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Los diablos azules

El turno de Carmen de Burgos

Colombine en su estudio de Madrid en 1922.

Tal fue el grado de activismo y popularidad de Carmen de Burgos (Rodalquilar, Almería 1867-Madrid, 1932) que muchos aseguraron haberla escuchado lanzar vivas a la República mientras la escritora agonizaba. “Muero contenta porque muero republicana”, parece que masculló a modo de epitafio esta mujer conocida popularmente como Colombine y que fue pionera en muchísimas facetas: la primera mujer con una columna fija en un periódico de tirada nacional, la primera corresponsal de guerra, la primera escritora que pudo ganarse la vida con su pluma. Cultivó prácticamente todos los géneros: la poesía, la novela, el cuento, la biografía, la crónica de viajes, tradujo y firmó ensayos. Fue sufragista y, tras una pésima experiencia conyugal, luchó por la aprobación del divorcio (reconocido, finalmente, en la Constitución de 1931). Pero a ella y a su obra -como a muchas otros, y en especial otras, intelectuales de la época-, la losa de la dictadura franquista le cayó encima, haciendo que su leyenda se disolviese en el olvido.

No obstante, en los últimos meses han coincidido en las librerías varias publicaciones que recuperan la obra y la memoria de Carmen de Burgos. Por un lado, la editorial Huso acaba de publicar Debes conocerlas, escrito por Marifé Santiago y Mercedes Gómez, y en el que se recogen pequeños (y muy documentados) perfiles biográficos de las que fueron conocidas como las modernas de Madrid. María Lejárraga, Maruja Mallo, María Teresa León, María Zambrano, Clara Campoamor o la propia Carmen de Burgos son algunas de las intelectuales que se incluyen en esta genealogía. En este mismo sello ha aparecido también Ellas y Ellos o Ellos y Ellas. Novelas cortas de Carmen de Burgos, una reedición de algunos de los cuentos más destacados de Colombine, escritos entre las décadas de los años diez y veinte del siglo pasado. En este volumen destacan novelas como El artículo 438, en la que fabula sobre este apartado del código civil que condenaba a la mujer por adulterio, pero no así el varón. La denuncia de la injusticia, la desigualdad y la indefensión de la mujer en asuntos legales fue una de las señas de identidad de Carmen de Burgos.

Por otro lado, la editorial Renacimiento, que cuenta con un amplio catálogo de autores coetáneos a esta escritora, ha reeditado por primera vez La malcasada, una de las obras más autobiográfica de las que firmó la escritora andaluza. La protagonista de esta novela, Dolores, es una mujer recién casada que pronto comienza a experimentar el ninguneo y los abusos de su marido, incluido el sexual. Ésta y muchos de los relatos incluidos en Ellas y Ellos componen un lienzo perspicaz y crítico sobre la vida de las mujeres de esa época; sobre su obsesión, patológica en muchos casos, por casarse; y su conformismo frente a la institución del matrimonio, que para ella significó una cárcel.

Un prostíbulo llamado Colombine

“Carmen de Burgos era una mujer muy conocida, escribía mucho en todos los periódicos y revistas, las mujeres la leían, tenía su público y se trataba realmente de una mujer importante. Además, tenía un salón literario en su casa del que habla Rafael Cansinos-Assens en La novela de un literatoLa novela de un literato, integrado por tres o cuatro poetas de tercera fila y por Ramón Gómez de la Serna, su amante, que era gran apoyo para ella debido a su complicada vida personal”, explica Anna Caballé, profesora de Literatura en la Universidad de Barcelona y experta en estudios biográficos. “Pero en lo referente al reconocimiento literario por parte de sus colegas, era inexistente”.

Jugó en contra su azarosa vida sentimental, que fue censurada y criticada por muchos de sus colegas. Colombine dejó a su marido, mantuvo una relación de muchos años con Gómez de la Serna, mucho más joven que ella, y hasta Cansinos-Assens llegó a insinuar en esa misma novela un hipotético affaire con Vicente Blasco Ibáñez. “No tenía buena fama”, constata Caballé, “en aquel momento la situación para una mujer que empezaba a escribir era tan delicada que o era muy puritana, se encerraba en su casa y no daba motivo a nada, o era una mujer muy libre, como era su caso”. El descrédito por su vida personal se mantuvo durante décadas, reforzado por el franquismo que intentó borrar con mano de hierro la historia de todas estas pioneras en la liberación femenina. “Para que te hagas una idea, cuando una estudiante mía empezó hace años una biografía sobre Carmen de Burgos y se fue a Almería a investigar, Colombine era un prostíbulo. Era toda la referencia que había sobre ella”, relata Caballé esta significativa anécdota. En cuanto al escaso reconocimiento de su calidad literaria, tampoco le favoreció el hecho de tener que ganarse la vida con la pluma, con trabajos por encargo, cuentos que se pagaban por entrega, artículos sobre recetas de cocina o temas similares. Toda esa prolífica producción pudo quitarle el tiempo que necesitaba una obra de mayor enjundia.

Reconstruir el canon

En los últimos años han aparecido numerosos trabajos sobre aquellas intelectuales de principios del siglo XX. Es el caso del proyecto transmedia de Las Sinsombrero; la reedición de La sinrazón (Comba), de Rosa Chacel; la novela inédita Sendero Oculto (Renacimiento) en la que Elena Fortún relata su duro exilio en Argentina; o la reedición de Celia en la revolución, un pasaje olvidado sobre las andanzas del popular personaje de Fortún durante la Guerra Civil. También a mediados del pasado año la editorial Hoja de Lata presentaba Tea Rooms, la segunda novela que firmó Luisa Carnés, publicada en 1934 con el subtítulo Mujeres obreras y la etiqueta de "novela-reportaje".

Sobre Carmen de Burgos también han ido saliendo títulos a cuentagotas. A finales de los 2000 el Instituto de Estudios Almerienses reeditó Puñal de claveles (1931), una breve novela sobre los mismos sucesos de Níjar que inspiraron a Lorca para escribir Bodas de sangre. En esa misma época aparecían dos biografías: la primera, de Blanca Bravo Cela, Carmen de Burgos. Contra el silencio (Espasa, 2003); y una segunda en 2005 firmada por Concepción Núñez Rey, profesora de Literatura de la Universidad Complutense. Asimismo, en 2012 Los libros de la Catarata reeditaba Mis viajes por EuropaMis viajes por Europa, la aventura de Colombine durante el verano de 1914 recorriendo desde Suiza a la zona más septentrional de Noruega.

"Por la mañana me despertaron los tiros..."

"Por la mañana me despertaron los tiros..."

Caballé subraya que este proceso de recuperación no es un fenómeno nuevo: “Viene de atrás, quizás lo que ocurre es que en los últimos años se haya prodigado más”. La reescritura del canon comenzó en la Transición, con artículos en revistas como Vindicación feminista, ensayos como La hora violeta, de Monterrat Roig, o los firmados por Carmen Martín Gaite. Además del trabajo fundamental de investigación que comenzaron a hacer feministas como Shirley Mangini o Susan Kirkpatrick en las universidades estadounidenses (antes, incluso, que en las españolas). “Todo esto surge por una cuestión de necesidad. Si hablamos de las escritoras españolas, necesitamos saber de dónde vienen, de manera que ha habido que reconstruir una fotografía que no estaba en ninguna parte y colocarla en la historiografía literaria”. A pesar de las sucesivas olas de recuperación, el mayor inconveniente, señala Caballé, es el legado personal de estas mujeres, perdido en muchos de los casos. “¡Lo que daríamos ahora por leer las cartas de Carmen de Burgos!”, se lamenta. Mientras tanto, uno de los mejores acercamientos a la intimidad de Colombine lo podemos encontrar en La malcasada, donde conviven su mundo de ficción con la angustia de las frustraciones y anhelos que determinaron su vida personal y profesional.

 *Saila Marcos es periodista de Saila Marcos infoLibre y tintaLibre

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