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Violencia género

Solo el 15% de las mujeres víctimas de asesinatos machistas en 2015 había denunciado

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La Guardia Civil encontró este martes el cadáver de una mujer de 45 años acuchillada en Palencia. Su pareja, un hombre cinco años mayor con el que vivía desde hacía siete meses, apareció ahorcado en el bar que ambos regentaban. De confirmarse que este es un nuevo asesinato machista, sería el cuarto en la última semana. Solo un día antes, en Beniel (Murcia), una mujer de 23 años murió tras recibir un fuerte golpe en la cabeza. Los hechos –por los que fue arrestado la pareja de la fallecida– ocurrieron en presencia de los hijos de la mujer, de siete y cuatro años. Y ocurrieron pese a la orden de alejamiento con la que contaba el presunto agresor después de que ella pidiera ayuda a los servicios sociales del ayuntamiento.

En lo que va de año 34 mujeres han sido víctimas del machismo (hay cuatro casos más pero se están investigando), y solo tres habían presentado una denuncia por malos tratos, a las que hay que sumar otras dos que son iniciativa de terceras personas. Es decir, según los datos del ministerio de Sanidad, en el 15% de los asesinatos había sobre la mesa una denuncia. La cifra todavía no puede compararse con los últimos años, pero está muy por debajo de la media alcanzada en 2014 (31,5%), 2013 (20,4%) y 2012 (19,2%).

"El problema es que en este momento la crisis golpea más a las mujeres, y a la hora de divorciarse o poner una denuncia muchas no lo hacen porque tienen dependencia económica de su maltratador", explica a infoLibre Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas. Ellas piensan que "dónde van a vivir, de qué van a vivir si no tienen trabajo, y si encima tienen hijos, más vulnerabilidad, porque algunas mujeres piensan que aunque sea un maltratador no es mal padre, y eso no es así: va a influir de manera esencial y dramática en sus hijos", añade Besteiro.

La desconfianza en las instituciones es otro de los escalones que impide dar el paso a muchas mujeres. No denuncian porque "falta sensibilidad y empatía" entre algunos jueces, policías y equipos psicosociales, reconoce Yolanda Besteiro. "Conocen la ley pero no saben realmente cómo se comporta una víctima y un maltratador, por qué se ponen y se retiran las denuncias, cuáles son los niveles de dependencia emocional y económica... Es la pescadilla que se muerde la cola, y esto genera desconfianza en el sistema". Se une a su crítica Nina Infante, presidenta del Fórum de Política Feminista: "En todas las materias hay expertos y no en violencia de género. Insistimos en que los jueces y los abogados tienen que estar obligatoriamente formados".

A la desconfianza también contribuye que los tribunales denegasen el año pasado el 44% de las peticiones de protección solicitadas por las víctimas, un dato que se ha duplicado en la última década. Según la Ley Integral de Violencia de Género, el juez que reciba dicha solicitud tiene que decidir sobre ella en un plazo de 72 horas tras haberse reunido urgentemente con la víctima, el supuesto agresor y el Ministerio Fiscal. Sin embargo, como sentencia Besteiro, "a una víctima no se le conoce con una declaración en el juzgado de 20 minutos".

Mitos y falta de apoyo en su entorno

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La entrevistada se refiere también a los mitos que subyacen entre algunos sectores de la sociedad y que pueden encontrar apoyo en los juzgados. Por ejemplo, el síndrome de alienación parental: cuando la madre ha creado en sus hijos una opinión negativa sobre el padre de los niños. "Si este argumento cala, el juez aleja a la madre de los hijos", una hipótesis que algunos hombres utilizan para chantajear a sus víctimas. También recurren al mito de las denuncias falsas, que aunque solo representan el 0,01% del total, sirven para amedrentar: "¿Quién te va a creer?", dice Yolanda Besteiro sobre las dudas que intentan generar a sus parejas.

Nina Infante atribuye la falta de de denuncias a que cuando una mujer "lleva en manos de la violencia durante mucho tiempo, no tiene ya capacidad ni fuerza para acudir a nadie". De aquellas que sí se atreven a cortar el problema de raíz dice que lo hacen porque, "aunque el terror sea enorme, en su entorno tienen ayuda". Y si el calor de la familia es decisivo para denunciar, quizá esto explique la escasez de denuncias. Según un estudio del Gobierno, el 30% de las mujeres que decidieron no denunciar a sus agresores lo hizo por presiones familiares. Es el motivo principal solo por detrás del miedo a las represalias.

"Es una persona particular", "Es raro", "Tiene mal carácter" o "Está muy estresado" son algunas de las muletillas que utilizan amigos y familia para quitar importancia a los primeros indicios de violencia machista, que a menudo empiezan con insultos, menosprecio, menazas y actitudes poco sociables. Los familiares, como recuerda Elena Herrera en esta noticia, impulsaron solo el 3% de las denuncias presentadas en 2014.

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