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El barrio es nuestro

Entre la fábrica y el barrio. Cartografías de la memoria obrera

Recordar es política. Frente al olvido interesado, frente a los relatos impuestos sobre un pasado mítico, en el que solo algunos son los protagonistas, la memoria colectiva se presenta como un espacio de reivindicación de la ciudadanía. Un espacio físico y simbólico.

Este ejercicio de recordar críticamente es más necesario, si cabe, en la actualidad, cuando los relatos que blanquean, por acción o por omisión, el pasado franquista, nos asoman a nuevos escenarios autoritarios desprovistos de las armas que aporta la conciencia de clase. Una conciencia colectiva que se va a articular en el tardofranquismo y la transición en las interconexiones de las reivindicaciones del movimiento obrero y la lucha vecinal en los suburbios de Madrid. Va a ser en los espacios de las fábricas y de los barrios obreros de Madrid donde la población fue deviniendo en ciudadanía antes incluso de que esta fuera reconocida políticamente, a través de la solidaridad de clase y la reivindicación en las calles.

Esta memoria es la que hemos rescatado a través de dos proyectos de investigación y divulgación: la Cartografía de la Memoria Obrera de Madrid (1957-2024) de la Fundación 1º de Mayo, y la Cartografía de la Memoria Obrera de Villaverde, impulsada por la Asociación Vecinal La Unidad de Villaverde. Pretendemos reivindicar la memoria obrera en el contexto de la memoria democrática recuperando el pasado reciente, tanto físico como simbólico. A través de estos proyectos que conjugan testimonios, relatos y fotografías, hemos traído a nuestro presente una cartografía de lugares de memoria colectiva de trabajo, lucha y solidaridad. Hemos sacado a la luz el pasado, no tan lejano, del Madrid industrial, donde trabajó gran parte de la gran ola migratoria de los años 50 y 60, procedente de los pueblos del interior del país. Estos polígonos también alumbraron la organización del movimiento obrero al margen del Sindicato Vertical, en torno a las Comisiones Obreras. Este movimiento obrero, luego sindicato tras la legalización, fue ampliando las demandas obreras más básicas hasta reivindicar derechos laborales y democráticos más extensos, y se convirtió en motor de la lucha democrática de la ciudadanía.

Esta reivindicación de la Memoria Obrera no significa en ningún momento un ejercicio de melancolía, de romantizar un pasado reciente, sino justo de lo contrario, de reconocer y dignificar la acción colectiva de trabajadores, trabajadoras, amas de casa, curas obreros y un sinfín de personas que lucharon en fábricas y barrios por mejorar su vida y la de su comunidad.

Esta reivindicación de la Memoria Obrera no significa un ejercicio de melancolía, de romantizar un pasado reciente, sino de reconocer y dignificar la acción colectiva de trabajadores, trabajadoras, amas de casa, curas obreros y un sinfín de personas que lucharon en fábricas y barrios por mejorar su vida y la de su comunidad

En esta tarea, vecinos y vecinas como los y las de Villaverde se juegan su identidad, pues lejos del estigma de vivir en “barrios deprimidos”, la memoria obrera permite reconstruir la importancia de los barrios obreros como lugares estratégicos para el desarrollo del país en el siglo XX. Permite reconocer la existencia de una “deuda histórica” de la ciudad de Madrid con quienes habitan unos territorios que aún hoy siguen sufriendo los efectos de un proceso de desindustrialización que destruyó miles de empleos (al menos 25.000 puestos de trabajo según el Movimiento por la Dignidad del Sur en las empresas y factorías localizadas en Villaverde y Usera a finales de la década de 1990).

En aquellos años cambió tanto la fisonomía del barrio como los sonidos que lo acompañaban: dejaron de sonar las sirenas de la hora del bocadillo y, con ellas, desaparecieron los pequeños talleres auxiliares que daban vida a las calles. Se extinguieron así los miles de empleos dignos conquistados a base de décadas de lucha y fueron demolidos edificios de incalculable valor arquitectónico. El paisaje de estos lugares quedó reducido a naves abandonadas e inmensos descampados, a la espera de ser transformados —en el mejor de los casos— en bloques de viviendas o plataformas logísticas.

A través del ejercicio de recuperación de la memoria obrera se pretende saldar en parte esa deuda, al reconocer a quienes fueron —y aún son— auténticos artífices de la ciudad. Efectivamente, es imprescindible reivindicar que su papel no es un vestigio del pasado, pues hoy estos barrios siguen siendo el lugar donde viven los trabajadores y trabajadoras que, cada mañana, sostienen la ciudad.

Esta memoria permite así también mostrar un camino, el de la lucha obrera, barrial y sindical; el único camino que ayer, y quizás hoy, sea posible para lograr empleos y barrios dignos.

Esta memoria permite mostrar un camino, el de la lucha obrera, barrial y sindical; el único camino que ayer, y quizás hoy, sea posible para lograr empleos y barrios dignos

El movimiento sindical y el movimiento vecinal nos hemos unido en esta tarea, si bien es aún una asignatura pendiente lograr “ensanchar” el marco de reconocimiento de la memoria democrática por parte de las instituciones públicas al ecosistema que vecinos-trabajadores forjaron en los barrios obreros; así como es también un quehacer urgente proteger el patrimonio material que a duras penas pervive y que estas cartografías ayudan a visibilizar, como los “pabellones ferroviarios” de Villaverde que hoy subsisten a las grietas y el abandono y cuyo valor arquitectónico es incalculable.

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Silvia González Iturraspe es de la Asociación Vecinal La Unidad de Villaverde.

Mayka Muñoz Ruiz es de la Fundación 1º de Mayo.

Recordar es política. Frente al olvido interesado, frente a los relatos impuestos sobre un pasado mítico, en el que solo algunos son los protagonistas, la memoria colectiva se presenta como un espacio de reivindicación de la ciudadanía. Un espacio físico y simbólico.

Este ejercicio de recordar críticamente es más necesario, si cabe, en la actualidad, cuando los relatos que blanquean, por acción o por omisión, el pasado franquista, nos asoman a nuevos escenarios autoritarios desprovistos de las armas que aporta la conciencia de clase. Una conciencia colectiva que se va a articular en el tardofranquismo y la transición en las interconexiones de las reivindicaciones del movimiento obrero y la lucha vecinal en los suburbios de Madrid. Va a ser en los espacios de las fábricas y de los barrios obreros de Madrid donde la población fue deviniendo en ciudadanía antes incluso de que esta fuera reconocida políticamente, a través de la solidaridad de clase y la reivindicación en las calles.

Publicado el
19 de diciembre de 2025 - 06:00 h