A debatir

Respuestas al debate sobre 'Patria'

La semana pasada invité a los lectores de infoLibre a opinar sobre la exitosa novela de Aramburu. De nuevo, las intervenciones, con alguna excepción puntual, han sido respetuosas y han aportado puntos de vista interesantes, confirmando que es posible deliberar colectivamente en el medio digital sin caer de inmediato en la descalificación y el enfrentamiento.

Algunos participantes se han referido al recelo que les causa una novela que ha cosechado un éxito tan enorme. Creen que el libro tiene factura de best-seller y por eso huyen de él. No creo, sin embargo, que las ventas de la novela sean fruto de una estrategia comercial ni me parece que el libro esté escrito con la técnica y el enfoque de los best-sellers. A mi juicio, la novela ha tenido la merecida fortuna de encontrar el respaldo de un público amplio que deseaba leer un relato de cómo vivieron los vascos en la época del terrorismo. El libro contiene suficiente autenticidad como para haber despertado el interés y haber conmovido a decenas de miles de lectores. Recomiendo, en este sentido, el análisis literario que realizó Luis García Montero en Los Diablos Azules, la revista de libros de infoLibre.

Aramburu, como han apuntado muchos participantes, ya había tratado el asunto del terrorismo etarra en otros libros, los cuales tuvieron también muy buena acogida, pero no llegaron a conseguir un éxito tan rotundo entre el público lector. Personalmente, a mí me ha interesado mucho más Patria que, por ejemplo, Los peces de la amargura, que se centra fundamentalmente en las víctimas del terrorismo. Patria trata de presentar todas las dimensiones del conflicto a través de dos familias próximas a las que la actividad terrorista enfrenta de modo brutal.

Inevitablemente, al hacerlo así, Aramburu adopta una perspectiva política. Y, desde esa perspectiva, opta por personajes más o menos arquetípicos. Un buen número de participantes en el debate ha expresado una cierta decepción ante lo que consideran el "simplismo" de dichos personajes, previsibles en sus actitudes, opiniones, actos y reacciones. Los protagonistas de la novela, además, evolucionan poco o lo hacen a trompicones. Y algunos lectores advierten un exceso de didactismo, como si el autor (que se cuela al final de su propia novela) no pudiera evitar un papel moralizante.

Creo, no obstante, que la presencia de personajes arquetípicos constituye una opción legítima, que funciona eficazmente dado el objetivo de plasmar la vida social en los años de plomo del País Vasco. Quizá me equivoque, pero creo que el autor no intenta bucear en las personalidades y vida interior de los componentes de las dos familias, sino mostrar más bien cómo el terrorismo nacionalista de ETA les zarandea a todos ellos, en direcciones muy distintas en cada caso.

La cuestión fundamental, sobre la que ha habido grandes desacuerdos, consiste en si la historia narrada en Patria es un buen reflejo de lo que fue el País Vasco durante los años de la violencia. Para algunos, sencillamente, es la mejor reconstrucción que se ha ofrecido hasta el momento. Para otros, la novela es parcial: entre quienes así piensan, hay quienes creen que no pasa nada por ello, pues una novela no es un ensayo histórico, y hay otros que opinan que la parcialidad es un lastre insuperable de la novela.

Una novela, efectivamente, no es una monografía académica (así lo han expresado muchos participantes) y, por lo tanto, no se la puede juzgar con los parámetros que se usan en una investigación. Es evidente, por lo demás, que la sociedad y la política vascas son lo suficientemente complejas y poliédricas como para no poder ser recogidas en su totalidad en una novela (ni tampoco, por cierto, en un análisis sociológico). La cuestión es si el trozo de realidad que reconstruye un escritor encierra suficiente verdad. La literatura es también una forma de conocimiento, con sus propias reglas, y se puede juzgar no solo por su coherencia interna (por lo bien trabadas que están las tramas, por la riqueza de los personajes, por el estilo), sino también por la visión que trasluce de la realidad.

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¿Cuánta verdad contiene Patria? Ese ha sido el principal motivo de controversia. Déjenme que aporte mi propia opinión. A mi Patria me impresionó y me conmovió en muchos momentos, me pareció que reflejaba con gran autenticidad las dinámicas sociales que se crearon en torno a la violencia terrorista de ETA. La estigmatización de las víctimas, el silencio ante las atrocidades, la soledad del señalado, la mezcla de comprensión y justificación del terrorismo en los círculos abertzales, la falta de piedad de algunos curas, la extensión del sectarismo político, la división social, en fin, los elementos que configuraban la vida social en aquellas localidades con fuerte presencia abertzale: todo ello, me parece, queda maravillosamente reflejado en la novela.

Mi principal reparo tiene que ver con la descripción de la propia ETA. Aramburu elige a un etarra de escasas luces, con mínima formación política, impulsivo, violento y a la vez débil ante la cuadrilla. No es una opción inverosímil, pues etarras así ha habido ciertamente en abundancia. Sin embargo, al tomar esta opción, la historia se vuelve demasiado "clara". La condena moral que atraviesa la novela entera habría sido más eficaz reconociendo que la violencia de ETA no era sólo un delirio o una deriva mafiosa, sino una estrategia política que contó con un preocupante apoyo social a lo largo de buena parte de su historia. La repulsa moral de una violencia ciega es demasiado obvia. El debate más interesante surge al reconocer la naturaleza política de ETA, algo que sigue costando mucho reconocer. Dicho reconocimiento no supone rebajar un milímetro el rechazo absoluto a la violencia terrorista, permitiendo, sin embargo, la apertura de una vía de análisis considerablemente más profundo de las divisiones que sacudieron al País Vasco desde 1968, el año en que ETA mata por primera vez, hasta 2011, cuando la organización terrorista renunció definitivamente a la violencia.

Expresado este reparo, me parece que Aramburu ha escrito una gran novela que muchos necesitaban (necesitábamos) leer.

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