Librepensadores

El discurso del rey

Fernando García de Frutos

Reconozco que la intervención del rey Felipe VI me sorprendió por el tono y la dureza y que necesité leerlo por el desconcierto que me produjo. Sin saber muy bien la finalidad del mismo y, sobre todo, por qué, y a quién iba dirigido.

Cierto que el rey actuaba cumpliendo el papel de árbitro y moderador que le adjudica el artículo 56 de la Constitución. Pero a los que tenemos más de medio siglo de vida y más de cuarenta años ejerciendo el periodismo, nos viene rápidamente otro discurso Real, el del 23-F de 1981, y recordamos perfectamente el objeto y destino del mensaje del rey Juan Carlos.

Aquellos años eran difíciles, muy difíciles, peligrosamente difíciles porque “los sables” hacían ruido y unos “iluminados” daban un golpe de Estado militar. Y el rey, como jefe del Estado y jefe militar, por eso vestía uniforme, dio la orden de deponer las armas y restaurar el Orden Constitucional. Y, tuvimos suerte, mucha suerte de que obedecieran la orden Real.

Pero ahora, Majestad, es una sociedad civil la que se ha movilizado, una minoría, sí, pero ciudadanos que necesitan respuestas políticas, soluciones políticas, con políticos que sepan estar a la altura de las circunstancias y, si no saben o no quieren hacerlo, que dejen paso a otros y convoquen elecciones generales y catalanas. Y esa sociedad civil ya ha dicho que no reconoce la figura del rey, por lo que dudo obedezca su mandato de restablecer el Orden Constitucional. Entonces, para quién o quiénes el discurso.

Para liberarme de fantasmas, que me hacen ver situaciones de semejanza, con “iluminados” y golpistas contra el Estado de Derecho, intento encontrar en la lectura del texto del discurso, que acabo de escuchar, las respuestas a los interrogantes que me desconciertan.

Veo que es cierto y correcto el análisis y enumeración de hechos que hizo Felipe VI en su discurso: "Las instituciones de Cataluña, de forma reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto de Autonomía”. Los representantes de las instituciones catalanas, "con sus decisiones, han vulnerado de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado”. Que, desde la Generalitat, "han quebrantado los poderes democráticos de todo Estado de Derecho y han intentado quebrar la unidad de España, llegando a dividirla", y que, "con su conducta irresponsable, incluso pueden poner en riesgo la estabilidad de Cataluña y España".

Hasta aquí perfecto el relato de hechos producidos por el Gobierno de la Generalitat y los representantes independentistas del Parlamento catalán, representantes elegidos democráticamente por los catalanes. Pero no hay relato sobre lo realizado por el Gobierno de España y los representantes, también elegidos democráticamente, del resto de españoles.

Es fácil justificar que el Gobierno de España sólo ha hecho cumplir la ley, y que, por lo tanto, nada había que decir. Craso error, Majestad, tan irresponsable es el que incumple la ley para imponer sus tesis políticas, como quien se atrinchera en ella y la utiliza para imponer las suyas. Cierto que uno delinque, pero el otro se pone de “portero de discoteca”, y si no fuera tan dramática la situación de Policía Nacional y Guardia Civil, haría el chiste del primo de Zumosol. Porque eso es lo que ha hecho el Gobierno del señor Rajoy, y el resultado de dichas posturas es lo que hoy tenemos: una sociedad quebrada. Quebrada por la actitud y la actuación de ambas partes.

Sigo la lectura del discurso real y confirmo que lo que me había puesto los pelos de punta es cierto. El rey avisa, con tono y forma, que "ante esta situación de extrema gravedad, que requiere el firme compromiso de todos con los intereses generales, es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones, la vigencia del Estado de Derecho y el autogobierno de Cataluña, basado en la Constitución y en su Estatuto de Autonomía".

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Y me pone los pelos de punta porque no puedo evitar preguntar, a qué autoridad del Estado se refiere su Majestad, y quiénes y cómo lo hacen.

Majestad, deseo que su mensaje haya servido para alejar de posibles “tentaciones” a aquellos que sí están en la obediencia debida al mando, caso de ser ellos los destinatarios, y que quienes correspondan con el reconocimiento a su figura constitucional, cumplan con lealtad la búsqueda de soluciones políticas. No nos merecemos otra cosa. _________

Fernando García de Frutos es periodista y socio de infoLibre

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