En el grave conflicto secesionista ambas partes –Gobierno y Govern– ya han dejado suficientemente claro que no van a ceder y están dispuestos a llegar hasta el final y a lo que no queremos llegar. Ambos presidentes son conscientes de qué se juega políticamente quien salga derrotado de este envite.
Los
secesionistas cuentan con la movilización de una parte significativa de la sociedad catalana dispuesta a desobedecer al Estado y a asumir las posibles consecuencias administrativas, patrimoniales e incluso penales. El Gobierno cuenta con la
movilización de todos los recursos del Estado –legislativos, judiciales, de orden público, etc.– para impedir el referéndum y, en consecuencia, la hipotética independencia. Y ambos gobiernos se mueven con un ojo puesto en las repercusiones y reacciones internacionales que rechacen o reconozcan la legitimidad del
procés y de la secesión.
Si nada lo remedia, el 1-O se puede convertir en una peligrosa jornada en la que se sucedan un
rosario de disparates mutuos con consecuencias imprevisibles para todos, porque, tal como están las cosas, no es impensable que pudiera producirse algún episodio violento de mayor o menor intensidad.
En este contexto, y a pocos días del referéndum ilegal convocado, puede sorprender –y resultar contradictorio con los hechos– que la carta que han enviado Puigdemont, Forcadell, Junqueras y Colau a Rajoy –con copia al jefe del Estado– haga un
llamamiento al diálogo para abordar de qué manera nos podemos poner de acuerdo para que los catalanes celebremos el referéndum. Un diálogo abierto y sin condiciones [para acordar un referéndum] desde la legitimidad que cada uno representa. Se lea como se lea, lo que se pide es negociar.
Y efectivamente ahora ambos tienen
cartas suficientes para poner en juego en una negociación: unos, las leyes de desconexión, la convocatoria unilateral de referéndum y la movilización en la calle; otros, las acciones judiciales en marcha, la intervención de las cuentas de la Generalitat y el peso de las herramientas del Estado. Una negociación de
do ut des (doy para que me des, doy si m edas) que reinicie la situación: doy marcha atrás si tú das marcha atrás.
Casi no hay tiempo, pero aún es posible revertir la situación y buscar una salida política digna para todos. Y mejor si el Congreso de los Diputados tomara cartas en el asunto.
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Jesús Pichel Martín es socio de infoLibre
Ambas partes dicen que es el otro el que no quiere negociar, lo dice Saénz de Santamaría y lo dice Puigdemon, el mostrarse abiertamente en contra de una negociación saben que sería letal para ambos, pero los dos ponen condiciones previas que no son asumibles por la otra parte, es decir ninguno está dispuesto a mostrar su debilidad el primero. Esto nos lleva a un callejón sin salida y creo que descalifica a las personas que lo han manejado a seguir haciéndolo.
Estaría la posibilidad de buscar un árbitro, pero este tendría que ser necesariamente un español aceptado por ambas partes y digánme donde encontramos a uno que no se haya significado mas o menos en el tema, un árbitro internacional es impensable, sería reconocer igualdad de representación al Gobierno catalán y al inicio de las negociaciones eso es impensable.
Por tanto lo único que se me ocurre es, que de común acuerdo (acuerdo discreto, por supuesto), ambas partes den uno o dos pasos atrás, y desde esa ligera distancia anuncien que se sientan a negociar SIN CONDICIONES PREVIAS, todo el mundo sabe que llegan con su idea de máximos, pero no es necesario ponerla como una pistola encima de la mesa. En esa mesa de negociación se tienen que sentar sensibilidades distintas, no solo independentistas y unionistas, tambien todos aquellos que quieren seguir en España pero de otra manera, autonomistas, federalistas, confederalistas, estado libre asociado y cualquier otra que se les ocurra y a los miembros de esa mesa, los metería como a los cárdenales en el cónclave, sin salir hasta que tengan una solución aceptada por todos.
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Gracias por su explícito comentario, con el que estoy bastante de acuerdo. Buena idea la del cónclave, aunque sea una broma. Un saludo
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