Madrid

Los Bomberos vuelven a detectar fallos en el sistema antiincendios de la M-30 ocho años después del fuego que costó la vida a dos operarios

Uno de los túneles de la M-30 en Madrid.

Álvaro Sánchez Castrillo | Alba Precedo

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Una intervención en los túneles de la M-30 del Cuerpo de Bomberos del Ayuntamiento de Madrid vuelve a poner al descubierto fallos en los sistemas antiincendios de los que se dotan las instalaciones. En concreto, los efectivos de servicio que se desplazaron hasta uno de los tramos tras la recepción de un aviso detectaron que el mecanismo de extinción por agua nebulizada no se encontraba operativo de forma automática, algo que impide la activación inmediata de los aspersores en caso de incendio. No es la primera vez que se identifican problemas de este tipo en las instalaciones de la vía de circunvalación de la capital. Hace ocho años, un incendio que costó la vida a dos operarios de Emesa, la empresa adjudicataria del mantenimiento de la M-30, terminó revelando que la compañía –formada por Ferrovial y dos firmas de ACS– había ocultado "información del deficiente estado de los sistemas de protección contra incendios" hasta que se produjo el siniestro en uno de los pozos. Un fuego en el que fallecieron Gregorio Camacho, encargado de los túneles, y Sergio Martínez, ingeniero jefe de mantenimiento.

El pasado 30 de octubre, a las 9:14 horas, un dispositivo del Cuerpo de Bomberos se desplazó hasta la zona de la Glorieta de San Vicente, junto a la estación de Príncipe Pío, tras activarse la detección automática de incendios en un cuarto de baterías de un centro de las instalaciones de la carretera de circunvalación. A su llegada, el personal de Madrid Calle 30, la sociedad mixta de la que forman parte el ayuntamiento de la capital y Emesa –80% y 20% de participación, respectivamente–, acompañó a los bomberos hasta el cuarto en cuestión, donde no se localizó el motivo de la alarma. Sin embargo, antes de dar por terminada la intervención, los profesionales revisaron la instalación e identificaron un problema que les resultó preocupante. Y así lo hicieron constar en la denominada Nota de servicio interior, sellada por el Área de Gobierno de Salud, Seguridad y Emergencias del consistorio y a la que ha tenido acceso infoLibre. "Comprobamos que las instalaciones de extinción por agua nebulizada las tienen cerradas, anulando el disparo automático de dichas instalaciones", recoge el parte del servicio.

Los bomberos preguntaron entonces al personal de Madrid Calle 30 el motivo por el que ese sistema de extinción no estaba operativo de forma automática, lo que conllevaría tener que activarlo manualmente en caso de incendio. "No saben la causa", recoge el jefe de turno en su escrito. Un problema que recomienda corregir: "Sería conveniente por parte del servicio revisar que los sistemas de extinción de dichas instalaciones se hallen en perfecto funcionamiento". "Tras la descripción realizada por el jefe de turno, se recomienda contactar con Calle 30 para que los sistemas de PCI –protección contra incendios–se encuentren en perfectas condiciones de funcionamiento", se insiste en la Nota de servicio interior. infoLibre se ha puesto en contacto por correo electrónico tanto con la sociedad mixta como con Emesa, la empresa encargada del mantenimiento, para preguntar si es habitual en el resto de las instalaciones que el mecanismo de aspersión no esté habilitado en modo automático y si esto ya ha sido corregido. Sin embargo, a cierre de esta edición, no se ha recibido respuesta desde ninguna de las dos firmas.

Deficiencias de mantenimiento

No es la primera vez que se ponen sobre la mesa deficiencias de este tipo en las instalaciones de la M-30. La tarde del 26 de octubre de 2012, se desató un incendio en una banda de baterías que forman parte del sistema eléctrico de emergencia de los túneles a la altura de Puente de Vallecas, en el tramo conocido como bypass. Inmediatamente, se puso en marcha el Plan de Incidentes Complejos, que activa al mismo tiempo a la Policía Municipal, el Samur-Protección Civil y los Bomberos. Estos últimos se desplazaron hasta el denominado Pozo 4 con tres bombas y cinco coches de apoyo, con los que se llevó a cabo la extinción del fuego. Una vez sofocadas las llamas, el equipo aguardó hasta la salida de los gases y el enfriamiento de la zona antes de proceder al reconocimiento del lugar. Fue en esta última fase cuando se localizaron dos cuerpos: el de Sergio Martínez, de 36 años y jefe de mantenimiento, y el de Gregorio Camacho, de 52 años y encargado de los túneles. Ambos eran trabajadores de la empresa Emesa. La autopsia reveló que la causa de la muerte fue la inhalación de gases que contenían elementos sulfurosos –procedentes de las baterías–.

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La investigación derivada de aquel suceso terminó poniendo sobre la mesa numerosas deficiencias de mantenimiento. En un informe elaborado tras la actuación, el Cuerpo de Bomberos puso de manifiesto las dificultades con las que se había encontrado para apagar el fuego. Las comunicaciones en el interior de los túneles no funcionaron, los trabajadores de mantenimiento se saltaron una y otra vez el cordón de seguridad montado para acceder al interior y los dispositivos automáticos de extinción de incendios con agua nebulizada estaban desconectados. De hecho, los cuerpos de los dos operarios se localizaron justamente en la sala desde la que se activa este último mecanismo. Un año más tarde, se tuvo constancia de otro informe de la Policía Judicial en el que también se recalcaba que el mecanismo de aspersores estaba "fuera de servicio y parcialmente desmantelado, con lo que nunca funcionó ni podía funcionar para controlar el incendio". De hecho, preguntado sobre esto en sede judicial, uno de los mandos de los bomberos aseguró que de haber estado a pleno rendimiento, el fuego hubiera sido "pequeño".

La Policía Judicial dejó claro que las deficiencias detectadas no eran puntuales, pues también se halló averiado el sistema de control de incendios en los otros tres pozos con los que cuenta la M-30. El informe, no obstante, rechazaba que existiese una relación causal entre estos fallos y la muerte de los dos trabajadores, a los que responsabilizaba de haber cometido la "imprudencia" de haber esquivado el cordón de seguridad para acceder a la planta siniestrada sin los equipos de protección adecuados –algo a lo que también se agarró la propia compañía de mantenimiento–. Sin embargo, evidenciaba que los sistemas de control del propio Ayuntamiento de Madrid tampoco habían funcionado. Los exámenes municipales, que se realizan semestralmente, no fueron capaces de detectar, por ejemplo, que el sistema de protección contra incendios por agua nebulizada llevaba desde 2009 sin someterse a labores de mantenimiento. El entonces delegado de Medio Ambiente y Movilidad, Juan Antonio Gómez Angulo, explicó que la auditoría no había identificado esos fallos porque el examen era "aleatorio" y "coincidió que el del primer semestre no incluyó" el pozo incendiado.

El expediente administrativo abierto entonces por Madrid Calle 30 contra Emesa concluyó en 2017 que la firma adjudicataria había incumplido "gravemente" el contrato de mantenimiento de los sistemas de seguridad de los túneles de la vía de circunvalación. El acuerdo entre ambas empresas establecía que las instalaciones dedicadas a la seguridad sólo podían estar como máximo dos horas sin funcionar, sin embargo, en 2012 y según los diferentes informes presentados, estuvieron casi un año sin hacerlo. No obstante, no se pudo multar a la empresa formada por Ferrovial y ACS porque el suceso había ocurrido cinco años antes. Es decir, había prescrito el plazo de tres años para imponer una sanción. Ahora, ocho años después de aquel incendio que costó la vida de dos trabajadores y unos daños de casi 600.000 euros en las infraestructuras, el mantenimiento de la M-30 regresa al Ayuntamiento. En concreto, este lunes y según ha podido saber infoLibre, el PSOE preguntará al Gobierno municipal en la Comisión de Transportes por estos fallos detectados el pasado octubre de nuevo en los sistemas antiincendios.

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