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Libertad de educación, educar en libertad

Estamos conviviendo con el primer genocidio, régimen de apartheid y masacre del que se tiene constancia retransmitido en directo, y mientras la sociedad evidencia su oposición al mismo, las autoridades políticas de la Comunidad de Madrid han tratado de suprimir y censurar las muestras de rechazo en los centros educativos.

Sus argumentos, meras excusas, han sido variados, y van desde la supuesta politización de las aulas hasta la necesaria neutralidad institucional, pasando por la imposibilidad de tratar la barbarie contra el pueblo palestino en el ámbito educativo.

Resulta paradójico que quienes hacen campaña de palabras como libertad, cuando llega su ejercicio, la pretenden convertir en mera palabra vacía, sin contenido real, como si de un anuncio de fragancias se tratase.

Queremos una juventud comprometida, que haga propios los valores y derechos fundamentales, y capacitar al alumnado para el ejercicio de la ciudadanía desde la participación activa en todos los ámbitos de la vida, pero cuando esto ocurre, nos topamos con trabas, dificultades y censura.

La Comunidad de Madrid ha intentado censurar cualquier muestra de apoyo a la población palestina y contraria al apartheid y al genocidio en los centros educativos

Recordemos que ya se ha dejado claro que las banderas que no afectan a la institucionalidad, no siendo banderas oficiales ni pretendiendo sustituir a éstas, no son partidistas, sino que configuran unos valores de igualdad entre las personas, valores ampliamente compartidos y que encuentran su directo acomodo en la Constitución y la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, como la bandera arcoíris, y así lo confirman las sentencias del Tribunal Supremo 1900/2024 y 1003/2025.

Debemos igualmente destacar que mientras numerosos centros mantienen banderas ucranias, el Gobierno de la Comunidad de Madrid cuestiona la posibilidad de banderas, pines, camisetas o cualquier otra muestra relacionada con la población palestina, demostrando la evidencia instrumental y, ahora sí, partidista.

Educar para la paz

La educación para la paz es un contenido transversal en la Comunidad de Madrid, el estudiar los derechos humanos y su defensa es una materia igualmente transversal, resultando inconcebible estudiar la lucha contra el apartheid en Sudáfrica en el siglo pasado, o el holocausto y los campos de exterminio nazi y, sin embargo, omitir y ser ajenos a la realidad del mundo actual que rodea a la comunidad educativa y no tener esa posición en defensa de los derechos humanos ante la barbarie que el pueblo palestino sufre a diario al otro lado de nuestro mar Mediterráneo.

Como ha defendido la Asamblea de Naciones Unidas, aprobado en numerosas resoluciones, y desarrollado en el derecho a la educación por la UNESCO, la cultura de paz constituye un proceso cuyo objetivo es la socialización y el bienestar de la humanidad.

El itinerario curricular en educación secundaria y bachillerato contiene como contenidos transversales adquirir y utilizar adecuadamente los conceptos fundamentales de la educación para la cultura de paz, concienciarse del importante papel de los comportamientos individuales y grupales favorables para la convivencia como medio para promover y construir la cultura de paz, obtener y trabajar estrategias para la gestión de conflictos a través de propuestas creativas y pacíficas, fomentar la inteligencia emocional desde la perspectiva de la cultura de paz, desarrollar la personalidad de manera integral con el fin de preparar al alumnado para el ejercicio activo de la ciudadanía, no pudiendo imaginar mejor forma en su desarrollo que la que la sociedad civil ha asumido oponiéndose a la masacre, intentando parar el genocidio y luchando contra el apartheid.

Resulta paradójico que quienes hacen campaña de palabras como libertad, cuando llega su ejercicio la pretenden convertir en mera palabra vacía, sin contenido real, como si de un anuncio de fragancias se tratase

No es tampoco baladí la consideración del trabajo conjunto y espontáneo de la comunidad educativa, que ha aunado, a cada cual desde su específico lugar, a las familias, el profesorado y el estudiantado, que superando cualquier interés corporativo y asumiendo que la educación es una cuestión de toda la sociedad, han unificado actuaciones en esa educación para la paz.

Como tantas veces a lo largo de la Historia, en este caso desde la humilde historia de la comunidad educativa, o se está del lado de los derechos humanos o con quienes vulneran los mismos, pero, más aún, o se cree en la educación para la paz y la libertad y en su ejercicio o estaremos ante palabras vacías que no constituyen verdaderos derechos civiles y políticos.

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Raúl Maíllo es abogado de movimientos sociales y de la FRAVM.

Estamos conviviendo con el primer genocidio, régimen de apartheid y masacre del que se tiene constancia retransmitido en directo, y mientras la sociedad evidencia su oposición al mismo, las autoridades políticas de la Comunidad de Madrid han tratado de suprimir y censurar las muestras de rechazo en los centros educativos.

Sus argumentos, meras excusas, han sido variados, y van desde la supuesta politización de las aulas hasta la necesaria neutralidad institucional, pasando por la imposibilidad de tratar la barbarie contra el pueblo palestino en el ámbito educativo.

Publicado el
10 de octubre de 2025 - 06:01 h