Memoria democrática

Una carta para la libertad: la última misiva de Marcelino Camacho a su familia desde la cárcel franquista

La carta de Marcelino Camacho a su familia desde la cárcel.

Marcel Camacho

Aquí quiero desagraviar a la palabra Libertad, esa que se pronuncia desde abajo y que en días como hoy, en 1975, la pronunciaba todo un pueblo para sacar de la cárcel a los presos políticos; que la gritaban para que todos pudieran expresarse libremente, reunirse, manifestarse; para que pudieran votar, para que el pueblo decidiera y los demás respetaran esas decisiones.

Esos gritos que hace días oímos en el Congreso, de Vox, PP y Ciudadanos. En sus coches podían pronunciar la palabra pero en realidad en sus pancartas solo pone “no podéis quitarme mi negocio”. La Libertad no les interesa. Poco les importa la educación de la inmensa mayoría de niños españoles, esos de los barrios como Vallecas o Villaverde, esos que llegaron con la emigración y que son la futura mayoría española. Poco les importa la libertad de cátedra ni los trabajadores de la enseñanza.

Casi 14 años estuvo en prisión Marcelino Camacho. Aquellos presos, que hace 45 años en estos días, cuando la calle se movía entre el miedo y la esperanza, pedían reconciliación y planteaban desde sus celdas los pasos para, pacíficamente, construir una plena democracia.

A las dos de la madrugada del 20N un preso político, Paulino de la Mota, le informó a Marcelino de la muerte de Franco. Hacía días que habían pedido entrevistas con el director de la Prisión de Carabanchel para garantizar la seguridad de los presos, porque había demasiados ultraderechistas entre funcionarios y temían cualquier barbaridad. Las familias conocíamos aquel mal ambiente que también se vivía a las puertas de la cárcel.

Hay que recordar que, unos meses más tarde, en marzo del 76, Manuel Fraga dijo “la calle es mía” y, de nuevo, metió a Marcelino Camacho en la cárcel. Y cuando se le pedía la libertad de los presos decía: “Los presos son míos”.

En esta carta que aquí reproducimos, que fue la última a la familia en este periodo de cárcel franquista, mediante citas a lo publicado en diarios y revistas, Marcelino expone cómo muchos sectores demandaban que las cosas debían cambiar. Los empresarios deseaban poder pactar los salarios con las Comisiones Obreras, en lugar de aquella lucha y aquel sistema que no permitía acuerdos. Había demasiados conflictos y huelgas. La Iglesia ya había iniciado su despegue. Faltaba una derecha que se considerara democrática. Una derecha que arrastró su pecado original franquista y no supo ni ha sabido desprenderse de él de forma clara.

Murió Franco y la bolsa subió... la inflación y el comercio exterior siguieron muy mal pero los inversores en bolsa compraban porque pensaban que las empresas irían mejor sin Franco.

Abierta estaba aún la sucesión. Las Cortes brazo en alto, no había otra salida que elecciones constituyentes, amnistía, libertades democráticas, que el pueblo decidiera desde el voto.

Todo esto lo dijeron los presos políticos desde la cárcel con una claridad meridiana. Ahí queda como documento esta carta de Marcelino a la familia.

A veces pienso que esta derecha española que no se desprendió de aquel oscuro pasado no se merece aquella gente que entregó la vida por la democracia.

Marcel Camacho es hijo de Marcelino Camacho

A medida que la salud de Franco empeoraba se fueron limitando los derechos de los presos. En esta “instancia” que reproducimos a continuación, Marcelino Camacho pedía, el mismo día de la muerte del dictador, una entrevista con el director de la cárcel de Carabanchel.

Carta de Marcelino Camacho desde la prisión a la familia, fechada el 26 de noviembre de 1975. Como la mayoría de las que escribía, es un análisis de la situación que refleja la tensión política de aquellos días.

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