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Marruecos pinchó los teléfonos de dos periodistas de Mediapart, socio editorial de infoLibre

Imagen de un teléfono móvil.

Mediapart

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Los teléfonos móviles del presidente y fundador de Mediapart (socio editorial de infoLibre) y de la también periodista de ese periódico Lénaïg Bredoux figuran entre las diez mil líneas pinchadas por los servicios secretos marroquíes tras ser infectadas por el software espía desarrollado por la compañía israelí NSO. Durante varios meses, el aparato represivo de la monarquía alauita violó la privacidad de dos periodistas, atentó contra el oficio de informar y la libertad de prensa, robó y explotó datos personales y profesionales. Nadie más en Mediapart padeció espionaje telefónico.

El Laboratorio sobre Seguridad de Amnistía Internacional, colaborador de la investigación internacional coordinada por Forbidden Stories, ha llevado a cabo importantes comprobaciones técnicas en sus teléfonos, con el consentimiento de los afectados, lo que ha permitido determinar las fechas precisas de dicho espionaje. Todo comenzó el 23 de febrero de 2019, en el caso del móvil de Lénaïg Bredoux, responsable de los temas relacionados con la violencia sexista y sexual, y responsable editorial de cuestiones de género. Este espionaje continuó hasta el 1 de julio de 2019, antes de reanudarse, con mayor intensidad, entre el 8 de julio de 2019 y el 27 de mayo de 2020. En el caso del teléfono de Edwy Plenel, los pinchazos con el software Pegasus duraron dos meses, del 5 de julio al 5 de septiembre de 2019.

Dos semanas antes, del 21 al 23 de junio de 2019, el director de Mediapart había viajado a Marruecos para intervenir en un foro de derechos humanos organizado en Esauira durante el Festival Gnaoua Musiques du Monde (Mediapart venía informando al respecto desde 2010). La invitación, aceptada dada la insistencia de Ali Amar, director del periódico digital Le Desk, entonces socio de Mediapart y promotor del foro, se tradujo en una participación en el debate titulado “La fuerza de la cultura contra la cultura de la violencia” (aquí se puede ver un vídeo).

Edwy Plenel, ante una audiencia que incluía oficiales marroquíes, entre ellos André Azoulay, consejero del rey Hassan II y posteriormente de su hijo y sucesor Mohammed VI, mostró públicamente su solidaridad con el movimiento Hirak del Rif, ese movimiento popular marroquí, cuyos manifestantes habían sido duramente condenados meses antes. En varias entrevistas concedidas durante esta breve estancia en Marruecos, Plenel insistió, en línea con los valores defendidos por Mediapart e infoLibre, en la necesidad de contar con una prensa independiente y en la defensa de las libertades fundamentales (se puede consultar en este enlace y en este otro).

El 5 de julio de 2019, poco después de regresar a Francia, los servicios marroquíes decidieron pinchar su teléfono móvil sirviéndose del programa espía Pegasus, al mismo tiempo que reanudaban e intensificaban la vigilancia del dispositivo de Lénaïg Bredoux. La periodista ya estaba en el punto de mira del aparato de seguridad marroquí por publicar, en 2015, varios artículos sobre las relaciones complacientes de Francia con los servicios secretos marroquíes y su jefe, Abdellatif Hammouchi, sospechoso de complicidad en la tortura. En cuanto a Edwy Plenel, estuvo detrás de la publicación en 1990 del libro Notre ami le roi (Nuestro amigo el rey), libro de Gilles Perrault que puso al descubierto el alcance de las violaciones de los derechos humanos en Marruecos.

Pero más allá de la memoria burocrática de los servicios secretos, los pinchazos llevados a cabo en 2019-2020 perseguían un interés inmediato. Todo indica, en la cronología de esta vigilancia y en la elección de sus objetivos, que se enmarca en la ofensiva represiva del reino contra lo que quedaba de los medios de comunicación y los periodistas independientes en Marruecos, una ofensiva que se inició precisamente en el verano de 2019. Durante este mismo periodo en el que Mediapart se situó en su punto de mira, Amnistía Internacional reveló, por primera vez, el uso del software espía de la NSO contra activistas y periodistas. Lo padecieron entonces en Marruecos, el defensor de los derechos humanos Maati Monjib y el periodista de investigación Omar Radi (se pueden leer aquí y aquí los dos informes de la ONG).

Omar Radi es uno de los cofundadores de Le Desk, medio de comunicación del que Mediapart fue socio activo. El 26 de diciembre de 2019 era encarcelado por primera vez por un tuit en el que criticaba una decisión judicial contra los manifestantes rifeño del movimiento Hirak. Tras ser condenado a una pena de cuatro meses de cárcel, sin ingresar en prisión, fue citado de nuevo el 24 de junio de 2020, acusado falazmente de colaborar con servicios de inteligencia extranjeros, y posteriormente quedó en prisión preventiva el 29 de julio de 2020 por “atentar contra la seguridad exterior e interior del Estado, violación y delito contra la honestidad”. Todavía sigue a la espera de ser juzgado en un procedimiento inicuo, que rechaza.

Al igual que su colega Soulaimane Raissouni, condenado en ausencia el 9 de julio a cinco años de cárcel por “agresión sexual”, así como otras figuras de la sociedad civil marroquí, Omar Radi es víctima de la nueva arma represiva inventada por el reino contra los activistas y periodistas que le resultan molestos. En el contexto internacional de concienciación sobre la violencia sexista y sexual, el movimiento #MeToo es el caballo de Troya para reprimirlos y desacreditarlos, gracias al montaje o la instrumentalización de casos judiciales por este motivo.

Ahora bien, desde que Lénaïg Bredoux desveló en 2016 lo que será el caso Baupin, se convirtió en pionera en los medios de comunicación a la hora de investigar las agresiones sexuales y el acoso. Cuando comenzó a ser pinchado su teléfono, el 23 de febrero de 2019, acababa de terminar, el 9 de febrero, el proceso que Denis Baupin había iniciado contra Mediapart. En ese momento, Lénaïg Bredoux estaba concediendo entrevistas a la prensa internacional sobre el #MeToo (por ejemplo, aquí).

Hay muchas razones para creer que el espionaje al que se sometió a Mediapart formaba parte de la ofensiva para silenciar a los periodistas independientes en Marruecos, tratando de saber cómo investigábamos en este ámbito para alimentar los escenarios imaginados por el aparato represivo. Pero no se puede descartar que también sirviese para otros fines, explotando los datos robados y compartiéndolos con otros servicios de inteligencia. La única manera de saberlo con certeza es que se ocupe la Justicia, que lleve a cabo una una investigación independiente sobre este espionaje a gran escala de Marruecos en Francia.

Para ello, Mediapart ha pedido a su abogado, Emmanuel Tordjman, del bufete de Seattle, que presente una denuncia ante el fiscal de París en nombre de nuestro periódico, de Lénaïg Bredoux y de Edwy Plenel. Más allá de las consecuencias jurídicas, huelga decir que este ataque a las libertades fundamentales, llevado a cabo por una potencia extranjera contra un periódico independiente, exige una reacción firme de las autoridades francesas que sea más que una mera condena. Lo esperamos.

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Traducción: Mariola Moreno

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