Cultura

Luis García Montero, nuevo director del Instituto Cervantes

El poeta y catedrático de Literatura Luis García Montero, nuevo director del Instituto Cervantes.

El poeta Luis García Montero será el próximo director del Instituto Cervantes. El Gobierno de Pedro Sánchez pone al también catedrático de Literatura por la Universidad de Granada al frente de los centros culturales españoles en el extranjeros. El nombramiento se formalizará en el Consejo de Ministros de este viernes. El escritor tendrá a su cargo los 87 centros que la institución tiene distribuidos en 44 países, dependientes del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación. García Montero sucederá en el puesto a Juan Manuel Bonet Planes, que llegó a la dirección en febrero de 2017.

El escritor, nacido en Granada en 1958, es una de las figuras más destacadas de la literatura en español. Ganador del Premio Nacional de Poesía por Habitaciones separadas en 1995, del Premio Nacional de la Crítica por La intimidad de la serpiente en 2003 o, en 2017, el premio mexicano de poesía Ramón López Velarde, uno de los más prestigiosos de la literatura latinoamericana, sus versos han marcado las letras españolas contemporáneas. En los últimos años ha visitado también la novela, con títulos como Alguien dice tu nombre o No me cuentes tu vida, y ha llevado al ensayo divulgativo sus estudios literarios, como en Un lector llamado Federico García Lorca. Es colaborador de infoLibre desde su fundación (donde mantendrá sus artículos semanales tras el nombramiento), director del suplemento semanal literario Los diablos azules y presidente de su Sociedad de Amigos. 

García Montero tiene ya planes para el Cervantes: durante las conversaciones con Pedro Sánchez sobre su incorporación, el poeta insistió en que uno de los pilares de su dirección será incluir a las demás lenguas oficiales del Estado en la vida de los centros y reivindicar el plurilingüismo como una de las fortalezas de la cultura española. En los últimos años, García Montero ha estrechado lazos con la literatura catalana, gallega o vasca a través de actos públicos y colaboraciones con poetas de estas tradiciones. Acompañó, por ejemplo, al poeta catalán Joan Margarit en las lecturas de su último poemario, Un asombroso invierno / Un hivern fascinant: "La cultura tiene que insistir en la verdad en tiempo de manipulaciones", insistía el poeta en uno de estos actos el pasado invierno. En 2016, García Montero acompañó al músico Paco Ibáñez en uno de sus recitales de Madrid junto con Margarit, Bernardo Atxaga y Antonio García Teijeiro, reivindicando la convivencia "en armonía" de las cuatro lenguas. 

Otra de las propuestas del poeta será que el cargo del secretario general, número dos del Cervantes —actualmente ocupado por Rafael Rodríguez-Ponga—, deje de ser nombrado directamente por el Ministerio o la dirección. García Montero quiere que sean los responsables de los distintos centros culturales quienes elijan al ocupante del cargo mediante votación. De realizarse, la propuesta supondría un cambio sustancial en el funcionamiento interno del Cervantes. El primer encuentro del escritor con gerentes de la institución tendrá lugar la próxima semana en Orihuela y Alicante, donde se celebra entre el 23 y el 26 de julio la reunión anual de los directores del Cervantes, que será la puesta de largo del nuevo director. Tras asumir el cargo, García Montero dejará la presidencia de la Sociedad de Amigos de infoLibre. 

El poeta fue fundador, en su juventud, de la corriente poética La otra sentimentalidad, que buscaba ya en 1983 reavivar el lazo entre los versos y la vida cotidiana proponiendo una nueva forma de acercarse a la emoción poética. "Romper la identificación con la sensibilidad que hemos heredado significa también participar en el intento de construir una sentimentalidad distinta, libre de prejuicios, exterior a la disciplina burguesa de la vida", escribía por entonces el poeta. Aquella propuesta derivaría luego en la llamada "poesía de la experiencia", una escuela que bebía de maestros como Antonio Machado, pero que recuperaba también a nombres perdidos en el gris del franquismo, como la Generación del 50, con Jaime Gil de Biedma o Ángel González. El poeta granadino ha sido una figura central de este movimiento clave de la historia literaria reciente, convirtiéndose con ello también en un referente para las nuevas generaciones de escritores. 

García Montero ha mantenido hasta ahora una apretada agenda que combina la docencia en la Universidad de Granada —tras un paréntesis de cuatro años entre 2008 y 2012 motivado por el enfrentamiento con uno de los profesores del departamento—, la participación en lecturas y conferencias y la escritura. El último poemario de una producción aún prolífica llegó el pasado noviembre, con A puerta cerrada, algo más de un año después del anterior, Balada en la muerte de la poesía (ambos en Visor, editorial a la que continúa siendo fiel). "A puerta cerrada es un libro de crisis profunda con una visión muy negativa de la vida y un pesimismo que me invitaba a darme por derrotado. Volví, aceptando lo descarnado de la crisis pero encontrando otros motivos para seguir", contó entonces. Antes de esta vencida crisis política y personal, García Montero había publicado también Un lector llamado Federico García Lorca, un trabajo en el que investigaba los referentes literarios del que ha sido una de sus guías poéticas. 

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La creación literaria de García Montero ha estado siempre ligada a su compromiso político. Militante desde los setenta en el PCE, y luego en Izquierda Unida e Izquierda Abierta —partido liderado por Garpar Llamazares—, fue en 2015 el candidato de IU a la presidencia de la Comunidad de Madrid. "Me presento porque hace falta una izquierda clara", explicaba entonces el poeta. En los últimos años, el escritor se ha mostrado, a través de sus artículos en prensa y de su participación en actos públicos, frustrado por "la descomposición de la izquierda", que, contaba una entrevista en infoLibre, "no fue capaz de articularse para dar una respuesta al dominio de la derecha". No reniega, pese a ello, de la relevancia de la actividad política, que considera "una de las tareas más dignas del ser humano, que es intentar organizar la sociedad a través de cauces pacíficos". 

Su compromiso se ha mostrado, sin embargo, más allá de las fronteras de la política de partidos. En 1982, la prensa destacaba ya "el polémico tema del compromiso del escritor", una postura que considera también poética y que nunca ha abandonado. "La creación tiene una dimensión social inevitable. Crear es mirar y buscar alternativas", decía una vez más tras la publicación de su novela Alguien dice tu nombre en 2014, ambientada en la Granada tardofranquista. Entre sus maestros ha estado el profesor y ensayista Juan Carlos Rodríguez, fallecido en noviembre de 2016, uno de los historiadores de la literatura más relevante de las letras españolas, exponente de la interpretación marxista del que aprendió García Montero en sus estudios de Filología. "En aquella universidad antifranquista y politizada de Juan Carlos Rodríguez, yo sentí que no quería ser poeta para escribir endecasílabos perfectos", escribía en este periódico el pasado verano. "Saber, sociedad, compromiso y poesía se unieron en una vocación que se autolegitimaba en el deseo de participar en la emancipación humana. Seres más dignos en una realidad más justa. Seres más felices en un país más libre".

 

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