un chatbot para la Agencia Tributaria, que permitirá resolver dudas y agilizar gestiones fiscales; y otro programa que se centrará en la mejora del diagnóstico de insuficiencias cardíacas en Atención Primaria.