Sanidad

Salud mental, el 'patito feo' de la sanidad: solo el 1,7% de los mejores MIR escogen Psiquiatría como especialidad

Varias personas hacen cola a las puertas del Ministerio de Sanidad para asistir al examen convocado hace unos días en Madrid para acceder a las plazas ofertadas de Formación Sanitaria Especializada.

 

Daniel Gutiérrez Castillo es psiquiatra y trabaja en un centro de salud mental en un área rural de Málaga. Lleva dedicándose a la profesión una década, pero es quizás ahora cuando su trabajo está más valorado. O, al menos, cuando es más visible. La crisis del coronavirus ha provocado que aflore una pandemia de salud mental de la que ya advirtió hasta la ONU. Y él ve día a día que ese mal augurio se ha cumplido. "La situación es desbordante. Hay mucha ansiedad y depresión y lo que veo es que hay un pesimismo generalizado. La gente no ve la luz al final del túnel. No tiene confianza y siente que a sus problemas habituales se ha sumado la llegada de la crisis sanitaria", lamenta. Dice algo que ha comenzado a denunciarse con vehemencia desde la política y algo que, hasta ahora, estaba descuidado. En parte, por la falta de profesionales. Según los datos de Eurostat, España tiene una media de diez psiquiatras como Daniel por cada 100.000 habitantes. La media europea es de más de 18. En España, además, ese número no ha cambiado desde 2011. Casi todos los países, en cambio, lo han aumentado —en mayor o menor medida, pero lo han hecho—. Francia, por ejemplo, pasó de 21,93 psiquiatras por 100.000 habitantes en 2010 a 22,87 en 2018. Portugal, de 10,8 a 13,41. 

Pero, ¿por qué faltan profesionales? Los psiquiatras, como todos los facultativos, se enfrentan a la carrera de Medicina, que dura seis años, y luego al examen de médico interno residente (MIR), cuya nota les da la puerta de entrada a las especialidades. A mayor puntuación obtenida en esa prueba, mejor puesto de elección de las mismas y, por tanto, más probabilidades de poder escoger la más deseada. Todo depende también, claro, del número de plazas que se convocan cada año. Y las de la especialidad de Psiquiatría no son pocas. En el examen MIR de este 2021 —que tuvo lugar el pasado 27 de marzo— había 288 plazas; en el de 2020, 272. Sin embargo, no suele ser de las más deseadas. A falta de los datos de este año, tenemos los del pasado para comprobarlo.

Durante los tres primeros días de elección de las plazas MIR, cuando eligieron a qué se dedicarán los 1.795 médicos con los mejores expedientes, tan sólo 31 escogieron la especialidad de Psiquiatría, según los datos del Ministerio de Sanidad que recopila, año tras año, el Sindicato Médico de Granada. En proporción, es tan sólo un 1,7% del total. Fue, además, la cifra más baja desde 2014, cuando 59 de los 2.081 mejores notas en el MIR de aquel año escogieron la especialidad de psiquiatría durante los tres primeros días. Fue, entonces, el 2,8%.

Tres días después, en el ecuador del proceso de selección, los datos no mejoraron demasiado. En ese momento, con 3.578 plazas ya adjudicadas, sólo 95 jóvenes habían decidido dedicarse a la psiquiatría. El 2,6% del total. La cifra, comparada con la última década, volvió a ser la más baja. En el ecuador de la selección de 2010, Psiquiatría ya había conseguido 126 adeptos de las 3.401 plazas adjudicadas, lo que supuso el 3,7%.

Para entonces, ya había cinco especialidades que habían agotado las plazas convocadas. Fueron Cardiología (que en 2020 ofertó 180 plazas), Dermatología Médico-Quirúrgica (108), Neurocirugía (45), Cirugía Plástica (41) y Cirugía Oral y Maxilofacial (32).

¿Por qué ocurre eso? Gutiérrez Castillo cree que la Psiquiatría, aunque resulta atractiva para los estudiantes de Medicina, no constituye una especialidad deseada porque no es lo que un estudiante entiende por medicina cuando entra en la universidad. "Es una especialidad de vocación porque no es científica en el mismo sentido que otras. En psiquiatría se atienden, además de los aspectos biológicos, los sociológicos y los sociales", explica. Él, que también da clase en la universidad, ha visto que este curso, de 200 alumnos, tan sólo fueron cuatro los que se interesaron por hacer trabajos relacionados con esta rama. 

Víctor es uno de los que sí se decantaron por esta especialidad. En mayo empezará su cuarto y último año como residente en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid y no se arrepiente en absoluto de la decisión que tomó. "La Psiquiatría empezó a interesarme ya en la carrera porque me parece que puede ayudar mucho al paciente", explica. No está demasiado de acuerdo con Gutiérrez Castillo en que la suya sea una de las especialidades menos queridas, pero sí cree que ocurre algo "paradójico" con su especialidad: genera interés en la carrera, pero es verdad que luego no se escoge en la misma medida tras el MIR. "Puede que los estudiantes piensen que todo es como en las películas, que se ven pacientes graves y que el trabajo es una especie de Alguien voló sobre el nido del cuco. No tiene nada que ver. Creo que eso es lo que genera el interés y, a la vez, el miedo", explica.

Ni Gutiérrez Castillo ni Víctor creen que el hecho de que la Psiquiatría no sea especialmente deseada tenga que ver con las condiciones laborales posteriores. Todos los médicos, independientemente de la especialidad a la que se dedican, sufren peores condiciones laborales que sus compañeros europeos. De acuerdo al informe Remuneración Económica y Satisfacción Profesional, elaborado en 2019 por Medscape, el ingreso anual de los médicos españoles asciende a 58.000 euros de media. Según los datos recopilados un año antes por la misma publicación médica, el ingreso medio de un médico francés asciende a 95.000 euros; el de un alemán a 125.000 y el de un británico a 129.500. En ese momento, el de un español se encontraba en 53.000 euros anuales de media. Según estos datos, por tanto, un médico español cobra alrededor de un 58,5% menos que la media de estos compañeros europeos (que está en 116.500 euros).

A eso se suma ahora, coinciden ambos, la sobrecarga de trabajo derivada de la crisis de salud mental asociada a la pandemia. "Cuando empecé a trabajar hace diez años veía en mis pacientes los efectos de la crisis de 2008, luego hubo una mejoría y ahora, otra vez, ha vuelto ese paciente con ansiedad, con depresión, con pocas ganas de todo y poca esperanza en el futuro. Por la pandemia y por las consecuencias colaterales", lamenta Gutiérrez Castillo. Y son muchos. "Las listas de espera ahora mismo están en máximos en Andalucía. En mi agenda veo a dos pacientes nuevos al día y luego, como mínimo, hago seguimiento a otros ocho, además de alguna urgencia. La situación es desbordante", dice. Según los datos de la Junta de Andalucía, en diciembre de 2020 había 12.064 pacientes esperando para ser atendidos en su primera consulta, 1.087 de los cuales llevaban haciéndolo más de 60 días. De medía, la espera es de 47, aproximadamente un mes y medio.

Pero eso no ocurre sólo en Andalucía. El Defensor del Pueblo detalló en un informe lo complicado de acceder a este tipo de datos, aunque pudo informar de los correspondientes a varias comunidades. Por ejemplo, los adultos que piden su primera cita con un profesional de la salud mental en Murcia esperan un promedio de 71 días; en Asturias, a fecha de 1 de diciembre de 2018, había 321 pacientes en espera con un promedio de tiempo para consulta en un centro de salud mental de 26 días; en Baleares, la demora media para poder acudir al profesional de salud pública es de 23 días; en Navarra, a 31 de diciembre de 2018, había 173 pacientes adultos en espera, con un promedio de 53,42 días para obtener la cita.

Cristina Sánchez Robles, psiquiatra en la provincia de Huelva, en una unidad de hospitalización del Hospital Juan Ramón Jiménez, también cree que la Psiquiatría ha estado poco dotada y que, por ello, se han desbordado los pocos recursos que había. "Las políticas sanitarias nunca han prestado mucha atención ni han cuidado la salud mental, y eso que la Organización Mundial de la Salud dijo que era un objetivo principal", critica. Como ejemplo de ese descuido, destaca la Estrategia Nacional de Salud Mental. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció hace unos días en el Congreso de los Diputados que su Gobierno está ya trabajando "en la actualización de la Estrategia de Salud Mental con una dotación reflejada en los Presupuestos de 2,5 millones de euros". Lleva años parada. Siete, concretamente. La última actualización, según confirmaron fuentes de Sanidad a infoLibre, caducó en el año 2013 y, aunque ha habido intentos de actualizarla, hasta ahora no se ha conseguido dar más de dos pasos seguidos.

Pero Sánchez Robles destaca además que muchos profesionales, ante esta situación de abandono, optan por abrir una clínica de atención privada. "Es barato. No hace falta comprar material", explica. Sin embargo, se desconoce a través de cifras oficiales cuántos lo han hecho. En números absolutos, y según Eurostat, España tenía 5.117 psiquiatras en 2018.

Lo que sí se conoce, en cambio, es que, ante las largas listas de espera, hay numerosas personas que terminan acudiendo a esos servicios privados. Pero sólo lo pueden hacer quienes disfrutan de una buena situación económica. Así se refleja en el barómetro del CIS sobre salud mental, que desvela que fueron los que se autoidentifican con una clase social más elevada los que acudieron en mayor medida al psicólogo o al psiquiatra. Ya lo hacían antes de la pandemia, de hecho. Como refleja la encuesta, un 21,8% de los que se definen como pertenecientes a clase alta o media-alta afirmaron que asistían a un profesional para tratar problemas relacionados con la salud mental. De la clase media-baja sólo lo hacía un 19,6%, y de la trabajadora un 16,2%. Desde el inicio de la pandemia, un 8,3% de los que se sitúan en los estratos económicos más altos ha acudido al psicólogo o al psiquiatra, frente al 5,9% de las clases menos pudientes.

#MásPlazasPIR

La psicología, aunque está muy relacionada con la psiquiatría, recorre un camino académico completamente separado. Los psicólogos no estudian Medicina, sino Psicología, una carrera de cuatro años, no seis. Una vez acabada, pueden finalizar ahí sus estudios o, si lo prefieren, presentarse al examen de psicólogo interno residente (PIR). Sólo los que lo aprueban pueden ser psicólogos clínicos y trabajar, así, en la sanidad pública. Sin él, estos profesionales están abocados al sector privado. El examen de este 2021 fue, igual que el MIR, el pasado sábado. Y escogieron la ocasión para iniciar una campaña a través de las redes sociales bajo el hashtag #MásPlazasPIR

La etiqueta se comenta sola. Los estudiantes, no obstante, la explican a través de una cuenta de Twitter que abrieron en noviembre de 2020. "El movimiento #MásPlazasPIR nace de la disconformidad por parte de los opositores al PIR al ver cómo, nuevamente, somos renegados a un segundo plano por parte del Gobierno. Somos opositores que han decidido alzar la voz y luchar por un aumento de las plazas ofertadas", critican. Y dan varias razones. La primera, que la ratio entre el número de especialistas y habitantes está muy lejos de la media europea. En España, según un informe del Defensor del Pueblo publicado en enero de 2020 que recoge el dato facilitado por el Ministerio de Sanidad en 2018, hay seis psicólogos en el sistema público de salud por cada 100.000 habitantes. En Europa, de media, son 18. Diez años antes, en 2010, había 4,3. El incremento en ocho años, por tanto, ha sido mínimo.

Eso lleva a la segunda razón: se medicalizan en exceso todos los problemas relacionados con la salud mental. Según la Encuesta Nacional de Salud Mental realizada por el Ministerio de Sanidad en 2017, el 10,7% de la población consume tranquilizantes, relajantes o pastillas para dormir (13,9% en mujeres y 7,4% de los hombres), y el 5,6% de la población de 15 y más años toma antidepresivos o estimulantes (7,9% de las mujeres y 3,2% de los hombres). Según la OCDE, España es el noveno país que más antidepresivos consume. Miguel Ángel Díaz, psicólogo en Algeciras, constata que cada vez se medican más los problemas. "No hay que hacerlo así, si conseguimos que las terapias lo eviten, mejor", dice. El problema, claro, es que no hay quien haga esas terapias.

Pero la peor de las consecuencias de la falta de psicólogos, dicen desde el movimiento #MásPlazasPIR, es el suicidio. "En España se dan más de 3.600 suicidios al año, lo que supone 10 suicidios al día, uno cada dos horas y media. Además, se estima que se producen 200 intentos diarios", lamentan. 

Concretamente, ¿cuántas plazas PIR se ofertan? Según recoge la academia de estudiantes CeDe, la convocatoria de este año, que contempla a los estudiantes del curso 2020-2021, ha ofertado 198 plazas, nueve más que el año anterior. En porcentaje, un escaso 4,7% de incremento con respecto a la convocatoria anterior, cuando se ofertaron 189 plazas. Si se observa la evolución, se aprecia un incremento sostenido en los últimos años que, no obstante, los profesionales consideran insuficiente. Más teniendo en cuenta que los problemas de salud mental son cada vez más frecuentes. Y más con la pandemia. "Sabemos desde finales de los años 90 que hay un incremento de la prevalencia de los trastornos mentales, fundamentalmente depresión y ansiedad. Lo normal, sabiendo eso, es que se busquen profesionales. Necesitamos, por lo menos, 12 psicólogos por cada 100.000 habitantes. Pues bien, hay que adecúar las plazas PIR para conseguirlo", reclama Javier Prado, portavoz de la Asociación Nacional de Psicólogos y Residentes (ANPIR). 

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"Esta falta de profesionales tiene mucho que ver con la crisis de 2008, que golpeó enormemente al sistema sanitario. Ahora nos faltan profesionales de todas las especialidades, también psicólogos", critica. Si se observan los datos, cada año se presentan al examen PIR un número muy elevado de estudiantes. Este último año, por ejemplo, se recibieron 4.292 solicitudes para hacerlo. El pasado, 4.319. La mayoría de ellos, por tanto, se queda sin plaza y sin la categoría de psicólogo clínico, teniendo que comenzar a trabajar en el ámbito privado. Según las cifras de ANPIR, hay aproximadamente 8.750 psicólogos clínicos, de los cuales sólo 2.800 trabajan en la sanidad públicasólo 2.800

Díaz, que lleva 19 años trabajando como psicólogo clínico, explica a infoLibre que cada vez hay más demanda para un mismo número de profesionales, algo que se ha notado, sobre todo, en este último año. "A nivel social ha habido un cambio importante porque la gente tiene más ansiedad y depresión por el estilo de vida tan alocado y absurdo que llevamos. Hay más demanda que hace dos décadas, pero sobre todo ha aumentado en este último año", dice. Por eso, lamenta, hay muchos pacientes a los que ve en intervalos que alcanzan hasta los dos meses. En marzo, critica, ya está dando citas para el mes de junio. "Eso es demasiado", denuncia.

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