Entrevista

Markel Hernández ('Vivir de alquiler'): "No poseer implica no ser dueños de nuestras propias emociones"

Markel Hernández (Arrigorriaga, Vizcaya, 1997) autor de la obra 'Vivir de alquiler'

Desahucios, alquileres abusivos, inaccesibilidad de la vivienda, hipotecas imposibles, paro, precariedad… Estas y otras amenazan impiden a millones de personas concebir la idea de ‘casa’ como un espacio seguro y estable, como un refugio construido para comenzar a edificar el resto de una vida. Un año después de un confinamiento que situó más si cabe el hogar como eje central de la existencia, y con la amenaza del retorno de los desalojos tras el fin del estado de alarma (aunque de momento la paralización de estos procedimientos se alargará al menos otros tres meses), una obra como Vivir de alquiler dialoga directamente con el presente.

Markel Hernández Pérez (Arrigorriaga, Vizcaya, 1997) aborda estas problemáticas a través del relato seco e íntimo de Juani y Sergio, una madre y un hijo ahogados por la amenaza de un desahucio inminente. El texto dramático se publicó el pasado mes de noviembre bajo el sello de la editorial Algaida, tras recibir el LV Premio Kutxa Ciudad de San Sebastián en la categoría de teatro en castellano. Ahora la obra se traslada por fin al escenario con una lectura dramatizada en Teatro Isabel la Católica de Granada, que tendrá lugar el miércoles 28 de abril. Llegar hasta ese punto en un contexto en el que la precariedad y la desigualdad campan a sus anchas también en el terreno cultural no ha sido una tarea sencilla.

PREGUNTA: Vivir de alquiler es una obra que no trata únicamente el drama de los desahucios y los precios abusivos de la vivienda, pero sí es este el eje sobre el que orbitan otros problemas sociales, familiares y laborales. ¿Cuándo una casa deja de ser una casa se recrudecen el resto de dificultades vitales?Vivir de alquiler

RESPUESTA: La casa, más que el eje vertebrador, creo que es la excusa. Es un punto de partida, la forma de llevar el conflicto o la incertidumbre a un espacio físico. Luego todo esto repercute en lo demás, por ejemplo, en el espacio laboral. La inestabilidad de quedarte sin casa también te afecta laboralmente. Las personas que no son propietarias de su espacio físico tampoco son propietarias de su espacio laboral.

Intentaba reflejar la no posesión como forma de estar en una posición inestable. Y finalmente todo desemboca en lo emocional, no poseer implica no ser dueños de nuestras propias emociones, es dejarte afectar por lo que sucede sin tener la capacidad de participar activamente en nuestra vida.

P: El desahucio de una familia se produce en paralelo al de Franco del Valle de los Caídos. ¿Pretendías establecer un diálogo entre la crisis económica y una especie de crisis ideológica que ha llevado a la normalización de actitudes fascistas?

R: Cuando estaba escribiendo la obra, entre 2018 y 2019, se estaba produciendo el desahucio de Franco. Estaba viviendo este momento y pensé que dialogaba directamente con el drama, así que decidí incluirlo. Era como si me estuviesen dando las pistas y yo solo tuviese que establecer las conexiones que parecían evidentes. Me dediqué solo a seguir estas pistas.

P: Al comienzo de cada capítulo citas distintas obras, tanto dramáticas como poéticas. Has desarrollado ambas facetas a lo largo de tu obra. ¿Cómo crees que influye en tu dramaturgia tus intereses y tu escritura poética?

R: Creo que es importante no caer en la excesiva especialización. La poesía es un género y tiene sus propios registros, el drama es otro. Pero pueden beber entre sí muy favorablemente. El ejemplo que más me ha inspirado hasta ahora, además de por supuesto Lorca, es Alberto Conejero. Los personajes son personajes dramáticos, pero hablan con un lenguaje poético sin ser plenamente conscientes: tienen su discurso coloquial y de repente te plantan una metáfora increíble, o hablan en un tono más elevado del que en principio les corresponde.

Me interesa esto, que haya poesía camuflada dentro de las palabras, nada declarado ni grandes discursos poéticos, que sea una poesía sutil del día a día. Cualquier persona puede hablar en metáforas que están asimiladas por cualquier hablante en su vida cotidiana.

P: ¿Es una pretensión buscada que muchos elementos claves en la obra, que dan nombre a distintos capítulos, sean facetas esenciales de lo teatral: el cuerpo, el juego, el silencio, etc?

R: No había reflexionado hasta ahora sobre cómo los títulos de cada capítulo influyen en ellos más allá de recoger, más o menos, su propia esencia. Es algo muy materialista, cada capítulo va sobre esto y, en una potencial puesta en escena, tendremos que atender a esto: la construcción del cuerpo, el desarrollo del juego, la construcción de la casa y el espacio...

P: Justamente la idea de ‘casa’ la estás deconstruyendo constantemente. Dices que una casa puede dejar de serlo, convertirse en un plató de televisión o un set de rodaje. Luego, efectivamente, la transformas en estos espacios. Me interesa especialmente esta reconfiguración constante: el escenario convertido en casa, convertido en espectáculo, convertido de nuevo en casa. ¿Cómo fue este proceso de mutación espacial y cómo lo imaginas en escena?

R: Tenía claro que, a la hora de escribir, tenía que ir a los códigos dramáticos más básicos. En ningún momento pensaba que la obra podía ser representada, pensaba en ella como un texto. Me ha sorprendido y me ha agradado que la gente lo está tomando como una novela. Creo que porque no tiene acotaciones, que favorecen la puesta en escena, pero entorpecen la lectura. Al final, por eso no hay muchos lectores de literatura dramática.

De cara a la puesta en escena, creo que es bastante intuitivo. Estamos hablando de una casa, con los elementos que podría implicar eso, y a partir de ahí cada uno despliega la imaginación: muebles, aparadores, nevera, mesas, sillas… Esos elementos básicos te pueden servir para desplazarlos mentalmente adonde quieras, para que la mesa se convierta en una mesa de presentador del telediario. Se trata de acudir a espacios mentales esenciales construidos a partir de pequeñas pinceladas que voy sembrado en didascalias, y no en ninguna acotación.

P: Llama la atención el peso que tienen los pasajes en los que la vida de los personajes se transforma en un programa de televisión. Son además una forma de expresión de los sentimientos que en su vida intentan ocultar, como si El juego de tu vida fuese el nuevo monólogo interior. Todo esto en un momento en el que diversos formatos televisivos han puesto de relieve la importancia de la puesta en escena de las emociones. ¿Qué te hizo apostar por estas reconstrucciones televisivas?El juego de tu vida

R: No he sido gran consumidor de televisión, aunque últimamente he dedicado tiempo a programas del corazón en los que los sujetos se muestran y se expresan tal y como son, o al menos tal como creemos que son (con una sinceridad que no sé hasta qué punto será real). En cualquier caso, me parece muy interesante la forma en la que las máscaras de la televisión pueden revelar la auténtica personalidad interior que tiene cada uno. ¿Hablarán más de uno mismo o hablarán menos?

Digamos que en este nivel los personajes revelan cosas que de otro modo no se atreven a decir. Si vemos La isla de las tentaciones o First dates podemos ver cómo los participantes, más allá del aparataje operístico, enseñan otra cara. Puede ser más verdadera o más falsa, pero es otra parte de ellos mismos.

P: Vivir de alquiler es una obra con dos personajes en escena, madre e hijo. Pero hay otros de los que se habla constantemente sin que hagan acto de presencia. Pienso sobre todo en la figura del padre, ¿su ausencia en escena está relacionada con el desapego hacia su esposa y su hijo? Vivir de alquiler

R: Si pensamos en relatos de violencia machista, como el que por ejemplo está haciendo Rocío Carrasco, al final los maltratadores son sujetos ausentes por mucho que marquen a sus víctimas. Dar voz a los maltratadores no es ni ético ni desde luego interesante. La auténtica voz tiene que estar en las víctimas y en su relato. En cómo estas construyen a los maltratadores a través de lo que han vivido.

Creo que al final esto es lo que pasa con Jesús [el marido y padre]. Tanto Juani como Sergio construyen a Jesús y eso es suficiente para crear al personaje. Si Jesús estuviera en el texto o en escena, la obra perdería toda la gracia. Ya sabemos lo que hace, ya sabemos por qué está. Lo que nos importa son sus vínculos y sus influencias con respecto a los otros dos personajes. Lo mismo ocurre con Sara [la hija y hermana], otro personaje ausente que está presente. Su importancia reside de nuevo en el vínculo que ha generado con Juani y Sergio.

También apostaba por ello en una economía de personajes. Cuando voy al teatro o cuando leo obras muchas veces hay personajes que me sobran. Están puestos ahí para provocar en los personajes principales acciones, sentimientos o parlamentos concretos.

Actores que interpretarán a los personajes de Juani y Sergio.

P: Has mencionado el personaje de Sara, una chica con diversidad funcional. Es muy interesante cómo no hay una mirada condescendiente hacia ella, su propia madre reconoce que los problemas económicos familiares no serían tales sin su hija. Al mismo tiempo, todos la necesitan ya que es la única que relaja ese silencio irrespirable de la casa. Esto enlaza con algo que dijiste en una entrevista anterior: no crees que esta sea una historia de perdedores. ¿Es importante para ti subrayar la dignidad de tus personajes?

R: Claro. No creo que sea una historia de perdedores solo porque Sergio no tenga trabajo, Juani viva con un hombre al que no quiere o Sara tenga una discapacidad mental (quitando a Cristina Morales en Lectura fácil parece que los discapacitados mentales no existen en la sociedad en general, cuando están ahí).

Como paréntesis explicativo, los personajes son (más o menos) personas reales de mi familia. Juani existe, Sara existe. Tienen su máscara ficcional necesaria, pero es una realidad que está ahí directamente. ¿Por qué ignorarla? ¿Por qué son perdedores? ¿Vivimos en una sociedad en la que tener trabajo, da igual el que sea, ya te convierte en exitoso? ¿Vivir en una inestabilidad emocional dentro de tu casa, por mucho que seas propietario, también es tener éxito en la vida? Las personas tienen conflictos internos que a menudo nos quedan muy grandes. La vida no es fácil, cada uno tiene su conflicto y en cada casa se cuecen habas. Esta batalla del día a día con nuestras dificultades es lo que dignifica a las personas.

P: Sobre Juani y Sergio, ¿cómo está siendo trasladar su relación, tan cercana y a la vez tan frágil, al escenario?

R: Cuento con la ayuda increíble de los actores, Larisa Ramos y Antonio Molina. Son unos profesionales de la escena granadina y dan mucho el pego para sus personajes. ¡Tienen mucho feeling! Se han sincronizado muy bien emocionalmente y la conexión ha salido prácticamente sola. Me quedaba asombrado al ver como poco a poco iban generando una intimidad entre ellos que a mí, que me he leído el texto no sé cuántas veces, me conmovía. Me sorprenden los momentos en los que surge un cariño inesperado: cómo se miran, cuándo se tocan, cómo el texto a veces les une y otras les obliga a separarse o enfrentarse... Es realmente emocionante ver lo que escribí cobrando vida. Creo que no podría contar con mejores personas que me hayan ayudado a sacar adelante esto.

P: ¿Sientes que el texto ha cambiado ahora que va a representarse, que hay cosas que se escapan, otras que aparecen y otras que ves de forma distinta en el escenario cuando aparece el trabajo de los intérpretes?

R: Mi experiencia teatral se ha movido siempre en circuitos como mucho semiprofesionales. Nunca he dirigido montajes grandes, sino cosas pequeñas y particulares. Para mí ha supuesto un reto muy emocionante. Tenía claro desde el principio que quería mirar este texto como si lo hubiera escrito otra persona, que el Markel Hernández que aparece en el texto no fuera yo.

Esto me ayudó a ser crítico cuando era necesario, a quedarme con lo realmente importante y prescindir de lo superfluo. En todo texto hay cosas que sobran y hay que quedarse con lo fundamental para transmitir a los espectadores. Hay cosas con las que estoy en desacuerdo conmigo mismo, pero también he descubierto otras que no habría pensado nunca montar de una determinada manera. Es muy duro, pero muy bonito, criticar a este Markel Hernández escritor desde la dirección.

Actores que interpretarán a los personajes de Juani y Sergio

P: ¿Cómo ha sido ensayar y cómo vais a vivir el estreno en un contexto tan complicado, tan raro, sobre todo para sectores como el teatro?

R: Ha sido una pelea que me ha agotado. He terminado muy cansado. Pelear con los gestores culturales es muy complicado, no sé si por la situación en la que estamos ahora o porque sencillamente actúan así. Ojalá contara con una potencia económica más fuerte que me permitiera disponer de gestores que me llevaran las cosas.

Empecé a montar la obra en octubre y ya contacté con el Teatro Isabel la Católica de Granada. Por esas fechas tuvo lugar la tercera ola de la pandemia y estuvieron tres meses sin responderme. Como es normal ante tanta incertidumbre, no podían darme una fecha. Pero luego terminé muy cansado porque a partir de enero, cuando la cosa se empezó a estabilizar, vimos que los gestores culturales se lavaban las manos. Cuando llega un chaval joven con una obra les da igual por premiada que esté, lo que les interesa es la rentabilidad económica.

He tenido que estar contactando constantemente, hasta que conseguí una fecha. Pero me avisaron con un mes de margen. En marzo me ofrecieron la fecha del 28 de abril diciéndome “la tomas o la dejas”. Las soluciones eran no aceptar el proyecto y cancelar, trabajar un mes por encima de nuestro tiempo, de nuestras posibilidades y de nuestras ganas con la seguridad de que eso no lo disfrutaría nadie o la vía intermedia que hemos tomado: plantear un semimontaje.

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Con esto nos ahorramos el ejercicio memorístico del texto, que es algo molesto para los actores. Apostamos por una lectura dramatizada, con interpretación, con movimiento en escena, pero permitiendo a los actores tener el texto en mano por mucho que lo conozcan y sepan más o menos de memoria sus partes. De esta forma está presente la potencia del texto por un lado y su propia interpretación con la palabra leída.

P: Como ha ocurrido recientemente en muchas salas y espacios de Madrid, parece que aquello que intente salirse de cierta línea oficialista solo encuentra trabas por parte de las instituciones.

R: Absolutamente, y más si eres joven. No tienes un currículum, no tienes gente que te asesore, ayudas de la administración, ¡no tenemos nada! Debemos estar constantemente insistiendo e insistiendo hasta que nos digan que sí. El clientelismo cultural es algo que me ha agotado. Los amigos se dan ayudas entre sí mientras el resto de personas desarrollan proyectos interesantes que no salen adelante únicamente porque no tienen contactos.

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