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Los libros

La poesía los cría y ellos se juntan

Amistad a lo largo, de Luis García Montero y Felipe Benítez Reyes.

Juan Carlos Sierra

Amistada a lo largoLuis García Montero y Felipe Benítez ReyesFundación Huerta de San AntonioÚbeda2018Amistada a lo largo

Igual que existe la poesía de circunstancias, de la que Amistad a lo largo, el libro que reseñamos, contiene múltiples ejemplos, también hay libros de circunstancias, de las que este libro es también un buen ejemplo. Y la circunstancia en este caso es la siguiente –más o menos—. Una asociación sin ánimo de lucro llamada Fundación Huerta de San Antonio, dedicada a la rehabilitación de la desacralizada iglesia de Santo Domingo en Úbeda (Jaén) y empeñada en convertirse en motor cultural alternativo de la ciudad de los cerros, crea una colección llamada Juancaballos de Poesía, de la que Amistad a lo largo es su cuarta entrega. Tanto Luis García Montero como Felipe Benítez Reyes han sido invitados en alguna ocasión a las actividades que organiza la fundación en el mes de septiembre con motivo del ciclo Sabina por aquí. Pues bien, de estos azares y estas coincidencias, más la intervención del pintor granadino Juan Vida, colaborador de primera hora de esta fundación, surge la propuesta que a la vuelta de unos meses queda materializada en el libro que nos ocupa.

A pesar de encuadrarse en una colección de poesía, en este libro hay algo más que poemas: reseñas, prólogos, entrevistas, homenajes, presentaciones… Se podría decir que se trata más que de un libro exclusivamente sobre poesía propiamente dicha, de un volumen sobre la poesía de ambos autores, aunque también sobre otros géneros cultivados por ellos; pero sobre todo aquí se habla de sus respectivas poéticas, entendido este término en sentido amplio como teoría y práctica personal de la literatura.

No obstante, este libro, como queda reflejado en su título, extraído de un poema de Jaime Gil de Biedma, y explica Irene García Chacón en el acertado prólogo que lo precede, trata fundamentalmente de la amistad, una amistad a lo largo de casi cuarenta años y perpetrada a partir de la propia poesía, pues esta relación surge cuando los protagonistas solo se conocían por lo que cada uno había leído del otro. Así pues, se puede afirmar que gracias a esta obra miscelánea somos testigos de una amistad que nace de una admiración mutua que ha ido creciendo a lo largo del tiempo al mismo ritmo que se iba fraguando la obra de ambos escritores.

En los textos en verso espigados y extraídos de los archivos personales de ambos poetas, que se concretan en citas para comer durante a un viaje a Egipto, reseñas en verso, celebraciones de cumpleaños, convalecencias, cadáveres exquisitos… llama la atención el oficio de poeta de ambos autores, así como de quienes los acompañan en algunos textos –Benjamín Prado, Joaquín Sabina, José Hierro…— y el conocimiento de las herramientas básicas y clásicas de la lírica –de ahí la profusión de sonetos, décimas, silvas…—. Por otra parte, en muchos de esos mismos textos destaca un sentido del humor compartido, un juego de veras y bromas que, como bien sabe quien cultive o haya cultivado una amistad extensa en el tiempo, tan importante resulta para que esta disfrute de buena salud.

Pero también la amistad ha de ser exigente y sincera. Si a los amigos no se les dicen las verdades desde la admiración, el cariño y el respeto, ya vendrán luego los que no nos quieren tan bien para meternos el dedo en la llaga que más nos sangra. En este sentido, resulta especialmente relevante y significativa la carta en que Felipe Benítez Reyes le propone casi una enmienda a la totalidad a la primera versión del estreno como novelista de Luis García Montero y que se cierra con esas palabras que solo los buenos amigos pueden decirse y saben interpretar: “Ojalá me haya equivocado de pe a pa y puedas mandarme a tomar por culo con todas las de la ley”.

En los textos en prosa que se recogen en Amistad a lo largo sobresale otra vez la admiración, pero también la sintonía literaria entre los dos escritores, así como la defensa en algunos de ellos, especialmente los de puño y letra de Luis García Montero, de una forma de entender la poesía que se rebela contra el culturalismo vacío y ensimismado en favor del diálogo con el lector a través de la reivindicación de una tradición que parte de Antonio Machado pasa por Blas de Otero y aterriza en Jaime Gil de Biedma y Ángel González, entre otros.

El libro, finalmente, se completa con fotografías que recorren en imágenes estos casi cuarenta años de amistad en los que no solo aparecen los protagonistas de Amistad a lo largo, sino también quienes han recorrido en paralelo este tiempo –todo o en parte— como Silvia Barbero, Rafael Alberti, Almudena Grandes, Juan Vida, Ángel González, Luis Landero o la estatua de Pessoa en la puerta del mítico café lisboeta de A Brasileira. Por supuesto, también hay espacio para los collages de Felipe Benítez Reyes, tan inquietantes a veces.

La gran poesía

La gran poesía

Amistad a lo largo es, ya ha quedado escrito, la historia a través de textos, unas veces publicados y otras privados, de parte de la intimidad de dos autores de referencia de la literatura española actual, una suerte de rendija a través de la que observar cómo crece una obra literaria y una amistad, cosas que no necesariamente van siempre unidas. Algo que va más allá de la curiosidad del lector y de la literatura de circunstancias –o de las circunstancias que dan lugar a esta—.

*Juan Carlos Sierra es profesor de Literatura.Juan Carlos Sierra

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