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Herbert Kickl, el controvertido estratega de la ultraderecha austriaca

El ministro austriaco de Interior, Herbert Kickl.

Se trata de una polémica que le hubiese gustado evitar. A pesar de su gusto reconocido por la provocación, Herbert Kickl, ministro austriaco de Interior y miembro destacado del FPÖ, partido de ultraderecha, está a la defensiva. La oposición le acusa de querer nombrar, al frente de los servicios de inteligencia (BVT), a un director próximo al FPÖ.

La historia se remonta al 28 de febrero, cuando fue registrada la sede del BVT en Viena: algunos de sus integrantes se encuentran en el punto de mira de una investigación por un supuesto caso de corrupción y de abuso de poder. Sin embargo, estos registros los llevó a cabo una unidad habitualmente encargada de la seguridad en la vía pública: “Estas fuerzas policiales las dirige un hombre, también del FPÖ, que defiende en internet posturas extremistas”, precisa Michael Nikbakhsh, periodista de Profil, el semanario austriaco que desveló el caso.

Y lo que es más grave. Según la prensa, los agentes se incautaron de documentos relacionados con la lucha contra el extremismo de derechas que no tienen relación alguna con la investigación inicial. Eso sí, algunas investigaciones del BVT están vinculadas con personas próximas al FPÖ.

Por si fuese poco, Peter Gridling, máximo responsable de los servicios de inteligencia austriacos, próximo al partido conservador austriaco (ÖVP), investigado, ha sido suspendido de sus funciones. Una decisión “inevitable”, según ha justificado Herbert Kickl, mientras la oposición no duda en calificarlo de maniobra política: “Es un escándalo, cualquier procedimiento parece tener como único objetivo deshacerse de Peter Gridling”, acusa Stephanie Krisper, diputado del partido liberal NEOS.

Según la oposición, el ministro tiene intención de nombrar al frente del servicio de inteligencia a un director próximo al FPÖ. Herbert Kickl, que ha tenido que salir al paso de las acusaciones, denuncia que sus detractores pretenden alimentar la “teoría del complot”. La oposición reclama la apertura de una comisión de investigación parlamentaria.

Este caso ha puesto el foco sobre el nuevo ministro del Interior, un hombre que, según ha confesado, prefiere permanecer en la sombra. Concede pocas entrevistas y, pese a las reiteradas solicitudes efectuadas por Mediapart (socio editorial de infoLibre), no ha querido responder a nuestras preguntas. Poco conocido fuera de Austria, en cambio es una figura central en el partido de ultraderecha.

Herbert Kickl, a quien numerosos observadores describen como el estratega del FPÖ, fue secretario general del partido durante 12 años: “Contribuyó a modelar nuestra formación, el FPÖ, y a determinar su orientación política. Organizó varias de nuestras campañas electorales y supo mostrarse muy activo cuando estábamos en la oposición”, confirma Dimitrij Grieb, miembro del partido desde hace 20 años. “Tiene un verdadero talento para resumir problemáticas complejas en un eslogan eficaz. Lo que también hace de él uno de los ideólogos más peligrosos de Austria”, apunta Hans-Henning Scharsach, especialista en la ultraderecha y defensor de los derechos humanos.

Sin embargo, nada hacía presagiar que este hombre, nacido en el seno de una familia obrera de Carintia, región montañosa del sur de Austria, llegaría a convertirse en una destacada figura política. Pasó su infancia lejos de los mítines y de los eslóganes electorales que más tarde le darían fama. Compartiendo pupitre, del mismo colegio, saldría otro gran nombre de la política austriaca, Eva Glawischnig.

La exdirigente de Los Verdes rememora: “Por aquel entonces no era un apasionado de la política. Creo que el interés se le desarrolló con el ascenso de Jörg Haider: Haider era joven, dinámico y combatía a los viejos partidos, eso le sedujo”. El emblemático líder del FPÖ, fallecido en 2008 en un accidente de coche, transformó profundamente al partido de ultraderecha, apoyándose para ello en una nueva generación de militantes. Entre ellos, Herbert Kickl.

Entre los dos hombres se sitúa un intermediario: Johannes Berchtold. Colega de Kickl en la facultad de Filosofía de Viena, le propuso unirse a la academia política del FPÖ coincidiendo con la época en que Haider dirigía el partido. El futuro ministro se dejó tentar: “Con Jörg Haider, el FPÖ tomó un nuevo impulso. Se interesó por la identidad cultural y propuso una nueva oferta política. Hablaba también de la recristianización de Europa, una idea que atraía a Herbert Kickl”, recuerda Johannes Berchtold.

Jörg Haider no tardó en reparar en su compatriota de Carintia y le confió la redacción de sus discursos. “Herbert Kickl demostraba tener un espíritu vivo que ponía al servicio del desarrollo de conceptos políticos. Aunque su mayor talento fue el de relacionar pensamiento filosófico y práctica política”, explica Johannes Berchtold. Este talento para la escritura le valdrá la popularidad a Kickl. Su especialidad son los eslóganes polémicos y xenófobos que provocan reacciones vivas en Austria.

Provocaciones calculadas

Las elecciones legislativas de 2006 son una prueba de ello. El FPÖ eligió entonces como lema: “Daham statt Islam” [El hogar en lugar del islam]. El ideólogo, Herbert Kickl, convertido en secretario general del partido. Cuatro años después, volvía a estallar el escándalo con el lema Más coraje para nuestra sangre vienesa. Demasiados extranjeros nunca es bueno. El futuro ministro lleva la controversia al nivel de estrategia política: “Estas provocaciones son calculadas, permiten lograr mucha más atención pero sobre todo reacciones muy críticas. Así, el FPÖ puede presentarse después como víctima del sistema y de las élites, que le impiden hablar en nombre del pueblo”, dice Karin Liebhart, politólogo en la Universidad de Viena.

Una estrategia eficaz, que permite al FPÖ imponerse en el panorama político. En 2016, Norbert Hofer, candidato del partido a la Presidencia de la República, pasaba a la segunda vuelta de las elecciones. En octubre pasado, el FPÖ se convirtió en la tercera fuerza más votada en las legislativas, al obtener el 26% de los votos, rozando su récord histórico. La consecuencia de una campaña centrada en sus temas preferidos, a saber, la seguridad y la inmigración. Y, como era de esperar, los conservadores del ÖVP alcanzaron un acuerdo de gobierno con el FPÖ para gobernar en coalición.

Convertido ahora en ministro del Interior, Herbert Kickl puede centrarse en su tema preferido: la inmigración. Sus futuras reformas figuran en el programa de Gobierno, en cuya redacción ha colaborado: la bajada de las ayudas otorgadas a los refugiados o la posibilidad de confiscar los móviles y el dinero en metálico a los demandantes de asilo.

Tal y como era de suponer, estas políticas chocan con una buena parte de la oposición: “Dividiendo a la población, destruyendo la cohesión de nuestra sociedad, Herbert Kickl puede dañar la democracia. Se sabe perfectamente cuál es su objetivo, evitar que los extranjeros puedan llevar en una vida decente aquí para obligarlos a marcharse”, acusa Angela Lueger, diputada del Partido Socialdemócrata (SPÖ), principal formación en la oposición.

Las convicciones de Kickl no se quedan en las fronteras de Austria. Las comparte con algunos dirigentes que gobiernan en países vecinos, con el famoso “grupo de Visegrado”, ese círculo de países que incluye a Polonia, Eslovaquia, República Checa y Hungría y que ha criticado mucho el programa europeo de “relocalización” de refugiados. Durante la campaña de las legislativas, el FPÖ mostró su voluntad de acercarse a dichos países. Pero una vez en el Gobierno, el partido tuvo que plegarse a las exigencias del canciller conservador Sebastian Kurz de tener un Gobierno considerado “proeuropeo”.

Sin embargo, Visegrado sigue siendo una fuente manifiesta de inspiración para el FPÖ, sobre todo para Herbert Kickl. En una visita a Hungría, subrayó el “excelente trabajo” realizado por el país de Viktor Orbán a la hora de blindar sus fronteras y de aplicar políticas migratorias muy restrictivas.

Una visión común de la política migratoria que a Kickl le gustaría hacer oír a toda Europa. Y así lo anunció el pasado 11 de abril al declarar su voluntad de autorizar las peticiones de asilo sólo en el exterior de las fronteras de la UE. “Necesitamos una ruptura política valiente en el plano europeo en lo que al asilo respecta”, insistió el ministro. Una postura controvertida que tendrá ocasión de defender en julio, cuando Austria ocupe la presidencia rotatoria de la Unión Europea. ___________

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Traducción: Mariola Moreno

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