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Entrevista con el economista que inspira a Sanders: "Gravar a los más ricos es posible, incluso en Europa"

Gabriel Zucman.

Mathieu Magnaudeix (Mediapart)

Gabriel Zucman, economista en la Universidad de Berkeley (California), es uno de los principales expertos mundiales en evasión de impuestos y desigualdad de la riqueza. Junto a su colega Emmanuel Saez, acaba de publicar en Estados Unidos The Triumph of Injustice (El triunfo de la injusticia), un libro sobre las tremendas desigualdades económicas existentes en ese país. Zucman es el artífice del superimpuesto que proponen Elizabeth Warren y Bernie Sanders y cree que es posible luchar contra la evasión fiscal, si se quiere.

PREGUNTA: Elizabeth Warren y Bernie Sanders proponen introducir un impuesto a las grandes fortunas de Estados Unidos. Usted ideó ambos proyectos. ¿Cómo terminó desarrollando esta propuesta para los dos candidatos más progresistas de las primarias demócratas?

RESPUESTA: Emmanuel Saez y yo hemos desarrollado un método que permite estimar la concentración patrimonial en función de los ingresos percibidos. Durante mucho tiempo ha sido muy difícil disponer de cifras fiables sobre la riqueza en Estados Unidos, porque los únicos datos disponibles procedían de encuestas. En un artículo publicado en 2016, desarrollamos esta metodología. Este artículo fue muy comentado, muy leído. En la última campaña, hablamos con los equipos de Bernie Sanders, el propio candidato ya conocía nuestro trabajo y nuestros principales resultados: en Estados Unidos, el 0,1% de los más ricos tiene tanto como el 90% de los menos ricos, ambos suman el 20% de la riqueza total. Por eso varios candidatos se pusieron en contacto con nosotros en la campaña electoral. Incluso el equipo de Hillary Clinton nos contactó una vez elegida como candidata demócrata frente a Trump; estaban inicialmente interesados, pero después no volvimos a hablar.

P: Tal vez un impuesto a los ricos habría salvado su campaña frente a Trump...R:

Podría haber ayudado un poco [risas]. Esta campaña es un poco diferente, porque la aplicación de un impuesto a los muy ricos es la primera propuesta anunciada por Elizabeth Warren en enero de 2019, al comienzo de su campaña. Ella marcó el tono. Enseguida puso el listón lo suficientemente alto con un plan nuevo, preciso, con cifras, rompiendo con los proyectos tecnocráticos y no muy ambiciosos de los demócratas tradicionales. Todo el mundo se vio obligado a posicionarse. Por eso también los equipos de Bernie Sanders volvieron a contactarnos, nos pidieron un plan más ambicioso. También hablamos con otros candidatos menos destacados en la carrera de las primarias: Tom Steyer, Bill de Blasio, Pete Buttigieg, etc.

P: ¿Cómo se explica que esta cuestión sea ahora una cuestión fundamental en Estados Unidos en el debate democrático?R: 

La razón fundamental es que Estados Unidos está comprometido en lo que hay que llamar deriva oligárquica y que una gran parte del electorado ya está harta. La demanda de reformas simples y poderosas para corregir la explosión de las desigualdades es muy fuerte. Especialmente desde que la reforma tributaria de Trump, aprobada a finales de 2017, su único logro legislativo, añadió una capa adicional de regresividad tributaria y recortes tributarios para los muy ricos. Es difícil analizar esto de otra manera que no sea como una transformación plutocrática: los ricos hacen política fiscal en beneficio propio. Todos los candidatos demócratas están obligados a responder.

P: Sin embargo, Trump se había presentado a sí mismo como el enviado de las clases trabajadoras y del estadounidense medio...R: enviado

Las clases trabajadoras americanas no es que voten a Trump, más bien es que no votan. En las últimas décadas, los demócratas se han alejado de ellos. La gran cuestión en juego en Estados Unidos en este momento es quién recuperará a este electorado popular, a los olvidados del crecimiento. Trump no puede proponer reformas tributarias que beneficien a estas clases trabajadoras porque es prisionero de la ideología antiimpuestos y antigubernamental de los republicanos. Esto abre una vía bastante amplia para demócratas como Warren o Sanders que prometen abordar el problema de la desigualdad y aplicar políticas dirigidas a la mayoría de la población.

P: ¿Cuáles son las diferencias entre las propuestas presentadas por Warren y Sanders?R: 

Los equipos de Warren se pusieron en contacto con nosotros muy pronto, mucho antes que nadie, para conseguir un plan preciso. Elizabeth Warren fijó los números: gravar con un 2% por encima de 50 millones, con un 3% por encima de los mil millones. Los equipos de Sanders se pusieron en contacto con nosotros después: nuestra misión era hacer algo más ambicioso, más redistributivo, con gravámenes más altos. Por lo tanto, trabajamos en un plan con un tipo impositivo de hasta el 8% para más de 10.000 millones de patrimonio. La arquitectura de estas dos propuestas es bastante similar. En ambos casos, este impuesto sobre la riqueza se dirige al 0,1%, a los muy ricos, a una parte muy pequeña de la población: comienza por aquellos con más de 32 millones de dólares, en el caso de Sanders, y de 50 millones de dólares para Warren.

Ambos proyectos gravan todas las formas de riqueza, sin exoneraciones ni exenciones, incluyendo, por supuesto, los ingresos del capital. Esta es una de las lecciones que hemos aprendido de las experiencias del impuesto sobre el patrimonio en Europa; para que funcione, todas las formas de riqueza deben gravarse al valor de mercado. Estos dos proyectos también van acompañados de un aumento de recursos y control contra la optimización y evasión fiscal, con un exit tax, un aumento en el presupuesto de la administración tributaria.

La principal diferencia está en los multimillonarios. Warren los gravaría en un 3% por encima de los mil millones; Sanders va más allá y propone hasta un 8% por encima de los 10.000 millones. Esto reduciría en última instancia de manera significativa la riqueza de las personas que tienen más y también su número...

P: Ambas propuestas son muy ambiciosas y traerían beneficios significativos al presupuesto federal de los Estados Unidos.R: 

El impuesto Warren afectaría a 70.000 contribuyentes y generaría 2.600 millones de dólares en ingresos en diez años, lo que supone un punto del PIB en ingresos tributarios. Para Bernie Sanders, son 150.000 los contribuyentes afectados, lo que se traduce en 4.350 millones en una década y 1,5 puntos del PIB.

P: Este proyecto ha sido recibido con escepticismo por economistas como Greg Mankiw o Lawrence Summers, que fueron respectivamente los economistas jefe de George W. Bush o Barack Obama. Mankiw incluso predice que sus impuestos obligarán a las parejas ricas a divorciarse si quieren evitarlo.R:

En primer lugar, me gustaría mencionar la acogida extremadamente positiva entre el electorado y el público estadounidense en general. El impuesto de Warren ha sido puesto a prueba por los encuestadores: la mayoría del electorado está a favor de él, incluyendo una mayoría de republicanos e independientes. Esta es una de las propuestas más populares de la campaña. Además, no es nuevo. Imponer un impuesto a los ricos es una idea muy popular en Estados Unidos. En realidad, el Partido Demócrata lo único que hace es acercarse cada vez más al electorado.

Entre los economistas de profesión, por otro lado, la reacción es diferente. No es de extrañar, porque el establishment universitario de los economistas estadounidenses es hostil a un impuesto sobre la riqueza. Están atrapados en una visión del mundo muy influida por Milton Friedman o Martin Feldstein, el principal asesor económico de Ronald Reagan, que durante mucho tiempo impartió un curso de introducción a la economía en Harvard y durante décadas sostuvo un discurso derrotista. Estos economistas predicen muchos efectos perversos: la gente haría cualquier cosa para pagar menos impuestos: divorciarse, dar su riqueza a sus hijos, dividir su propiedad, consumir mucho más, etc. También dicen que la inversión se va a hundir porque será más difícil convertirse en multimillonarios o seguir siendo multimillonarios. Este discurso es absurdo. Sin embargo, esta hostilidad no es unánime. Algunos asesores de Clinton u Obama se han mostrado partidarios a la medida.

P: Estas propuestas también incluyen una medida para combatir la evasión fiscal. En concreto, sería necesario renunciar a la nacionalidad estadounidense y estar sujeto a un impuesto del 40% para convertirse en un residente fiscal de otro país....R:

A diferencia de Europa, Estados Unidos tiene un sistema tributario en el que los ciudadanos estadounidenses deben pagar impuestos en Estados Unidos dondequiera que vivan. La única manera de evitar dicho pago de impuestos es, por lo tanto, renunciar voluntariamente a la ciudadanía estadounidense. También habría una recopilación sistemática de información de todos los activos en Estados Unidos y fuera de Estados Unidos.

P: Los contrarios a un impuesto sobre las grandes fortunas a menudo destacan los fracasos de los impuestos europeos que gravan el patrimonio. ¿Qué les responde a ellos?R:

Es una falacia: estas propuestas no tienen nada que ver con el impuesto sobre las grandes fortunas (ISF) de Francia ni con los impuestos sobre el patrimonio europeo. Los impuestos europeos empezaron mucho más bajos en la distribución de la riqueza. Además, no existía voluntad política para que funcionaran bien. El impuesto sobre las grandes fortunas francés es un buen ejemplo; si usted creía que tenía menos de tres millones de euros de activos, sólo tenía que declarar el importe total de sus activos, sin detalles sobre el tipo de activos, haberes, deudas. Era imposible que las autoridades fiscales llevaran a cabo ningún tipo de auditoría fiscal. En Francia, existía esta opción, no asumida, de hacer que no funcionase el impuesto sobre las grandes fortunas, de hacerlo fracasar, abriendo la veda a la posibilidad del fraude o del pago insuficiente. Sin hacer ningún esfuerzo por combatir la opacidad financiera y los paraísos fiscales, por lo tanto, era muy fácil defraudar trasladando los activos a Suiza.

Además, es muy fácil, si vives en París, evitar el pago de impuestos saliendo del territorio. En Estados Unidos, usted permanece sujeto al pago de impuestos de por vida si es ciudadano. ¿Por qué no imaginar una situación intermedia en Europa? Por ejemplo, si usted ha residido en Francia durante diez o veinte años, permanecerá sujeto al pago de impuestos en Francia durante cinco o diez años. Se podría haber hecho, pero nunca se hizo. 

Sin reflexión

P: Andrew Yang, empresario y candidato a las primarias demócratas, prefiere la creación de un impuesto como el IVA antes que su súperimpuesto, lo que permitiría financiar un ingreso mínimo de 1.000 dólares en todos los casos. Su propuesta seduce a algunos de sus críticos. ¿Qué opina?R: súperimpuesto

Suena sofisticado, pero es una estupidez. Un IVA no tiene nada que ver con un impuesto sobre el patrimonio. Los multimillonarios nunca gastarán su fortuna en el consumo sujeto al IVA. Su consumo incluye activos financieros, donaciones filantrópicas, donaciones a Harvard con la esperanza de que sus hijos sean admitidos, etc. Un impuesto progresivo sobre el patrimonio no tiene nada que ver con un impuesto sobre el consumo, incluso aunque se hiciese progresivo.

P: Parece estar sugiriendo que Estados Unidos está entrando en un nuevo ciclo político en el que este tipo de propuestas vuelven a ser escuchadas.R:

No hay nada concreto, pero sí, parece que está terminando un ciclo y que se está abriendo uno nuevo, con la aparición de nuevas cabezas e ideas mucho más ambiciosas que las que escuchamos hace dos o tres años. El salario mínimo federal de 15 dólares todavía se percibía hace unos años como una moda izquierdista y hoy en día casi todos los candidatos demócratas a las primarias apoyan esta medida, ¡que aún así duplicaría el salario mínimo federal!

P: Probablemente muchos de nuestros lectores, conocedores de la evolución política de Estados Unidos en los últimos cuarenta años, no tienen a Estados Unidos como sinónimo de progresismo.R:

¡Excepto que eso es exactamente lo que decimos en el libro! De hecho, Estados Unidos tiene una larga tradición de política fiscal progresista. Incluso inventaron, con el Reino Unido, la progresividad fiscal. Tenían las tasas de impuesto sobre la renta más altas del 67% después de la Primera Guerra Mundial... e incluso del 90% durante gran parte del siglo XX, algo que nunca existió en Francia.

Estados Unidos fue también el primer país con un impuesto sobre las sucesiones del 90% entre los años 30 y 70, lo que nunca existió en la Europa continental, ni siquiera en los países escandinavos. Y esta política, considerada normal, ha sido aplicada por las administraciones demócratas y republicanas.

Estados Unidos casi ha inventado la idea de un ingreso máximo. Durante la Segunda Guerra Mundial, Roosevelt pronunció un famoso discurso en el que se mostraba a favor de un tipo impositivo del 100% por encima de los 25.000 dólares en ese momento, lo que corresponde a varios millones de dólares en la actualidad. El Congreso lo encontró un poco alto, pero se pusieron de acuerdo en fijarlo en un 92%.

Esta política fiscal incluso se importó cuando Estados Unidos ocupó Alemania después de la Segunda Guerra Mundial, con tipos impositivos marginales del 80%, y en Japón, lo que contribuyó a contener las desigualdades en ese país y no impidió que se reconstruyera hasta el punto de convertirse en la segunda economía más grande del mundo, con tasas de crecimiento del 5 o del 7% anual.

En realidad, el debate actual supone una vuelta a esta tradición progresista, adaptada a la realidad del siglo XXI. El progresismo fiscal del siglo XXI es un nuevo impuesto sobre la riqueza, una mejor tributación de las multinacionales, un impuesto sobre la renta para financiar el seguro médico universal. Y esta plataforma política puede que pronto triunfe en Estados Unidos; la cuestión sigue siendo si será en 2020 o más adelante.

P: Su libro se publicará en Francia en febrero. Macron y su Gobierno han abolido el impuesto sobre la fortuna. Mientras que hacer pagar impuestos a los más ricos es cada vez más popular en Estados Unidos, parece algo casi frívolo en Europa... Su libro ¿qué aporta a este debate europeo?R:

Lo que sucedió en Estados Unidos permite obtener muchas enseñanzas. En Francia, a muchos les ha convencido la idea de que no se puede hacer nada de forma individualizada, debido a la globalización, la movilidad —los ricos se irán, los gravados se irán— y la regla de la unanimidad fiscal en la Unión Europea. Eso no es cierto. Las empresas multinacionales pueden ser gravadas. Los no residentes pueden ser gravados, al menos hasta unos años después de su marcha, lo que limitará gravemente la competencia y la movilidad fiscal.

Emmanuel Macron dice que la justicia fiscal es imposible, que debemos abolir el impuesto sobre el patrimonio, pero gravar más a los pensionistas, con el pretexto de que los pensionistas no se mueven mientras las grandes fortunas son móviles. Enfrente, Marine Le Pen propone cerrar las fronteras. Se nos presenta esta alternativa como la única posible, o políticas xenófobas o injusticias fiscales. Es una oposición deletérea que puede conducir a desastres políticos. Y sobre todo, es una alternativa falsa. Incluso si el ideal fueran las políticas fiscales europeas, un país como Francia podría hacer desde mañana cosas muy eficaces. Tomemos el ejemplo de las multinacionales. Pueden ser gravados calculando su déficit fiscal. Apple obtiene beneficios en diferentes países de todo el mundo. Digamos que obtiene mil millones de beneficios en Irlanda, donde se les aplica un impuesto del 1%. Si se les aplicara el tipo francés, sería del 30%. Existe, por tanto, un déficit fiscal del 29%. Es perfectamente posible calcular cuánto tendría que pagar de impuestos Apple si estuviera sujeto a los gravámenes en cada uno de los países en los que opera la empresa. Cada país puede recaudar una parte de esta pérdida fiscal, que corresponde a la parte mundial de las ventas de la marca realizadas en Francia. ¿Cómo? Enviándoles la factura. Apple no puede hacer nada.

P: ¿Se ha intentado alguna vez?R:

No. Con la regla de la unanimidad fiscal en Europa, ha surgido una cierta ideología que consiste en decir que la competencia fiscal es beneficiosa para reducir los Estados de bienestar europeos, que se consideran demasiado grandes. Esta ideología subyacente ha sido muy influyente y explica cómo se logró la integración europea: sin ninguna coordinación fiscal, pero con una competencia fiscal ilimitada. No se piensa en alternativas, cuando los impuestos progresivos altos sobre el capital, sobre los ingresos elevados y sobre las grandes fortunas son completamente factibles.

P: Usted sigue estudiando los paraísos fiscales. "Missing Profits", un mapa global de la evasión fiscal de las empresas que usted publicó recientemente en colaboración con la Universidad de Copenhague, muestra que Francia pierde el 24% de los ingresos fiscales cada año debido a la optimización y la evasión fiscal. Y que cuatro quintas partes de estos ingresos van a parar a paraísos fiscales europeos...R:Missing Profits

Los países de la Unión Europea están obteniendo ingresos fiscales unos de otros, en un juego de suma que sale negativo. Irlanda, Chipre, los Países Bajos atraen los beneficios obtenidos en Francia o Alemania. Se establecen en aquellos países y se les aplica un tipo impositivo mucho más bajo. Como resultado de todo ello, los países europeos están reduciendo los ingresos fiscales en la UE. La situación actual es de locos; el 40% de los beneficios obtenidos por las empresas fuera del país en el que tienen su sede se trasladan a paraísos fiscales, donde se gravan entre el 0% y el 5%.

Esta situación puede resolverse introduciendo un impuesto de sociedades europeo, del mismo modo que Estados Unidos tiene un impuesto de sociedades federal. Pero si esto no se produce, Francia puede hacer otras cosas; también en este caso, si así lo desea, puede tomar medidas muy concretas, a partir del 1 de enero de 2020, para recuperar esa masa fiscal deslocalizada a paraísos fiscales.

  La entrevista, grabada, se realizó por teléfono el 1 de octubre. Antes de su publicación, Gabriel Zucman no la leyó ni corrigió. El periodista editó mínimamente las palabras del entrevistado.  

 

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Traducción: Mariola Moreno

Leer el texto en francés:

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