Elecciones 26-J

La falta de proporcionalidad se dispara en el Senado

Un total de 181 senadores cobrarán 8.345 euros de indemnización por la disolución del Senado

¿Puede un partido con más de tres millones de votos quedarse sin representación en una cámara? El caso de Ciudadanos demuestra que sí, ya que obtuvo en torno a esa cifra de papeletas en las elecciones del pasado 20 de diciembre pero, sin embargo, no consiguió un solo senador de los 208 en juego. Y es que el Senado, una cámara que históricamente ha premiado a los partidos mayoritarios, ha visto disparada su falta de representatividad en esta última legislatura, algo que los expertos achacan fundamentalmente a su sistema de elección.

Mientras el pasado 20 de diciembre el panorama en el Congreso experimentaba un cambio radical con respecto a la anterior legislatura, dominada por la mayoría absoluta del PP, en el Senado los resultados electorales arrojaron un escenario similar al existente entre 2011 y 2015. Pese a que el PP perdió 12 escaños mantuvo cómodamente su mayoría absoluta, ya que de los 208 senadores en juego –los otros 58 los designan las comunidades autónomas– se hizo con un total de 124, por 47 del PSOE y 16 de Podemos y sus confluencias.

La abultada diferencia en actas, no obstante, no tiene su reflejo en los votos obtenidos por cada partido, y de ello es claro ejemplo el PP, que consiguió en torno a un 30% de los votos y obtuvo nada menos que el 59,6% de los senadores electos. En el extremo contrario está Ciudadanos, que se quedó sin representación pese a tener en torno a tres millones de votos, y su ejemplo es especialmente sangrante si se compara con el de la Agrupación Socialista de Gomera: un escaño con sólo 4.435 sufragios.

La explicación está en el propio sistema de elección de los senadores. A diferencia del Congreso, donde existe una correlación entre la población y el número de escaños que se eligen –aunque las provincias poco pobladas están favorecidas en el reparto–, en el Senado todas las circunscripciones eligen cuatro senadores, a excepción de Ceuta y Melilla –dos actas cada una– y de las islas –Gran Canaria, Mallorca y Tenerife escogen tres escaños y el resto de las islas tienen un senador cada una–. Según los expertos, esto favorece la sobrerrepresentación de las zonas rurales, tradicionalmente más conservadoras, y potencian especialmente al partido ganador de las elecciones.

Tres de los cuatro senadores, para el ganador

Pero, fundamentalmente, la clave se encuentra en cómo se reparten estos cuatro senadores por cada provincia. La papeleta del Senado permite al elector escoger a tres candidatos de partidos diferentes, si bien según los expertos consultados por infoLibre son muy escasos los votantes que no eligen a los tres aspirantes propuestos por su partido predilecto. ¿El resultado? En la mayor parte de las circunscripciones "el partido más votado se queda con tres senadores y el segundo consigue uno", independientemente del porcentaje de votos obtenido, explica Jorge Urdánoz, profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad Pública de Navarra. Y eso provoca que, en un sistema con cuatro partidos fuertes, dos de ellos no obtengan representación en la mayoría de las circunscripciones.

Según las estimaciones de Urdánoz, el PP habría conseguido en las últimas elecciones 60 senadores más de los que le corresponderían con un sistema estrictamente proporcional, mientras que los más perjudicados serían Ciudadanos e IU-: entre ambos habrían alcanzado 37 escaños, pero se quedaron sin representación. Podemos y sus confluencias, por su parte, obtuvieron el 7,7% de los sillones con en torno al 20% de los votos, lo que supondría haber perdido en torno a 29 senadores con respecto al sistema estrictamente proporcional, mientras el PSOE fue el único que consiguió un porcentaje de actas cercano a su número total de votos: sus 47 senadores suponen un 22,6% de los que se repartieron el 20 de diciembre.

Y es que, tal y como indica Ignacio Lago, profesor de Ciencia Política en la Universidad Pompeu Fabra (UPF), en el Senado se produce una desviación de en torno al 30% entre el porcentaje obtenido por cada partido y su traducción en escaños. "El Senado español se sitúa en el puesto número 11" en la clasificación de cámaras con mayor desviación en la representación, explica Lago, que señala a esta circunstancia como una de las causantes de la diferencia en el peso de los diferentes grupos entre el Congreso y el Senado, habida cuenta de que los votantes no hacen demasiadas distinciones en la papeleta que eligen para una y otra urna.

Sin competencias exclusivas

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En cualquier caso, y más allá de sus problemas de representatividad agravados con el paso de un sistema bipartidista a otro con cuatro actores potentes, los expertos consultados por este diario ven un segundo elemento conflictivo en el Senado: su ausencia de funciones. Urdánoz y Lago coinciden en este punto con Alberto Penadés, profesor de Sociología en la Universidad de Salamanca, que asegura que la Cámara alta adolece de una falta de competencias exclusivas y, en el trámite parlamentario habitual, únicamente introduce enmiendas o vetos que pueden ser desoídos por el Congreso, la cámara que tiene la última palabra en la aprobación de las leyes.

"Realmente, no sirve ni de cámara de representación territorial y se limita a ser una cámara de segunda lectura", critica Penadés. Lago, por su parte, hace notar la "paradoja" que supone que el Senado pretenda representar a los territorios siendo elegido en base a las circunscripciones provinciales, al igual que el Congreso, y además, insiste en que a la Cámara alta "no se le reconoce ninguna función" específica o exclusiva. "Por ejemplo, ¿cómo puede ser que teniendo el Senado las decisiones sobre la financiación de las comunidades autónomas se tomen en reuniones bilaterales entre la autonomía y el Gobierno?", se pregunta el experto.

En cualquier caso, una de las funciones para las que el Senado sí es importante es la reforma de la Constitución, que requiere de una mayoría de tres quintos en ambas cámaras o, en su defecto, de mayoría absoluta del Senado y mayoría de dos tercios del Congreso para prosperar. Lago, sin embargo, quita hierro a la posibilidad de que una mayoría tan amplia como la que disfruta el PP en el Senado pueda bloquear un cambio en la Carta Magna, ya que asegura que para conseguir la mayoría necesaria en el Congreso también haría falta que los conservadores dieran luz verde a la reforma.

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