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La esclavitud que sufren los migrantes en Libia conmociona al mundo

Captura del vídeo de la CNN de la subasta de inmigrantes en Libia.

Ha hecho falta un vídeo de la CNN para alertar al mundo de la situación apocalíptica que sufren los migrantes en Libia. Los raptos, las torturas, los homicidios, conocidos desde hace tiempo por los testimonios de los exiliados subsaharianos que han logrado escapar del infierno, hasta la fecha no habían provocado semejante indignación. Las imágenes de la venta, en subasta pública, de los migrantes, a los que se trata como esclavos, ha sido el detonante.

Desde la ONU, su secretario general, Antonio Guterres, aseguró el pasado 20 de noviembre sentirse “horrorizado” por estas revelaciones, una semana después de la difusión del vídeo realizado con cámara oculta, en un lugar que se mantiene en secreto, fuera de Trípoli, por la corresponsal Nima Elbagir, el productor Raja Razek y el fotoperiodista Alex Platt. “La esclavitud no tiene cabida en nuestro mundo y estos actos se encuentran entre los abusos más flagrantes contra los derechos humanos”, subrayó Guterres en rueda de prensa. Estas actuaciones pueden figurar entre los delitos “contra la humanidad”, añadió.

En este vídeo, que ha dado la vuelta al mundo, se ve una subasta pública, en el transcurso de la cual una docena de personas desfilan con el fin de conseguir el mejor postor. El precio se incrementa rápidamente de 400, a 700, 800 y 1.200 dinares libios, unos 400 dólares. Y la venta termina. Se escucha una voz que subasta a “chicos grandes y fuertes para trabajar en una granja”. Se ve también a hombres encadenados en jaulas. Según el Alto Comisariado de Naciones Unidas para los Refugiados, 390.000 migrantes están atrapados en Libia, de los cuales 9.000 se encuentran privados de libertad.

Ante el revuelo causado por estas prácticas de otros tiempos, el viceprimer ministro del Gobierno libio de Unión Nacional (GNA) anunció el 19 de noviembre la apertura de una investigación. Sin embargo, dado que esta autoridad es cuestionada en el país, y su influencia es limitada, también en la zona que se encuentra bajo su control, las consecuencias de una causa así, aunque sea bienvenida, pueden ser prácticamente nulas. El enviado especial de la ONU a Libia, Ghassan Salamé, señaló el 17 de noviembre que se trata de “un Gobierno que carece de instrumentos para gobernar”.

Los portavoces de este movimiento global de contestación son fundamentalmente personalidades negras originarias de países del África subsahariana, directamente afectados por la salida de migrantes; las personas subastadas, en Libia, corren esta suerte principalmente por su condición de migrantes: se les considera moneda de cambio en las relaciones de este país con la UE y, desde la era Gadafi, como mercancía. Sin embargo, lo que ha provocado conmoción ha sido el recuerdo colonial reactivado de la esclavitud, en un país donde el racismo que sufren los negros es ancestral.

La reacción de los futbolistas

La magnitud esta ola de indignación en la opinión pública mundial –similar a la vivida también cuando trascendió la imagen del pequeño Aylan Kurdi, el niño sirio cuyo cadáver fue fotografiado en una playa turca, en septiembre de 2015– se explica en parte por la forma en que algunos jugadores de fútbol negros han expresado su solidaridad. “Todos por la libertad, stop a la esclavitud en Libia”, ha dicho el marfileño Serge Aurier en Instagram, mientras que el francés Geoffrey Kondogbia, cuyos padres son de la República Centroafricana, vestía una camiseta en la que se podía leer: “Fuera del fútbol, no estoy en venta”.

 

Didier Drogba, que tiene doble nacionalidad francesa y marfileña, ha instado a “las autoridades libias a detener estos actos de barbarie que dejan sin habla y que son propios de otros tiempos”. “Vergüenza de los que tratan así a sus hermanos humanos”. “¡Comparte en tus redes sociales, manifiestate hasta que esta pesadilla termine!”, escribía en las redes sociales. Su excompañero en el equipo nacional de Costa de Marfil Barry Copa también escribía: “Me he levantado esta mañana y me encuentro muy sorprendido al ver que se vende a seres humanos como si fuese ganado en el siglo XXI. ¿Cómo es posible?”.

Después de marcar un gol para su equipo, el Levante, en el partido que lo enfrentaba a Las Palmas, Cheick Doukouré, nacido en Abiyán, se dirigía a las cámaras cruzando los brazos, en señal de solidaridad con las personas en cautiverio. El internacional francés Paul Pogba, cuyo hermano juega en Guinea Conakry, tenía un gesto parecido al celebrar su gol con el Manchester United como si estuviese esposado: “Mis oraciones están con los que padecen la esclavitud en Libia”, dijo en las redes sociales.

“A nosotros, deportistas de alto nivel, se nos pide que no mezclemos deporte y política, con razón, pero aquí no se trata de política, sino de HUMANIDAD. No miremos para otro lado, abramos los ojos. #Libia”, escribía el defensa central del Caen, Alexander Djiku. “Ayer tuve la suerte de marcar con mi equipo. Derrota o victoria, debo decir que mi mente y mis sentimientos estaban en Libia y en París, donde os manifestasteis contra esta aberración que es la esclavitud. Los ojos cerrados y el puño levantado, así he querido celebrar el gol. Mi corazón está dolido, el hombre negro no es una moneda de cambio. ¿Cuándo dejaremos de sufrir...?”, señala también el internacional francés Bafétimbi Gombis, de padres nacidos en Senegal.

En Francia, en París, una manifestación lograba congregar, ante el consulado libio, el pasado 18 de noviembre, a más de un millar de personas, en su mayoría nacidos en familias cuyos padres o abuelos proceden de la inmigración africana. Uno de los promotores de la concentración, que se transformó en marcha espontánea, fue el locutor radiofónico y productor de la emisión Couleurs trocapicales, en RFI, Claudy Suar, quien había manifestado su enfado en un vídeo difundido en Facebook: “Yo, que desciendo de esclavos, siento odio”. El llamamiento para salir a las calles lo inició, entre otros, el actor Omar Sy. Además, ha nacido el Colectivo contra la esclavitud y los campos de concentración en Libia (CECCL, por sus siglas en francés). Además, la asistencia del fundador de la Tribu Ka, grupo disuelto en 2006 acusado de incitación al odio racial, Kémi Seba, presentado como supremacista negro y autodenominado panafricanista, fue bien acogida.

En un reportaje publicado en Bondy blog, varios manifestantes decían haber descubierto la existencia de estas prácticas inhumanas gracias al reportaje de la CNN. En la marcha, se destacó también la responsabilidad de los países occidentales, pero sobre todo se criticó la política migratoria de la UE con Libia y se puso en entredicho la intervención en el país de Francia en 2011.

En un llamamiento lanzado por artistas, intelectuales y militantes africanos, descendientes de africanos y antilleses, se interpeló directamente a la UE. “Nos sentimos profundamente heridos por esta situación que reaviva un dolor que sale de las profundidades de nuestra Historia [...]. Instamos a los que, con su silencio o su complicidad pasiva, han dejado que el delito vaya a más desde hace varios años”, escribían entre otros Patrick Chamoiseau, Pap Ndiaye, Salif Keïta y Audrey Pulvar, especialmente críticos con la UE, que ha “elegido [Libia] como socio encargado de 'garantizar' la frontera sur de Europa. Y todo ello con un fin asumido públicamente: evitar que los migrantes pongan un pie en el Viejo Continente para encontrar refugio”.

Frente a este cuestionamiento, las reacciones oficiales a escala europea se hacen esperar; no sólo desde las instituciones que tienen su sede en Bruselas, también por parte de los Estados miembros. _______________

Más de 350 migrantes llegaron a España en pateras las últimas 48 horas

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Traducción: Mariola Moreno

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