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Bancos abusones

Gonzalo de Miguel Renedo

En los últimos tiempos se han destapado varios agujeros en la banca española de miles de millones de euros por la declaración de nulidad de diversas cláusulas bancarias. Sí, esas cláusulas que han atado a millones de personas de este país durante décadas. ¿Y ustedes han visto que los medios de comunicación desplieguen sus potentes faros para informar con la insistencia y profundidad requeridas, siquiera con las mismas con que atienden otras noticias, muchas de escasa importancia?

La Justicia europea ha condenado a los bancos españoles a reintegrar a sus clientes el dinero incautado por las llamadas cláusulas suelo, cláusulas abusivas se miren por donde se miren. Dichas cláusulas, sin embargo, pese a su carácter abusivo, no merecieron la extensión debida para nuestra Justicia suprema. Los perjudicados por aquella confiscación mostraron su alegría desatada por la sentencia europea conocida poco antes de Navidad como si les hubiera tocado el Gordo de la lotería. Pues bien, no habíamos acabado aún de festejar aquel enmendar la plana por parte del Tribunal Europeo al Tribunal Supremo español, cuando nos hemos enterado de que los contratos de hipoteca que acogotan a millones de familias españolas eran un saco de trampas sin fondo, una especie más de la basura contractual que nos rodea. Se conoce que el máximo juzgador español ya se había adelantado en diciembre de 2015 y ante el reciente varapalo europeo parece como si quisiera lavar su imagen recordándonos que ya ella se despachó a gusto a cuenta de los gastos afectos a la hipoteca, sentencia de la que casi nadie había oído hablar. Los bufetes han engrasado sus maquinarias para hacer frente a los miles de demandas que se avecinan. Nos encontramos, pues, ante agujeros multimillonarios en las arcas de nuestras entidades bancarias por haber cargado a sus maltratados clientes el monto total de los gastos generados por la constitución de hipoteca, incluyendo notario, registro, gestoría y actos jurídicos documentados, sin olvidar los gastos de tasación y los póstumos de cancelación. Añadan a ello los intereses y verán hasta dónde puede llegar la factura indebida por sus excesos pantagruélicos del pasado. ¡Menos mal que abusaban nuestros rescatados bancos de nosotros porque si no no sé qué habría sido de ellas! Ni que decir tiene que ahora sus bien pagados ejecutivos intentarán recortar nuestro derecho a cobrar lo que nos corresponde con los mismos argumentos con los que antes justificaban cargarnos toda la responsabilidad de unas garantías que solo les beneficiaban a ellos. Si es que son unos cachondos. Y seguro que en privado se reirán. Y se dirán: ¡Que nos quiten lo bailao! O robao.

Dicen los escépticos que da igual que ahora paguen lo saqueado, que nos lo cobrarán luego por otro concepto. No lo dudo, pero tampoco tengo dudas de que para hacer esto último no necesitan perder por otro. Pensemos en todos aquellos clientes que nunca podrán recuperar su dinero por prescripción, sin olvidar a aquellos incautos que lo perderán simplemente por olvido o por desinformación motivada. Motivada por la falta de difusión adecuada. Es una vergüenza que este notición no salga en todas las portadas, analógicas y digitales, a cinco columnas y de manera perenne. Para otras chorradas intrascendentes de verdad no escatiman espacios. ¡Ay, las deudas, mira que atan! ¡Qué difícil es ser independiente, hoy día! Pero claro, están más centrados en que sepamos lo que pasa en las camas de Gran Hermano y sobre todo en cómo evoluciona ese fémur lesionado de Ronaldo.

No se trata de bagatelas, se habla de unos seis millones de hipotecas que suponen un montante valorado por algunos expertos en más de 20.000 millones de euros en concepto de gastos hipotecarios, importe que ascendería a casi 35.000 millones de euros si se cuenta el impuesto de actos jurídicos documentados, según informaba días atrás el diario económico Cinco Días. El reconocimiento del carácter abusivo de las cláusulas bancarias es el reconocimiento de que hemos sido maltratados por activa y por pasiva. Quienes no perdonan ni una comisión, por pequeña que sea, quienes tratan de repercutir en sus clientes toda las cargas, quienes echan a los desgraciados de sus casas, nos querrán convencer ahora de que en su caso hay que ser más salomónicos, de que no es justo que ellos asuman la integridad de unos gastos que no dudaron en el pasado en cargarnos en su integridad. ¿Realmente se merecen ese premio quienes llevan beneficiándose de la exención total durante décadas? Recordemos, por último, que el plazo para reclamar estos gastos derivados de la constitución de hipoteca expira en diciembre de 2019 y que afecta a todas las hipotecas en vigor, así como las acabadas de pagar desde diciembre de 2011.

Y en esta coyuntura, resultan especialmente loables iniciativas como la que lidera la revista Alternativas Económicas, con Andreu Missé al frente, que tras la exitosa experiencia sobre el estudio del fraude de las preferentes, ahora se ocupará de escribir un libro sobre las cláusulas suelo y demás abusos bancarios, incluidos los concernientes a los gastos hipotecarios. El método empleado para financiar este proyecto es el micromecenazgo o crowdfunding, financiación colectiva que ya cubre más de la mitad de los cinco mil euros precisos para llevar a buen puerto su objetivo. Anímense y ayudémonos a luchar por nuestros derechos. Libros como este de Missé son la mejor inversión para recuperarnos del saqueo sistemático al que nos han sometido las entidades bancarias durante décadas. ______________________

Gonzalo de Miguel Renedo es socio de infoLibre

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