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Política cultural

Los retos de García Montero al frente del Instituto Cervantes

El poeta Luis García Montero, nuevo director del Instituto Cervantes.

El jueves se anunciaba, a través de la prensa, que el Gobierno socialista pondría al poeta Luis García Montero al frente del Instituto Cervantes. Para cuando se formalice su nombramiento, este viernes, en el Consejo de Ministros, el también catedrático de Filología por la Universidad de Granada y colaborador de infoLibre tendrá ya una larga lista de deberes. García Montero llega a los centros educativos y culturales dependientes del Ministerio de Exteriores tras Juan Manuel Bonet, que ha estado en el cargo durante apenas un año y medio. Esto supone que los 87 centros que la institución tiene distribuidos en 44 países han sufrido ya cambios sustanciales en los últimos años. Aunque la trayectoria de García Montero —Premio Nacional de Poesía y una de las principales figuras de la literatura en español— ha suscitado consenso en torno a su nombramiento, el poeta sabe que debe andarse con pies de plomo. 

"Conozco el Cervantes de todos mis años como profesor universitario y de todos los centros por los que he pasado como escritor", cuenta por teléfono a este periódico, "y por lo tanto conozco su significación y su importancia. Pero no desde dentro, claro". El nuevo gestor no llega con una agenda exhaustiva debajo del brazo. "Lo que quiero es sentarme y hablar con el Ministerio de Exteriores y el de Cultura para ver cuáles son las posibilidades económicas, y también sus agendas", apunta García Montero, sabedor de que la escasez de recursos será una de las batallas de su dirección. Cuenta también con charlar con el director saliente —"Soy amigo suyo desde hace años", apunta— para que le explique "cómo están las cosas". Y cuenta, sobre todo, con hablar con los directores de los distintos centros, que se encontrarán en Orihuela entre el 23 y el 26 de julio con motivo de su reunión anual. "Tengo la tranquilidad de saber que voy a contar con gente que me va a hablar con sinceridad", confía. 

Entre los asuntos pendientes de la institución están el reducido presupuesto disponible —124 millones en 2017, un 2,8% más que el año anterior—, pero también asuntos como su triple dependencia —de Exteriores, Educación y Cultura—, la necesidad de una estrategia a medio plazo, la sombra de los nombramientos a dedo dentro de la institución o los escándalos en centros como el de Atenas, los problemas laborales de los trabajadores de Brasil, la desigualdad de género o el descenso de las matrículas. Al margen de estos asuntos, García Montero ha señalado ya dos líneas de actuación.

La primera, la reivindicación del plurilingüismo del Estado español, uno de los temas que abordó desde las primeras conversaciones con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. "Espero hacer realidad una cosa que siempre he vivido, que es el diálogo entre las distintas lenguas del Estado", apunta. De hecho, el Cervantes recoge entre sus objetivos y funciones "organizar cursos generales y especiales de lengua española, así como de las lenguas cooficiales en España". Mientras nombra a referentes históricos como Rosalía de Castro o a escritores cercanos como el gallego Manuel Rivas, el vasco Bernardo Atxaga o el catalán Joan Margarit, el poeta asegura que "el español puede servir también para extender las lenguas cooficiales y la riqueza literaria que comparten".

La segunda, la propuesta de que el cargo del secretario generalnúmero dos del Cervantes —actualmente ocupado por Rafael Rodríguez-Ponga— sea nombrado por los directores de los distintos centros. La transparencia de la elección de los cargos de responsabilidad es una de las reclamaciones que los trabajadores y gerentes de la institución esgrimen desde hace años. 

Un presupuesto "no muy espectacular"

Uno de los principales problemas de esta institución fundada en 1991 es sus escasos recursos presupuestarios: el propio Bonet calificó la última partida como de "no muy espectacular". La dotación económica otorgada por el Estado aumenta desde 2013, cuando tocó suelo con 86 millones de euros. Tras una subida sustancial en 2014, que devolvió al Cervantes a los 110 millones de euros anuales, el aumento ha sido gradual hasta los 124 millones, con crecimientos desiguales (un 0,4% en 2016 y un 4,5% en 2017). A modo de comparación, el Goethe Institut alemán, fundado en 1951 y con 159 centros, cuenta con unos 360 millones de euros anuales. Pero, aunque el Cervantes ha mejorado su capacidad de autofinanciación, pasando de un 32% de ingresos propios en 2013 a un 53% en 2017, sus cifras quedan lejos de las de gigantes como el British Council, que obtiene el 85% de su presupuesto de las actividades que organiza. 

Pero ¿a quién reclamar una mayor inversión? El Instituto Cervantes depende formalmente del Ministerio de Exteriores, pero se encarga de actividades que atañen a Educación —las clases y los diplomas oficiales del DELE— y a Cultura —bibliotecas, charlas, cineclubs...—. Esta dificultad es inherente a los centros desde su creación y la pluralidad de administraciones implicadas en el Cervantes marcará también a la nueva dirección. Por lo pronto, y tras la llamada inicial de Pedro Sánchez, ha sido la ministra de Educación, Carmen Calvo, quien ha estado en contacto con García Montero.

A esto se une la interrupción de la presidencia de Víctor García de la Concha en 2017, y la breve dirección de Bonet, que han afectado a la estrategia a medio plazo de la institución. En 2015, por ejemplo, se anunciaron nuevos centros en Washington, Luxemburgo y Singapur que no llegaron a abrirse. En octubre de 2017, sin ninguna incorporación en cinco años, se anunció la suma de Dakar, Seúl y Zúrich, aunque este último no aparece aún en el directorio oficial. "Habrá que hacer una reflexión general", valora García Montero. "Que haya centros del Cervantes en distintas ciudades es muy importante, porque se crean comunidades muy activas en torno a ellos", reconoce el poeta, "pero que tengan presupuestos signos también es importante, así que habrá que ver cómo barajamos las dos cosas". 

Nombramientos polémicos y desigualdad de género

En el último año, durante la presidencia de Bonet, el Instituto sufrió varios escándalos relacionados con el nombramiento de cargos de confianza del director. Los trabajadores protestaron por la manera en que se realizaron los procesos de selección de Martín López-Vega como director de Cultura y de Raquel Caleya como subdirectora de la misma área. En el primer caso, no se facilitó el listado definitivo de candidatos admitidos y la elección de López-Vega se formalizó 24 horas después de haber finalizado el plazo de subsanación de errores. En el segundo, Caleya, que había trabajado con Bonet, pasó de tener la peor nota de méritos a ser la seleccionada gracias a la entrevista personal. Anteriormente, el relevo de los responsables del Cervantes de Atenas, en 2012, ya supuso un conflicto que incluyó denuncias cruzadas entre los nuevos y los antiguos gestores. 

Luis García Montero reivindica su independencia política al frente del Instituto Cervantes: "Creo que las instituciones públicas tienen que estar al servicio de la ciudadanía y no quiero hacer una política partidista". Y se le escapa una risa: "Aunque creo que esto está claro, porque el partido en el Gobierno no es aquel en el que llevo toda mi vida", dice el militante de Izquierda Unida, candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid en 2015 con esta formación. "En cualquier caso", dice, "quiero que el Cervantes cumpla con su función de independencia pública y de saneamiento de las instituciones". 

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Pero los problemas no se acaban: en marzo de 2017, los trabajadores de los centros del Instituto Cervantes en Brasil convocaron una huelga de 20 días para protestar contra la devaluación de sus salarios, congelados desde 2009, como los de los demás funcionarios españoles, pero sometidos a una inflación acumulada que a finales de año rozaba el 70%. Con ocho centros, la de Brasil es la mayor red del Cervantes en el mundo. Hay otros asuntos que solventar en la plantilla: el 65% de los 986 trabajadores con los que contaba en 2016 eran mujeres, pero el 75% de sus 56 directores de centro eran hombres. Mientras, las matrículas en los cursos de español han sufrido también una caída, pasando de 200.295 en el curso 2014-2015 a 139.544 en 2016, según datos del Cervantes. 

No es poca la tarea que tiene García Montero por delante. Su trabajo comienza el 23 de julio. A partir de entonces, mantendrá su artículo semanal en infoLibre, aunque renunciará a la presidencia de la Sociedad de Amigos del periódico. 

 

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